miércoles, 31 de julio de 2019

PARA PERDONAR NO HAY QUE OLVIDAR

Se dice mucho eso de: "Perdono, pero no olvido".

¿Y no os pasa a vosotros también que tenéis la sensación de que quien está diciendo eso... en realidad no está perdonando?

Como si para perdonar, hubiera que olvidar. Y no creo que eso sea cierto, y si lo fuera, perdonar sería entonces bastante complicado, ya que podemos retener en nuestra memoria hechos que sucedieron hace mucho tiempo, y más si son negativos.

Pero yo no creo que para perdonar sea necesario olvidar. Para perdonar hay que entender. Para perdonar hay que empatizar.

Y es cuando nos ponemos en la piel del agresor cuando entendemos sus razones para agredirnos. Esto no significa darle la razón, esto no significa justificar.

Por ejemplo:

- Entender que el abusón que me hizo bullying era violento porque su padre lo era con él.

- Entender que mis padres me critican porque piensan que así me ayudan a ser mejor persona.

- Entender que mi ex pareja era celosa y posesiva debido a su propia inseguridad.

La mayoría de las personas que nos hacen daño, lo hacen por ignorancia, por inconsciencia o porque están sufriendo tanto por dentro que necesitan proyectar ese sufrimiento sobre los demás.

No es justo, no nos lo merecemos. Pero es precisamente cuando consigo salirme del debate interno "¿por qué a mí, qué hice yo para merecérmelo?", y consigo ver por qué lo hizo o por qué no pudo evitar hacérmelo, cuando entiendo: por sus limitaciones, por sus incapacidades, por su propio sufrimiento.

Y me alejo entonces un poco más del rencor, esa carga pesada que nada hace a quien va dirigido y mucho mal provoca a quien lo lleva a cuestas, y me acerco a la compasión. Compasión autosanadora.

Porque no lo olvidemos: el perdón no es un regalo que le hago al agresor. Es un regalo que me hago a mí mismo.

Entiendo muy bien a aquellos que no podéis perdonar, porque yo también, dependiendo del momento, la situación o la persona, tampoco he sido capaz de hacerlo. Y doy mi enhorabuena a aquellos que, hoy, sí pueden perdonar daños del pasado con los que iban cargando y de los que se han liberado. Haciendo, con ello, de su camino vital un viaje más liviano y llevadero.

Y para todos, ¡un abrazo!

miércoles, 24 de julio de 2019

LA FÓRMULA DEL DESENFADO

La psicología es la ciencia que trata de entender los procesos mentales y predecir la conducta humana.

Por ello, es evidente que no es una ciencia exacta, ya que la conducta humana tiene bastante de impredecible.

No obstante, como psicólogo, voy a jugar con las leyes de la precisión, inventándome esta fórmula matemática:

Enfado = expectativas - realidad

Aunque esta fórmula no cumple los requisitos del rigor científico y simplemente se basa en la mera observación, creo que predice bastante bien un alto rango de comportamientos humanos.

Y es que nos enfadamos, sobre todo, cuando la realidad choca con nuestras ideas previas, cuando lo que pensábamos que debía ser, no es. La diferencia entre nuestras expectativas y la realidad es lo que provoca nuestros enfados, y tomar consciencia de ello nos sirve para ver lo estúpido e inútil por tanto de muchos de nuestros enfados porque...

¡la realidad no sabe nada de nuestras expectativas!

No podemos pedirle a la realidad que se ajuste a nuestras expectativas, no podemos hacer que las cosas, sobre todo aquellas que no controlamos, sean siempre como queríamos que fueran o pensábamos que debían ser. ¡Las cosas son, y punto!

Por otro lado, los demás, aquellas personas que forman parte también de tu realidad y que tienen sus propias expectativas, no están ahí, formando parte de esa realidad, para satisfacer tus expectativas, para ser como tu crees que deberían ser, para actuar como tú te comportas. Los demás son como son y, como tú y como yo, son seres bastante imperfectos.

Sin embargo, tomar consciencia de esta "verdad matemática" no te va a liberar de tus enfados, ya que, precisamente porque somos seres bastante imperfectos, tenemos derecho a enfadarnos. Pero, ¿por qué instalarse en el enfado, en un estado de frustración e irritabilidad constantes? Esto sucede cuando continuamente nos aferramos a nuestras expectativas, cuando como niños caprichosos nos empeñamos en que la realidad sea como queremos y pensamos que ha de ser.

Por tanto:

La negación nos sumerge en el enfado.
Y la aceptación nos saca de él.

Cuando aceptamos que, como decimos por Andalucía, lo que e, e, esa aceptación supone una palanca de cambio, de nuestro cambio, porque nuestra atención, energía e interés dejan de estar puestos en lo que quería que fuese y no puede ser...

... y se centran en las alternativas: lo que puedo hacer.

Desenfado = realidad + alternativas

Qué bonito me ha salido este post, para lo mal que siempre se me han dado los números. :) ¡Un abrazo!


miércoles, 17 de julio de 2019

YO NO QUIERO FOLLARTE

El lenguaje, el sistema de signos que usamos para comunicarnos, influye de manera determinante en cómo pensamos y, por ende, en cómo nos relacionamos con nuestro entorno, con los demás.

Y una de las áreas de interrelación en las que el lenguaje tiene un papel muy importante, es el de las relaciones sexuales.

Así, como psicólogo, me llama la atención, por sus implicaciones psicológicas y las consecuencias derivadas, la expresión "follarte", "echarte un polvo", "cogerte" o similares de otros países de habla hispana.

"Quiero follarte", "voy a follarte", "fóllame", "me la follé"...

Como si yo, cuando follo, te follara a ti; como si tú, cuando follas, fueras follada por mí.

El uso de estas expresiones, tan comunes y aceptadas, implica posesión. Pone al hombre (o en las relaciones homosexuales, a quien ejerce un papel más activo) en una posición dominante, y a la mujer le da un rol pasivo.

Pero eso no es lo peor de todo...

Si tú, como mujer, vas a ser follada por mí, será porque me das permiso para que te folle, y para ganarme tal licencia, no bastará con que te atraiga, me desees o quieras compartir tu vida conmigo, no... Como soy candidato a tan preciado trofeo, tendré que "currármelo" para poder conseguir el mismo (que feo me parece por cierto asociar la palabra "trabajar" al amor), deberé, según el caso, incluso convertirme en una especie de caballero andante capaz de escalar hasta el cielo para bajarte la luna si hace falta. Si tú me vas a dar algo a mí, yo en contrasprestación deberé darte algo a ti.

Pero eso no es lo peor de todo...

Porque algunos "caballeros andantes", después de haberse esforzado tanto por conseguir tu "flor", por alcanzar tu "virtud", se creerán con derecho no sólo a poseer la "flor", sino todo el jardín que la contiene, y por tanto se verán a sí mismos como héroes merecedores de tu sexo y de adueñarse de tu vida, de tu alma, de tu libertad... Pues quizá piensen que cuando les das, te das, te entregas, y ya te tienen, y que te tienen con derecho a tenerte para siempre.

Yo no quiero tenerte. No quiero que me des, no quiero que me regales nada, no quiero quedar en deuda contigo y tener que darte en contraprestación, no quiero hacer méritos para poseerte como bien, ni durante el acto sexual ni en ningún otro acto. Yo no quiero follarte.

Yo quiero que follemos, joder.

No voy a hacerte nada a ti ni quiero tu permiso para que pueda hacértelo algún día. Quiero que hagamos algo juntos, los dos, de mutuo acuerdo, porque simplemente nos gustamos, nos deseamos y ambos queremos hacerlo. Quiero que construyamos. Quiero que nos amemos.

Si yo te gusto a ti y tú me gustas a mí, no me pidas requisitos estúpidos porque si no lo haces serás una tonta que me estás regalando mucho por nada, no, FOLLEMOS. Los dos, cuando y donde ambos estemos de acuerdo, pero follemos. No calcules, no hagas cuentas, simplemente siéntelo, déjate sentirlo y expresa ese sentimiento.

Si una mujer, o la parte menos activa de la relación sexual, folla contigo, no te ha dado nada, no te ha entregado ningún derecho, no obtienes ningún permiso para decidir sobre su vida. No es tuya, porque no has poseído, sólo has hecho algo con ella y ella decidirá libremente si quiere seguir haciendo cosas contigo o no.

El sexo no es algo que tú me das y yo consigo. El sexo es algo que pasa... entre personas que quieren que pase. 

El amor no va de tener. El amor va de darse, de entregarse, pero sin poseer y sin abandonarse.

Y quizá eliminar una simple expresión no vaya a cambiar la manera en la que nos relacionamos sexualmente, ni vaya a transformar el mundo, ni a darle todo el amor que necesita... que necesitamos.

Pero a veces un cambio empieza cuando usamos por primera vez, las palabras adecuadas.

Un abrazo. 

jueves, 11 de julio de 2019

PEDIR, DECIR QUE NO, ACEPTAR LOS "NOES"

Somos animales sociales.


Nos gusta relacionarnos, compartir nuestra vida con los demás, formar parte de un grupo, sentir que estamos conectados.

Sin embargo, esas relaciones, cuando no se llevan de manera sana, pueden significar el origen de conflictos y por tanto de malestar psicoemocional.

Por ello, trabajar la comunicación, la resolución de problemas, la empatía, la asertividad... En definitiva, las Habilidades Sociales, nos ayuda a mejorar en nuestra relación con nosotros mismos y, por ende, en nuestra relación con los otros.

Como psicólogo llevo años entrenando las Habilidades Sociales, en mí mismo (¡y lo que me queda por aprender!) y en los demás, ya sea de manera individual en psicoterapia o en grupo a través de mis talleres. Y me he dado cuenta de que hay tres actividades que son básicas y altamente funcionales en el contexto de las relaciones interpersonales, y que sin embargo no solemos usar demasiado.

En definitiva, hay tres cosas que, considero, son muy importantes que sepamos hacer y hagamos más a menudo, y son las siguientes:

- Pedir. Basta ya, por favor, de pensar que la otra persona (ya sea pareja, familiar, amigo, compañero de trabajo o un completo desconocido) ha de saber cómo me siento y qué espero yo que haga al respecto. El vecino no tiene por qué saber que te está molestando con su música, tu pareja no tiene por qué adivinar qué te apetece, tu compañero de trabajo no tiene por qué darse cuenta de que te está saturando. Pide, atrévete a pedir, atrévete a decir "quiero", "me gustaría", "¿puedes... por favor?" No es arrastrarse, no es ser egoísta. Cuando pedimos estamos defendiendo nuestros intereses, y pocos gestos mayores de autoestima existen que defender lo que quiero. Quizá sólo lo supere el siguiente.

- Decir que no. Si tienes derecho a pedir, también el otro lo tiene, pero igualmente tienes (tenéis) derecho a decir que no. Decir que no es defender tu interés, es decirte que sí a ti mismo. No siempre tienes que decir que no, pero desde luego, no estás obligado a decir que sí ni a satisfacer continuamente las demandas y expectativas de los demás. El equilibrio posiblemente se encuentre en ser inteligentemente egoísta, que significa pensar en mí, no siempre y única y exclusivamente en mí, pero sí siempre tenerme en cuenta: "¿puedo hacerlo, QUIERO hacerlo?" Habrá veces que sí, habrá veces que no, y todo tu derecho a expresar tu negativa.

- Aceptar los "noes". Por tanto, si tienes derecho a pedir y a decir que no, y el otro igual, tienes el deber de aceptar los "noes". Y no montar un drama cuando la otra persona no quiere quedar contigo, y no tomarte una negativa como algo personal. Entiendo que muchos "noes" consecutivos, pueden decepcionar, frustrar, cansar... Pero piensa en qué te está molestando verdaderamente de esa persona, ¿sus "noes" o tu incapacidad para aceptarlos? La aceptación dirige nuestra atención y conducta hacia lo que yo puedo hacer, no hacia lo que me gustaría que hiciera el otro y que no hace. Si tengo un amigo que repetidamente se niega a participar en los planes que yo le propongo, puedo aceptarlo y no hacer nada porque en definitiva me encanta mi amigo y sus planes tampoco están nada mal y los míos puedo hacerlos solo o con otras personas... o puedo cambiar de amigo. Pero no aceptar el "no" del otro significa pretender despojarle de un derecho que, al igual que tú, tiene.

Así que, ya sabéis, a ponerlo todos más en práctica: atrevernos a pedir y decir que no, y a tener la suficiente humildad como para aceptar los "noes". Este sábado 13 de Julio por la mañana hago en Málaga el Taller de Habilidades Sociales, donde abordaremos estos aspectos de las relaciones interpersonales y muchos más. Trabajarse a uno mismo por dentro, para mejorar nuestra forma de interactuar con nuestro entorno.

Si estás en Málaga y te apetece, ¡te espero! Si no, como siempre, ¡recibe este fuerte abrazo! 

jueves, 4 de julio de 2019

¿QUIÉN ES Y QUIÉN NO ES UN PSICÓLOGO?


Empezaré siendo sincero: la verdad es que no sé si estoy escribiendo este post para ti... o para mí. O quizá para el gremio. Lo que sí espero es que acabe siendo útil para todos.

Y es que, como psicólogo, una de las herramientas terapéuticas más poderosas para el cambio y que suelo usar con mis pacientes, es la del "permítete". Permítete estar mal, permítete errar, permítete fracasar, permítete que te rechacen... Y sin embargo, es como si a nosotros, precisamente por ser psicólogos, no se nos permitiera (o no nos permitiéramos nosotros mismos) todo ese tipo de eventos que, aunque duros y dolorosos, son completamente normales.

Por ello, creía (y sentía) más que necesario escribir este

QUIÉN ES Y QUIÉN NO ES UN PSICÓLOGO

Quién no es:

- Un psicólogo no es alguien capaz de leerte la mente. Eso para empezar. Por si todavía había dudas. Vale.

- Un psicólogo no es alguien que no se deprime nunca ni tiene crisis de ansiedad ni estados de mal humor. No es alguien permanentemente en paz y contento.

- Un psicólogo no lo sabe todo sobre psicología.

- Un psicólogo no es siempre correcto en el trato hacia los demás y puede tener problemas interpersonales. No es alguien que no se enfada nunca y que siempre es capaz de ser asertivo.

- Un psicólogo no es alguien a quien no le afecta las cosas que le pasan.

- Un psicólogo no es un gurú que tiene o puede encontrar las claves para resolver todos los problemas de tu vida.

- Un psicólogo no es alguien que te va a hacer feliz.

- Un psicólogo no es una persona carente de vicios, defectos, limitaciones, carencias y malos hábitos.

- Un psicólogo no es alguien sin miedos.

- En definitiva, un psicólogo no es un Dios.

Qué sí es:

- Una persona normal. Con todas las rarezas que pueda llegar a tener una persona normal, por supuesto.

- Una persona que se ha formado en psicología, que es la ciencia que se ocupa del estudio de la conducta y los procesos mentales.

- Si hace terapia psicológica, es un profesional que se encarga de evaluar, diagnosticar y tratar problemas relacionados con la salud psicoemocional.

- Es alguien que te ayuda a detectar patrones de pensamiento y conducta que son tóxicos y a encontrar alternativas más saludables y funcionales.

- No es un amigo pero se puede convertir en un persona con la que tengas una relación muy amistosa, igual que eso puede pasar también con tu jefe o tu profesor de piano.

- No te hace feliz porque sólo tú te puedes hacer feliz. El psicólogo te echa una mano.

- Es una persona que, al igual que tú, tiene su propia mochila vital, cargada de, además de cosas buenas, condicionamientos,  traumas, complejos y malos aprendizajes. Todas esas piedras pueden hacerle la vida más complicada en determinados aspectos, como te puede pasar a ti también, pero no tienen por qué ser determinantes en la calidad de su trabajo, donde seguramente pueda ser más racional, objetivo y útil que consigo mismo.

- Es alguien que tiene que aprender mucho, mucho de la vida y de los demás, y cuyos pacientes le suelen enseñar a ser mejor persona. Y que, por qué no, puede necesitar en algún momento (o en varios) de la ayuda de otro psicólogo.

- Es alguien que puede tener otras muchas facetas además de la de psicólogo: padre, madre, pareja, amante, amigo, hijo, hija, escritor, poeta, artista, profesor, capullo, torpe, vago, noble, generoso... SER HUMANO.

- Y es una persona que, como todos, no es 100% bueno ni 100% malo, sino potencialmente capaz de lo mejor y de lo peor, pero que, si es un buen psicólogo, tratará de sacar su mejor versión en terapia para ayudarte.

Termino este post y ahora sé para quién lo estaba escribiendo. Para mí, para ti, para los psicólogos, para los pacientes. ¡Va por vosotros compañeros! ¡Un abrazo!