El lenguaje, el sistema de signos que usamos para comunicarnos, influye de manera determinante en cómo pensamos y, por ende, en cómo nos relacionamos con nuestro entorno, con los demás.
Y una de las áreas de interrelación en las que el lenguaje tiene un papel muy importante, es el de las relaciones sexuales.
Así, como psicólogo, me llama la atención, por sus implicaciones psicológicas y las consecuencias derivadas, la expresión "follarte", "echarte un polvo", "cogerte" o similares de otros países de habla hispana.
"Quiero follarte", "voy a follarte", "fóllame", "me la follé"...
Como si yo, cuando follo, te follara a ti; como si tú, cuando follas, fueras follada por mí.
El uso de estas expresiones, tan comunes y aceptadas, implica posesión. Pone al hombre (o en las relaciones homosexuales, a quien ejerce un papel más activo) en una posición dominante, y a la mujer le da un rol pasivo.
Pero eso no es lo peor de todo...
Si tú, como mujer, vas a ser follada por mí, será porque me das permiso para que te folle, y para ganarme tal licencia, no bastará con que te atraiga, me desees o quieras compartir tu vida conmigo, no... Como soy candidato a tan preciado trofeo, tendré que "currármelo" para poder conseguir el mismo (que feo me parece por cierto asociar la palabra "trabajar" al amor), deberé, según el caso, incluso convertirme en una especie de caballero andante capaz de escalar hasta el cielo para bajarte la luna si hace falta. Si tú me vas a dar algo a mí, yo en contrasprestación deberé darte algo a ti.
Pero eso no es lo peor de todo...
Porque algunos "caballeros andantes", después de haberse esforzado tanto por conseguir tu "flor", por alcanzar tu "virtud", se creerán con derecho no sólo a poseer la "flor", sino todo el jardín que la contiene, y por tanto se verán a sí mismos como héroes merecedores de tu sexo y de adueñarse de tu vida, de tu alma, de tu libertad... Pues quizá piensen que cuando les das, te das, te entregas, y ya te tienen, y que te tienen con derecho a tenerte para siempre.
Yo no quiero tenerte. No quiero que me des, no quiero que me regales nada, no quiero quedar en deuda contigo y tener que darte en contraprestación, no quiero hacer méritos para poseerte como bien, ni durante el acto sexual ni en ningún otro acto. Yo no quiero follarte.
Yo quiero que follemos, joder.
No voy a hacerte nada a ti ni quiero tu permiso para que pueda hacértelo algún día. Quiero que hagamos algo juntos, los dos, de mutuo acuerdo, porque simplemente nos gustamos, nos deseamos y ambos queremos hacerlo. Quiero que construyamos. Quiero que nos amemos.
Si yo te gusto a ti y tú me gustas a mí, no me pidas requisitos estúpidos porque si no lo haces serás una tonta que me estás regalando mucho por nada, no, FOLLEMOS. Los dos, cuando y donde ambos estemos de acuerdo, pero follemos. No calcules, no hagas cuentas, simplemente siéntelo, déjate sentirlo y expresa ese sentimiento.
Si una mujer, o la parte menos activa de la relación sexual, folla contigo, no te ha dado nada, no te ha entregado ningún derecho, no obtienes ningún permiso para decidir sobre su vida. No es tuya, porque no has poseído, sólo has hecho algo con ella y ella decidirá libremente si quiere seguir haciendo cosas contigo o no.
El sexo no es algo que tú me das y yo consigo. El sexo es algo que pasa... entre personas que quieren que pase.
El amor no va de tener. El amor va de darse, de entregarse, pero sin poseer y sin abandonarse.
Y quizá eliminar una simple expresión no vaya a cambiar la manera en la que nos relacionamos sexualmente, ni vaya a transformar el mundo, ni a darle todo el amor que necesita... que necesitamos.
Pero a veces un cambio empieza cuando usamos por primera vez, las palabras adecuadas.
Un abrazo.
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