miércoles, 26 de febrero de 2020

LA TRANSITORIEDAD DE LA VIDA

¿Dónde está escrito que vamos a morir a los ochenta o noventa o cien años? ¿Dónde pone que tendremos una vida larga y que llegaremos a ser longevos?

Recientemente he sufrido la pérdida de mi tío y padrino, con 56 años. Ha sido duro. Ha sido doloroso. Pero como cada palo que nos da la vida, lo podemos usar para atormentarnos o para reflexionar y extraer algo bueno. El dolor o te mata o te hace más fuerte.

Y el vivir en primera persona un acontecimiento que demuestra lo fugaces que somos todos me ha provocado varias reflexiones que, creo, son útiles para todos aquellos que estamos concienciados de que nuestro bienestar depende en gran parte (que no en todo) de la manera (actitud) con la que afrontamos la vida. Dure lo que dure esta, que en ningún sitio está escrito que deba durar un determinado tiempo.

En primer lugar, ser conscientes de que, igual que hoy estamos, mañana podemos dejar de estar, no creo que haya de servirnos para vivir la vida más intensamente, dado que no hay una correlación directa entre intensidad y felicidad, pero sí entre intensidad y estrés. A veces, esa máxima de "vivir la vida a tope porque la vida son dos días y mañana puede que estés muerto" solo nos lleva a presionarnos con tareas pendientes disfrazadas de actividades de ocio que nos saturan y sobrecargan. Entonces, siempre estoy estresado por todo aquello que he de hacer y cuando hago algo no me siento satisfecho porque sigo pensando en todo lo que me queda por hacer. Hazte a la idea de que, vivas lo que vivas, que no lo sabes, habrá muchas cosas que no hagas y no pasa nada, es normal. Quien mucho abarca, poco aprieta.

En segundo lugar, ser más conscientes de la transitoriedad de la vida sí que puede servirnos para:

- Valorar más lo que hacemos y lo que tenemos.

- Perder menos el tiempo quejándonos o preocupándonos por cosas que importarán una mierda cuando estemos muertos... y podríamos estar muertos mañana, así que dejar de lamentarte y preocuparte hoy.

- Tratar de pasar más tiempo con nuestros seres queridos. Tiempo de calidad. Tiempo en el que no se aplacen más abrazos, besos, risas y "te quiero". Porque podrían ser los últimos.

No recuerdo haberle dicho "te quiero" y es una pena que siempre llevaré. Pero, hoy, si soy escritor es en buena parte gracias a que él me incentivó de niño a la lectura y fue mi primer lector.  Y hoy, con este escrito, quiero decirte "Te quiero, Padrino".

miércoles, 19 de febrero de 2020

LA CULPA FEMENINA

Época de máscaras y antifaces, tiempo de quitarse un disfraz y ponerse el otro. Ya huele a carnaval.

Y, precisamente hace unos días, me llegó de manos de una paciente (¡gracias!) esta chirigota tan ingeniosa y tan de verdad. No te la pierdas, no tiene desperdicio


Todos, en esta sociedad, hemos tenido una educación muy basada en la culpa y, por tanto, algunas (si no muchas) personas desarrollan sentimientos de la responsabilidad y la culpa bastante intensos.

Pero en el caso de la mujer... En el caso de la mujer nos ganan por goleada.

Ya sea por motivos religiosos (Eva mordió la manzana y nos expulsó del paraíso) ya sea por motivos histórico-machistas (ellas deben ser quienes cuiden a los hijos y después de los hijos a sus padres mayores y enfermos) las mujeres llevan tiempo soportando una gran carga sobre sus hombros.

Pero no es solo eso. Todos estamos condicionados por los "debo" y los "tengo que" de la sociedad para que, cumpliendo los dictados impuestos del paradigma dominante, seamos finalmente lo que nuestra comunidad espera que seamos (aunque eso poco tenga que ver con quienes realmente somos o queremos ser). También en el caso de la mujer esta sensación de "obligación" se acentúa más, ya que siempre ha estado más vigilada y, por tanto, restringida.

Si un niño, joven o varón adulto se tira pedos, eructa o coge unos kilos de más, no pasa gran cosa. Pero la niña, chiquilla o mujer, siempre ha de ser políticamente correcta, femenina, no elevar el tono, no dar un espectáculo... Si un hombre lo da es hasta gracioso.

Este sistema de aprendizaje de hiperresponsabilidad y de atención a la evaluación externa puede dar lugar a grandes miedos (problemas de ansiedad) y a mayores culpas (depresiones) si no se cumplen los estándares impuestos.

A través del arte, la cultura, el feminismo, el cambio educacional y, al fin y al cabo, el conocimiento, la mujer, muy poquito a poco pero cada vez más, se está liberando de sus grilletes y está empezando a cambiar culpa por orgullo: el orgullo de ser una persona que, como todas, independientemente del sexo o cultura, tiene defectos, se equivoca, aprende, crece...

Y todos, hombres y mujeres, aprendemos mejor y crecemos más, sin sistema de la culpa.

Podemos sentir culpa y es bueno que la sintamos porque es muestra de que somos seres empáticos y gracias a la empatía se desarrollan actitudes altruistas, pero lo que no es bueno es cargarse de responsabilidades que nos sobrepasan y luego sentir culpa recurrente por no cumplirlas.

Libéremonos todos, y vosotras las primeras, de esa gran culpa. ¡Mea culpa!

Cuestiona todo lo que digo ya que la duda nos acerca más a la verdad.

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Y un fuerte abrazo. 

miércoles, 12 de febrero de 2020

LA GRAN MENTIRA DEL AMOR

Como cada año, por estas fechas, un personajillo con alas se dispone a sobrevolar los aires para apuntarnos con sus flechas y... Y, básicamente, jodernos la vida. ¡No se metiera las flechas por el...!

Tómalo como una broma, por favor. Enamorarse no es tan malo. De hecho, es una de las sensaciones más maravillosas que podemos llegar a sentir. Y por eso (y por muchos motivos comerciales) este viernes 14 de febrero se celebra, como cada años, el día de los enamorados.

Sin embargo, que un estado sea enormemente placentero, como lo es el estado de estar enamorado, no implica que esté exento de riesgos y peligros, sobre los que hemos de estar atentos.

Así, dependiendo de nuestro sistema de creencias (y los estilos de afrontamiento consecuentes), podemos vivir ese estado y la relación con la persona de la que se está enamorado de una manera más o menos sana.

Y, desde luego, no se vive el amor de una manera sana cuando este se idealiza hasta extremos irreales, cuando se convierte en dependencia emocional, cuando da lugar a celos u otras actitudes posesivas, o cuando el desamor (la decepción amorosa o ruptura sentimental) lleva a estados depresivos profundos y crónicos.

Eso si estas enamorado y/o en una relación. Si no, pero igualmente tus creencias sobre el amor son irracionales, puedes fácilmente llegar a devaluar tu vida, a tener una sensación irreal de soledad, y a sentirte muy muy desgraciado por no tener pareja, cuando es posible que no existan motivos mayores para ello.

Por tanto, tener una sistema de creencias con respecto al amor y a las relaciones que sea lógico y funcional (útil) es de vital importancia para no sufrir demasiado por amor y, sobre todo, disfrutarlo más que sufrirlo (un mínimo de sufrimiento, como casi todo en la vida, es inevitable).

En este sentido, existen multitud de patrañas, falacias, mitos e ideas equivocadas acerca del amor que abundan en nuestro inconsciente colectivo y nos conviene conocer muy bien y que, por ello, analizaremos y debatiremos en el taller que hago este viernes 14 de febrero en Málaga: Taller Desarmando a Cupido, eliminación de creencias tóxicas sobre el amor.

Solo como anticipo, hablaré de una de las creencias más importantes y peligrosas, quizá la base de muchas otras creencias tóxicas sobre el amor, y que es:

Solo el amor romántico es amor.

Es decir, equiparar el amor al amor romántico (el vínculo afectivo intenso que pueden sentir dos personas). Así, si aquella premisa fuera cierta, solo podrían celebrar San Valentín las parejas, y los que no tenemos parejas deberíamos sentirnos muy solicos y desdichados por ello.

La realidad es que el amor romántico no es el único tipo de amor ni, seguramente, por muy placentero que sea, el mejor tipo de amor, sino que existen muchos tipos de amor y, por ello, podemos celebrar, tanto en San Valentín como en cualquier otro momento de nuestras vidas, el precioso estado de estar enamorados:

- De la familia.

- De los amigos.

- De mi perro, de mi gato.

- De la música, del cine, del arte en todas sus expresiones.

- De la comida, mmm...

- De la naturaleza.

- De la cerveza y el vino, mmm...

- De la vida. Aunque a veces se sufra, ¡pero qué bonica es la jodía!

Y de ti. De uno mismo. Tener un fuerte y sano amor propio que es, posiblemente, uno de los amores más importantes, sino el que más.

Así que, este viernes 14 de febrero, ya tengas pareja o no la tengas, ponte guapo, ponte guapa, disponte a pasártelo bien... ¡y enamórate de ti!

Y si encima estás por Málaga y vienes a mi taller, ¡todavía mejor! :)

Cuestiona siempre todo lo que digo, que la duda nos acerca más a la verdad.

Si te gustó el post, compártelo, por favor, con mucho amor.

Y recibe este abrazo nada romántico pero ¡con todo el cariño del mundo!

miércoles, 5 de febrero de 2020

EL PENSAMIENTO NEURÓTICO

¡¡¡BU!!!

¿Te asustaste? Seguramente no. Pero imagina que llego a exclamar ese potente "¡bu!" justo al lado tuya después de haberme acercado sigilosamente a ti sin que te dieras cuenta...

El miedo es una respuesta natural ante los estímulos (como por ejemplo un "¡bu!") y, por ello, sentir niveles de estrés y ansiedad relativamente moderados a lo largo de nuestra vida, es normal.

La anormalidad, la patología, aparece cuando esos niveles nos provocan un malestar intenso y duradero, nos impide afrontar actividades que necesitamos poder hacer y provocan un deterioro significativo en nuestra calidad de vida.

Sentir ansiedad ante un examen es normal. Si esa ansiedad me invade la mayor parte de los días previos a cada examen que tengo que hacer y no me permite concentrarme e incluso acaba provocando que no me presente a la prueba... hay un problema.

Pues, el problema, hoy, con la ansiedad, es que nuestra respuesta de miedo se dispara no ante un "¡bu!" de fuera, es decir, frente a estresores externos que forman parte de lo cotidiano y frente a los cuales es normal sentir cierto nivel de estrés; el problema aparece cuando sentimos miedo por algo que no ha sucedido, que no ha pasado, por un estresor interno: nuestros propios pensamientos y preocupaciones.

Eso también es relativamente normal. Las personas poseemos imaginación y, por ello, la capacidad de adelantarnos a los eventos, de situarnos en el futuro. Es lo que nos permite prevenir posibles amenazas. Pero, muchas veces, las amenazas las inventamos. Y todos tenemos esa capacidad (o discapacidad) de inventarnos "grandes" problemas y "posibles" amenazas. La patología aparece cuando esa "habilidad" se convierte en una tendencia, en un hábito, en un patrón relativamente estable que me hace sentir malestar de manera duradera, intensa y limitante.

Y eso es el pensamiento neurótico: el pensamiento que tiende a generar problemas y amenazas y dotarles de un significado muy negativo y una relevancia muy importante.

Y estos son algunos consejos para cambiar este patrón de pensamiento:

- En primer lugar, no te preocupes porque te estás preocupando. Todos lo hacemos. Es una condición bastante normal del hombre y la mujer del siglo XXI. Acéptalo. Preocuparse puede ser un problema (como tantos que tenemos). Pero si te preocupas porque te preocupas, ya tienes dos problemas.

- No te "cases" con tu mente. No la endioses ni te sumerjas en ella. No todo lo que pasa por tu mente es veraz. ¿Cuántas veces has pensado en una cosa y no era así o luego no sucedía como habías imaginado? Muchos de nuestros pensamientos son solo eso, pensamientos, y no realidades ni verdades absolutas. Para no obsesionarte con lo que piensas y dejar de prestarle tanta atención, puedes restarles valor a tus pensamientos a través de su cuestionamiento ("lo que me estoy diciendo, ¿es absolutamente verdad, es útil, qué alternativas más razonables tengo?") y mediante el entrenamiento de la capacidad de observar tu mente desde fuera (meditación, mindfulness).

- Renuncia a la certidumbre, al control y a la perfección. La mayoría de los estados de ansiedad y de las patologías ansiosas suceden por el pensamiento anticipatorio, por pensar en el futuro, porque nos generamos la ilusión de que si pensamos en él y nos preocupamos, controlamos. Y no es verdad. Acepta que no saber y no tenerlo todo controlado y no ser perfecto ni que todo salga bien, forma parte de la vida y... no es tan malo. Es lo normal. Podemos fallar, fracasar y nos pueden pasar cosas malas. No todo tiene que ser bonito. Pero sí que podemos sacar bonitos y enriquecedores aprendizajes de los fracasos y adversidades de nuestra vida imperfecta.

- Por último, desarrolla tu optimismo. El pesimismo nos predispone a la derrota mientras que el pesimismo nos ayuda para el éxito. No nos garantiza el éxito o la felicidad, porque esa garantía no existe, pero nos mueve a la acción y, en acción, aumentan nuestras posibilidades de consecución de objetivos. No se trata de pensar que siempre me saldré la mía sino más bien pensar que tengo posibilidades de hacerlo y, si finalmente no lo consigo, algo aprenderé. Un mantra que uso mucho es: "Si va bien, bien, y si no, no pasa nada".

Porque, generalmente suele ser así, ningún problema es tan grave ni ninguna amenaza es tan perturbadora y, cuando sí lo son, solemos reponernos gracias a nuestra resiliencia, que es la capacidad de sobreponernos a la adversidad. Confía más en esa capacidad.

Así que, recuerda: "Hazlo. Y si te da miedo, hazlo con miedo".

Cuestiona todo lo que digo, la duda nos acerca más a la verdad.

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Y recibe ¡este abrazo!