martes, 29 de octubre de 2019

EL TRAUMA: CÓMO SUPERAR LAS HERIDAS DEL PASADO

Más o menos una vez cada mes publico algunos de mis posts antiguos más leídos. Así, descanso un poco y recordamos ideas muy útiles a las que siempre viene bien hacer un repaso, porque en psicología tan importante es lo que conviene aprender, como desaprender, como recordar.

Esta semana,
 EL TRAUMA: CÓMO SUPERAR LAS HERIDAS DEL PASADO. Un post que nos habla de aquellas vivencias dolorosas que nos han dejado una herida emocional y de aquello que no es bueno y sí lo es para sanarla.

Si te gusta este post, no te lo quedes solo para ti, por favor; compártelo. Y cuestiona siempre cualquier cosa que escriba; la duda es lo único que nos acerca un poco a las certezas.


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Un trauma es una herida producida por un golpe.

A veces el golpe es físico, y hablamos entonces de un hueso roto o una lesión muscular. Y a veces el golpe es emocional y hablamos entonces de heridas psicológicas.

Estas heridas necesitan cicatrizar. Las cura el tiempo:


Vivir el presente, mirar al futuro con ilusión,
así se superan las heridas del pasado.

Es una bonita frase. Pero lamento decirte que no siempre es así.

A veces el trauma deja una herida tan profunda que se queda grabada en el subconsciente y nuestro "vivir el presente y mirar el futuro" se convierte en una huida hacia delante.

En ocasiones es necesario volver a la raíz y encarar la experiencia traumática.

Esto lo sabemos gracias al estudio y tratamiento del estrés postraumático. Se ha demostrado que personas que han vivido experiencias altamente traumáticas,como guerras, violaciones o catástrofes naturales, logran superar las secuelas psicológicas que les dejan estos eventos cuando consiguen hablar de los mismos.

Imagina que durante la noche tienes una pesadilla muy, muy desagradable. Al levantarte ya no la recuerdas, sin embargo, durante el día te notas especialmente tenso o de mal humor, o en estado de alerta constante, sin saber ni siquiera por qué. Esa pesadilla sigue viva en tu subconsciente.

Si consiguieras recordar la pesadilla, ¡te darías cuenta de que fue horrible y lo pasarías mal al revivirla! Pero... también te darías cuenta de que fue sólo una pesadilla, de que ya terminó.

El trauma no necesariamente tiene que ser una experiencias tan dramática como las expuestas antes, ya que la gravedad del trauma depende de la subjetividad con la que se vivencie el acontecimiento. Así, traumas también pueden ser: un desengaño amoroso, un despido o una fuerte discusión. Las personas que vivencian un trauma, cuando ocultan esa experiencia, lo que están haciendo en realidad es guardarla.

El monstruo se queda dentro de nosotros.

Cuando lo contamos, a nuestros seres queridos, a nuestro psicólogo o a otras personas que han pasado por las mismas experiencias o similares, percibimos al monstruo como un ser feo y repugnante, pero que no puede ni debe hacernos daño.

Porque ha salido, lo tenemos fuera, y ya no nos puede alcanzar.

Superamos las heridas del pasado
cuando las integramos en nuestra experiencia de vida.

Al fin y al cabo, incluso de las experiencias más terribles se puede aprender algo. Las heridas te hacen más fuerte, más listo, más bueno. Se crece más a partir de la adversidad.

Aunque no te voy a mentir. Duele. Revivir una pesadilla duele mucho. ¡Pero es que tiene que doler! Cuando el trauma es físico y vas a rehabilitación, ¿acaso no duele? Pero te recuperas.

Después de todo: la salida del dolor es a través del propio dolor.

Y se sale. Te prometo que se sale. Fuerza, un abrazo. 

jueves, 24 de octubre de 2019

QUÉ HACER PARA ESTAR IN

En mi anterior post hablaba de qué significa "estar in":


- Tomar consciencia de que la felicidad depende más de mi interior que de lo exterior.

- No son los condicionantes externos los que determinan mi felicidad, sino cómo interpreto y afronto esos condicionantes externos.

- Por los tanto son mis condicionantes internos los que sí determinan mi felicidad: cómo pienso, cómo gestiono mis emociones, cómo me trato a mí mismo y a los demás.

- Ahora bien, felicidad NO es estar bien siempre, ni mucho menos. Frente a determinados condicionantes externos difíciles y dolorosos, por supuesto, me sentiré mal, y es normal. Pero, según cómo afronte ese malestar, éste será más o menos intenso, duradero e incapacitante.

- Por tanto ser o estar in (casi prefiero la expresión "estar in" porque no se "es in" en todas las etapas de la vida), es una forma de ver la vida y de vivirla.

Hecho este escueto resumen, hay una serie de actividades que la "gente in" puede hacer para estar in, ya que este estado, como otros muchos estados (estar en forma, ser habilidoso en alguna tarea), se entrena. Son hábitos que distinguen a las "personas in" de las "personas out", que son aquellas que están muy fuera de sí y de su mundo interior porque se dejan llevar demasiado por los condicionantes externos, al pensar que de estos depende exclusivamente su bienestar.

Así que, si no quieres quedarte fuera, fuera de ti, estas son algunas de las cosas que puedes hacer para ponerte muy in y empoderarte en tu proceso de bienestar y crecimiento personal:

- Leer. Es fundamental para adquirir conocimientos y nuevas perspectivas sobre nuestra realidad cambiante que nos ayude a manejarnos mejor en ella. Diría que escojáis sobre todo libros de psicología que no sean para psicólogos, sino para "todos los públicos", pero un buen libro de ficción también nos puede aportar mucha sabiduría interior.

- Escribir. Si leer es bueno, escribir ya ni te cuento. Gracias a la escrituraterapia puedo ordenar de manera más clara mis pensamientos, expresar (y por tanto "liberarme de") mis emociones y adquirir una perspectiva distinta sobre aquellos problemas o conflictos que me provocan malestar. Además, la escritura es una poderosísima herramienta de autoconocimiento.

- Meditar. Es otra herramienta muy potente de regulación de pensamientos y emociones. La gente que estamos in solemos adquirir mayor conocimiento sobre la mente y eso, paradójicamente, nos ayuda a no estar demasiado dentro de ella, salirnos de la mente, ya que está in no es estar en la mente, sino estar en nosotros, que somos mucho más que mente. La meditación nos sirve para interiorizar todo esto. Gracias a la meditación podemos conseguir aquietar la mente y observarnos desde fuera de ella, libres de pensamientos tóxicos que precisamente han sido generados por estar demasiado out.

- El ejercicio físico. La conexión entre mente y cuerpo, y esto se sabe desde la Antigua Grecia, es brutal. Por ello, hacer ejercicio, en cualquiera de sus modalidades (deporte, correr, pasear, nadar, yoga, pilates), "sanea" el sistema nervioso y oxigena nuestro cerebro. En definitiva, el ejercicio, que es una actividad aparentemente dirigida solo al cuerpo, en realidad nos ayuda pensar y sentir mejor.

- La naturaleza. Estar out significa, irónicamente, estar atrapado: encerrados dentro de la ciudad y su contaminación, su estrés, su ruido, sus rutinas estrictas y desbordantes. Por esto, de vez en cuando, hacernos una escapadita a la montaña, campo o playa y conectar con lo más sencillo, con la naturaleza (el aire puro, el olor de las plantas y árboles, el sonido del mar, el silencio...) nos ayuda a conectar con nosotros mismos, ya que naturaleza y nosotros somos uno y, por ende, nos liberamos de la vorágine de estrés que las sociedades industrializadas han creado.

- Alimentación consciente. Al igual que el ejercicio, comer sano tiene un impacto sobre nuestro organismo en todos los sentidos (cuerpo, mente, emociones). Y hoy día alimentarse sano pasa por ser muy conscientes de cuánto y qué estamos comiendo, ya que muchos de los alimentos que llegan a nuestra nevera pueden contener toxinas que alteran el funcionamiento de nuestro sistema servioso.

- Estar solos. La "gente in" sabemos que nuestra felicidad no depende de los demás, sino de nosotros mismos. Eso no quiere decir que no podamos ser felices con los demás, pero hay momentos a lo largo de los días en los que preferimos estar solos, que, en realidad, es estar con nosotros mismos, ya que esto nos facilita cultivar nuestra paz interior, nos ayuda a estar más in.

- No hacer nada. Como la "gente in" sabemos que nuestra felicidad no depende tanto de lo externo como de nuestro mundo interno, no necesitamos estar todo el tiempo haciendo cosas para sentirnos bien. A veces, podemos parar y descansar, simplemente quedarnos quietos, observar y... ¡disfrutar enormemente del simple acto de no hacer nada!

Sobra decir que posiblemente no están todas las que sean, pero creo que son todas las que están. Y, por otro lado, para ser o estar in no es necesario hacer todas estas actividades, pero... si no haces nada de esto, ¡empieza a mirártelo, porque creo que estás muy out!

Una ultima actividad que no se me puede olvidar y que sirve muchísimo para estar in es, por supuesto, hacer actividades dirigidas a fomentar nuestros conocimientos sobre psicología y bienestar personal: talleres, conferencias, cursos, seminarios, etc. El sábado pasado, por enfermedad, no pude hacer el Taller "¡Soy infeliz y me alegro!" Psicología Positiva para el bienestar personal. Un taller para ayudarnos a ampliar nuestra visión sobre la felicidad, la vida y nosotros mismos. Esta sábado 26 de octubre repito convocatoria. Si estás en Málaga para la fecha, ¡te espero!

Si te gusto el post, no te lo quedes solo para ti, comparte por favor.

No olvides cuestionar todo lo que escribo. 

Y recibe como siempre ¡este abrazo!   

jueves, 17 de octubre de 2019

GENTE IN Y GENTE OUT

Tengo una amiga, mi querida Helen, que desde unos años para acá está muy interesada en su crecimiento interior. Ella es bastante graciosa y me hace reír mucho cuando vemos a una "persona out" y me dice en un tono resignado: "Está fuera, David, no está dentro como nosotros, está fuera".

Estar dentro o estar fuera puede suponer una diferencia enorme, peeero enooorme, en la calidad de vida de las personas. ¿Y qué significa exactamente ser in o ser out? Por supuesto, no tiene nada que ver con la orientación sexual. Te lo explico con este post:

GENTE OUT

- Son personas cuyos estilos de vida están muy condicionados por los estímulos del entorno, por lo externo, por lo de fuera.

- Entonces, se dejan guiar demasiado por las recompensas externas, por el placer que encontramos en lo estético, lo material y lo superficial: una persona atractiva, un exquisito plato de comida, la promesa del fin de semana, la ilusión del lujo.

- Viven, al dejarse llevar tanto por esos condicionantes externos, una vida poco consciente. No se preguntan si realmente hacen lo que les gusta, lo que quieren, lo que les hace feliz... o si están haciendo lo que se les ha dicho que han de hacer para sentirse felices. Van arrastrados por el rebaño de las masas, viven una vida en "piloto automático".

- Por supuesto, al hacer todo esto, no se interesan lo más mínimo por actividades orientadas a reforzar lo de dentro, nuestra consciencia y atención, el control de la mente, la gestión de nuestras emociones, enriquecer la relación que tenemos con nosotros mismos, con los demás y con el planeta. ¿Para qué, si la felicidad está fuera?

- Muchas "personas out" pueden tener muchos "momentos in" a lo largo de su vida pero, a no ser que tomen consciencia y se vuelvan in, su pensamiento general sobre la vida es que la felicidad está en lo externo y no en lo interno.

GENTE IN

- Somos personas que hemos tomado consciencia de que nuestra felicidad no depende tanto de los condicionantes externos como de nuestra paz y bienestar interior. Por supuesto, sabemos que sentirnos felices no implica estar bien siempre y que eso es imposible precisamente debido a las dificultades que nos encontramos en el exterior (problemas, pérdidas, conflictos), pero también sabemos que nuestra actitud frente a esas dificultades, y no la ausencia de las mismas, es lo más determinante para nuestra calidad de vida.

- Entonces, ya no nos dejamos guiar tanto por el placer estético (sexo, vanidad), material (cosas, comida) o superficial (diversión, sociabilidad). Todo eso nos gusta. Todo eso nos encanta. Pero sabemos que hay más: lo que nos llena, lo que nos hace crecer y realizarnos. Y la paz interior.

- Saber esto nos hace conscientes, darnos cuenta de cuándo nos estamos dejando llevar por condicionantes externos: el influjo de la publicidad, lo que la sociedad nos dice que es bueno, lo que los demás quieren que hagamos... y cuando detectamos que eso no es lo que nosotros queremos para nosotros mismos, obtenemos mayor capacidad de elección, de hacer o no hacer, de tomar un rumbo distinto si discernimos qué es lo que nos hará sentirnos mejor. Al ser más conscientes, somos más libres, porque adquirimos mayor capacidad de distinguir aquello que nos hace felices y lo que no. 

- Por supuesto, al alcanzar este nivel de consciencia, nos damos cuenta de que mucho de lo que nos hace felices está dentro y no fuera: en nuestra capacidad de relajarnos, en nuestra capacidad de sentir gratitud, de amar... Entonces, empezamos a cultivar lo de dentro: leemos libros sobre crecimiento personal, empezamos a acudir a conferencias de bienestar o a talleres de psicología, meditamos, escribimos, vamos a terapia.

- Muchas "personas in" hemos tenido y tenemos "momentos out", es decir, momentos en los que nos dejamos arrastrar por lo de fuera y nos olvidamos que la auténtica felicidad está dentro. Es normal que eso nos pase, pero la filosofía general de vida de la "gente in" es que la felicidad no está fuera, sino dentro. Aunque no está de más que nos lo recordemos o nos lo recuerden muy a menudo.

Este post no pretende ofender a nadie. No estoy diciendo que la "gente in" sea mejor que la "gente out", simplemente, como psicólogo, escritor y divulgador, defiendo que un estilo de vida basado en la consciencia de que nuestro bienestar personal depende sobre todo de nosotros y no de los placeres o dificultades externos, aumenta nuestra calidad de vida. Insisto en que eso no quiere decir que podamos sentirnos siempre bien independientemente de las circunstancias: ni se puede ni se debe pretender. Es muy lícito e inevitable sentirse mal.

Del mismo modo, no digo que los placeres de la vida sean malos. Lo repito: a la "gente in" nos puede encantar el sexo, comer y beber abundantemente y estar toda una noche de juerga. Pero eso es placer. La felicidad... está dentro. En cómo vivencio los placeres externos y cómo afronto las dificultades del entorno.

Y, por último, quiero recalcar que todos, todos, todos nosotros, yo incluido, podemos ser in o out según el momento vital que estemos atravesando. Yo, hoy, me considero in, lo que no quiere decir que a veces me desubique un poco y me quede out. Pero cuando me pasa, trato de volver. Trato de volver a mí. Después de todo, la felicidad no es una meta, es un camino. Ser in es la brújula que me devuelve al camino.

Para la "gente in" que quiera estar más in todavía, y para la "gente out" que quiera meter un poquito la cabeza en territorio in para ver cómo les va, este sábado 19 de octubre hago en Málaga el Taller "¡Soy infeliz y me alegro!" Psicología Positiva para la gestión de nuestro bienestar personal. Un taller para ganar consciencia, la cual no es poca ganancia. Si estás en Málaga para la fecha, ¡te espero!

Por favor, si te gustó este post, no te lo quedes solo para ti, compártelo.

Gracias por leerme. No te creas nada de lo que escribo, cuestiónalo siempre. Y como siempre recibe ¡un abrazo!

miércoles, 9 de octubre de 2019

REQUISITOS PARA UNA BUENA COMUNICACIÓN

La comunicación es esencial. Por varios motivos:

- Ayuda a la resolución de conflictos, facilitando la superación de interpretaciones sesgadas o prejuicios que suelen provocar malentendidos.

- Mejora la dinámica relacional de las parejas y de los grupos (familia, trabajo, amigos), aumentando la satisfacción, la implicación y la cohesión.

- Genera un espacio en el que cada uno puede expresar y compartir acerca de sus pensamientos, sentimientos o intenciones, sintiéndose escuchado y recibiendo feed back de los demás.

Entre otros... 

Sin embargo, no toda comunicación conlleva estos beneficios. Más importante que la comunicación en sí o la cantidad de comunicación, es la calidad de la misma. Por eso cuando hago terapia de pareja o de familias, antes que nada expongo una serie de requisitos o condiciones básicas para que la comunicación en las sesiones sea eficaz. Y hoy quiero compartirlos contigo en este post, porque pienso que se pueden poner en marcha fácilmente (con las dos "p" tan necesarias para conseguir aplicar un conocimiento: práctica y paciencia) y te pueden resultar muy pero que muy provechoso en tu relaciones interpersonales.

Estos son:

- Escucha activa. La escucha activa es escuchar de verdad a la otra persona. No estar pensando en otras cosas. No pensar en lo que le voy a decir en cuanto acabe. No interrumpir, no juzgar. Estar atentos al mensaje y, no sólo a eso, también a si realmente estoy entendiendo el mensaje. "Entonces, ¿lo que quieres decir es... a qué te refieres cuando dices que...?" Ese tipo de verbalizaciones, además de mostrar un interés en que nos esforzamos por entender al otro, supera muchas barreras e interferencias de la información.

- Empatía. La empatía es ponerme en el lugar de la otra persona. Y eso no es dar la razón a la otra persona, es entender sus razones. Aunque no me guste nada lo que está diciendo, aunque tenga clarísimo que se equivoca; lo que esa persona me está transmitiendo es su verdad (sobre cualquier situación hay tres versiones: tu verdad, mi verdad y LA VERDAD) y tiene razones para ver lo que ve, pensar como piensa, sentir cómo siente o reclamar lo que esté reclamando. Si acepto (que no "me resigno a") su verdad, me será mucho más fácil exponer la mía sin tratar de imponerme, y así será más fácil evitar una escalada del conflicto.

- Actitud propositiva. Porque una escalada del conflicto (nos enfadamos, subimos el tono, nos atacamos...) se produce cuando en lugar de actitud propositiva tenemos una actitud confrontativa, es decir, queremos imponernos al otro, ganarle, vencerle... Llevar la razón o que el otro me la dé en todo. Obtener lo que quiero y que el otro no se lleve nada. Esa actitud, por supuesto, provoca una actitud defensiva en la otra persona y desde aquí es mucho más difícil llegar a la resolución del conflicto, porque en realidad ambas personas no están interesadas en resolver nada, sólo en ser poseedores de "la verdad" e imponerla. Una actitud confrontativa o defensiva conlleva: atacar, reprochar, despreciar. Mientras que una actitud propositiva implica, claro, proponer. Buscar, conjuntamente, soluciones, alternativas, acuerdos, compromisos. Y normalmente se consigue a través de una negociación en la que ambas partes han de ceder algo, para conseguir algo: la resolución del conflicto.

Por supuesto, hay otros requisitos que son muy importantes para que haya una buena comunicación y sobre los que no me voy a extender: respeto, amabilidad, simpatía. Pero creo que los tres básicos que he expuesto facilitan que aparezcan estos otros.

Así que espero honestamente que este post nos ayude a mejorar nuestras relaciones interpersonales. Me gusta pensar que un mundo con menos ruido y más palabras, con menos egos y más empatía, y con menos reproches y más propuestas, es un mundo mejor.

Un mundo mejor que todos podemos construir. ¡Un abrazo!

martes, 1 de octubre de 2019

LAS CUATRO PATAS DE LA MESA DEL AMOR

Ayer, 30 de septiembre, el Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó datos actualizados sobre los divorcios, separaciones y nulidades matrimoniales en España (más info aquí). Y aunque las noticias aparentemente son buenas, porque en 2018 los divorcios han descendido casi un 3% en comparación con el año anterior, el porcentaje de divorcios en España sigue estando alrededor del 60% (más info aquí).

Si más de la mitad de las parejas que se unen, se separan, para mí es un indicador de que algo se está haciendo mal en el amor, o algo al menos se puede mejorar. Por eso he querido escribir este post, ya que creo que venía como... anillo al dedo (perdón por el chiste a lo Matías Prats).

Para identificar qué mata el amor y qué puede salvarlo, creo que primero hay que hablar de cuatro valores que considero necesarios para que dos personas se enamoren y decidan embarcarse en una relación:

- La atracción. Evidentemente, es necesaria. Pero no tiene que ser solo atracción física, ha de ser sexual, y la sexualidad puede experimentarse más allá del físico: por la inteligencia, por la manera de ser o de tratarme, por su timbre de voz, por su olor, por sus detalles, por su carácter... Pero, sí, claro, por las razones que sea, ha de haber atracción sexual.

- La admiración. Esto no significa poner en un altar (mejor, de hecho, si no lo hacemos), pero sí que haya aspectos de la personalidad y de la vida del otro que admire, que valore de forma positiva y especial. Puede ser su trabajo, puede ser su cultura, sus intereses y aficiones, su manera de comportarse con los demás, su forma de afrontar la vida, su actitud, su filosofía... Pueden ser tantas cosas.

- La complicidad. Esto no implica que las dos personas hayan de ser 100% compatibles, ni mucho menos, pero han de existir algunos aspectos que los unan, que las hagan cómplices. "Nos reímos de las mismas tonterías, nos entendemos sin hablarnos, compartimos una visión del mundo parecida..." Ese tipo de sub-conexiones que fortalecen la conexión principal.

- El respeto. Lamentablemente, este valor no es en realidad necesario para que dos personas se enamoren. Pero debería serlo. Te puedes enamorar de un maltratador, te puedes enamorar de una egoísta. Pero no es bueno que lo hagas, claro. Si todos tomamos conciencia de que el respeto es básico, desde primera hora, elegiremos mejor en el amor. Si hay atracción, admiración y complicidad, seguramente estarás muy enamorado o enamorada y, sin ninguna duda, importa una mierda si no hay respeto, ya que en tal caso no debes embarcarte en una relación.

Imaginemos que aparecen estos cuatro valores y tú y otra persona os enamoráis muy mucho. ¿Qué es lo que mata el amor? La relación, el propio curso de la relación es lo que lo mata. Porque, con el tiempo, en la relación:

- Aparece la rutina. Nos cansamos del mismo cuerpo, de las mismas posturas, de las mismas conversaciones... Todo es repetición, monotonía. Y eso provoca apatía y finalmente rechazo; ya no deseamos tanto estar con la otra persona.

- Aparece el tedio, el aburrimiento. Y ya dejamos de valorar lo que tanto admirábamos al principio. Nos empezamos a fijar más en lo que me molesta, en los pelos en el baño o los calcetines en el suelo.

- Aparece la fatiga y el cansancio. Estar con la otra persona me empieza a dar pereza, hablar con ella se convierte en un compromiso, en una tarea desagradable. Y cada vez nos alejamos más el uno del otro.

- Y aparecen las peleas. Y con ellas las faltas de respeto. Y con ellas heridas que a veces no cicatrizan del todo. Y entonces ya voy envenenado hacia nuestro próximo desencuentro y... Ese veneno, definitivamente, mata el amor.



Un panorama desolador, ¿verdad? Esto es lo que pasa, irremediablemente, en la gran mayoría de los casos. En cualquier relación, por muy fuerte que haya sido la primera conexión (la del enamoramiento), van a aparecer rutina, aburrimiento, cansancio y peleas. Y por tanto, se va a jod... ¡No! No se tiene que joder nada. Porque ahora que sabemos cuáles son las dificultades que provocan que se pierdan los valores que nos hicieron enamorarnos de la otra persona, lo que hay que hacer es prevenir esas dificultades y promover estos valores.

Y eso es lo que yo creo que se consigue con "las cuatro patas de la mesa del amor". Las llamo así porque una mesa se sostiene gracias a sus cuatro patas y, de la misma manera, no creo que una relación se pueda sostener sin estos cuatro pilares:

- Dedicación. Hay que esforzarse, hay que trabajar. Pero es un trabajo ligero, no pesado, es bonito y enriquecedor para las dos personas. Cuando nos enamoramos de alguien nos esforzamos por captar su atención y con el tiempo nos acomodamos y dejamos de hacerlo. ¡Y eso mata el amor! Hay que seguir depilándose, afeitándose, ponernos guapos, ser higiénicos, mantenernos en forma, elegir ropa interior sexy. En definitiva, seguir dedicándome a captar la atención de la otra persona. Con esta "pata" se preserva la atracción y la admiración y se previene la rutina y el aburrimiento.

-  Intimidad. Se trata de tener intimidad sexual (una escapada, probar cosas nuevas) y no sexual (tener momentos para los dos solos como pareja). En definitiva: seguir siendo novios, ya que esto es algo que se olvida con el tiempo y ambas personas suelen encerrarse en sus roles de trabajador-trabajadora y padre-madre. Hay que seguir haciendo esas cosas que hacíamos cuando empezamos y que nos hacían sentir tan bien, y por supuesto probar cosas nuevas (que es algo que también hacemos cuando iniciamos una relación). Con la intimidad se  preserva la atracción y la complicidad y se previene la rutina y el aburrimiento.

- Confianza. Esto implica dar libertad a la otra persona para que tome sus propias decisiones y no despojarle de su espacio personal, porque confío en ella y sé que no lo va a usar para hacerme daño. No anular la individualidad de la otra persona, fomentarla, y que así cada uno de los dos tenga sus propios amigos (pueden ser exclusivos o compartidos), sus propias aficiones, su tiempo para estar solos (todos lo necesitamos). Con la confianza se preserva la admiración y el respeto, y se previene el cansancio (porque como no estamos todo el tiempo juntos ya no nos cansamos tanto el uno del otro) y se evitan muchas peleas que devienen precisamente por la falta de confianza.

- Comunicación. Es importante hablar, sí, pero más importante es hablar bien. En una pareja siempre van a aparecer motivos de discusión, y es bueno y sano que se discuta. Pero discutir es poner en debate dos puntos de vista distintos; no es pelear. Se pelea cuando se falta el respeto, cuando se reprocha y se ataca. Comunicarse bien implica escuchar, empatizar (que no es estar de acuerdo, pero sí entender) y tener una actitud propositiva, que significa querer llegar a acuerdos y no empeñarme en que el otro me dé la razón. Este tipo de comunicación preserva la complicidad y el respeto y previene la fatiga y las peleas.

Por último, pero no menos importante, aclarar que estas cuatro patas de la mesa sirven para sostener la relación, pero no necesariamente han de salvarla. Porque a veces no hay nada que salvar. A veces simplemente me doy cuenta de que elegí mal y quiero otra cosa. A veces simplemente crecemos juntos hasta que llega un punto en el que nos damos cuenta de que al menos uno de los dos quiere seguir creciendo por separado. A veces simplemente se acaba el amor. Y ya está. No hay que buscar culpables ni víctimas, ni buenos ni malos, ni motivos ni excusas.

Como siempre digo, el amor es un encuentro, y en algún momento (muerte o separación) se ha de producir el desencuentro. Mientras dure el camino, a disfrutarlo.

Y espero que este post sirva a algunos para que ese camino sea más bonito. Y si no... os recuerdo que hago terapia de pareja y que una ayuda desde fuera nunca viene mal. ¡Gracias por leerme, un abrazo!