martes, 26 de noviembre de 2019

LA DICTADURA DE LA FELICIDAD

Más o menos una vez cada mes publico algunos de mis posts antiguos más leídos. Así, descanso un poco y recordamos ideas muy útiles a las que siempre viene bien hacer un repaso, porque en psicología tan importante es lo que conviene aprender, como desaprender, como recordar.


Esta semana, LA DICTADURA DE LA FELICIDAD, un post que trata de liberarnos de esa falsa obligación de sentirse todo el tiempo feliz. Ahora que se acerca la navidad, viene muy bien. ¡Que lo disfrutes y aproveches!


-------------

Interpretamos el término felicidad como algo bueno, positivo, deseable. Y es así. Pero hasta la felicidad puede ser origen de pesares y desgracias.

¿Cómo es posible esta contradicción? ¿Cómo puedo llegar a ser infeliz, precisamente debido a la felicidad?

Esto ocurre cuando la felicidad se convierte en una tirana que nos obliga a ser siempre felices. Esta dictadura de la felicidad se ha transmitido a través de la cultura capitalista más asociada al consumismo radical:

"Compra esto, compra aquello, lo necesitas, 
¿acaso no ves que necesitas ser feliz?"

Desde este paradigma, se nos "obliga" a ser siempre felices, porque si necesitamos serlo, continuamente necesitaremos comprar las cosas que nos hacen ser felices. Sin embargo, este paradigma es antinatura, porque la felicidad es un sentimiento y, como tal, es transitorio. Así que:

No habrá ser más infeliz que aquél que pretenda serlo siempre.

A la Psicología Positiva se la critica en este sentido porque es percibida como una corriente que promueve esta dictadura de la felicidad, cuando es todo lo contrario: la Psicología Positiva no obliga a las personas a ser felices, la Psicología Positiva enseña maneras de ser feliz.

Y algunas de esas maneras son:
  • Llorar.
  • Sentir miedo.
  • Rendirse.
  • Fracasar.
  • Derrumbarse. 
Porque todo esto te está permitido, porque todo eso es humano, y lo inhumano es pertenecer a una cadena de "produce-gana-gasta" que nos convierte en meros elementos del proceso, sin sentimientos, sin debilidades y, sobre todo, sin capacidad para superar nuestras debilidades.

Porque tras las lágrimas vienen las sonrisas, tras el miedo el coraje, 
tras la rendición un nuevo comienzo, tras el fracaso el aprendizaje,
 y cuando me derrumbo vuelvo a levantarme, más listo, más fuerte, más yo.


No sientas ese vano peso sobre tus hombros del "siempre feliz", pero nunca dejes de buscar la felicidad. Porque he ahí donde rádica: en la búsqueda.


Cuestiona todo lo que escribo; la duda nos acerca más a la verdad.

Si te gustó, por favor no te lo quedes solo para ti, comparte.

Y recibe, como siempre, ¡este abrazo!

lunes, 18 de noviembre de 2019

UNA TÉCNICA PARA EL AUTOCONTROL

Las personas a veces (muchas veces) actuamos como títeres: movidos por distintos "hilos invisibles", que son nuestros condicionantes biológicos, psicológicos y sociales y que influyen enormemente sobre nuestro repertorio de conductas.

Así, reaccionamos frente a los estímulos que nos llegan sin pensar. Es casi como un acto reflejo. Una respuesta aprendida y automática. Y entonces, alzamos la voz, decimos que sí o nos comemos hasta el último bocado, dejándonos llevar por nuestros instintos y casi nada o nada por nuestra razón.

Luego, nos arrepentimos, y pensamos que no debería haberle gritado (porque generé un conflicto con ello) que debí haber dicho que no (porque era realmente lo que quería) o que debí parar de comer (porque ya estaba saciado).

Este dejarme llevar por mis respuestas automáticas no pocas veces degenera en conductas impulsivas y destructivas (agresividad, violencia), pasividad (me dejo llevar por lo que digan o hagan otros) y adicciones (comida, drogas, sexo...).

Pero explicar esto, sin más, es aplicar un punto de vista muy reduccionista sobre el ser humano, como si nuestras conductas sólo fueran el resultado de nuestra genética y nuestros aprendizajes. Y no es verdad. Siempre he dicho que somos lo que aprendemos. Pero también lo que desaprendemos. Porque no paramos de aprender cosas nuevas y en nuestra mano está qué aprendizajes son válidos y cuáles no y eso se llama: elección.

Somos lo que decidimos.

Así, quizá un día aprendí que gritando me libraba de la hostilidad de los demás y hoy decidir que eso ya sólo me sirve para engendrar más hostilidad. Pude aprender que diciendo que sí encajaba en los grupos y hoy decidir priorizar mis intereses frente a los de terceros. O pude aprender que comer hasta reventar reducía mi nivel de ansiedad y hoy decidir aplicar otras técnicas de relajación más efiaces y sin consecuencias negativas.

Pero la dificultad radica en no dejarme llevar por el automatismo, en no reaccionar enseguida llevado por mi historial de aprendizaje y tomar, entonces, una elección de manera consciente. Para ello, puedes tratar de aplicar la siguiente técnica de autocontrol, siguiendo estos pasos:

1. Antes has de conocer las señales antecedentes que tu cuerpo te envía y que son pistas para adelantarte a la reacción. Si la respuesta que tratas de controlar es el enfado, habrás de familiarizarte con las señales fisiológicas que acompañan a tu enfado (¿calor en el pecho o vientre, agitación motora, respiración irregular?) y lo mismo si tu respuesta tiene que ver con la ansiedad (decir que sí por miedo al rechazo, por ejemplo) o con la depresión (comer mucho para lidiar con los sentimientos de aburrimiento o de soledad, por ejemplo).

2. Respira profundo. Justo cuando empieces a identificar tus señales antecedentes, antes de reaccionar, respira profundo, muy profundo. Este simple gesto es lo que te servirá para detener la reacción.

3. Trata de observarte desde fuera. Como si te vieras en tercera persona, fuera de ti, para ser más consciente de tu estado de ánimo y de la conducta (entendemos que negativa) que estás a punto de acometer.

4. Y a continuación, introduce el pensamiento. Las respuestas automáticas lo son porque las ejecutamos sin que medie une reflexión previa. Esto es lo que hay que cambiar ahora. Para estimular esa reflexión, háblate a ti mismo, cuestiónate: "¿Quiero hacer esto?, ¿qué pasará si lo hago?, ¿qué puedo probar a hacer distinto?, ¿cuáles podrían ser los resultados entonces?".

5. Toma la decisión. Puede que finalmente decidas ejecutar la misma respuesta que si te hubieras dejado llevar por tu impulso primario o, al tomar consciencia de las consecuencias negativas de la misma, puede que no.

El hecho es que ahora tu conducta será más independiente, al estar menos condicionada por los factores biológicos, psicológicos y sociales y más mediada por tu pensamiento y, por ende, por tu capacidad de elección.

Y esto es lo que nos hace libre: nuestra capacidad de tomar elecciones. Esto, es lo que le corta las cuerdas al titiritero.

Como siempre, cuestiona todo lo que escribo; la duda nos acerca un poco más a la verdad.

Si te ha gustado este post, por favor, no te lo quedes solo para ti; compártelo.

Y recibe ¡este abrazo!

jueves, 14 de noviembre de 2019

PONTE GUAPO... PARA TI MISMO

Una autoestima sana y fuerte es la base de nuestro bienestar porque si no podemos estar bien con nosotros mismos, ¿¿¿con quién vamos a poder estarlo???

Que una autoestima sea fuerte y sana implica que sea independiente, es decir, que mientras menos condicionantes externos influyan en cómo me pienso y valoro a mí mismo, mejor. Que aceptarme y quererme no dependa de la aprobación externa, del éxito social, del qué dirán.

Sin embargo, igual que cuando sientes afecto hacia alguien le cuidas y le mimas, ponerte guapo o guapa para ti, también es un acto que puede reforzar enormemente tu autoestima. No para que los demás se sientan bien contigo (aunque esa puede ser una consecuencia colateral), sino para sentirte tú bien contigo. Igual que cuando tienes tu casa limpia y ordenada aunque no vayas a recibir visita, porque te hace sentir bien; cuidar nuestra "primera casa" (nuestro cuerpo) nos puede hacer sentir, de la misma manera, muy muy bien.

Por ello, he querido escribir este post para darte unos "truquitos de belleza" que no pueden faltar en tu repertorio de conductas dirigidas a cuidar esa relación tan especial que tienes: tu relación contigo mismo.

¡Vamos a ponernos guapos!

- Sonríe. No tienes que sonreír siempre y mucho menos cuando no lo sientas, pero tampoco lo reprimas. Sonreír a menudo, incluso reír, por la mayor banalidad, dirige estímulos a nuestro Sistema Nervioso que nos ayudan a relajarnos y a liberar "hormonas de placer". La sonrisa, siempre lo diré, es el mejor cosmético del mundo.

- Bésate. Sí, sí, bésate. O, bueno, al menos, lánzate besitos de vez en cuando. Dedicamos muchos momentos de nuestra vida a mirarnos al espejo (algunos más que otros, desde luego), ¿por qué no pararte de vez en cuando para lanzarte un besito o un guiño? Esa simple "tontería" es un mensaje que puede guardar mucho contenido: "Eres guapo, tú vales, te quiero". Y lanzarnos ese mensaje de forma repetida es entrenarnos en autoamor.

- No te mires mucho. Ahora que ha salido el tema del espejo: no te mires demasiado en él. Hay dos tipos de personas que se miran mucho en el espejo: las narcisistas, enamoradas de sí mismas (lo que las convierte en personas especialmente orgullosas, soberbias, egoístas y vanidosas), y las que se miran para encontrarse fallos. Estas últimas no se aceptan tal como son porque son muy perfeccionistas y, por tanto, tienden siempre a explorarse para encontrarse fallos que mejorar, lo que les provoca mucha insatisfacción con su imagen. Mientras menos te mires, menos fallos te encontrarás; ¡y recuerda que todos (incluso los más guapos) tenemos defectos!

- Haz ejercicio, sigue una dieta sana. Como he dicho antes, el cuerpo es nuestra casa y, si nos dedicamos a cuidar nuestra otra casa (limpiarla, decorarla, etc.), también es positivo que invirtamos tiempo y esfuerzo a cuidar nuestro cuerpo. Por nosotros, no por los demás. No para entrar en una competición: estar más delgado que, o más musculoso, o más buenorro... No compitas, no te compares... más que contigo mismo y siempre partiendo de la base de la aceptación. Además, el ejercicio físico afecta a nuestro Sistema Nervioso y mente, liberándonos de mucho estrés, y una dieta pesada e inflada de componentes tóxicos puede influir muy negativamente en nuestro estado de ánimo. Como ves, lo que es bueno para nuestro cuerpo, también suele serlo para nuestro equilibrio psicoemocional.

- Cómprate ropa. Pero cuidado con caer en comportamientos adictivos. Hay personas que son adictas a las compras porque es una manera de compensar el vacío que sienten y que les provoca ansiedad. No se trata de eso; se trata de que cuando te veas, te guste lo que estás mirando. Para ello, debes olvidarte de modas y tendencias, de lo que dice la gente que es lo mejor, lo más cool. Nos sentimos bien con nosotros mismos, ¡cuanto más nosotros mismos somos! Así que cómprate ropa para vestir a tu manera, de forma que tu imagen equivalga a tu personalidad y te sientas lo más identificado posible con quien estás viendo al otro lado del espejo. ¡Fuera borreguismos! Quítate disfraces y vístete con tu propia piel.

- Tócate. La masturbación se puede considerar como una forma de hacer el amor con uno mismo. Si nos gusta dar placer a nuestra pareja, porque la queremos, ¿qué hay de malo en darse placer a uno mismo? Abandonemos tabúes en cuanto a la masturbación: no es mala, no te vas a quedar ciego, que te masturbes teniendo pareja no significa que ya no la desees, ¡eso es un mito! La ciencia nos dice que masturbarse, además de placentero (obvio), es sano, porque como sucede con el ejercicio, libera hormonas antiestrés. Así que tócate, sin culpa, hazte más el amor. ¡Y ya verás lo guapo que te pones!

- Cultiva tu belleza interior y aprende a expresarla. Esto yo lo tengo muy claro: las personas más guapas, más guapísimas de la muerte, no son las que tienen una cara con rasgos simétricos ni las que tienen un cuerpazo; son las que mejor expresan su belleza interior (por eso la sonrisa es tan importante). Entonces, lo primero sobre lo que habría que trabajar es sobre lo de dentro: tu inteligencia, tu cultura, tu personalidad, tus valores, tus emociones, tu propia autoestima... tu crecimiento interior al fin y al cabo. Pero luego, deberías preguntarte: ¿a la hora de andar, a la hora de hablar, a la hora de relacionarme... mi imagen refleja quién realmente soy? Cuidar nuestra expresión no verbal (cómo miramos a los ojos, en qué tono hablamos, qué postura corporal adoptamos...) repercute positivamente en nuestra autoconfianza, porque sentimos que hay un ajuste entre lo que somos y lo que transmitimos. Y es una sensación increíble, de verdad.

Y por ahora, eso es todo. Seguro que hay más, muchos más "truquitos de belleza" que podemos aplicarnos para sentirnos guapos con nosotros mismos (y seguro que a ti se te pueden ocurrir unos cuantos), pero estos, creo, son suficientes. No sé si te ayudarán a ligar más pero... ¡estoy convencido de que sí te ayudarán a que no te importe demasiado!

Para aprender más pautas y estrategias que nos ayudan a reforzar nuestra autoestima, y también para conocer cuáles son los autosaboteadores habituales de nuestro amor propio, este sábado 16 de Noviembre hago el Taller de Autoestima "¡Soy imperfecto y me alegro!". Si estás en Málaga para la fecha, ¡te esperamos!

Comos siempre, cuestiona todo lo que escribo, la duda nos acerca un poquito más a la verdad.

Si te gustó este post, no te lo quedes solo para ti, ¡comparte por favor!

Y recibe, cómo no, ¡este fuerte abrazo!

jueves, 7 de noviembre de 2019

CÓMO SUPERAR LA INDECISIÓN

Este próximo domingo se celebran (aunque lo de "celebrar" seguramente es por decir algo) una nuevas (o viejas, porque son las cuartas en cuatro años) elecciones generales. Y según la última encuesta del CIS (lo puedes ver aquí) hay alrededor de un 30% de indecisos. Personas que hasta muy última hora no tienen decidido su voto y que, paradójicamente, pueden decidir el resultado final de las votaciones.

Este fenómeno me ha movido a tocar esta semana en mi (y vuestro) blog el tema de la indecisión. Cuando frente a una decisión con múltiples objetos de elección no sabes por cuál decidirte y ese estado de duda permanece en ti durante un tiempo prolongado, llegando a estresarte y agobiarte, porque no dejas de darles vueltas a que has de tomar una decisión pero no la culminas.

Existe una técnica para superar ese estado de indecisión y que los psicólogos conocemos como "Solución de problemas" y que, a grosso modo, nos sirve para localizar y definir un problema, general alternativas para su solución y escoger una para su puesta en marcha. Podemos adaptar esta técnica cuando el problema es la indecisión misma, es decir, cuando las alternativas ya existen pero no consigo decidirme por ninguna.

Para ello cogeremos el ejemplo de los partidos políticos y las elecciones generales. Aunque, por supuesto, esta técnica es aplicable a muchas otras decisiones que podemos tomar:

- Qué coche me compro.

- A dónde me voy a vivir.

- Qué carrera o trabajo escojo.

- Y un largo etcétera.

Pasemos pues a explicar los pasos a aplicar para ejecutar esta técnica:

1. Párate. Éste es el paso básico. Y el más difícil. Solemos evitar o postergar aquello que nos incomoda porque pensamos que no sabemos cómo afrontarlo. ¡Claro que no sabemos, porque hay que ponerse! Hay que dejar de excusarse en la falta de tiempo y enfrentar el proceso de toma de decisiones. Porque si no, esa decisión pendiente seguirá rondándonos por la cabeza, inquietándonos hasta que no cerremos el asunto. Con el ejemplo que estamos tomando, se trataría de, antes de las votaciones del domingo, agendarnos un hueco de tiempo razonable para aplicar esta técnica. 

2. Escribe los pros y contras de cada opción a elegir. No basta con pensar sobre el asunto, porque normalmente lo que hacemos es dar vueltas y vueltas sobre él o distraernos fácilmente antes de haber llegado a una conclusión. Por eso, sentarnos a escribir nos facilita concentrarnos única y exclusivamente en esta tarea. Tomando el ejemplo de las elecciones: no creo que aquellos que están indecisos duden sobre todas las formaciones políticas, sino entre dos o tres, por tanto, habría que analizar cuáles son las ventajas e inconvenientes del programa político (lo ideal sería leérselo antes para tener una visión más realista) de cada una de esas opciones. Puede que un pro de una sea la bajada de impuestos y un pro de otra la lucha contra la evasión fiscal. No todo tiene que ir reducido al programa; así, un contra de una podría ser su inexperiencia y un contra de otra sus casos de corrupción. Si el ejemplo fuera el de un coche, podríamos tener en cuenta características como su precio, su antigüedad, si es diesel o gasolina, su kilometraje, etc.

3. Valora cada pro y contra de 1 a 5 según la relevancia que tenga para ti. No basta con decir que una opción tiene más pros y menos contras que la otra, ya que cada pro y contra tiene un valor subjetivo y por tanto una relevancia particular. Así, dependiendo de a que le dé cada uno más importancia (política social, económica, de empleo, política exterior...) puntuará más o menos a cada pro y contra. Una vez puntuados, suma y resta y observa cuál es la opción u opciones ganadoras.

4. Toma una decisión y ejecútala. Lo anterior no determina que tengamos que tomar una decisión conforme al resultado mayor, sólo sirve para hacernos una idea más panorámica de las ventajas e inconvenientes de las distintas opciones a elegir y cuáles de esas ventajas e inconvenientes tienen mayor peso para nosotros. Pero imagínate que hay dos opciones cuya puntuación final es muy ajustada, y que tu intuición te dice que elijas la opción con una puntuación ligeramente menor. Podrías hacerlo, perfectamente. Lo importante es que ya has analizado a fondo el problema o decisión a tomar, ¡ahora toca mojarse y votar!

5. Evalúa los resultados. Una vez tomada y ejecutada la decisión, es importante evaluar los resultados: ¿hemos obtenido los resultados que pretendíamos conseguir? En el caso de las elecciones, se ha de dar tiempo a los políticos para que puedan llevar a cabo las medidas propuestas y en el siguiente periodo electoral tendrás tu oportunidad para valorar si cumplieron con las expectativas o no y, en caso de no haberlo hecho, podrás elegir otra opción. En otras decisiones, como la compra de un coche o un cambio de trabajo, seguramente la evaluación se pueda hacer antes y, si esta es negativa, trata de reflexionar sobre qué fue lo que salió mal durante tu proceso de toma de decisiones.

6. No caigas en la tiranía de la mejor opción. Por último, recuerda que ningún proceso de toma de decisiones es perfecto y, por tanto, ninguna decisión lo es, ya que las decisiones suelen conllevar pérdidas y ganancias. Con la "tiranía de la mejor opción" me refiero a esa fijación por obsesionarnos con que siempre hemos de elegir lo mejor, da igual que vayamos a votar a un partido o nos vayamos a comprar unos vaqueros, hemos de estar seguro de qué es lo mejor. Cuando en realidad, seguro no hay nada. Por tanto, voy a perder mucha energía y tiempo en elegir la mejor opción (la opción "perfecta", que en realidad no existe) y cuando tome mi elección sentiré mucha frustración porque pensaré que debía haberme decantado por otra opción (la opción "perfecta", que no es la que yo he tomado, y que sigue sin existir). Por tanto, olvídate de la mejor opción y simplemente busca una opción que se adecue a lo que tú buscas, a algo que sea bueno para ti y, en el caso de las elecciones, que sea bueno para el conjunto de tu comunidad, por supuesto.

Así que, espero que esta sencilla técnica ayude a aclarar las ideas de los muchos indecisos antes de las votaciones de este domingo.

No olvides cuestionar todo lo que escribo aquí, la duda nos acerca un poco más a la certeza.

Si te gustó el post, por favor no te lo quedes solo para ti, compártelo.

Y recibe como siempre ¡este abrazo!