¿Qué da la felicidad? Es una pregunta que se hace mucha gente. Y si se equivocan con la pregunta, cómo no se van a equivocar al buscar las respuestas. Se equivocan por dos motivos: no hay nada que dé una felicidad absoluta y permanente, ya que esta, la felicidad, al menos desde las ciencias de la salud (psicología, psiquiatría, neurología) o desde la biología, no es más que un estado y, como tal, es transitorio, nunca puede llegar a ser absoluto ni permanente. El segundo motivo es que no hay una sola cosa que dé felicidad, sino muchas. Por ejemplo, dicen que el dinero no da la felicidad, pero ayuda. ¡Claro, coño! Y como el dinero, cientos de cosas más. Y muchas de esas cosas o son gratis o cuestan poco dinero (como, por ejemplo, las croquetas).
PERO, pero, pero... Para la filosofía, o al menos para diversos autores y escuelas filosóficas, y por nombrar a uno de los tops, Aristóteles, la felicidad no es un estado, sino una virtud, es decir, una actitud personal, una forma de ser en la vida. Me parece que ambas formas de ver la felicidad son totalmente complementarias: la felicidad son momentos, momentos que, en muchas ocasiones, vamos a poder procurarnos nosotros mismos gracias a nuestra actitud personal, a nuestra forma de afrontar los buenos y malos momentos de la vida.
Dentro de esa virtud o actitud personal, hay factores que refuerzan una tendencia positiva hacia la felicidad: la bondad, la gratitud, el humor, la paciencia, la templanza, la inteligencia, la sabiduría, y este del que vengo a hablar en el post, la madurez. Madurez entendida como una forma de pensar, sentir y vivir que no cae en lo naif, en lo ingenuo, ni en el drama ni en el histrionismo. Y veremos a continuación porque esta virtud es tan importante para ser felices.
Porque estas son 8 señales de que puedes ser un inmaduro mental y emocional:
1. Quieres que todo te salga bien siempre. A ver, a ver, todos queremos que las cosas nos salgan bien siempre, si no, no haríamos nada. Pero la persona madura mental y emocionalmente sabe que no siempre va a poder ser así y no cae en la tragedia cuando las cosas no salen como quería que salieran. Lo acepta, jodido, pero lo acepta, y continúa para delante.
2. Quieres tenerlo todo. Una pareja estable y seguir sintiendo el gusanillo del enamoramiento. Dinero y tiempo. Comer lo que te dé la gana y tener un tipín envidiable. Hay muchas cosas que no podemos tener porque, sencillamente, son incompatibles, y cuando sí son compatibles, a veces no podemos tenerlas todas porque no damos para tanto. La persona madura reconoce sus límites y no es tan caprichosa. Acepta lo que tiene, y va a por lo que puede, y cuando no lo consigue, no se ofusca.
3. Quieres ser perfecto. Conozco mucha gente que es bastante buena (muy guapa, o inteligente o eficiente) y sin embargo se considera una mierda por no llegar a sus estándares de perfección. Asúmelo, por más que te esfuerces nunca a vas a llegar ahí, porque ese "ahí" no existe. Todos tenemos un buen saco de defectos, limitaciones y carencias. La persona madura lo sabe, y le da igual. Intenta mejorar, en lo que pueda, pero sin agobiarse ni frustrarse.
4. Quieres que nadie te decepcione nunca. Alma de cántaro, te hace falta leer más sobre el ser humano. Las personas que hay en tu vida te van a decepcionar muchas veces. El amigo que no está en un momento en el que le necesitas, la pareja que te es infiel, el jefe que te despide cuando pensabas que era tu amigo. Eso no quiere decir que te estén jodiendo la vida a posta ni que no te puedas fiar de nadie. Como no somos perfectos, es lo que hay. La persona madura lo asume, trata de que sus relaciones sean de calidad, pero no se toma a lo personal las decepciones. Lo que toma son decisiones.
5. Quieres que las cosas sean fáciles siempre. Podrían serlo... si no fuéramos tan gilipollers y hubiéramos complicado tanto el mundo. Pero, como el mundo es como es (gracias a nuestra mongolia), habrá que asumir que, muchas veces, las cosas no resultan nada fáciles y a menudo incómodas. La comodidad no es buena amiga de la felicidad. El que es maduro sabe que hay que esforzarse, hacer cosas que no gustan, mantener cierta resistencia a la incomodidad y a la frustración... y también sabe divertirse y descansar, por supuesto.
6. Quieres sentirte bien todo el tiempo. ¿Has leído ya mi libro La dictadura de la felicidad? ¿Todavía no? ¡Pues a qué esperas!
7. Quieres que los demás sean como a ti te gustaría que fueran. Jejeje, no, en serio, tú no te relacionas con mucha gente, ¿verdad? ¡Cada uno es de su padre y de su madre! "Yo nunca lo haría", "espero que me den lo mismo que yo doy", "no entiendo cómo puede pensar así", son frases típicas de la persona ingenua que se va a llevar más palos en sus relaciones que reproches va a echar pensando que la culpa es del otro. El otro es como es, piensa como piensa y da solo lo que tiene para darte. ¿Que te compensa? Quédatelo. ¿Que no? Puerta. ¿Que podéis hablar para negociar y llegar a acuerdos y compromisos? Suerte.
8. Quieres un unicornio. En resumen, la inmadurez mental y emocional va de no entender muy bien cómo es el mundo en el que vivimos, cómo son los demás, y cómo somos nosotros mismos. El naif tiene una idea ingenua de cómo deberían ser las cosas y cuando la realidad choca contra sus expectativas, se bloquea, ofusca, desespera o deprime (o todo eso a la vez). En cambio, la persona madura mental y emocionalmente, sabe y acepta cómo son las cosas, aunque en muchas ocasiones no guste o duela, y se adapta lo mejor que puede.
Así que, ya sabéis, si queréis ganar en felicidad... ¡bajaros del puto unicornio!
Cuestiona lo que digo; la duda nos acerca más a la verdad.
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Si te gusté yo, hago terapia psicológica en consulta en Málaga y online para el resto del mundo.
Y, sin madurez ninguna, ¡recibe este súper mega abrazo hiper guay! 😛