Se termina una relación de manera dolorosa, o nos llevamos un desengaño amoroso, y entonces, de repente, se produce el hechizo: vemos a la otra persona hasta en la sopa.
Alguien que tiene su mismo peinado, se vuelve, y ¡ah!, no, no era ella. Un objeto que nos recuerda, una música que nos evoca su presencia (o su ausencia), ver solos la serie que antes veíamos juntos...
Parece que el destino está empeñado en que nos acordemos de esa persona justo cuando deseamos todo lo contrario: ¡olvidarnos para siempre de ella! Agh, maldito destino. ¿O somos nosotros, los que nos empeñamos?
Ya he hablado en otro post sobre el duelo romántico y sus etapas, las cuales hemos de atravesar para superar este duelo, y también aquí sobre qué tipo de actitudes y hábitos nos facilitan pasar por el mismo. Hoy me detengo en las dificultades.
Dificultades que por supuesto, nos solemos generar nosotros mismos. Pero ésa es la buena noticia, porque implica también que está sólo en nuestra mano, superarlas.
Éstos son los obstáculos más comunes a la hora de transitar por el proceso del duelo romántico:
- La atracción por la frustración. Este fenómeno se refiera a que cuando termina una relación podemos volver a enamorarnos. Imaginad: al principio nos enamoramos de alguien, le deseamos, se produce una fase de cortejo y si la cosa funciona, se inicia una relación... Pasa el tiempo, los ánimos se enfrían, ya no hay pasión, no es como era antes... Deja de funcionar y: ruptura. Hasta aquí todo lógico. Pero entonces, ¿¿¿por qué no dejo ahora de desear de nuevo a esa persona??? Fácil: nos atrae lo que no tenemos. Debido a esto, solemos pensar equivocadamente que todo era bonito, que esa persona es perfecta, que es mi media naranja, y que por tanto me equivoqué al cortar o que debería haberme esforzado más en la relación. Por tanto, nos ayudará a salvar este obstáculo: darnos cuenta de que nos estamos dejando llevar por pensamientos sesgados y, a partir de eso, pensar con más racionalidad.
- El efecto de la mariposa en llamas. Este fenómeno puede darse como consecuencia del anterior. La metáfora de la mariposa en llamas hace alusión a la mariposa que se quema al acercarse a la luz... y aún así no puede evitar acercarse a ella atraída por su resplandor. Yo sé que cuando termina una relación hay que darse tiempo y cortar la comunicación con la otra persona. Y tú también lo sabes. Así que: deshazte de todo vínculo de comunicación que tengas con la otra persona. Móvil, RRSS, lugares comunes... Deja que el tiempo haga su labor y, una vez superado tu duelo, quién sabe, a lo mejor podéis tener una relación cordial e incluso estrecha. Pero ahora: TÚ.
- Los reiterados acercamientos de la otra persona. Si bien este obstáculo no nace en nosotros, si no de la otra persona, que está pasando por su particular proceso de mariposa en llamas, sí que está en ti el superarlo. Sé tajante con la otra persona, sin ambigüedades, no caigas en las trampas que intenta tenderte. Te dirá que te echa de menos, que está sufriendo, te recordará lo bien que lo pasabais, te hará propuestas sexuales... Si tienes claro que se terminó, se termino, y no tienes ni siquiera por qué darle la oportunidad a que se exprese, porque seguramente cuando lo haga, intentará manipularte. ¿Se puede ser amable y a la vez tan contundente? Sí, sin ninguna duda. Otra cosa es que la otra persona lo entienda, pero ése ya es su problema.
- Tu reacción a tu propio mundo interior. Éste es sin lugar a dudas el obstáculo más difícil de salvar. A ver, que os quede claro: durante un proceso de duelo se llora. Se llora mucho. Y se siente rabia, y soledad, y vacío, se echa de menos, y los recuerdos aparecen constantemente. Bien, esto es lo que hay, y una vez que lo sabes, ¿por qué desesperarte o sentirte culpable por esta pasando por eso? Dijo Buda que el dolor es inevitable, pero el sufrimiento opcional. El sufrimiento nace cuando no aceptamos nuestro propio dolor. Estás mal, pasará, te sentirás mejor. La desesperanza y la culpa no harán más que añadir más dolor y prolongarlo.
- El sentimiento de culpa. No hablo ahora de la culpa que podemos sentir al darnos cuenta de que nos sentimos mal o de que nos acordamos de la otra persona, sino de la culpa que se siente al pensar que la relación se terminó por mí, bien porque no hice todo lo que debía hacer, o porque fui yo quien decidió cortar y ahora me arrepiento. También se suele sentir mucha culpa cuando somos nosotros quien terminamos y pensamos en el mal que le hemos podido causar a la otra persona. La culpa es la emoción más paralizante de todas, nos impide avanzar. En una relación no hay culpa exclusiva de una persona, hay responsabilidades, porque el buen funcionamiento de la relación es cosa de ambos; si rompiste y ahora piensas que hiciste mal seguramente es el dolor mal asimilado de tu duelo lo que te lleva a tal conclusión; y claro que hacemos daño a la otra persona cuando terminamos una relación, pero, ¿cuál era la alternativa, seguir con ella aun a nuestro pesar?
La culpa, los acercamientos frustrados, la idealización... Son actitudes que nos encadenan a un pasado que queremos dejar atrás. La llave para la liberación de esas cadenas, está en tu mente.
Aprovecho para daros la noticia de que este viernes 9 de Septiembre daré un Taller para Superar el Desamor, de 19:00 a 21:00, con el objetivo de comprender mejor el proceso de duelo tras una ruptura sentimental, y facilitar las claves para superarlo. Si estás en Málaga para la fecha, sería un placer contar con tu presencia. Un abrazo.
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