miércoles, 25 de junio de 2014

QUEMAR EL PASADO, VIVIR EL PRESENTE, SOÑAR EL FUTURO

Fecha de solsticios de verano, playas encantadas y hogueras donde se queman malos recuerdos.

Pocos días hacen desde la noche de San Juan, el día más largo, la noche más corta, en las que se queman juas, peleles que representan lo peor del año; un fuego pues que tiene una misión purificadora: yo me libero de aquello que no me hace bien, que pertenece a mi pasado y no quiero que forme parte de mi futuro.

Todos tenemos un pasado. Lleno de vivencias, algunas buenas, otras regulares, otras malas, y puede que algunas muy, muy malas. No podemos evitar que nos afecte, sentir melancolía al recordar una determinada etapa bonita de nuestra vida, o miedo cuando nos enfrentamos a nuevos retos que nos hacen revivir un recuerdo indeseable. Pero que sientas miedo no significa que no puedas superar ese miedo.

El pasado nos afecta, sí, pero en ningún modo debemos permitir que controle nuestro presente ni guíe nuestros pasos hacia el futuro. En ningún modo debemos construir muros hechos con ladrillos de nuestro pasado: el pasado es un muro que ya sobrepasaste, mira hacia delante, nada más que hay campo abierto, tú y sólo tú diriges tus pasos, así que, ¡ve hacia allí!

En ningún modo, en ningún, ningún modo: tus malos recuerdos deberían poseer más fuerza e influencia sobre ti que tus sueños, esperanzas e ilusiones.

Así que, vamos a enfrentarnos a esos demonios y fantasmas que pretenden encadenarnos al pasado e impedirnos vivir el "aquí y ahora" e imaginar un futuro lleno de oportunidades y retos prometedores:
  • Identifica tus demonios: una preocupación sobre un problema que ya no tiene solución, un trauma, una persona, una etapa, una deuda vital, un error, un fracaso, un evento sobrevenido... ¿Qué parte de tu pasado sigue repitiéndose, una y otra vez, como un bucle, en tu mente, en el momento actual?
  • Haz un ejercicio escrito: pon en una columna lo positivo que puedes extraer de ese pasado (por ejemplo: "aprendí que...", "me hizo más fuerte, o más lista...", "es una experiencia que me ha servido para enfrentarme a experiencias similares", etc., seguro que algo bueno puedes extraer de aquello, todo lo malo tiene su lado positivo. En otra columna pon los pensamientos negativos que reproduce tu mente sobre ti, el mundo o el futuro cada vez que revives ese pasado; por ejemplo, si fue sobre un fracaso personal, esos pensamientos podrían ser: "Soy un inútil; todo en este mundo me viene grande; no voy a conseguir nada de lo que me proponga...".
  • Una vez superada estas dos etapas de introspección y autoconocimiento, escribe esas frases de tus pensamientos negativos en pos-its (pueden ser grandes y de colores para hacerlos más vistosos). Y justo detrás de la frase escribe lo siguiente: "Este pensamiento no me sirve de nada y me voy a deshacer de él". Pero todavía no lo hagas. Antes pégalos en un espejo en el que te mires habitualmente. El objetivo, por supuesto, nos es aplicarnos un automachaque diario obligándonos a mirar esos pensamientos cada día, sino habituarnos a ellos, no a su contenido, ya que estamos tomando conciencia de que no nos sirven, sino habituarnos a su presencia, a quitarles carga dramática, y no verlos más que como pensamientos escritos en un pos-it. Con el trascurso de los días, verás que la acción que realizas ante el espejo vuelve a ser la normal, es decir, mirarte en el espejo, y los pos-it (y los pensamientos), te pasan casi desapercibidos. Aunque sabes que siguen estando allí.
  • Cuando eso pase, es decir, cuando creas que ya te has habituado a la presencia del pensamiento y deja de preocuparte, coge el pos-it y deshazte de él. Puedes aplicar este ritual de la forma que te parezca más adecuada: quemándolo (como se hace en las hogueras de San Juan), tirándolo a la basura, rompiéndolo en mil pedazos...
El pensamiento nunca se irá del todo, al igual que tu pasado, siempre estará ahí, pero has hecho algo muy importante: le has quitado fuerza, valor, poder. Ya no es nadie, ya no es nada, tan sólo un pensamiento que te pasa desapercibido, un trozito de pasado que cuando quieras sabes que puedes tirar a la basura.

No dejes que tus demonios te quemen, enciende una buena hoguera, ¡y que se vayan al infierno!

miércoles, 18 de junio de 2014

EL CAMINO: UN EJERCICIO DE IMAGINACIÓN.

Hagamos un pequeño ejercicio de imaginación.

Imagina que estás al inicio de un camino.

No importa cómo sea la senda. Si es una travesía de tierra o arena, un sendero de cemento o una calzada de baldosas amarillas. No importa.

No importa el paisaje que observes alrededor. Si es una vista de campo abierto o de arboleda cerrada, una jungla de grandes edificios o un desierto perenne. No importa.

Porque es tu camino. Y tú, con tu imaginación, lo construyes.

Pero imagina que empiezas a andar el camino, y desde muy pronto aparecen varios obstáculos: tienes que saltar zanjas, escalar muros, rodear grandes rocas y esquivar a gente que te entorpece el paso o incluso te hace la zancadilla. Las dificultades son tan amplias, que no puedes evitar tropezarte y caerte, y te caes y te levantas, y te vuelves a caer y te vuelves a levantar, cada vez con más esfuerzo, pero lo sigues haciendo porque quieres seguir en el camino.

Y entonces, de repente, surge de la nada un vendaval con una fuerza inmensa, que te empuja tan, tan lejos, que acabas cayendo de espalda justo casi al principio del camino. Y otra vez tienes que empezar de nuevo.

Desolador, ¿verdad?

Ahora quiero que hagamos un segundo ejercicio de imaginación.

Quiero que cierres los ojos durante unos segundos y que imagines: que estás dentro de una jaula de la que no puedes salir.


La jaula se llama estancamiento o indefensión. El camino es la VIDA.

Por supuesto que el camino tiene muchas cosas agradables, y podemos pararnos siempre que queramos a observar los bellos paisajes que se nos descubren alrededor, y seguro nos encontraremos con gentes amables que nos ayudarán a escalar los muros o saltar las zanjas o simplemente nos entretendrán a lo largo del camino. Por supuesto que sí. Son lo que hace que el camino valga la pena.

Pero los obstáculos nunca deben ser una excusa para abandonar el camino y no querer continuar hacia delante.

Dime, ¿tú qué prefieres? ¿El camino... o la jaula?

jueves, 12 de junio de 2014

DISEÑANDO NUESTRA DIETA CULTURAL (III): EL CINE.

Última entrega de nuestra dieta cultural para enriquecer nuestro mantra positivo. Ya lo hemos aliñado con música y literatura, y hoy toca un ingrediente esencial: el cine.

"La fotografía es verdad. Y el cine es una verdad 24 veces por segundo". Jean Luc Godard.

Pregunta: ¿qué es lo único imprescindible para tener una buena vida? Respuesta: VIVIR.

Estar en sitios, conocer gente, pasar por experiencias. Ver una película también es una experiencia vital. O acaso no ha habido películas o escenas que nos han marcado y que recordamos seguramente más que otras experiencias vitales.

Las historias contadas a través de los fotogramas, al igual que las letras de las canciones o los fragmentos de los libros, pueden ser una fuente inagotable de lecciones de vida: nos enseñan maneras de vivir bien.

El cine a veces nos enseña a convertirnos en seres resilientes, capaces de encajar los golpes de la vida y no desfalllecer, por muy duro que sean esos golpes. Porque nada golpea más fuerte que la vida:


El cine a veces nos enseña que el dolor forma parte de la vida y es necesario para crecer. Como en una escena de esa maravillosa película llamada "Little Miss Sunshine" en la que un adolescente conversa con su tío y el joven le dice que ojalá se pasara toda la etapa del instituto dormido. Entonces su tío le responde con una frase de Marcel Proust, en la que el escritor decía que los mejores años de su vida fueron aquellos en los que más sufrió, porque le hicieron ser quien era. Los años en los que fue feliz, fueron un desperdicio. "Así que si te quedas dormido hasta los 18 -termina diciendo con ironía su tío- aaagh, piensa en todo el sufrimiento que te perderás".

A veces el cine nos enseña también que cualquiera trauma, por duro e inesperado que sea, se puede superar. Y podemos volver a tener una vida normal después de ello, una buena vida. Sólo que es posible que necesitemos un poco de ayuda. Si queremos cargar todo el peso de la vida sobre nuestros hombros, es muy probable que que la vida acabe tumbándonos. Pero no estamos solos. Y con la ayuda de los demás podemos volver a ser quienes éramos... o cambiar. Y a veces eso, cambiar, es el mayor desafío al que podemos enfrentarnos.

El cine a veces nos enseña... que el pasado está ahí para enseñarnos, no para atormentarnos.


El cine a veces nos enseña que no tienes que subestimar a nadie... Y mucho menos a ti mismo. Que no estás por encima de ninguno, pero no hay ninguno que merezca creerse por encima tuyo. No eres lo que los demás piensan que eres; eres lo que tú creas que puedes llegar a ser.


El cine a veces nos enseña que odiar es humano, pero cuando el rencor se asienta en nuestra vidas, nos hace más daño a nosotros que al ser odiado. Y perdonar es el remedio para liberarnos de ese dolor.


Por supuesto el cine nos enseña que todo en la vida tiene su lado bueno. Incluso las situaciones más malas...


Créate tu propia colección de escenas o películas que en esos momentos en los que dudes de ti mismo o del significado de la vida, te ayuden a recuperar la fe en el ser humano. La fe en ti.

El mundo puede ser a veces un sitio gris y siniestro, y el hombre un lobo para el hombre. Pero hay una cosa que puede salvarnos: el amor. El amor a los demás. El amor al cine. Y por supuesto, y aunque sea lo mismo... el amor a la vida.

jueves, 5 de junio de 2014

DISEÑANDO NUESTRA DIETA CULTURAL (II): LA LITERATURA.

Seguimos construyendo nuestro especial mantra positivo, fortalecido por una rica y sanísima dieta cultural. La semana pasada estuvimos trabajando sobre un ingrediente básico en esa dieta, la música, y hoy toca otro ingrediente no menos importante: la literatura.

La literatura es el arte que utiliza como instrumento la palabra escrita, y se ha usado desde los tiempos más remotos para desarrollar y darle forma a los sueños, a la imaginación o incluso a las historias vividas u oídas y crear nuevas historias, nuevos cuentos... una nueva vida. A través de la literatura, tanto autores como lectores, han sido capaces de volar en dragones, contemplar con horror o fascinación criaturas fantasmales, e incluso enfrentarse con gigantes que no eran gigantes sino molinos de viento.

Escribir puede ser altamente terapéutico. En primer lugar porque si te gusta escribir y escribes, fácilmente podrás alcanzar estados de flujo, que son aquellos estados en los que estás tan concentrado en la tarea que te olvidas de todo (problemas, estrés, futuro-pasado...), vives con intensidad el "aquí y ahora" y las horas normalmente se te pasan volando. Es algo muy cercano el flujo a la felicidad absoluta. Pero por otro lado, la escritura me puede ayudar a: expresar emociones y darles un orden y un significado, y a orientarme en la búsqueda de soluciones cuando no dejo de aferrarme al problema y al malestar que me provoca. Además, a través de la escritura simplemente podemos desarrollar nuestra creatividad, que es un recurso personal importantísimo para cualquier ámbito de la vida.

Sin embargo, ya tendremos tiempo en otro momento de abordar más y mejor los beneficios terapéuticos de la escritura creativa y cómo conseguirlos. En este post quiero centrarme en las utilidades para la gestión de nuestro bienestar del placer de la lectura.

Hay uno que es bastante evidente: la literatura es una válvula de escape. Nos permite desconectar, salir de los círculos de estrés en los que a veces nos sumergimos, romper con nuestros pensamientos negativos y rumiaciones. Tengo una amiga que dice: "Yo leo porque así no pienso". Mi amiga necesita trabajar la gestión de los pensamientos negativos: poner el foco de atención en lo bueno, rebatir, o aceptar el pensamiento como lo que es, un pensamiento y nada más. Pero a parte de esas estrategias, yo siempre digo: "Sal de ahí, no te quedes en el pensamiento, haz algo que te guste". Por supuesto, la lectura puede ser ese "algo".

La otra utilidad para nuestro bienestar que le encuentro a leer es que nos podemos insuflar de conocimientos y pensamientos positivos, o lo que he llamado en los anteriores posts: lecciones de vida. Hay historias, párrafos e incluso grandes frases célebres que nos enseñan, de una manera auténticamente privilegiada, maneras para vivir bien. Es así de sencillo, la literatura a veces nos enseña a tener una buena vida. Pero muchas veces, con la misma facilidad, olvidamos. Así que para que eso no pase te voy a hacer una recomendación:
  • Se acabó el leer de forma pasiva. La próxima vez que leas, coge un lápiz.
  • Cada vez que leas una frase, o un fragmento, o una historia completa, que consideres que puede ser una información enriquecedora para tu crecimiento personal, o que sencillamente te haga sentir bien, subráyala.
  • Y finalmente, para construir el mantra positivo: hazte con una libreta o un archivo word, un soporte físico o electrónico en el que puedas guardar toda esa sabiduría y acceder a ella cuando creas que lo necesites.
Ésa será tu pequeña biblioteca de lecciones de vida. Y su valor, te lo aseguro, será incalculable.

De momento, termino dejándote algunos pequeños ejemplos que ya puedes añadir a tu biblioteca. Recibe un fuerte abrazo, y hasta la próxima, donde haremos una sesión de cineterapia. Te prometo que será, ¡de cine!

- "Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades". Miguel de Cervantes.
- "En cuanto a la adversidad, difícilmente la soportarías si no tuvieras un amigo que sufriese más por ti que tú mismo". Cicerón.
- "El hombre se creer siempre ser más de lo que es, y se estima menos de lo que vale". Goethe.
- "El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad." Victor Hugo.
- "El que quiere de esta vida todas las cosas a su gusto, tendrá muchos disgustos". Francisco de Quevedo.
- "No tratéis de guiar al que pretender elegir por sí su propio camino". William Shakespeare.
- "Los espejos se emplean para verse la cara; el arte para verse el alma". George Bernard Shaw.
- "Una colección de pensamientos debe ser una farmacia donde se encuentra remedio a todos los males". Voltaire.
- "La vida es demasiado importante como para tomársela en serio". Oscar Wilde.
- "Siempre imaginé que el paraíso sería algún tipo de biblioteca". Jorge Luís Borges.