jueves, 30 de abril de 2020

LA FLEXIBILIDAD MENTAL

Vuelvo a rescatar algunos de mis posts antiguos más leídos. Así, revisamos ideas muy útiles a las que siempre viene bien hacer un repaso. Porque en psicología tan importante es lo que conviene aprender, como desaprender, como recordar.

Esta semana, LA FLEXIBILIDAD MENTAL, un post que escribí en junio de 2015 y que nos puede venir como anillo al dedo para adaptarnos a los cambios de esta nueva situación de vida que nos ha supuesto la crisis sanitaria de la COVID-19.


---------------------------

Ya lo decía Darwin:




Y la primera barrera que podemos encontrarnos en un proceso de adaptación es la rigidez mental.



La  rigidez mental se puede entender, básicamente, como apego dependiente. El apego no es malo, su definición esencial es: cariño, afecto o estimación hacia una persona o cosa. El problema aparece cuando llego a la conclusión de que sin esa persona o cosa no puedo ser feliz. Así, el día que nos falte encontraremos muchas dificultades para ser felices.



La rigidez mental es, entonces, apego dependiente a nuestras creencias, pensamientos, hábitos, costumbres, ideas... Es llegar a creer que cualquier elemento que entre en conflicto con ese sistema de valores, por ser diferente, amenaza mi felicidad, y, por tanto, lo rechazaré de plano desde el primer momento.



Para las personas que presentan un patrón rígido de pensamiento, cualquier cambio, cualquier novedad o cualquier imprevisto, puede ser valorado como algo sumamente hostil: la llegada de un nuevo jefe con métodos de trabajo distintos, el traslado a otra ciudad o país, empezar un romance con una persona con gustos o ideales diferentes...



Además, estas personas también suelen ser obsesivas con sus rutinas: tienen un horario muy marcado para hacer cada cosa, suelen ir siempre a los mismos sitios, y como les cambies el plan a última hora llegarán a la conclusión de que su vida se ha desestabilizado por completo. Su perfil de personalidad no puede ser muy diferente a la de este tipo.




Se trata del personaje Sheldon Cooper, de la serie The big bang theory, un científico con una patrón de personalidad claramente obsesivo compulsivo.



En definitiva, las personas con rigidez mental (y todos en algún momento/circunstancia podemos presentar cierta rigidez mental, afortunadamente no al mismo nivel que Sheldon) carecen de flexibilidad mental, que es la capacidad que podemos definir como:




Cuando nuestras cogniciones y hábitos no dominan nuestra vida,

sino que son una herramienta más para vivir.



Como capacidad que es, la flexibilidad mental se puede entrenar, y he aquí una lista de actividades que podemos hacer para desarrollarla:



1. Viajar. Pero no sólo eso, sobre todo, mézclate: empápate de otras culturas, conoce a las gentes de los destinos que visites, prueba a practicar alguna de sus costumbres... La apertura mental que estas experiencias te puede ofrecer es impagable.

2. Debate con gente que piensa distinto a ti. Respecto a cualquier tema: política, sexo, religión... Esto solo será agotador si afrontas el debate con el objetivo de querer cambiar la forma de pensar de esa persona. Si aceptas que tiene su propio punto de vista y te decides a escucharla, el tuyo no tiene por qué variar, y puede que aprendas algo (y posiblemente esa persona también).

3. No digas "no" sin preguntarte antes "¿Por qué no?". Nuestros esquemas y hábitos mentales llevan tanto tiempo funcionando que la negativa ante cualquier propuesta que implique cierto cambio será, a veces, automática. Sé consciente de ese automatismo y detenlo, porque puede hacerte perder muchas oportunidades.

4. Organízate pero sin pasarte. Planificar y tener rutinas nos sirve para tener una vida más organizada. Pero qué plan no se puede posponer, qué rutina no se puede sustituir. Si nos empeñamos en cumplir con los plannings y las rutinas, éstas dejarán de ser herramientas y se convertirán en objetivos que pueden llegar a resultar muy estresantes, sobre todo cuando surgen imprevistos (y ya sabes que casi siempre surgen imprevistos). 

5. Acostúmbrate al cambio. Tatúate, cambia de look, ve a sitios a los que no habías ido antes, prueba nuevas experiencias de ocio. En definitiva, haz de lo nuevo tu estilo de vida.



No por ello vas a dejar de ser tú, ni cambiar aquellos ideales que te definen y te hacen sentirte orgulloso de ti mismo. ¿Recuerdas la frase de Groucho Marx?





Pues tranquilo, solo era una broma del genial cómico.


----------------------------------------

Te recuerdo que durante lo que dure el estado de alarma sigo atendiendo consultas relacionadas, gratis, al correo info@elgabinetededavidsalinas.es, y también haciendo terapia psicológica en consulta en Málaga y para el resto del mundo on line.

Sigues teniendo disponible para descarga gratis el primer capítulo de mi próximo libro, La Dictadura de la Felicidad: Estado del Malestar

Cuestiona lo que digo; la duda nos acerca más a la verdad.

Si te gustó el post, no le quedes solo para ti, comparte, porfa.

¡Y recibe este abrazo!

martes, 21 de abril de 2020

CADA VIDA CUENTA. CADA PASO, TAMBIÉN.

5 semanas pa´ 6 de confinamiento desde que fue decretado el estado de alarma en España. Y supongo que la situación ya es cargante para muchos.

El presidente Pedro Sánchez anunció el pasado sábado que se iban a flexibilizar las medidas para niños menores de 12 años, permitiéndolos salir a la calle cerca de sus casas y acompañados por un adulto. Durante esta semana se está discutiendo cómo llevar a cabo esta medida de flexibilización y la posibilidad de incluir alguna más, como permitir también hacer ejercicio individual en la calle.

Mi opinión, como psicólogo general sanitario colegiado, es rotunda en este sentido: SÍ. Ha llegado el momento de permitir a la gente salir para, al menos, andar, correr y hacer otros ejercicios individuales (estiramientos, bicicleta, cardio), como mínimo en las zonas con menos contagios. Y soy muy firme en este sentido por varias razones:

- La gente no solo se muere de coronavirus. En 2018 (todavía no disponemos de los datos completos de 2019) cada dos horas y medias se suicidaba una persona en España, 10 al día, 3539 personas en todo el año (fuente aquí). Los motivos son varios, pero influye muchísimo el desempleo y la incertidumbre económica, dos factores de riesgos que ahora se han incrementado, de forma desorbitada, debido a esta crisis sanitaria. 

- Por supuesto, las personas que están desesperadas y contemplan la idea de suicidarse, no van a cambiar de idea simplemente porque les dejes salir a la calle. Pero vamos a hacer un análisis más profundo de este asunto: no es una situación económica complicada o situaciones de soledad o de abandono o un trauma o una decepción o cualquier otro tipo de condicionante externo lo que lleva a la gente a suicidarse, no. Son los sentimientos de depresión, angustia y desesperanza que vivencia la persona. Y está demostrado, por la investigación científica al respecto en el campo de la psicología, que el sol, el aire, andar, hacer ejercicio... tiene un impacto positivo sobre nuestras emociones, y eso ayuda, eso es un factor de prevención que puede ayudar a estas personas a sobrellevar sus situaciones particulares difíciles y los sentimientos de dolor asociados.

- Sin embargo, mi propuesta para que se pueda salir a andar y hacer ejercicio (siempre individualmente) no es solo para ayudar a personas en riesgo de suicidio. Hay muchas, muchísimas personas, que sin llegar a plantearse el suicidio como opción, lo están pasando muy mal, lidiando, quizá en soledad, con sentimientos depresivos y de ansiedad que si bien nos lo van a matar ahora, suponen problemáticas que pueden empeorar y cronificarse más adelante, y que guardan cierta correlación (no hay causalidad pero sí conexión, es decir: no causa pero facilita la probabilidad) con enfermedades coronarias o cáncer. De nuevo, por el simple hecho de andar y hacer ejercicio quizá estas personas no dejen de estar deprimidas o tener problemas de ansiedad. Pero, al igual que al coronavirus no lo vamos a eliminar solo quedándonos en casa sino que reducimos su riesgo, salir a la calle a hacer ejercicio reduce el riesgo de aparición, empeoramiento y cronificación de trastornos del estado de ánimo, porque es una actividad que ayuda, que tiene un impacto positivo sobre nuestra salud mental y emocional.

- Por otro lado, son ya muchos los expertos que señalan que, ¡ojo!, atención sanitaria para esta pandemia toda la que haga falta, pero no nos olvidemos de los que van a vivir. Ocupémonos de las personas que pueden morir por culpa de este maldito bicho, pero no podemos abandonar a los autónomos que han cerrado su negocio, los trabajadores que se han quedado sin empleo, los que lo mantienen pero no saben hasta cuándo y en qué condiciones... El impacto económico de esta crisis no va a ser pequeño y, por supuesto, lleva aparejado un impacto psicológico y social muy importante. Por ello, todos los expertos coinciden en que hay que llevar a cabo estrategias que busquen reducir el riesgo de muertes y contagios al tiempo que se minimiza también el impacto sobre el trabajo y la economía. Ahora, que la curva ya está bajando en España, hay que empezar a reducir las medidas de confinamiento, para iniciar ya esa "desescalada" de la que habla el Gobierno, no solo para propulsar la recuperación económica cuanto antes sino para comenzar a dar ya también algo de confianza a tantas personas absorbidas por la incertidumbre y por expectativas muy pesimistas.

- Y por último, no nos podemos olvidar de nuestros mayores. Sí, esos mayores que hoy son el principal grupo de riesgo de la COVID-19, también sufren de artrosis u otras enfermedades degenerativas, y necesitan moverse. Los médicos, tanto a ellas como a otras personas no ancianas pero que también tenemos enfermedades muscoequeléticas (yo, por ejemplo, tengo dos hernias discales que me ocasionan fuertes y frecuentes dolores de espalda) nos recomiendan andar, correr, movernos... como tratamiento para nuestra enfermedad. Y, a veces, el espacio reducido de una casa no es suficiente y los dolores y enfermedades se agravan.

Considero, y es mi opinión particular como profesional (y como ser humano), que por las razones que acabo de exponer, la medida que implique permitir a los mayores de 12 años, de manera individual, salir a la calle a hacer ejercicio, se debería implementar ya, a partir del siguiente periodo del estado de alarma, es decir, a partir del 26 de abril. Ahora bien, soy consciente de que esta medida conlleva riesgos para la prevención de la propagación del coronavirus: que haya personas que no respeten la obligación de individualidad de estas actividades y aprovechen para hacer interacción social o que se produzcan situaciones de aglomeración que dificulten el distanciamiento.

Bien, pues eso, lleva pasando desde el primer día en los super e hipermercados. Desde el primer día. Y la gente, como hemos visto, no solo necesita comprar porque no solo se puede morir de hambre (en España muy pocos). Ahora bien, que una cosa se haga mal desde el primer momento no es justificación para que otras cosas también se hagan mal. Si una medida que es buena, como permitir a las personas salir a andar y hacer ejercicio individual, implica problemas y riesgos, lo que habrá que hacer entonces es buscar soluciones a esos problemas y tratar de controlar esos riesgos:

- Vigilar el tránsito de gente, a través de las distintas fuerzas de seguridad, al igual que se controla el tráfico de vehículos cuando hay mucho flujo. Y esto, sobre todo, se podría hacer poniendo más policía en las zonas con más afluencia de deportistas, como parques o paseos marítimos.

- Informar y concienciar a la sociedad de la importancia de cumplir con las medidas de flexibilización siguiendo todas las precauciones obligatorias.

A ese respecto, recuerdo una cosa que es esencial, que deberíamos saber todos y tener siempre en cuenta, y que son las medidas de protección recomendadas por la OMS (Organización Mundial de la Salud) para las personas que viven en zonas donde se está propagando la COVID-19 (como España) y que son, y solo son, las siguientes:

- Permanecer en casa siempre que se encuentre mal, aunque la sintomatología sea leve.

- Mantener el distanciamiento social (recomendable 2 metros; mínimo 1 metro).

- Lavarse las manos, sobretodo antes de salir de casa y al regresar.

- Usar mascarillas solo es obligatorio si se está en contacto cercano con enfermos o población de riesgo (ancianos, personas con patologías previas) o si se forma parte de esa población.

- Limpiar con desinfectante las zonas y objetos de uso público: autobuses y otros transportes públicos, carritos de los supermercados, asientos de consultas médicas y psicológicas, etc.

No soy político y no depende de mí que la medida se tome. Solo quería, con este texto, poner el énfasis, una vez más, en la importancia de la salud mental y emocional, ya que no solo sufrimos o nos morimos porque nos contagiemos de un virus. El sol, el aire fresco, andar y el ejercicio son muy importantes. Y me acaba de llegar la noticia (publicada en el Diario Sur) de que los expertos en Sanidad ya están asesorando al Gobierno para que el siguiente paso de la "desescalada" sea permitir el ejercicio individual en el exterior. Es una buena noticia, pero bajo mi criterio esto debería hacerse ya, este 26 de abril. Porque si esa progresiva flexibilización de las medidas de confinamiento es demasiado tardía y lenta...

... eso también se va a llevar muchas vidas.

Cada vida cuenta. Cada paso, también.

Cuestiona todo lo que escribo (en un tema tan controvertido como este, más todavía); la duda nos acerca a la verdad.

Si te gustó este post y lo consideras, como yo, muy necesario, compártelo, por favor.

¡Y recibe este abrazo! 

jueves, 16 de abril de 2020

EL PROBLEMA DE LA FELICIDAD

Espero que estés llevando bien esta laaaaaaaaaaaarga (ánimo, ya queda menos) cuarentena.

Yo, voy a intentar, una vez más, ponértelo fácil. Y en esta ocasión no te voy a dar orientaciones, pautas, estrategias, consejos... No, te voy a dar un regalo. Uno de los regalos más importantes que se pueden dar en estos días. Una lectura:


En ese enlace puedes leer online y descargarte el primer capítulo de mi próximo libro, titulado La Dictadura de la Felicidad (a cambio, solo te pido que dejes tus comentarios en la página tras leerlo; si quieres, es totalmente voluntario). Un libro que aborda el tema de la felicidad desde una perspectiva un poco diferente a la que estamos acostumbrados. Es decir, no nos dice lo que queremos oír. O sí, quizá nos dice exactamente lo que queríamos oír de una vez porque ya estábamos harto de tanto discurso fácil y "maravilloso" sobre la felicidad. No lo sé; júzgalo por ti mismo.

Y es que, creo, hay un problema hoy día con la felicidad, y pienso que es el siguiente.

En primer lugar, no podemos entender la felicidad como el mismo fenómeno en este siglo que en el siglo XX. En el anterior, sí, se hablaba de felicidad, pero no era algo tan importante y, sobre todo, se tenía la idea general de que, bueno, más o menos haciendo lo que se suponía que se debía hacer (tener trabajo, casarse, comprar una casa, engendrar hijos, hacer unos cuantos amigos y distraerse de vez en cuando) ya uno era feliz.

¿Qué es lo que pasa cuando entramos en el siglo actual? La Psicología Positiva es lo que pasa. Es decir, aparece una corriente dentro de la psicología que dice: "Oye, nosotros, los psicólogos, siempre nos hemos ocupado de la enfermedad mental, del sufrimiento emocional, del problema, de lo malo... ¿Qué hay de la felicidad? ¿¿¿Nadie se va a ocupar de eso???" Y se ocuparon: empezaron a investigar sobre qué nos hacía felices, sobre todo, qué fortalezas personales son las que facilitan la felicidad y si son susceptibles de entrenarse y desarrollarse. Y resulta que hallaron que sí, que igual que el neuroticismo o la negatividad se entrenan, y mucho, la felicidad también.

Y eso fue un ¡bum!, un ¡guau! para mucha gente, profesionales y seudoprofesionales. Porque si la felicidad se puede entrenar y desarrollar, ¡vamos a enseñarle al mundo lo que tienen que hacer para conseguirlo! (y así de paso, ganamos un poco de dinerito también). Y empezaron a proliferar libros de autoayuda y crecimiento personal, congresos, conferencias, sesiones de coaching, retiros espirituales... Y así hasta nuestros días. La felicidad se ha convertido en una disciplina.

Y está bien que así sea (creo). Es decir, lo malo es que abandonemos nuestra felicidad personal a lo que, por costumbre, por aceptación social, se nos ha dicho que debemos hacer. No. Creo que es importante saber sobre felicidad y ocuparme de mi propia felicidad que, ¡ojo!, puede ser muy distinta de la tuya. El problema, por fin, radica en ¿cuánto de importante debe ser eso para mí, para nosotros?

Porque, si una de las consecuencias de tanto y tanto hablar sobre felicidad es que la felicidad se ha convertido en algo muy muy importante, en algo grande... Todo lo que es grande al final acaba pesando, y se acaba convirtiendo en una carga, y lo llevo a cuestas, dejando ya de ser una elección para convertirse en una imposición, en... En un dictado de la dictadura de la felicidad.

Y podemos liberarnos de ese yugo, claro que se puede. Y espero tener muy pronto publicado el libro para echarte una mano con eso.

Disfruta del primer capítulo, ojalá que te guste.

Cuestiona siempre lo que digo. La duda nos acerca más a la verdad.

Si te gustó este post, comparte, sobre todo con aquellos que estén más aburriditos en casa y puedan entretenerse con la lectura.

Y recibe, cómo no, este abrazo.

David Salinas. 

martes, 7 de abril de 2020

NO SOMOS HÉROES

En estos días de crisis sanitaria, y hoy que además es el Día Mundial de la Salud, se hace más evidente que nunca la importancia de la misma. Pero no solo nuestra salud física. No olvidemos la mental y la emocional. Los contagiados no son los únicos afectados por el COVID-19. También:

- El personal sanitario, que además de soportar una durísima carga de trabajo, se enfrenta a un alto riesgo de contagio, con todo el estrés y, literalmente, miedo, que puede suponer esta situación que viven día tras día.

- Otros trabajadores de distintas áreas que han de seguir acudiendo a sus puestos de trabajo y que por tanto también se enfrentan a un riesgo alto de exposición al virus.

- Los familiares de los enfermos y fallecidos, quienes no pueden acompañar o despedir a los suyos, lo que incrementa los sentimientos de angustia o pérdida.

- Aquellos que han perdido su trabajo o cerrado su negocio y han de lidiar con sentimientos de incertidumbre.

- Las personas más vulnerables al virus, por edad o patologías previas, y  que temen más que nadie el contagio.

- Las personas que viven solas, situación que puede agravar la sensación de aislamiento.

- Personas cuya situación de confinamiento es más complicada por circunstancias particulares: mujeres maltratadas, cuidadores, madres o padres solteros que han de compatibilizar su trabajo con el cuidado de sus hijos.

- Personas con problemáticas psicoemocionales que pueden estar siendo agravadas por esta crisis: trastorno de ansiedad generalizada, trastorno obsesivo-compulsivo, depresión.

- Población general, ya que la situación de cuarentena no es fácil para nadie, porque podemos perder nuestras rutinas habituales, echamos de menos el contacto con familia y amigos y, en definitiva, aparecen emociones difíciles de gestionar.

Para todos ellos, la comunidad de psicólogos clínicos en España, nos hemos puesto en marcha y lanzado varias iniciativas para apoyarlos de manera telefónica o telemática. Así, el Consejo General de la Psicología en España ha puesto en funcionamiento un servicio telefónico de primera atención psicológica, integrado por 45 psicólogos expertos en las distintas áreas:

-  Población general con dificultades relacionadas con la alerta y la cuarentena por Coronavirus: 91 700 79 88

-  Familiares de personas enfermas o fallecidas por el coronavirus: 91 700 79 89

- Sanitarios y otros intervinientes que precisen de apoyo como consecuencia de su intervención directa en la crisis del coronavirus, como fuerzas y cuerpos de seguridad, policía local… : 91 700 79 90

Los colegios de psicólogos de cada comunidad autónoma también están poniendo en marcha servicios de voluntariado para atender a las distintas personas afectadas por esta crisis. Así, el colegio al que pertenezco, el de Andalucía Oriental, ha abierto un teléfono de atención psicológica gratuita para profesionales sanitarios y de los cuerpos de seguridad y protección civil: 851 000 520. Se espera que se abra otro servicio de atención para la población general.

Y, por último, yo mismo, además de ofrecerme como voluntario a estos servicios, he abierto el mío propio, totalmente gratuito, y podéis mandarme consultas psicológicas relacionadas con la crisis del coronavirus y la cuarentena al correo info@elgabinetededavidsalinas.es

Desde que empezó la cuarentena estamos viendo muestras de solidaridad en muchos sectores, desde los empresarios hasta los que ayudan a sus vecinos mas vulnerables. Esta crisis está sirviendo para muchas cosas, nos va a dejar grandes aprendizajes, entre ellos la visibilidad del potencial altruismo que hay en cada de nosotros. Y los psicólogos no podíamos ser menos. Sin embargo...

Sin embargo, quiero hacer desde aquí, desde mi pequeño altavoz, una reivindicación que considero justa y necesaria. Y no es otra que la importancia de nuestro trabajo. Ya que si esta crisis sirve para darnos cuenta de lo fundamental que es la la labor del médico, del enfermero... los psicólogos y psiquiatras, que no podíamos ser menos, tampoco deberíamos quedarnos fuera.

Y, sin embargo, que para esta crisis sanitaria se hayan ampliado la oferta de contratación pública para poder contar con médicos jubilados, con personal sanitario que estaba en bolsa o estudiantes de último año, y que para toda la demanda psicológica existente en España y que afecta a tantos colectivos, anteriormente citados, se tenga que tirar de solo 45 psicólogos a nivel nacional, y el resto dependa de servicios de voluntariado, resulta penoso.

Teniendo en cuenta nada más a los miles de profesionales sanitarios que, día tras día en esta crisis, se ven desbordados de trabajo, que están haciendo frente a situaciones muy complicadas y que, encima, sienten la amenaza real de estar jugándose sus propias vidas, los servicios de atención psicológica ahora mismo son imprescindibles, y no pueden dejarse en manos, simplemente, de la ayuda individual que cada uno de nosotros pueda dar. Nosotros podemos cuidar a los que nos cuidan, ¿pero quién nos cuida a nosotros?

Porque cuidar al psicólogo, ya sea a través de no más recortes, a través de potenciar la contratación pública o a través de ayudas a los que ejercemos nuestra labor de manera privada, es cuidarte a ti. Tú, cuya salud física es tan importante como la mental y emocional, porque una va ligada estrechamente con la otra.

No somos héroes. Simplemente somos trabajadores que previenen y tratan los trastornos mentales y del estado de ánimo y promocionan la salud psicoemocional. Nosotros también cuidamos. Pero necesitamos que se nos deje cuidar y se nos ayude a cuidar. Y ojalá esta crisis, hoy que es el Día Mundial de la Salud, y siempre, sirva para que nos demos cuenta de la importancia básica que una salud integral tiene para todas las personas y, entre todos, la cuidemos más.

Empezando por ti. Cuídate mucho, por favor.

Como siempre, y esta vez más, cuestiona todo lo que digo. La duda nos acerca un poco más a la verdad.

Si te gustó este post, si lo ves necesario, no te lo quedes solo para ti, compártelo.

¡Y un fuerte abrazo!

miércoles, 1 de abril de 2020

HACER EL TONTO ES COSA DE LISTOS

Hoy es el día de la diversión en el trabajo y, debido a las circunstancias, a muchas personas les habrá pillado sin trabajo o trabajando en casa, lo cual puede llegar a ser divertido o no, depende de cómo te lo tomes.

Pero, independientemente de que sean estas tus circunstancias o no, la verdad es que uno de los valores que ha cobrado fuerza con la crisis del coronavirus es nuestra capacidad de "hacer el tonto", o dicho de otra manera: jugar, hacer bromas, reírnos de la realidad y de nosotros mismos.

De hecho, hoy precisamente, veía en las noticias unos vídeos de algunos profesionales sanitarios en España haciendo el tonto (bailando de forma muy graciosa), con la intención de subir los ánimos de esa gente que sale todos los días a las 20:00 a aplaudirles desde ventanas y balcones. Es casi increíble cómo, con el estrés que han de estar soportando, todavía pueden encontrar un rato para la diversión. Aquí tenéis un ejemplo:


Pues, aunque tus circunstancias sean también difíciles, porque hayas perdido el trabajo (espero que solo temporalmente), trabajes en casa y se te haga difícil, o por cualquier otro motivo, ya que esta crisis sanitaria no está siendo fácil, en realidad, para casi nadie, como psicólogo, y también como experto en hacer el tonto, te digo que hacer el tonto ayuda.

- Porque destensa, libera tensión emocional. A través del juego nos relajamos, lo cual nos ayuda a sobrellevar situaciones complicadas.

- Porque ayuda a relativizar y ver la realidad desde un punto de vista desdramatizador. 

- Porque la vida a veces es dura, difícil y dolorosa, y es bueno aceptarlo, pero, ¿de qué nos sirve dejarnos embargar por el dolor? A través del humor, acompañamos y aliviamos el dolor.

- Porque sociabilizamos a través del juego. Y, en estos días, quizá esta función es la más importante, ya que necesitamos apoyarnos en los demás más que nunca. Por eso se han viralizado retos en cadena o compartido miles de vídeo y de memes poniéndole humor al coronavirus.

- Por último, hacer el tonto nos conecta con nuestro niño interior.

Y este beneficio terapéutico, como los otros, también es muy importante, y en él me voy a detener un poco más. Cuando somos niños, es común (aunque no ha de por qué cumplirse en todos los casos) no tener demasiado sentido del ridículo. Por eso jugamos más y hacemos tanto el payaso. Nuestro modelo de referencia son los padres y, si estos no censuran esa capacidad de hacer el tonto ("Niño no hagas eso, ¿qué va a pensar la gente de ti si te ve?"), lo normal es que mantengamos durante bastante tiempo ese "talento" (lo entrecomillo, pero, sinceramente, me parece todo un talentazo).

Sin embargo, alrededor de la preadolescencia, nuestro modelo de referencia cambia. Ya no es tan importante ser amado por mis padres. No significa que no lo siga siendo, pero en esa etapa, lo prioritario es ser aceptado por el grupo, por los iguales (amigos, compañeros de clase, el sexo de atracción). Por tanto, voy a empezar a darle mucha (en algunos casos, demasiada) relevancia a la evaluación externa.

Y ese poder que le damos al juicio de los demás es muy posible que ya nos acompañe durante toda nuestra edad adulta. Por eso es tan tan importante atreverse, de vez en cuando, a hacer el tonto, porque supone un alivio, un desahogo, y, a través del mismo, volvemos a conectar con nuestro niño y con su osadía.

Osadía para sentirme libre de ser quien soy y no lo que los demás esperan de mí.

Y así no me autocohibo, no me autocensuro, me permito expresarme y hacer el tonto porque...

Hacer el tonto, es cosa de listos.

Te recuerdo: durante toda la cuarentena atiendo consultas online relacionadas con el coronavirus o con el confinamiento al correo info@elgabinetededavidsalinas.es, de manera totalmente gratuita. Y sigo haciendo terapia psicológica online: más info aquí.

Cuestiona todo lo que digo. La duda nos acerca más a la verdad.

Si te gustó este post, no te lo quedes solo para ti, compártelo.

Y recibe este abrazo virtual, ¡feliz día de la diversión!