El pasado martes se habló en el programa Todo es verdad, de Risto Mejide, acerca de la praxis de ciertas terapias alternativas (o terapeutas) que promueven el tratamiento de las emociones para sanar enfermedades como la diabetes, el cáncer, las enfermedades coronarias u otras.
Sin querer entrar en la polémica sobre si estas terapias son recomendables o no, ya que en primer lugar no soy un experto en las mismas, en segundo lugar habrá que determinar, con claridad, qué es lo dicen o no dicen, porque quizá no dicen lo que dicen otros que dicen, y en tercer lugar, hay muchos tipos de terapias alternativas y, también, muchos tipos de terapeutas dentro de cada escuela, como para meterlas (los) a todas en el mismo saco, sí que me pareció muy interesante que se pusiera sobre la mesa el debate del impacto de las emociones sobre nuestra salud. Y de esto sí que quería hablar. Porque creo muy necesario hablar de ello.
Ya que, en el programa, había una participante, psicóloga, por cierto, que llegó a afirmar, con rotundidad, que las emociones no enferman. Y... tiene razón. Eso es verdad. Pero no es toda la verdad. Y por eso es tan importante matizar esa afirmación.
¿Qué nos enferma? ¿Qué nos produce cáncer o riesgo de padecer enfermedades del corazón? La vida. La vida nos enferma. Vivir implica morirse. Y nos morimos porque nos enfermamos. Y nos enfermamos porque vivimos. Lo que comemos, lo que bebemos, los químicos que nos metemos en el cuerpo, lo que respiramos, lo mucho o poco que tomamos el sol, lo que nos traumamos físicamente a lo largo de nuestros múltiples esfuerzos (yo ahora mismo estoy escribiendo con una pierna encima de una rodilla y eso es muy traumático para mi rodilla... voy a dejar de hacerlo, joder), todo esto influye sobre nuestra salud.
Si todo eso nos enferma, si un trauma físico (como una pierna encima de la otra) nos puede enfermar, ¿no va a hacerlo un trauma emocional? O lo que nos dicen. O lo que nos decimos a nosotros mismos. O las tareas que "tenemos que" hacer y que suponen una fuente de estrés.
¿Quiere decir esto que debemos evitar sentir emociones dolorosas o el estrés? Pues, igual que vivir enferma, y no por ello vas a dejar de vivir, ¿verdad?, la respuesta es no, no debemos evitar, a toda costa, sentir emociones difíciles o estrés. Porque es imposible, porque forman parte de la vida. Y porque, además, sentir esas emociones, haber padecido traumas emocionales, sufrir conflictos interpersonales o soportar estrés no son causa directa de enfermedades, mucho menos de enfermedades tan graves como el riesgo de infarto o el cáncer.
Así que, no, por supuesto que no es cierto (¡y qué barbaridad!) que solo haciendo una terapia que trabaja sobre las emociones, vayas a sanarte, ni de coña, de una enfermedad como aquellas u otras.
Sin embargo, se ha estudiado y confirmado que existe cierta correlación entre las personas que soportan altos niveles de estrés y el riesgo de infarto o personas con alteraciones del estado del ánimo y un sistema inmune más débil que es más vulnerable a algunas enfermedades. Pero no se da ni en todos los casos ni son estos, por supuesto, los únicos factores, sino que el peso de las factores genéticos, de la edad, y de los hábitos de vida de la persona (fumar, hacer vida sedentaria, la alimentación, etc.) influyen también muchísimo.
Por tanto, y aquí viene el matiz que hago sobre lo que se dijo en el programa de Risto, conclusión: las emociones, por sí solas, no enferman, no. De hecho, las emociones no son malas, las necesitamos (a todas, a las agradables y a las dolorosas) para vivir. Y hay que vivir. Y hay que sentir. No se trata de no sentir, sino de aprender a manejar nuestras emociones. Así que, la gestión emocional es importante, muy importante, para cuidar nuestra salud. Si queremos estar sanos, hay que ir al médico para tratar las enfermedades que se vayan generando en nuestro organismo, pero también hay que prevenir la enfermedad, y la mejor manera de hacerlo es promocionando una salud integral, que abarque las distintas dimensiones de nuestro organismo: cuerpo, cerebro, sistema nervioso, hábitos, alimentación, descanso, relaciones, autoestima, mente y emociones.
Así pues, la psicología es muy importante, la inteligencia emocional es muy importante, y el trabajo interior o crecimiento personal es muy importante. Siempre y cuando para ti sea muy importante tu salud.
Porque, ojo, y ya acabo con esto: que algo sea importante o muy importante no significa que haya que obsesionarse. De la salud, cada uno, como pueda, y en la medida que quiera, ha de ocuparse, no preocuparse. Hay que vivir. Y vivir implica sentir emociones, traumas y estrés. Y todo eso, y más que eso, implica enfermarse. Y enfermarse es morir. Pero, como decía Eduard Punset, hay vida antes de la muerte.
Así que vivamos.
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Si te gusté yo, hago terapia psicológica en consulta en Málaga y online para el resto del mundo. También he publicado un libro súper chulo (o eso me gusta creer), La Dictadura de la Felicidad.
¡Y sin miedo, y con muchas ganas de vivir y tener salud, recibe este abrazo!
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