jueves, 31 de marzo de 2022

CUÉNTAME UN CUENTO, ¡QUE CREZCO!


Esto escribía en agosto de 2016:


"Los que me seguís, los que me conocéis, sabréis a estas alturas que mi opinión sobre la condición humana es que las personas no somos, nos transformamos.


Somos cambio constante. Cambio que es el resultado de la interacción de nuestra base genética con los acontecimientos vitales que experimentamos.


Y, en ese sentido, siempre digo que las historias, sean reales o sean ficticias, y vengan en forma de cuento, de novela, de poesía, de canción, de monólogo, de obra de teatro o de película, o de una charla o de una conversación, son eventos.


Eventos que percibimos, que vivenciamos y, que por supuesto, nos transforman.


Esta premisa me sirve a mí, y supongo que a otros muchos terapeutas, para aprovechar el aprendizaje de muchas de esas historias como herramienta de cambio y de crecimiento personal. Y os aseguro que funciona. Por supuesto, un cuento o un poema no te solucionan un problema ni te hacen superar un trauma o incapacidad. Eso lo haces tú. Pero tú, aprendiendo cosas nuevas, tendrás más posibilidades de solucionar y superar ese problema, trauma o incapacidad."


Fue en un post titulado "El poder transformador de las historias". Pues bien, el próximo 9 de abril en Librería Rayuela de Málaga, y el 10 de abril en "El sitio, Territorio de paz" de Coín, estaré haciendo un evento muy especial, una experiencia en la que cogeremos cositas del espectáculo "Mis idas de olla" y las mezclaremos con otras nuevas. Os contaremos muchas historias. Historias con corazón, para el corazón. Habrá psicocuentos, psicopoemas, monólogos, teatro, ¡y sorpresas! Y el domingo, además, me acompañará la actriz, cómica y cantante Gisela Escoda. ¡Es fantástica, no te la pierdas!










Y, mientras te decides, aquí te dejo con dos aperitivos. Una breve degustación de eso que yo llamo psicocuentos y psicopoemas. ¡Espero que te gusten!


MI BANDA

Complicidad es reírte con alguien sin tener ni idea de por qué 

pero sabiendo que no sería lo mismo sin él.

Reírte hasta que te duela, reírte hasta llorar, 

reírte tanto que llores cuando lo recuerdes porque lo echas de menos.

Reírte del loco mundo, reírte de la puta vida, 

reírte de los demás con o sin ellos, reírte de ti mismo el primero.

Si sabes de lo que hablo, te invito a mi banda. 

Robamos sonrisas y desencajamos mandíbulas.

Porque creo que para todos sería bueno si hacemos menos enemigos

y más cómplices de risas.


CARBÓN

Los Reyes le trajeron carbón. Y con el carbón que le trajeron los Reyes hizo una barbacoa a la que invitó a familiares y amigos. Y, así, descubrió que los mejores regalos son tres: las personas, los momentos que vives con esas personas, y las enseñanzas que te dejan, como la de que se puede coger todo el carbón que te traiga la vida y transformarlo en un hermoso regalo.


Cuestiona todo lo que digo; la duda nos acerca más a la verdad.


Si te gustó el post, no te lo quedes solo para ti, compártelo, por favor.


Si te gusté yo, hago terapia en consulta en Málaga y online para el resto del mundo. Y aquí puedes saber más de mi libro, La dictadura de la felicidad.


¡Un fuerte abrazo! 

lunes, 14 de marzo de 2022

AJO Y AGUA

Aceptar.



Qué palabra tan bonita "aceptar", ¿verdad?


Todos lo que nos dedicamos, con relativa vehemencia, al trabajo interior, hemos escuchado o leído con insistencia esa palabra y conocemos su tremenda importancia. Sin embargo... qué palabra tan fácil de pronunciar pero más difícil de aplicar. Este post va dirigido a que no sea tan difícil.


Después de todo, ¿por qué? ¿Por qué algo que parece sencillo, que a priori sería lo natural, aceptar que las cosas son como son y punto, nos resulta tan difícil? Voy a dar dos explicaciones de las que yo considero son las causas principales de esa resistencia psicológica, de ese negarnos a aceptar.


La primera es que, hoy día, todo el mundo quiere aceptar, pero nadie quiere joderse. Nadie quiere estar jodido. Y la aceptación no funciona así. Aceptar implica que las cosas han salido como han salido y que me jode, que me duele. Aceptar no solo implica aceptar que lo que es, es, sino también cómo me hace sentir: estoy jodido, estoy dolido, me da rabia, a veces me dan ganas de hundirme... Totalmente comprensible que te sientas así y no pasa nada: eso no te hace peor persona, ni víctima, ni débil... Te hace humano. Y es cuando me permito sentir, que la emoción se extingue o transforma, y puedo dedicarme a reconstruirme. "He aceptado que estoy rota, bien, pues ahora no me queda otra que reconstruirme. Con este dolor, ¿puedo seguir adelante, puedo superarlo, tengo cosas bonitas por las que luchar y gente a la que quiero que me va a apoyar?" La negación y la evitación del dolor post-aceptación es lo que nos engancha a una situación pasada: "No puede ser, ¿cómo me ha pasado esto a mí?, no debería sentir lo que estoy sintiendo porque es injusto...". Lo que es, es, lo que ha pasado ya no se puede cambiar y la vida no entiende de justicia y de injusticia. Mientras antes aceptemos, mejor. Pero, aceptar implica aceptar lo que me pasó y el dolor que me produce. Incluso aceptar que estoy totalmente roto.


La segunda es que, hoy día, todo el mundo quiere aceptar pero nadie quiere aguantarse. Porque somos seres especiales, llenos de luz, que hemos venido al mundo a conquistar nuestros sueños, y si me esfuerzo lo suficiente, ¡no lo suficiente!, si me esfuerzo hasta mis límites, ¡o más allá de mis límites!, o bien si lo deseo con todas todas todas mis fuerzas hasta que el Universo atienda mis plegarias, lo conseguiré. Eso es. Genial. Buena visión. Y si no lo consigo es que no me he esforzado como debiera o que al Universo le importo una puta mierda porque soy un desgraciado y he sentirme muy mal conmigo mismo, ¡culpa! Vamos a ver: no eres especial, no eres nada especial, métetelo en la puta cabeza, no es que no le importes al jodido Universo, es que el Universo ni siquiera conoce de tu existencia, de ti, un insignificante microorganismo de entre casi ocho mil millones de los de solo tu especie. Tus sueños son egocéntricos, por tanto, no naturales. Ego = mente; natural = realidad. Lo que está en tu mente, tus sueños, tus expectativas egocéntricas y microorgánicas, no tienen por qué ser naturales ni convertirse en realidad. Y, cuando no consigas que las cosas sean como tú quieres que sean, por supuesto que tienes derecho a sentirte mal, que para eso eres un ser sintiente, y entre esos sentimientos se encuentran la decepción, la frustración, la desilusión... pero desde luego que no tienes por qué sentirte ni fracasado, ni peor, ni inferior... Tu status (otra invención del ego), no te preocupes, sigue siendo igual de superior e inferior que antes de tu fracaso: sigues siendo tan solo un insignificante microorganismo en un vasto universo que no sabe de tu existencia.


Dicho todo lo cual, las dos conclusiones que podemos sacar y que te pueden ayudar a aceptar con mayor facilidad son:


AJO Y AGUA


Aceptar implica: aceptar que las cosas son como son, aceptar que me jode (ajo), aceptar que a veces no voy a conseguir lo que quiero (agua), y, oye, no perder la perspectiva: siendo las cosas son como son, y jodiéndome y teniendo que aguantarme, ¿hay soluciones, hay alternativas, no las hay pero puedo sentirme afortunado porque hay otras cosas que van muy bien en mi vida y me provocan bienestar?


Cuestiona todo lo que digo; la duda nos acerca más a la verdad.


Si te gustó el post, no te lo quedes solo para ti, porfa, compártelo.


Si te gusté yo, hago terapia psicológica en consulta en Málaga y online para el resto del mundo. Y puedes hacerte con mi libro, La dictadura de la felicidad, (o leerte el primer capítulo gratis) por aquí.


Y, de un microorganismo a otro microorganismo, ¡recibe este abrazo con un amor universal!