miércoles, 22 de diciembre de 2021

LO MEJOR DEL 2021

 Este 2021 ha sido, para mí, un año con sus luces y sus sombras, con sus dificultades y sus retos, con sus pérdidas, y, por supuesto, con sus ganancias. Gratificantes ganancias. En lo profesional, publiqué mi segundo libro, La Dictadura de la Felicidad, y estrené el espectáculo Mis idas de olla. Un psicólogo al borde de una crisis existencial, el único que fusiona la psicología con las artes escénicas. Ambos proyectos me han llenado de orgullo y me han ofrecido experiencias que me han hecho crecer en lo personal. Y para agradecértelo, a ti que has estado ahí, en mis terapias o talleres, leyendo las páginas de mi libro o yendo al teatro, o siguiéndome a través de este blog, a ti, te quiero dar MIL GRACIAS por tu compañía, y ofrecerte este último regalo del año: un repaso a lo mejor visto en Redes Sociales sobre psicología, bienestar y desarrollo personal. Espero que lo disfrutes y aproveches. ¡Un abrazo!

 

 

El mismo principio al que se refiere al artículo se puede aplicar a los adolescentes y adultos. Es malo para el ser humano tenerlo todo.

https://elpais.com/mamas-papas/2020-12-18/ninos-hiperregalados-reciben-tantos-juguetes-que-cuando-pasa-la-novedad-se-aburren-no-saben-o-no-quieren-jugar-solos.html

Cortometraje ganador del Oscar en 2020 que nos enseña una valiosa lección. The neighboor´s window.

 

Igual que hay personas que repiten patrones de elección de parejas tóxicas, hay otras con patrones de elección de "amores no correspondidos". Este post te lo explica muy bien y te ayuda a desactivar esos patrones insanos.

https://psicocode.com/pareja/superar-amor-no-correspondido/

 

Qué bonito es el amor sin apego. Imprescindible este artículo para cultivarlo y llegar a un amor maduro, sano y pleno.

El amor no es posesión; es generosidad. Hacia el otro... y hacia uno mismo.

https://lamenteesmaravillosa.com/desactivar-el-ego-para-amar-en-plenitud-y-sin-apegos/

"El olvidado asombro de estar vivos", y otras grandes reflexiones:

 

¿Somos más libres por tener más donde elegir… o más bien nos ahogamos en el océano de posibilidades que tenemos a nuestro alcance? Imprescindible entrevista de Eduard Punset al psicólogo Barry Schwartz. Consumir y tener menos no solo provocaría un alivio al planeta... también nos haría más felices.

https://www.dailymotion.com/video/xbw07d

 

Filosofía para cuestionar el mundo que nos rodea. La importancia del pensamiento crítico para nuestro bienestar. Imprescindible entrevista. ¡Animaros a verla, merece la pena!

 

Posts de autoría propia en otros portales:

¿El capitalismo nos hace felices?

https://www.psiconetwork.com/el-capitalismo-nos-hace-felices/

 

¿Por qué necesitamos la infelicidad?

https://psicocode.com/psicologia/por-que-necesitamos-infelicidad/

Vídeoposts:

 

 

 

 

martes, 7 de diciembre de 2021

¿VIVIR EN MODO PREVENTIVO O EN MODO PROACTIVO?

Hace unos días publiqué un vídeopost en Youtube titulado "Eres un yonqui y no lo
sabes". En él hablo de cómo hoy todos, en mayor o menor medida, nos hemos vuelto bastante adictos al control. Lo puedes ver aquí.

Ser un yonqui del control es como vivir en modo preventivo, en estado de alerta constate: debo estar atento a todo, tenerlo todo bajo control, para prevenir cualquier amenaza que pueda devenir, y así evitarla o, al menos, que el golpe no me pille por sorpresa. Nos generamos, de esta manera, una cierta sensación de control frente a la adversidad y el fracaso, pensamos que nos preparamos mejor para el dolor, pero... Lo único que estamos haciendo es procurarnos dolor en el ahora: preocupaciones, tensión física, mental y emocional, estrés.

En cambio, vivir en modo proactivo, en lugar de preventivo, no es adelantarse a los problemas que puedan darse (eso, de nuevo, sería prevención) sino vivir abiertos a la felicidad y al amor. Muchas personas tienen miedo de abrirse a lo bueno que pueda darles la vida porque temen estar relajándose demasiado y que luego les pille lo malo por sorpresa y se vengan abajo.

Pero, y he aquí lo interesante, la gran paradoja resulta ser que las personas que viven abiertas al amor y a la alegría, reaccionan mejor ante las dificultades, el fracaso o la adversidad. Claro, pensadlo bien: todos tenemos nuestras reservas de energía (la que nos da el sol, los alimentos, el aire que respiramos... ). La actividad física no es la única que gasta nuestra energía, también la mental y nuestras respuestas psicofisiológicas (respuestas de estrés). Si estamos todo el rato en tensión y con malestar por culpa de las dichosas neuras ("¿y si esto, y si lo otro...?") nuestro organismo no estará mejor preparado para encajar un golpe que si este se encuentra relajado y/o animado (con una energía alta).

No se trata de vivir a lo loco. Cierto control es necesario (rutinas, organización, planificación). Tampoco estoy diciendo que las personas que viven en modo proactivo no sufran, claro que sí. Y también se rayan y se preocupan a veces. Pero, su filosofía de vida no es esa. Lo que abunda en su vida no es eso. No están orientadas hacia la prevención del mal sino hacia la promoción del bien. Y según hacia donde orientes tu energía, en forma de pensamientos, emociones y conductas, obtendrás lo que abundará en tu vida.

Una persona que vive en modo preventivo es como si, de manera subconsciente, se dijera de continuo "¿Qué malo puede pasarme hoy?". Muchas veces, eso malo no pasa y, cuando pasa no es tan grave y, cuando pasa y es grave, era inevitable. Y por culpa de su estado de alerta constante, se pierden lo bueno, no lo disfrutan ni lo valoran tanto.

Una persona en modo proactivo se pregunta "¿Qué puedo hacer hoy para tener un buen día?" y se orienta hacia el placer y la paz interior o a cultivar el disfrute y el amor en sus relaciones. En realidad, las personas en modo preventivo también quieren hacer todo esto, y lo hacen, pero, debido a esa falsa y excesiva sensación de necesidad de control, no pueden hacerlo tanto como quisieran o cuando lo hacen no lo disfrutan plenamente, porque están cerradas (en parte) al amor y a la dicha, ya que eso implica relajarse y "relajarse es peligroso".

Hasta que, un día, toman consciencia de que no necesitan para nada tanto control, ya que este solo las ha llevado a cerrarse a la felicidad y al amor, y lo sueltan, y empiezan a enseñar a su cuerpo y a su mente que pueden relajarse, dejarse llevar, fluir...  CONFIAR.

Yo siempre digo que la confianza es lo opuesto al miedo y que esa confianza está conformada por tres partes: 1. Pensar que irá bien. 2. Pensar que si no va bien lo podré arreglar. 3. Pensar que si finalmente va mal y no lo puedo arreglar me tendré que joder y punto... y que, por supuesto, tendré la fortaleza mental y emocional necesarias para ese último paso.

Pues somos más fuertes mientras menos agotados estamos debido al control y con más energía nos sentimos gracias al amor y a la felicidad.

Así que... ¡entrena y hazte fuerte!

Cuestiona todo lo que digo; la duda nos acerca más a la verdad.

Si te gustó el post, no te lo quedes solo para ti, porfa, compártelo.

Si te gusté yo, hago terapia psicológica en consulta en Málaga y online para el resto del mundo. Y en este enlace puedes saber más de mi libro La dictadura de la felicidad. Y en este, si estás en Málaga el 19 de diciembre, puedes adquirir las entradas para el espectáculo Mis idas de olla. Un psicólogo al borde de una crisis existencial, escrito y dirigido por mí.

Y, abierto al amor, ¡te mando este abrazo!

jueves, 18 de noviembre de 2021

VOLVERNOS FUERTES

En mi penúltimo post "¿Qué estamos haciendo mal?", hablaba de cómo el aumento de suicidios, sobre todo entre la población más joven (y no solo el aumento de suicidios, también han aumentado la demanda de atención psicológica y de psicofármacos), es un síntoma de que algo estamos haciendo mal como sociedad, en nuestro estilo de vida y escala de valores.


En el último, "Nos hemos vuelto más débiles", señalaba que son precisamente nuestras creencias y costumbres sociales las que han facilitado que nos movamos más hacia lo externo, lo material o superfluo, y hayamos descuidado, por tanto, nuestra espiritualidad, es decir, lo interior, dando como resultado que nos hemos vuelto más débiles, menos resistentes al sufrimiento.


En este post vengo a decir cuáles considero que son las cualidades de nuestro interior que deberíamos trabajar para fortalecernos por dentro. Y son las siguientes:


- La bondad.


- La generosidad.


- La empatía.


- La compasión.


- El altruismo y la solidaridad.


- La cooperación y colaboración.


- El humor... el buen humor, claro.


- La gratitud.


- La paz... la interior y la exterior.


- El amor.


Escribo esta lista de valores y os he de reconocer que ahora mismo me siento gilipollas. Parece como si estuviera pretendiendo quedar como una especie de Mesías o de Pequeño Buda o algo así. Pero, he de deciros algo: soy escéptico hasta la médula. No creo en nada que no pueda ver (Dios, la energía mística del Universo, el karma...), excepto en dos cosas: el amor y lo que nos dice la ciencia sobre las cosas que no se pueden ver.


Entonces, respecto a eso último, existen numerosos estudios que han observado, analizado y comprobado que, cuando manifestamos las actitudes y conductas de la lista, ¡voilá!, ¡magia!, nos sentimos bien. Dar a los demás, ayudar, trabajar en equipo, ser amable, sonreír, ser agradecido, llevarnos pacíficamente con las personas de nuestro entorno y amar (sin posesión, sin esperar nada a cambio) facilitan estados de felicidad que, además, si se repiten, se convierten en rasgos y... me estoy volviendo entonces más proclive a tener estado de felicidad y más resistente a los estados de infelicidad, más... ¡coño, más fuerte!


Sin embargo... Sin embargo, cuando nos comemos un buen filete, compramos nuevas pertenencias y conducimos un Ferrari, ¡vaya, resulta que muchas personas se sienten también muy bien haciendo todo eso!


Vale, es que no es incompatible una cosa con la otra. Pero tengo cositas que decir sobre estas cosas:


- Lo primero que vivimos en una sociedad que nos motiva mucho, demasiado, a consumir, tener, poseer. Y aunque eso, en principio, no tiene por qué provocas estados de infelicidad, si solo nos enfocamos en eso, descuidamos lo demás.


- Lo segundo que comerse el filete, comprarse muchas cosas y el Ferrari provocan placer más que felicidad. Y oye, el placer, cuando es valorado positivamente, y casi siempre lo es, también nos lleva a sentir felicidad, pero es una felicidad que se acaba cuando se acaba el placer. Es una felicidad menos profunda y más efímera. Sin embargo, los estados de satisfacción personal y plenitud a los que llegamos cuando somos generosos, amorosos y amables suelen ser más intensos y duraderos, porque no tienen que ver con lo que he hecho (con lo que he consumido, con lo que he comprado) sino con lo que estoy siendo.


- Y lo tercero y, quizá, lo más importante, es que, como norma general, para hacer o comprar las cosas de la segunda lista (las que nos dan placer), hay que ganar dinero. Y para ganar dinero nos provocamos, en la sociedad actual, tal y como están montadas las cosas hoy por hoy, muchos estados de estrés, de competitividad, de mal humor, de zancadillear al de al lado, de aprovecharme de mi vecino, de ser un cabrón porque si eres bueno eres tonto y si eres tonto se aprovechan de ti así que sé malo y aprovéchate tú del otro... En fin, estados de pena porque qué pena tan grande ser así, pues, después de todo, ser así es ser justo lo contrario a cómo hay que ser para procurarse estados de felicidad.


Pero nuestra puta cultura de mierda nos empuja a ser así y, nosotros, encima, caemos en la trampa una y otra vez y otra vez y otra... de tal manera que se pone uno (yo... tú) a hablar de la bondad, del altruismo y la paz y le da la sensación de ser gilipollas. Pero es solo una sensación, ¡no la verdad! Y cuando nos damos cuenta de eso, entonces le damos una patada a la mierda de zanahoria delante de nuestro hocico y empezamos a hacernos fuertes que es trabajarse por dentro y que es...


... ser mejor persona, supongo.


Cuestiona todo lo que digo; la duda nos acerca más a la verdad.


Si te gustó el post, no te lo quedes solo para ti, por favor, sé amable y generoso, compártelo.


Si te gusté yo, hago terapia en consulta en Málaga y online para el resto del mundo. Esta misma tarde (19h) presento mi libro, La dictadura de la felicidad, en Café con Libros de Málaga, el sábado hago un taller de Inteligencia Emocional y Mindfulness en Coín (reservas: 692 51 00 57), el 9 de diciembre representamos "Mis idas de olla. Un psicólogo al borde de una crisis existencial" en la Casa de la Cultura de Fuengirola y el 19 de diciembre en La Cochera Cabaret de Málaga.


Y, con amor, de ese que nos ayuda a ser un poquito más felices, ¡te mando este abrazo! ¡Y gracias por leerme!  

martes, 19 de octubre de 2021

NOS HEMOS VUELTO DÉBILES

En mi último post hablaba del aumento de suicidios en España, sobre todo entre
la población más joven, y de la importancia de prevenir las problemas relacionados con la salud mental y emocional desde la promoción de la salud mental y emocional.


Es decir, en este país se está poniendo últimamente mucho el énfasis en que necesitamos muchos más psicólogos en la salud pública. Y no voy a decir que no, los necesitamos. Pero, cuidado con no olvidarnos de otras cosas que también son importantes.


Es necesario saber distinguir los cuatro tipos de intervenciones que existen cuando hablamos de salud: intervención primaria (prevención de la enfermedad; promoción de la salud); intervención secundaria (detección precoz de la enfermedad); intervención terciaria (tratamiento y rehabilitación); intervención cuaternaria (prevención de recaídas). Todas ellas son importantes, pero, ¿no será mejor que detectar y tratar la enfermedad, hacer por que esta no se dé?


Hasta aquí, creo que todos de acuerdo, ¿no? Ahora, la parte más subjetiva de mi post: ¿cuál creo yo que es la causa del incremento de demandas psicológicas, de toma de psicofármacos y de suicidios?


Pues, ante todo, decir que no soy poseedor de la verdad. Creo que es necesario hacer un análisis amplio y profundo de cuáles son las causas, porque evidentemente son varias y complejas, y a partir de ese análisis, tomar decisiones e implementarlas.


Dicho eso, ¿cuál creo yo, basándome en mi propia experiencia clínica como psicólogo, en mis conocimiento, en lo que leo e investigo y en lo que pienso, que es la causa de este incremento de la enfermedad mental y emocional?


Que nos hemos vuelto más débiles mental y emocionalmente.


Y no me refiero, precisamente, a las personas que vienen a mi consulta o a la de cualquier otro profesional de la salud mental, ya que ellas tienen la fortaleza de reconocer sus debilidades y pedir ayuda para trabajarlas y superarse a sí mismas. Me refiero al colectivo, a la sociedad. En general, nos estamos convirtiendo en personas más débiles desde el punto de vista mental y emocional.


Pero, ¿qué es ser débil desde este enfoque? ¿Llorar? ¿Tener problemas de depresión o ansiedad? ¿Sentir miedo? ¿No cumplir con las demandas o expectativas del entorno? Para mí, ser débil es no tener fuerza o resistencia, que significa ceder fácilmente a las adversidades o dificultades de la vida. 


Cuando tienes un sistema inmunitario fuerte eres más resistente a los agentes patógenos y, por ende, te proteges mejor de las enfermedades. Si lo tienes débil, lo contrario. Si eres fuerte mental y emocionalmente, no es que te vuelvas inmune al sufrimiento, ¡nadie lo es!, pero sí te proteges mejor ante él y te vuelves más resiliente, es decir, con más capacidad de sobreponerte.


¿Qué implica ser fuerte mental y emocionalmente? Para mí, esa fortaleza descansa sobre cuatro pilares:


1. Fortaleza mental.


2. Fortaleza emocional.


3. Fortaleza en la autoestima.


4. Fortaleza en nuestras relaciones.


Si eres fuerte en esas cuatro áreas, eres más resistente y resiliente al sufrimiento. ¿Qué hay que hacer para fortalecer todo esos campos? Sencillo: trabajarse por dentro. Si quieres tener un cuerpo fuerte, tienes que trabajar el cuerpo; si quieres tener una mente, emociones y autoestima fuertes, hay que trabajar todo eso, y ese trabajo redundará positivamente en tus relaciones personales.


¿Qué está minando hoy día nuestra fortaleza interior? Creo que nuestro estilo de vida. Vivimos cada vez con más distractores que nos impiden trabajar nuestra mente (ya hay estudios que confirman que el CI está bajando... ¡y que va a bajar mucho más!); cada vez poseemos menos tolerancia a la frustración porque lo tenemos todo y podemos acceder a cualquier cosa de manera fácil y rápida, y, "en cuanto se cae internet" (las cosas no salen como yo quiero), ¡nos derrumbamos!; cada vez nos comparamos más y nos inferiorizamos, consecuencias de una cultura frívola y competitiva; y aunque estamos más conectados que nunca, cada vez las relaciones son más superficiales e instrumentales (nos relacionamos como instrumento para un fin y no por el simple hecho de relacionarnos).

Esas son las tendencias. Tendencias que, inevitablemente, provocan unos resultados. Resultados que son reversibles si empezamos a desviar la mirada: de afuera para dentro, del ombligo hacia los corazones.


Nuestro estilo de vida no favorece nuestras fortalezas, solo favorece que nos hayamos vueltos cómodos, egoístas, ingratos y hasta lerdos.


Pero siempre estamos a tiempo de darle la vuelta a la tortilla. Al fin y al cabo, la sociedad somos todos, y todos somos débiles o tenemos nuestras debilidades. Debilidades que con trabajo interior podemos convertir en fortalezas.


Y una cosa antes de terminar: jamás diré (cómo podría hacerlo, si me dedico a esto de la psicología) que débil es el que sufre. Sufrir, sufrimos todos. Y, a veces, los fuertes sufren más que nadie (y quizá por ello se hacen fuertes). Ser fuerte, para mí, es ser más resistente al sufrimiento y más resiliente al mismo. Que cuando la vida te golpea, no te caes; que cuando te golpea fuerte y te caes, eres capaz de levantarte. Que no te quejas ni te lamentas por nada. Que piensas bien, para sentirte bien; que te quieres y, porque te quieres, quieres al resto.


No he escrito este post para hacer sentir mal a nadie ya que estoy hablando de que nos hemos vuelto débiles a nivel social, como colectividad. Por culpa de la manera colectiva en la que se hacen las cosas: el sistema. Pero el énfasis no debe ponerse en las culpas, sean individuales o colectivas, sino en las soluciones: necesitamos recuperar nuestra fortaleza interior.


Firmado: un débil que quiere hacerse, cada día, un poquito más fuerte.


Cuestiona todo lo que digo; la duda nos acerca más a la verdad.


Si te gustó el post, no te lo quedes solo para ti, porfa, compártelo.


Si te gusté yo, hago terapia psicológica en consulta en Málaga y online para el resto del mundo, y aquí puedes saber más de mi libro: La Dictadura de la Felicidad.


Y recibe un fuerte fuerte fuerte ABRAZO.

martes, 21 de septiembre de 2021

¿QUÉ ESTAMOS HACIENDO MAL?

Recientemente salieron publicados los últimos datos del INE sobre suicidio. Y no son nada buenos. 10 personas se suicidan cada día en España (datos referidos a 2019) y se estima que unas 800.000 en el mundo cada año. Por otro lado, según estudios de asociaciones no gubernamentales, las tentativas de suicidio en los más jóvenes, la población infantojuvenil, ha aumentado en 2020 un 250%.


Es estremecedor. Sin embargo, no escribo este post para quedarme en el drama, sino para buscar explicaciones que puedan facilitar soluciones:


- En primer lugar, aunque el llamamiento por parte de la sociedad, a través de diferentes colectivos (médicos, psicólogos, educadores, padres...), para que se incremente el número de psicólogos en la atención primaria, está siendo fuerte y necesario, no podemos quedarnos ahí. Hemos de abordar el tema de la salud mental desde la prevención y el tratamiento de la enfermedad, pero también desde la promoción de la salud mental (que no deja de ser otra manera de prevenir).


- En segundo lugar, todos (médicos, psicólogos, educadores, padres... políticos, por supuesto) hemos de estudiar lo que está pasando. Tomárnoslo muy en serio. Y eso requiere tiempo e inversión. No hay que buscar explicaciones sencillas que lleven a soluciones fáciles pero ineficaces. Es de bastante sentido común pensar que el incremento de suicidios no se debe a un único factor, como podría ser, por poner un ejemplo, la pandemia, sino a diversos factores interrelacionados. Algo, probablemente, estamos haciendo mal como sociedad cuando crecemos económica y tecnológicamente, pero decrecemos espiritualmente hasta el punto de que muchas personas deciden quitarse la vida. No todos los que se suicidan son enfermos mentales, sino que hay muchos con depresión y otras alteraciones del estado de ánimo. Se quita la vida el que sufre hasta tal punto que no encuentra esperanza más allá de la muerte. Estudiemos y detectemos las causas y podremos hallar soluciones... aunque estas impliquen un cambio en nuestro estilo de vida.

- Y, por último, no quiero hablar solo de los que se van y del sufrimiento de las familias. También es importante mencionar a los que se quedan. Esas personas que han luchado y están luchando, con (que no contra) sus problemas, con sus taras, con sus miedos y con el dolor, y que viven, y quieren vivir, y que, muy probablemente, con ayuda, esfuerzo y tiempo, van a conseguir vivir una buena vida, con penas y amarguras a veces, pero también con muchas alegrías y amor. Ellas y ellos son fuente de inspiración. No porque no sufran sino porque precisamente eligen avanzar agarrando fuerte su sufrimiento... y más fuerte aún las manos de los que se prestan a ayudarlos.


No estáis solos:


Teléfono contra el suicidio: 911 385 38


Teléfono del la Esperanza: 717 003 717


Y en este enlace dispones de guías de autoayuda para la prevención del suicidio: https://tuteticontigo.com/telefonos-de-prevencion-del-suicidio-en-espana/


Cuestiona todo lo que digo; la duda nos acerca más a la verdad.


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Y recibe este abrazo.

jueves, 9 de septiembre de 2021

YO QUIERO UN 51% DE FELICIDAD

¡De vuelta al blog, que no escribía aquí desde las vacas de agosto! ¿Me habéis echado de menos? Decidme que sí, porfa, que si no mi autoestima se resiente.


Aunque, la autoestima no debería depender de la aprobación/desaprobación o afecto/desafecto de los demás, que pa eso es "auto". No obstante, ¡espero que me hayas echado de menos! Yo a ti también. Un poquito.


Y, hoy, ya en septiembre, en esta época que tanto me recuerda a la vuelta al cole que tan melancólico me ponía siempre en mi niñez (seguro que no era el único, ¿verdad?), vuelvo para darle una vuelta de tuerca a una idea que me suele rondar siempre en estas fechas y que, cómo no, tiene un impacto significativo en la felicidad-bienestar-plenitud-llámalocomoquieras.


Y es que, cuando hablo de felicidad, con mis pacientes, con los asistentes a mis talleres, o con familiares y amigos (y porque con los vecinos no es plan; me parece un tema demasiado profundo para tratar en un ratito en el ascensor. Os imagináis: "¿Tiene un día feliz usted hoy? Yo estoy ahí, ahí"), coincidimos en una idea, que es: la felicidad permanente y absoluta no existe.


Se es feliz por momentos. Y yo, personalmente, me conformo con ser un 51% de mi vida feliz. De hecho, ¡qué narices!, no me conformo, ¡lo quiero! Si llego a ser un 51% del tiempo feliz, ¡estará de puta madre! Más que de sobra.


Fijaros, uno de los símbolos que más me gustan es el del Ying y el Yang (de hecho, lo tengo tatuado), que expresa la armonía que hay en el mundo (y, por extensión, en nosotros mismos): el bien y el mal, lo bueno y lo malo, lo malo dentro de lo bueno y lo bueno dentro de los malo. Un fifty-fifty total, empate técnico, prórroga y penaltis. Por eso, con tener la mitad+1, un poquititín más que la mitad, ya iría sobrao de felicidad y me consideraría afortunadísimo. 


Más no quiero. Ni hablar. Porque si soy más feliz que eso corro el riesgo de habituarme, de empacharme de felicidad, y paradójicamente, tener más felicidad pero no enterarme. Quita, quita.


Ahora bien... si el 49% del tiempo que no sea feliz, en lugar de lamentarme y quejarme (me refiero a hacerlo todo el tiempo: un poco de lamentación y queja si que está permitido y a veces sienta muy bien), o en lugar de culparme, o de aferrarme a lo que podría haber sido o debería ser para que ese 49 dejara de ser un 49 y se convirtiera en un 48 o en un 47 y así ir bajando... si en lugar de hacer todo eso todo el tiempo que me ocupa el 49%, me adapto, aceptando, asumiendo las consecuencias, responsabilizándome de mis sentimientos, asimilando el aprendizaje y buscando la alternativas, entonces, quizá, solo entonces, ese 49, aunque no baje al 48, sí se convierta en algo más fácil de llevar.


El final de las vacaciones siempre llega (si no, no serían vacaciones). La cuestión es cómo te vas a tomar el inicio de curso.


Mi curso empieza fuerte:


- Domingo 12 de septiembre "Mis idas de olla. Un psicólogo al borde de una crisis existencial" en La Cochera Cabaret de Málaga. ¡No te lo pierdas! Risas y reflexiones a pares, aseguradas.





- 15, 22 y 28 de septiembre, presentaciones de La Dictadura de la Felicidad en Proyectarte (Rincón de la Victoria), Fnac Málaga y Fnac Marbella, respectivamente. Incluyen charla-coloquio y lectura de psicocuentos.





Cuestiona todo lo que digo; la duda nos acerca más a la verdad.


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Si te gusté yo, hago terapia psicológica en consulta en Málaga y online para el resto del mundo.


¡Y un abrazo!

martes, 10 de agosto de 2021

¿AUTOAYUDA SÍ, AUTOAYUDA NO?

Como ya algunos de vosotros sabéis, hace poco he publicado mi segundo libro, La Dictadura de la Felicidad (un libro buenísimo, por cierto, qué voy a decir yo... Podéis saber más sobre él aquí), y una de las frases que uso muy a menudo para definirlo es que es "un libro de autoayuda diferente". O, también, y esta es buenísima (hoy debo tener el ego subido), "una vuelta de tuerca a los libros de autoayuda".


Pero... no deja de ser un libro de autoayuda (aunque, a mí me gusta más llamarlo libro de crecimiento personal). Y hay en la calle un debate, de hace tiempo, sobre si los libros de autoayuda, o la autoayuda en general (pensemos en charlas, vídeos, podcasts, talleres, etc.), causa más beneficio o más perjuicio. ¿Es realmente buena la autoayuda? ¿Autoayuda sí o autoayuda no?


Pues, como suele ser habitual, pienso que la respuesta está en el famoso y, desde hace algún tiempo musical, "depende" (grande Maestro Pau Donés, que, por cierto, tiene su propio libro, que en muchos aspectos también puede ser considerado de autoayuda: "50 palos... y sigo soñando". Lo recomiendo, sin duda alguna). Pero, ¿de qué depende? Pues, también, como viene siendo habitual, del uso que se le dé.


Me explico. En primer lugar, ¿por qué la autoayuda puede ser mala?


- Porque, como en todos los géneros literarios o disciplinas, puede haber mensajes erróneos, que hacen más mal que bien, o que, en algunos casos, son hasta falsos. Por ejemplo, como analicé en el anterior post, el hacernos creer que sentirnos mal (sentir estrés o rabia) es causa directa de enfermedades. O que simplemente con desear mucho algo es suficiente para conseguirlo (madre mía). O el exceso de positividad y la idealización de las "emociones positivas", esa dictadura de la felicidad a la que combate, precisamente, mi libro. Por tanto, es importante saber elegir qué libros leer, pero, sobre todo, porque podemos fallar en nuestras elecciones y es totalmente humano, no perder nuestro sentido crítico cuando estemos leyendo o escuchando cualquier mensaje. El pensamiento crítico es imprescindible. Por eso siempre te invito a cuestionarlo todo. Y lo que yo diga, más todavía.


- Porque la autoayuda, como su propio nombre indica, pone el foco en uno mismo. Y eso está bien... y mal. Hemos de ocuparnos de nosotros mismos y de nuestro bienestar... pero no solo de eso, y nunca de eso en exceso, ya que uno de los principales motivos de malestar, de sufrimiento humano, es el Ego y las conductas autorreferenciales. Pensar demasiado en uno mismo y darse mucha importancia es, ciertamente, de lo peor que podemos hacer si queremos ayudarnos. Por tanto, no descuidemos nuestras relaciones con los demás y las conductas altruistas, ya que ayudar a los demás nos da paz y bienestar, tanto, o quizá más, que ayudarse a sí mismo.


- Y porque la autoayuda exacerba la importancia de la actitud. La actitud es importante, muy importante, y puede que sea lo más importante, para producir y mantener estados de felicidad. Pero tu felicidad no depende de tu actitud. Depende de muchos factores, y entre ellos, por supuesto, de las circunstancias. Y cuando estas son pésimas, decirle a uno que tenga una buena actitud porque así será feliz, ese mensaje tan tóxico, es también dictadura de la felicidad. Tenemos derecho a sentirnos infelices. Por lo tanto, sí, las cosas te pueden ir mal y puedes tener una actitud buena y, aún así, sentirte mal, por supuesto. Permítetelo.


Y, ahora, el único motivo, el úniquísimo pero muy importante motivo por el cual la autoayuda sí que es buena:


- Porque necesitamos aprender a ser felices. Y, por tanto, necesitamos que otros nos enseñen a ser felices. Sí. Así de claro. Ya me imagino al ego de algunos, diciendo: "Sí, hombre, yo me voy a gastar dinero para que tú u otros tantos como tú me digáis qué debo hacer para ser feliz. ¡Anda ya, que yo seré feliz a mi manera!" No. A tu manera no. A la manera del Sistema. El Sistema, es decir, el modo en el que hacemos las cosas, se enmarca en un contexto sociocultural, económico y político definido por el capitalismo. Y dentro de ese modo de hacer las cosas, nuestros roles fundamentales son dos: producir y consumir. No ser felices. Insisto: producir y consumir. Para ser felices, sí. Es decir, producir, para obtener capacidad de consumo, a través de la cual obtenga felicidad. Siempre hay algo que hacer y que comprar y que conseguir para obtener felicidad, pero, mientras tanto, ¿¿¿cuándo coño somos felices??? Por eso, porque nuestro sistema no está orientado realmente a la felicidad, necesitamos estudiar. Leer, escuchar, reflexionar, practicar, transmitir y compartir con otros nuestros conocimientos y experiencias. Si el conocimiento es poder, y desarrollamos conocimientos para actividades tales como trabajar, cocinar, aprender idiomas, etc., ¿¿¿por qué no para la felicidad??? Claro que sí. Por muy sencillo que sea sentir felicidad, como nos hemos centrado tanto en lo otro, en producir y consumir, al final se nos ha olvidado, y necesitamos recordar, desaprender y reaprender.


Porque el conocimiento es poder, y hay un conocimiento enorme, enorme, sobre la capacidad de autoayudarnos a nosotros mismos y de ayudar a los demás y así crecer como personas y sentirnos mejor los unos con los otros. Y está bien aprender ese conocimiento y usarlo. Porque con ese poder es como uno puede derrocar a la dictadura de la felicidad.


Cuestiona todo lo que digo, la duda nos acerca más a la verdad (te lo dije).


Si te gustó el post, comparte, porfa. Si ya leíste el libro y te gustó también, ¿a qué esperas para recomendarlo? Grrr.


Y, como me voy de vacaciones un tiempito, hoy viene más grande: ¡¡¡UN ABRAZO!!!

jueves, 29 de julio de 2021

¿LAS EMOCIONES ENFERMAN?

El pasado martes se habló en el programa Todo es verdad, de Risto Mejide, acerca de la praxis de ciertas terapias alternativas (o terapeutas) que promueven el tratamiento de las emociones para sanar enfermedades como la diabetes, el cáncer, las enfermedades coronarias u otras.


Sin querer entrar en la polémica sobre si estas terapias son recomendables o no, ya que en primer lugar no soy un experto en las mismas, en segundo lugar habrá que determinar, con claridad, qué es lo dicen o no dicen, porque quizá no dicen lo que dicen otros que dicen, y en tercer lugar, hay muchos tipos de terapias alternativas y, también, muchos tipos de terapeutas dentro de cada escuela, como para meterlas (los) a todas en el mismo saco, sí que me pareció muy interesante que se pusiera sobre la mesa el debate del impacto de las emociones sobre nuestra salud. Y de esto sí que quería hablar. Porque creo muy necesario hablar de ello.


Ya que, en el programa, había una participante, psicóloga, por cierto, que llegó a afirmar, con rotundidad, que las emociones no enferman. Y... tiene razón. Eso es verdad. Pero no es toda la verdad. Y por eso es tan importante matizar esa afirmación.


¿Qué nos enferma? ¿Qué nos produce cáncer o riesgo de padecer enfermedades del corazón? La vida. La vida nos enferma. Vivir implica morirse. Y nos morimos porque nos enfermamos. Y nos enfermamos porque vivimos. Lo que comemos, lo que bebemos, los químicos que nos metemos en el cuerpo, lo que respiramos, lo mucho o poco que tomamos el sol, lo que nos traumamos físicamente a lo largo de nuestros múltiples esfuerzos (yo ahora mismo estoy escribiendo con una pierna encima de una rodilla y eso es muy traumático para mi rodilla... voy a dejar de hacerlo, joder), todo esto influye sobre nuestra salud.


Si todo eso nos enferma, si un trauma físico (como una pierna encima de la otra) nos puede enfermar, ¿no va a hacerlo un trauma emocional? O lo que nos dicen. O lo que nos decimos a nosotros mismos. O las tareas que "tenemos que" hacer y que suponen una fuente de estrés.


¿Quiere decir esto que debemos evitar sentir emociones dolorosas o el estrés? Pues, igual que vivir enferma, y no por ello vas a dejar de vivir, ¿verdad?, la respuesta es no, no debemos evitar, a toda costa, sentir emociones difíciles o estrés. Porque es imposible, porque forman parte de la vida. Y porque, además, sentir esas emociones, haber padecido traumas emocionales, sufrir conflictos interpersonales o soportar estrés no son causa directa de enfermedades, mucho menos de enfermedades tan graves como el riesgo de infarto o el cáncer.


Así que, no, por supuesto que no es cierto (¡y qué barbaridad!) que solo haciendo una terapia que trabaja sobre las emociones, vayas a sanarte, ni de coña, de una enfermedad como aquellas u otras.


Sin embargo, se ha estudiado y confirmado que existe cierta correlación entre las personas que soportan altos niveles de estrés y el riesgo de infarto o personas con alteraciones del estado del ánimo y un sistema inmune más débil que es más vulnerable a algunas enfermedades. Pero no se da ni en todos los casos ni son estos, por supuesto, los únicos factores, sino que el peso de las factores genéticos, de la edad, y de los hábitos de vida de la persona (fumar, hacer vida sedentaria, la alimentación, etc.) influyen también muchísimo.


Por tanto, y aquí viene el matiz que hago sobre lo que se dijo en el programa de Risto, conclusión: las emociones, por sí solas, no enferman, no. De hecho, las emociones no son malas, las necesitamos (a todas, a las agradables y a las dolorosas) para vivir. Y hay que vivir. Y hay que sentir. No se trata de no sentir, sino de aprender a manejar nuestras emociones. Así que, la gestión emocional es importante, muy importante, para cuidar nuestra salud. Si queremos estar sanos, hay que ir al médico para tratar las enfermedades que se vayan generando en nuestro organismo, pero también hay que prevenir la enfermedad, y la mejor manera de hacerlo es promocionando una salud integral, que abarque las distintas dimensiones de nuestro organismo: cuerpo, cerebro, sistema nervioso, hábitos, alimentación, descanso, relaciones, autoestima, mente y emociones.


Así pues, la psicología es muy importante, la inteligencia emocional es muy importante, y el trabajo interior o crecimiento personal es muy importante. Siempre y cuando para ti sea muy importante tu salud.


Porque, ojo, y ya acabo con esto: que algo sea importante o muy importante no significa que haya que obsesionarse. De la salud, cada uno, como pueda, y en la medida que quiera, ha de ocuparse, no preocuparse. Hay que vivir. Y vivir implica sentir emociones, traumas y estrés. Y todo eso, y más que eso, implica enfermarse. Y enfermarse es morir. Pero, como decía Eduard Punset, hay vida antes de la muerte.


Así que vivamos.


Cuestiona todo lo que digo; la duda nos acerca más a la verdad.


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Si te gusté yo, hago terapia psicológica en consulta en Málaga y online para el resto del mundo. También he publicado un libro súper chulo (o eso me gusta creer), La Dictadura de la Felicidad.


¡Y sin miedo, y con muchas ganas de vivir y tener salud, recibe este abrazo!