miércoles, 16 de febrero de 2022

QUÉ ES UNA PÉRDIDA AMBIGUA

En esta ocasión contamos con una firma invitada: Ana Hidalgo, psicóloga y escritora que nos habla en este post de un tema de relevancia, pero pocas veces comentado: el del duelo por una pérdida ambigua.


En estos tiempos en los que por fin nos atrevemos a hablar de duelo, suicidios y
dolor, he notado una carencia a nivel mediático, el explicar qué es una pérdida ambigua.

Sabemos que toda pérdida conlleva un duelo, pero ¿son todos iguales?, ¿qué es eso de la pérdida ambigua?, ¿es común?

Por lo general, asociamos el duelo a la pérdida por fallecimiento de un ser querido. Sin embargo, no tiene por qué ser así, hay muchos tipos de duelos que no implican muerte. Por ejemplo, podemos experimentar un duelo al mudarnos y dejar atrás a nuestros amigos y nuestro hogar.

Otros ejemplos pueden ser cuando un ser querido sufre algún tipo de demencia, como el Alzheimer, que nos impide conectar con la persona que nosotros recordamos; también cuando nos dejan sin ningún tipo de explicación; o perdemos la custodia de un hijo.

Cada duelo es único, pero todos implican dolor y pérdida a distintos niveles: emocional, mental, psicológico, social, físico, e incluso espiritual.

Hoy quiero destapar un tipo de duelos, más común de lo que pensamos, pese a no recibir gran atención mediática. Me estoy refiriendo al duelo o pérdida ambigua.

Qué es una pérdida ambigua

Hace tiempo leí una noticia que me impactó: en Estados Unidos desaparecen cada año 600.000 personas. Aunque el artículo decía que algunas eran encontradas días más tarde, ¿qué ocurre con las que no aparecen nunca?, ¿cómo viven ese duelo sus familias?

Como te puedes imaginar, lo viven de una forma dura, sin saber si sus seres queridos aparecerán o no; sin saber qué les ha pasado y sin saber cómo enfrentar esta noticia.

Si bien este es el más claro ejemplo de pérdida ambigua, hay otros bastante más comunes que puede que tú mismo/a hayas experimentado.

Al fin y al cabo, la pérdida ambigua es la que se produce sin cierre, sin comprender lo sucedido.

El ejemplo más sencillo que se me ocurre son los casos de Ghosting. Si no estás familiarizado con este anglicismo, es lo que antes decíamos “ir a por tabaco y no volver”.

¿Cuántas personas abandonan sus familias o parejas y se marchan sin dar ningún tipo de explicación?

Por un momento ponte en sus zapatos. ¿Cómo crees que reaccionarías?, ¿cuánto tiempo tardarías en asumir que se ha ido?, ¿le darías vueltas al qué paso, al por qué?

Si te ha sucedido esto con alguien con quien sintieras mucho apego, es probable que hayas transitado un duelo ambiguo.

Cuando te dejan sin explicaciones te quedas “rayado”, sin saber qué ha sucedido o qué hacer, y aunque pueda parecer un duelo normal, no lo es. Es una pérdida ambigua y tiene sus propias características.

Características del duelo o pérdida ambigua:

Como habrás podido deducir, cuando alguien desaparece de repente, bien por un secuestro, causas naturales o su propia decisión, las personas que se quedan y sufren su pérdida atravesarán un tipo de duelo especial, el duelo ambiguo.

Entre sus características más comunes están:

Es un duelo confuso e incomprensible.

Pese a que la pérdida es tangible y comprobable (al fin y al cabo, la persona que se ha marchado o desaparecido ya no está) el duelo es confuso. Surgen dudas sobre si esa persona volverá o no. Por eso, es posible que sigamos aferrándonos a su recuerdo y a la ilusión de su deseada vuelta.

Supone un alto grado de incertidumbre

Al no tener claro lo que ha sucedido o está sucediendo, se genera mucha incertidumbre que puede llegar a obsesionarnos. Es frecuente preguntarse constantemente qué ha podido pasar, generar cientos de hipótesis y preguntas, desvelarse dando vueltas a la información que se tiene tratando de escrudiñar lo sucedido…

Mantiene el dolor más tiempo

Cuando no se sabe si se ha perdido o no a alguien, la ausencia nos trae su recuerdo a cada paso, haciendo más presente el dolor de la pérdida. Así, frena el poder evolucionar en la transición del duelo, deteniéndolo en las fases iniciales como negación o negociación.

Como suele decirse: “el que espera desespera, y esperando se consuela”.

La pérdida ambigua paraliza

La incertidumbre que produce también nos deja incapaces de seguir con nuestra vida, sin rumbo. Surgen grandes dudas ante cualquier decisión. Por ejemplo, ¿sigo con mi vida o busco a esa persona desaparecida?, y de buscarla, ¿por cuánto tiempo?, ¿cuándo parar?

Puede generar trastornos emocionales

Al quedar atrapado en la búsqueda de explicaciones, puede imposibilitar crear planes de futuro y generar gran ansiedad y depresión.

Dificulta el cierre del duelo con la despedida

Especialmente en las personas desaparecidas, y de las que no se encuentra el cadáver, es difícil elaborar una despedida. ¿Cuánto tiempo hay que esperar para enterrar a alguien que ha desaparecido?

Hace plantearse el papel que uno juega respecto a la sociedad

Con frecuencia es posible sentirse descolgado socialmente, sin saber en qué lugar uno se encuentra. Por ejemplo, si mi pareja ha desaparecido, ¿sigo estando casada, soy viuda?, ¿cuántos hijos tengo si uno ha desaparecido, pero no tengo constancia de su muerte?, ¿debo hacer un funeral e invitar a los demás para acompañar un ataúd vacío?

La pérdida ambigua nos hace sentir incompetentes, solos e incomprendidos.

Nos lleva a pensar en las injusticias y en lo insignificante que podemos llegar a ser. Algunas ideas frecuentes son: ¿por qué a mí?, ¿por qué pasan estas cosas?, ¿por qué me insisten en que pase página si todavía no hay nada claro?, ¡el mundo es injusto!

Qué hacer con un duelo ambiguo

Lo cierto es que no hay una respuesta sencilla, pues cada caso tiene sus propias características particulares.

En mi novela, Con las Maletas en la Puerta, planteo un ejemplo de cómo nos
puede afectar una pérdida ambigua y cómo superarla. En ella encontrarás herramientas y estrategias usadas en terapia que pueden serte útiles en este tipo de situaciones.

En cualquier caso, si tuviese que destacar algunos aspectos importantes para superar la pérdida ambigua, destacaría los siguientes:

  • Se necesita apoyo y comprensión de familiares/amigos y, en muchos casos apoyo psicológico con un profesional.

  • Es importante arriesgarse a avanzar y seguir adelante, incluso aunque la incertidumbre del qué pasó o hacia dónde vamos aceche.

  • Realizar algún tipo de ritual de despedida que ponga un punto y a parte en esta etapa de nuestra vida.

  • Asumir que superar la pérdida no significa borrar a esa persona de nuestra memoria. De lo que se trata es de aceptar la nueva realidad que se nos plantea por delante.

Si estás atravesando un duelo y se te está haciendo muy cuesta arriba, mi mejor recomendación es pedir ayuda profesional. Si deseas recibir la mía, ya sabes que me tienes a tu disposición, me encuentras en terapiaconAna.com


¡Mil gracias, Ana! Si os habéis quedado con ganas de más, aquí podéis ver una entrevista que le hice a Ana sobre su libro. ¡No os la perdáis! ¡Abrazos!



jueves, 10 de febrero de 2022

EL FIN DEL AMOR

En este post me propongo acabar con el amor.


Bueno, a ver, qué radical ha sonado eso, ¿no? Solo me refiero al amor romántico. 


Es decir, al amor de pareja. O, más concretamente, a la presión social de que por narices debemos tener amor de pareja.


El amor romántico es un mito. Un constructo social. Por tanto, una ficción. No necesitamos amor romántico para sobrevivir ni para tener éxito social ni para ser felices.


Los mitos y constructos sociales son ficciones, ideas desligadas de la naturaleza, de la biología, y únicamente nacidas de la cultura. En algún momento de la historia, debido a la influencia social (religiones, modas, ideologías), se impuso la idea de que debíamos tener una pareja estable con la que cumplir una serie de compromisos y criar una familia de manera conjunta. Pero, antes de eso, nuestros antepasados sapiens vivían su sexualidad y necesidades afectivas de manera polígama y los críos eran educados y protegidos por la comunidad.


Los estamentos sociales (religión, estado) y la cultura (costumbres, modas, novelas, poesías, teatro, canciones, culebrones...) han perpetuado esta invención del ser humano, de tal manera que hoy asumimos que es una necesidad vital (cuando no lo es, en absoluto). Pero, ¿y si quienes defendían este mito lo hicieron porque estaban convencidos de que era la mejor manera de vivir y ser felices? Aunque uno no esté "obligado" a tener pareja, quizá es la mejor opción, ¿no? Y si no consigo la mejor opción... ¡tengo motivos para sentirme un desgraciado!


Algunas ideas que quiero compartir contigo para rebatir esa creencia y desmitificar el mito, son:


1. No hay una manera universal, única, de sentirnos exitosos y felices. El mayor éxito es ser feliz (cuando se pueda, que muchas veces no se podrá), y cada uno ha de encontrar y fomentar los estilos de vida que mejor se adapten a su particular manera de entender el éxito y sentir estados de felicidad.


2. No siempre conseguimos lo que queremos y si nos empeñamos en obtenerlo, porque es la única vía para nuestra felicidad, nos sentiremos muy frustrados. La felicidad, más que en conseguir lo que quieres, reside en valorar lo que tienes. Cuando estás en una relación de pareja ganas una serie de cosas y pierdes otras. Y lo mismo pasa cuando estás soltero. La clave está en poner el foco y el valor en lo que tienes, no en lo que no tienes. Si no, vivirás permanentemente frustrado.


3. Hoy día, el amor romántico es una de las causas de mayor sufrimiento en el mundo. Los divorcios en España suponen el 60% de los matrimonios, y en algunos lugares del mundo el 70%. Son muchísimas las parejas mal avenidas que aguantan por la presión social de que hay que mantener la relación, la familia o las apariencias. Los gabinetes psicológicos están llenos de parejas que hacen terapia para, seguramente, darse cuenta de que están mejor separados que juntos.


4. Muchos solteros, da igual de qué edad, tienen una vida muy buena y sin embargo no disfrutan con plenitud de ella por culpa de esta falsa presión psicosocial de que están tirando su vida por la borda si no obtienen una pareja. Al mismo tiempo, muchos casados, envidian la vida tranquila y sin ataduras de esos solteros. Volvemos a lo mismo: somos infelices por pensar en aquello que no tenemos... y que creemos que deberíamos tener.


Cuando no hay por qué. Por supuesto que se puede ser muy feliz en una relación de pareja (aunque también deberíamos revisar nuestras creencias y hábitos sobre el amor romántico, ya que la mayoría de las parejas, según las estadísticas, no son felices juntas, o no, al menos, de manera prolongada), pero ya va siendo hora de liberarnos de mitos y presiones psicosociales que nos provocan ansiedad y frustraciones totalmente innecesarias y que a nuestra verdadera naturaleza, a nuestra biología, si conseguimos trascender la cultura, le importan un pimiento frito.


Lo que realmente nos pide el cuerpo, joder, a ver si nos enteramos de una vez, no es tener un amor, sino AMAR.


En este vídeo hablo más del amor romántico y sobre eso tan chulo que es el enamoramiento: "Enamorarse es malo para la salud". Casi na.



Cuestiona todo lo que digo; la duda nos acerca más a la verdad.


Si te gustó el post, no te lo quedes solo para ti, porfa, compártelo. Si te gusté yo, hago terapia en consulta en Málaga y online para el resto del mundo. En el siguiente enlace te puedes hacer con mi libro: La dictadura de la felicidad.


El sábado 12 de febrero hago en Málaga el Taller Desarmando a Cupido. Le daremos una paliza a ese enano con rizos. ¡No te lo pierdas!


Y, sin romanticismo, pero con mucho amor, del bueno, del que no es posesivo ni egocéntrico, ¡recibe este abrazo!