lunes, 26 de septiembre de 2016

LA PÉRDIDA DE INTERÉS POR TODO

Desde 2015 tengo el orgullo de formar parte del APOL: el servicio de Apoyo Psicológico On Line de la Fundación Punset. Una selección de psicólogos de toda España que contestamos consultas en torno a problemas de depresión, ansiedad, estrés, pareja, desamor, y muchos otros.

Desde entonces, mucho trabajo, más de 120 consultas publicadas, y una enorme experiencia de aprendizaje que me llevo y que quiero compartir contigo, publicando en mi blog algunas de las consultas más destacadas que he tenido la oportunidad de contestar.

Esta semana: LA PÉRDIDA DE INTERÉS POR TODO, un caso que nos ayuda a entender qué es y cómo combatir la anhedonia, uno de los síntomas más comunes en los cuadros depresivos.

CONSULTA

Siempre he sido extrovertida, incluso líder. Pero no sé qué me pasó. Hace 2 años tuve una depresión en la que me intenté suicidar, pero fuí al psiquiatra y me recuperé física y mentalmente. Me diagnosticaron trastorno bipolar. Y ahora dos años después siento que no me interesan las personas, los lugares, nada. Cuando salgo me cuesta mucho trabajo iniciar o mantener conversaciones, no me interesa lo que me digan, me aburro, cuando voy a lugares hermosos o en los que debería sentir emoción por el peligro, no siento nada y en ocasiones hasta me da sueño. Tampoco me dan ganas de salir ni de hacer nada y también me he vuelto muy voluble. Ya no quiero seguir así porque he perdido amigos y estoy teniendo problemas con mi pareja.

RESPUESTA

El trastorno bipolar es un trastorno del estado del ánimo que se caracteriza por cambios extremos en el estado anímico, definidos estos cambios por alegría y tristeza intensas. Su abordaje ha sido clásicamente farmacológico (litio), aunque en los últimos años se ha demostrado que su combinación con distintos tratamientos psicológicos permite una mayor mejoría.

Uno de los síntomas habituales en los episodios depresivos del trastorno bipolar es la anhedonia: disminución de la capacidad para disfrutar o mostrar interés y/o placer en las actividades habituales. Podemos convertir el hecho de combatir la anhedonia en una oportunidad para conocerte mejor a ti misma: pregúntate qué es lo que más te gusta, lo que más te motiva, aquello que al practicarlo hace que alcances el flujo, ese estado por el cual pierdes conciencia de ti misma y las horas se pasan volando; explora, experimenta, practica... Añade aquéllo que hayas descubierto como placentero o gratificante a tu rutina de vida.

El tratamiento farmacológico puede estar influyendo sobre tu capacidad de interés y disfrute. Coméntaselo a tu psiquiatra para ver si es posible una reducción de la dosis o modificación del tratamiento. Por otra parte, no olvides  que puedes complementar ese tratamiento con la terapia psicológica. Ésta te ayudará a que aprendas a manejar los síntomas maniáticos y depresivos de la enfermedad, e interfieran así en la menor medida posible sobre tu bienestar y salud. Ánimo, un abrazo.

miércoles, 21 de septiembre de 2016

¿POR QUÉ ELIJO SIEMPRE MAL EN EL AMOR?

¿Vas de relación en relación de una manera involuntaria? ¿Siempre te queda la sensación de que te fijas en las personas inadecuadas? ¿Ya no sabes si el problema es tuyo, o de los demás que se han vuelto todos locos? ¿Es la solución meterse a un monasterio o convento?

Quizá no haya que ser tan radical y sólo la lectura de este post te ayude a entender un poco mejor lo que te pasa. Aunque si sientes la llamada de Dios, quién soy yo para distraerte...

Si no es así (que sinceramente, espero que no), lee con atención:

En primer lugar, lo que te pasa no es tan anormal. ¿Sabía por ejemplo que en España actualmente el 61% de los matrimonios termina en separación o divorcio (¡más de la mitad!), y en algunos países como Bélgica superan el 70% (¿tendrán la culpa los gofres?... con eso de que el chocolate es el sustitutivo del sexo). Es un dato que pone de manifiesto que hoy en día el "fueron felices para siempre"... ¡más que nunca es un cuento de hadas! Así que fuera culpas, fuera victimizaciones, y fuera estigmatizaciones. Sentirte especialmente rara o poco desenvuelta en el amor, no te va ayudar en nada.

En segundo lugar, como psicólogo, cuando trabajo el duelo romántico, me encuentro casi con una frecuencia del 100%, una sensación de fracaso en la persona que viene a verme. Y es algo que me deja desconcertado. ¿Realmente, cuando empiezas una relación, haya matrimonio de por medio o no lo haya, tu objetivo se centra en llegar a la tumba casado con esa persona, y si no lo consigues es un fracaso? Olvídate de eso, relájate, y disfruta dure lo que dure. Nuestro objetivo en la vida no creo que debiera ser lograr objetivos y mantenerlos, sino ser felices, en la medida de lo posible. Nos encontramos, estamos, y un día nos separamos y dejamos de estar. Puede ser doloroso, pero no crea que haya ningún fracaso ahí, sin embargo, la sensación de fracaso, multiplica el dolor.

En tercer lugar: sí es verdad que hoy aguantamos menos. Hace tan sólo unas décadas, las separaciones estaban muy mal vistas por el entorno familiar y social, así que nuestros abuelos o incluso padres aguantaban más. Hoy nos hemos liberado de esa presión social, y eso es bueno. Pero, vivimos en una sociedad hedonista, y eso no es bueno. Recuerdo: hedonismo = búsqueda constante del placer y huida permante del dolor = ¡eso es imposible! No se puede estar bien siempre, y cuando lo pretendemos y estamos inmersos en una relación de pareja, a la mínima que nos encontremos mal, vamos a cortar la relación. Ni tanto ni tan calvo. Ni aguantarlo todo, ni huir a las primeras de cambio. Comunicación, empatía, asertividad, resolución de conflictos, terapia de pareja (que también hago, por cierto), CAMBIOS... ¿Has probado algo de eso antes de terminar una relación?

Sin embargo, una vez visto esto tres puntos esenciales, vamos a detenernos en el tema principal de este post, y que considero una de las causas fundamentales de las separaciones de pareja: la mala elección. Si, desde el principio, elijo mal a mi compañero o compañera de viaje, resultará entonces mucho más fácil que no terminemos el viaje juntos.

Y hoy día elegimos mal, rematadamente mal. Alguno de los motivos que expongo a continuación explican el por qué de esa mala elección y, por tanto, qué podemos hacer diferente, para solucionarlo. Éstos son:
  • El Efecto Halo. Muchos ya habréis oído hablar de él. Consiste en una generalización errónea a partir de una sola cualidad de un objeto o persona. En el tema que nos atañe: conozco a una persona con un físico imponente, y a partir de ahí pienso que también es inteligente, amable, cariñosa, con buen fondo, etc. A partir de una característica positiva deduzco otras muchas más, que pueden darse en la persona, o no... Algunas veces para cuando me doy cuenta de que esas otras cualidades positivas nunca existieron, ya es demasiado tarde. Por tanto: a todos nos entra una persona por la vista, eso es innegable, pero el físico es sólo lo principial, no lo principal, no te quedes ahí. Primero conócete bien a ti, qué te gusta, qué es lo que quieres de una persona. Estamos de acuerdo en que no existe la media naranja y no hay nadie que haya venido a este mundo a cumplir todas tus expectativas, ¿pero no será importante que la persona con la que compartas cama y fluidos, también tenga en común contigo intereses, ideales, metas...? Una relación no puede basarse única y exclusivamente en la atracción, porque el intensísimo deseo inicial acaba tranformándose en una fuerza mucho más poderosa: en AMOR. Y si no hay amor, muere el deseo, y no queda nada.
  • Un mal procesamiento del duelo. Tras una ruptura sentimental las personas pasan por emociones dolorosas, que no nos gustan, que cuestan asumir... Sin embargo, como ya he explicado en otro post, es necesario pasar por esas emociones para curar las heridas del duelo, y para pasar por esas emociones, requieres de tiempo. Muchas personas no obstante muestran una intolerancia bastante grave a sus propias emociones dolorosas, y no las soportan, así que recurren a vías de escape para no pasar por ellas: juergas desenfranadas, adicciones... otro "amor". Y cuando el inicio de tu actual relación de pareja se basa en la huida, en lugar de en la búsqueda, en el miedo en vez de en la motivación, entonces, es muy sencillo que nada bueno salga de ahí.
  • No soportar la soledad. Esta causa de mal elección es muy parecida a la anterior, sólo que no tiene por qué haber ruptura previa. Hay personas que en algún momento de sus vidas se sienten especialmente solas y, como pasaba con el duelo, no soportan esa emoción y acaban eligiendo por una necesidad de salir de ella. No soportar la soledad es en realidad no soportarse a uno mismo y, para elegir una pareja que te quiera y que te trate bien, es imprescindible que antes seas tú quien se quiera y se trate bien a sí mismo. Si te sientes bien contigo mismo y aprovechas la soledad para disfrutarte, tu elección de pareja ya no estará influenciada por la presión de la necesidad o el agobio de la ansiedad. Querrás a alguien que mejore lo que tengas. Tus criterios de elección serán más firmes.
Y básicamente, por eso elegimos mal en el amor. Así que nada de decir: "es que el mercado está muy mal". Conócete, quiérete, valórate, busca a personas que además de atraerte tengan cosas en común contigo, y si acabas de terminar una relación de pareja, date tiempo. Si sigues estas sencillas reglas, mejorarás tu capacidad de elección, aunque ninguna de ellas te garantiza que acabes conociendo al hombre o mujer de tu vida... ¡porque eso no existe! Como dice un dicho popular:



Así que coge tu vida, 
ve al "mercado", 
y abre bien los ojos, 
con estas nuevas lentes que te he dado. 

Suerte la próxima vez, un abrazo.

miércoles, 14 de septiembre de 2016

SOLTAR (QUE NO TIRAR) LAS RIENDAS

Habla Rafael Santandreu en su libro El arte de no amargarse la vida, que las personas sólo tenemos 3 necesidades para poder vivir felices: agua, comida, y techo (para refugiarnos de las condiciones meteorológicas). Por supuesto, no solemos conformarnos con esto, queremos más. Deseamos más. El problema es que cuando confundimos deseos con necesidades, añadimos presión, frustración a nuestras vidas y, por tanto, ansiedad y depresión, y por tanto, infelicidad. Nos amargamos, innecesariamente la vida.

Pues, hablando de necesidades inventadas:

LA NECESIDAD DE CONTROL

En un mundo en el que puedes hablar con alguien cara a cara aunque viva a miles de kilómetros de distancia, en el que puedes comprar cualquier cosa sin moverte de casa o en el que puedes encontrar al hombre o mujer de tu vida sin salir de tu habitación, hemos aprendido (malaprendido) que lo controlamos todo.

En un mundo en el que por medio de una diminuta pastilla puedo dejar de sentir miedo o tristeza, hemos malaprendido que controlamos todo nuestro mundo interior.

En un mundo en el que a un niño le basta un simple berrinche para conseguir que sus padres le den todo lo que desea, hemos aprendido que controlamos a los demás y que si no conseguimos lo que esperamos de ellos, deberé sentirme muy mal conmigo mismo.

No es verdad. No lo controlas todo. Y como dije al principio, esa necesidad autoimpuesta nos puede provocar un elevado nivel de malestar.

Hay situaciones, momentos y personas con los que hemos de adquirir un Modo Activo ante la vida. Tomar las riendas. Afrontar. Actuar.

Pero hay otras situaciones, momentos y personas con los que es mejor adoptar un Modo Pasivo o Contemplativo. Simplemente observar, y dejar que pase. Soltar esas riendas, porque con ellas lo único que conseguimos es atar una situación, momento o persona que el tiempo se encargará de mover hacia su sitio.

Sé que esto es muy difícil para algunos (y me incluyo). Después de todo, a mi consulta vienen muchas personas con esta necesidad de control, a las que les cuesta mucho soltar esas riendas. Y les cuesta porque resulta que, algún día las soltaron, y no las volvieron a coger en mucho, mucho tiempo. Se metieron en su cuarto, en su cama, se aislaron del mundo... Y temen que les vuelva a pasar.

Lo que pasa es que estas personas confunden el soltar las riendas con el abandonarse a sí mismas. Cuando te propongo que sueltes las riendas, no te digo que tires las riendas, te digo que dejes de atarte a una situación, momento o persona determinadas.

Has de distinguir por tanto, aquellas situaciones, momentos y personas de tu vida que sí controlas, y las que no. Porque tu energía es limitada, y es importante que aprendas a invertirla sobre aquellos que controlas y a no desperdiciarla en lo que no controlas.

Por si te lo estabas preguntando: sí, la única persona a la que controlas en tu vida, es a ti misma. Pero ni siquiera tienes un grado de control absoluto sobre ti. Por mucho que hayas investigado y estudiado sobre Psicología, por mucho que hayas practicado la meditación y el diálogo interno, muchas veces tus emociones y pensamientos se manifiestan sin que tú puedas hacer nada por evitarlo. Nada, excepto observar, sin identificarte, sin reaccionar, sin juzgarte ni culparte por ello,y dejar que pase.

Te da miedo lo que te digo. Lo sé. Tienes miedo a perder el control. Pero cuando sientas ese miedo, piensa en esto que te digo:

Se da la paradoja de que, 
cuando soltamos las riendas
sobre algunas cosas de nuestra vida,
incluído nuestro propio mundo interior,
recuperamos el control, sobre nosotros mismos.

Un abrazo.

lunes, 5 de septiembre de 2016

SALVAR LOS OBSTÁCULOS DEL DUELO ROMÁNTICO

A más de uno nos ha pasado más de una vez.

Se termina una relación de manera dolorosa, o nos llevamos un desengaño amoroso, y entonces, de repente, se produce el hechizo: vemos a la otra persona hasta en la sopa.

Alguien que tiene su mismo peinado, se vuelve, y ¡ah!, no, no era ella. Un objeto que nos recuerda, una música que nos evoca su presencia (o su ausencia), ver solos la serie que antes veíamos juntos...

Parece que el destino está empeñado en que nos acordemos de esa persona justo cuando deseamos todo lo contrario: ¡olvidarnos para siempre de ella! Agh, maldito destino. ¿O somos nosotros, los que nos empeñamos?

Ya he hablado en otro post sobre el duelo romántico y sus etapas, las cuales hemos de atravesar para superar este duelo, y también aquí sobre qué tipo de actitudes y hábitos nos facilitan pasar por el mismo. Hoy me detengo en las dificultades.

Dificultades que por supuesto, nos solemos generar nosotros mismos. Pero ésa es la buena noticia, porque implica también que está sólo en nuestra mano, superarlas.

Éstos son los obstáculos más comunes a la hora de transitar por el proceso del duelo romántico:
  • La atracción por la frustración. Este fenómeno se refiera a que cuando termina una relación podemos volver a enamorarnos. Imaginad: al principio nos enamoramos de alguien, le deseamos, se produce una fase de cortejo y si la cosa funciona, se inicia una relación... Pasa el tiempo, los ánimos se enfrían, ya no hay pasión, no es como era antes... Deja de funcionar y: ruptura. Hasta aquí todo lógico. Pero entonces, ¿¿¿por qué no dejo ahora de desear de nuevo a esa persona??? Fácil: nos atrae lo que no tenemos. Debido a esto, solemos pensar equivocadamente que todo era bonito, que esa persona es perfecta, que es mi media naranja, y que por tanto me equivoqué al cortar o que debería haberme esforzado más en la relación. Por tanto, nos ayudará a salvar este obstáculo: darnos cuenta de que nos estamos dejando llevar por pensamientos sesgados y, a partir de eso, pensar con más racionalidad.
  • El efecto de la mariposa en llamas. Este fenómeno puede darse como consecuencia del anterior. La metáfora de la mariposa en llamas hace alusión a la mariposa que se quema al acercarse a la luz... y aún así no puede evitar acercarse a ella atraída por su resplandor. Yo sé que cuando termina una relación hay que darse tiempo y cortar la comunicación con la otra persona. Y tú también lo sabes. Así que: deshazte de todo vínculo de comunicación que tengas con la otra persona. Móvil, RRSS, lugares comunes... Deja que el tiempo haga su labor y, una vez superado tu duelo, quién sabe, a lo mejor podéis tener una relación cordial e incluso estrecha. Pero ahora: TÚ.
  • Los reiterados acercamientos de la otra persona. Si bien este obstáculo no nace en nosotros, si no de la otra persona, que está pasando por su particular proceso de mariposa en llamas, sí que está en ti el superarlo. Sé tajante con la otra persona, sin ambigüedades, no caigas en las trampas que intenta tenderte. Te dirá que te echa de menos, que está sufriendo,  te recordará lo bien que lo pasabais, te hará propuestas sexuales... Si tienes claro que se terminó, se termino, y no tienes ni siquiera por qué darle la oportunidad a que se exprese, porque seguramente cuando lo haga, intentará manipularte. ¿Se puede ser amable y a la vez tan contundente? Sí, sin ninguna duda. Otra cosa es que la otra persona lo entienda, pero ése ya es su problema.
  • Tu reacción a tu propio mundo interior. Éste es sin lugar a dudas el obstáculo más difícil de salvar. A ver, que os quede claro: durante un proceso de duelo se llora. Se llora mucho. Y se siente rabia, y soledad, y vacío, se echa de menos, y los recuerdos aparecen constantemente. Bien, esto es lo que hay, y una vez que lo sabes, ¿por qué desesperarte o sentirte culpable por esta pasando por eso? Dijo Buda que el dolor es inevitable, pero el sufrimiento opcional. El sufrimiento nace cuando no aceptamos nuestro propio dolor. Estás mal, pasará, te sentirás mejor. La desesperanza y la culpa no harán más que añadir más dolor y prolongarlo.
  • El sentimiento de culpa. No hablo ahora de la culpa que podemos sentir al darnos cuenta de que nos sentimos mal o de que nos acordamos de la otra persona, sino de la culpa que se siente al pensar que la relación se terminó por mí, bien porque no hice todo lo que debía hacer, o porque fui yo quien decidió cortar y ahora me arrepiento. También se suele sentir mucha culpa cuando somos nosotros quien terminamos y pensamos en el mal que le hemos podido causar a la otra persona. La culpa es la emoción más paralizante de todas, nos impide avanzar. En una relación no hay culpa exclusiva de una persona, hay responsabilidades, porque el buen funcionamiento de la relación es cosa de ambos; si rompiste y ahora piensas que hiciste mal seguramente es el dolor mal asimilado de tu duelo lo que te lleva a tal conclusión; y claro que hacemos daño a la otra persona cuando terminamos una relación, pero, ¿cuál era la alternativa, seguir con ella aun a nuestro pesar? 


La culpa, los acercamientos frustrados, la idealización... Son actitudes que nos encadenan a un pasado que queremos dejar atrás. La llave para la liberación de esas cadenas, está en tu mente. 

Aprovecho para daros la noticia de que este viernes 9 de Septiembre daré un Taller para Superar el Desamor, de 19:00 a 21:00, con el objetivo de comprender mejor el proceso de duelo tras una ruptura sentimental, y facilitar las claves para superarlo. Si estás en Málaga para la fecha, sería un placer contar con tu presencia. Un abrazo.