Yo, voy a intentar, una vez más, ponértelo fácil. Y en esta ocasión no te voy a dar orientaciones, pautas, estrategias, consejos... No, te voy a dar un regalo. Uno de los regalos más importantes que se pueden dar en estos días. Una lectura:
En ese enlace puedes leer online y descargarte el primer capítulo de mi próximo libro, titulado La Dictadura de la Felicidad (a cambio, solo te pido que dejes tus comentarios en la página tras leerlo; si quieres, es totalmente voluntario). Un libro que aborda el tema de la felicidad desde una perspectiva un poco diferente a la que estamos acostumbrados. Es decir, no nos dice lo que queremos oír. O sí, quizá nos dice exactamente lo que queríamos oír de una vez porque ya estábamos harto de tanto discurso fácil y "maravilloso" sobre la felicidad. No lo sé; júzgalo por ti mismo.
Y es que, creo, hay un problema hoy día con la felicidad, y pienso que es el siguiente.
En primer lugar, no podemos entender la felicidad como el mismo fenómeno en este siglo que en el siglo XX. En el anterior, sí, se hablaba de felicidad, pero no era algo tan importante y, sobre todo, se tenía la idea general de que, bueno, más o menos haciendo lo que se suponía que se debía hacer (tener trabajo, casarse, comprar una casa, engendrar hijos, hacer unos cuantos amigos y distraerse de vez en cuando) ya uno era feliz.
¿Qué es lo que pasa cuando entramos en el siglo actual? La Psicología Positiva es lo que pasa. Es decir, aparece una corriente dentro de la psicología que dice: "Oye, nosotros, los psicólogos, siempre nos hemos ocupado de la enfermedad mental, del sufrimiento emocional, del problema, de lo malo... ¿Qué hay de la felicidad? ¿¿¿Nadie se va a ocupar de eso???" Y se ocuparon: empezaron a investigar sobre qué nos hacía felices, sobre todo, qué fortalezas personales son las que facilitan la felicidad y si son susceptibles de entrenarse y desarrollarse. Y resulta que hallaron que sí, que igual que el neuroticismo o la negatividad se entrenan, y mucho, la felicidad también.
Y eso fue un ¡bum!, un ¡guau! para mucha gente, profesionales y seudoprofesionales. Porque si la felicidad se puede entrenar y desarrollar, ¡vamos a enseñarle al mundo lo que tienen que hacer para conseguirlo! (y así de paso, ganamos un poco de dinerito también). Y empezaron a proliferar libros de autoayuda y crecimiento personal, congresos, conferencias, sesiones de coaching, retiros espirituales... Y así hasta nuestros días. La felicidad se ha convertido en una disciplina.
Y está bien que así sea (creo). Es decir, lo malo es que abandonemos nuestra felicidad personal a lo que, por costumbre, por aceptación social, se nos ha dicho que debemos hacer. No. Creo que es importante saber sobre felicidad y ocuparme de mi propia felicidad que, ¡ojo!, puede ser muy distinta de la tuya. El problema, por fin, radica en ¿cuánto de importante debe ser eso para mí, para nosotros?
Porque, si una de las consecuencias de tanto y tanto hablar sobre felicidad es que la felicidad se ha convertido en algo muy muy importante, en algo grande... Todo lo que es grande al final acaba pesando, y se acaba convirtiendo en una carga, y lo llevo a cuestas, dejando ya de ser una elección para convertirse en una imposición, en... En un dictado de la dictadura de la felicidad.
Y podemos liberarnos de ese yugo, claro que se puede. Y espero tener muy pronto publicado el libro para echarte una mano con eso.
Disfruta del primer capítulo, ojalá que te guste.
Cuestiona siempre lo que digo. La duda nos acerca más a la verdad.
Si te gustó este post, comparte, sobre todo con aquellos que estén más aburriditos en casa y puedan entretenerse con la lectura.
Y recibe, cómo no, este abrazo.
David Salinas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario