Época de máscaras y antifaces, tiempo de quitarse un disfraz y ponerse el otro. Ya huele a carnaval.
Y, precisamente hace unos días, me llegó de manos de una paciente (¡gracias!) esta chirigota tan ingeniosa y tan de verdad. No te la pierdas, no tiene desperdicio
Todos, en esta sociedad, hemos tenido una educación muy basada en la culpa y, por tanto, algunas (si no muchas) personas desarrollan sentimientos de la responsabilidad y la culpa bastante intensos.
Pero en el caso de la mujer... En el caso de la mujer nos ganan por goleada.
Ya sea por motivos religiosos (Eva mordió la manzana y nos expulsó del paraíso) ya sea por motivos histórico-machistas (ellas deben ser quienes cuiden a los hijos y después de los hijos a sus padres mayores y enfermos) las mujeres llevan tiempo soportando una gran carga sobre sus hombros.
Pero no es solo eso. Todos estamos condicionados por los "debo" y los "tengo que" de la sociedad para que, cumpliendo los dictados impuestos del paradigma dominante, seamos finalmente lo que nuestra comunidad espera que seamos (aunque eso poco tenga que ver con quienes realmente somos o queremos ser). También en el caso de la mujer esta sensación de "obligación" se acentúa más, ya que siempre ha estado más vigilada y, por tanto, restringida.
Si un niño, joven o varón adulto se tira pedos, eructa o coge unos kilos de más, no pasa gran cosa. Pero la niña, chiquilla o mujer, siempre ha de ser políticamente correcta, femenina, no elevar el tono, no dar un espectáculo... Si un hombre lo da es hasta gracioso.
Este sistema de aprendizaje de hiperresponsabilidad y de atención a la evaluación externa puede dar lugar a grandes miedos (problemas de ansiedad) y a mayores culpas (depresiones) si no se cumplen los estándares impuestos.
A través del arte, la cultura, el feminismo, el cambio educacional y, al fin y al cabo, el conocimiento, la mujer, muy poquito a poco pero cada vez más, se está liberando de sus grilletes y está empezando a cambiar culpa por orgullo: el orgullo de ser una persona que, como todas, independientemente del sexo o cultura, tiene defectos, se equivoca, aprende, crece...
Y todos, hombres y mujeres, aprendemos mejor y crecemos más, sin sistema de la culpa.
Podemos sentir culpa y es bueno que la sintamos porque es muestra de que somos seres empáticos y gracias a la empatía se desarrollan actitudes altruistas, pero lo que no es bueno es cargarse de responsabilidades que nos sobrepasan y luego sentir culpa recurrente por no cumplirlas.
Libéremonos todos, y vosotras las primeras, de esa gran culpa. ¡Mea culpa!
Cuestiona todo lo que digo ya que la duda nos acerca más a la verdad.
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Y un fuerte abrazo.
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