Decir que no realmente es muy fácil.
NO.
Ya está dicho, ¿veis qué fácil?
Decir que no (rechazar una petición o propuesta, expresar desacuerdo, pedir a otra persona que deje de hacer algo que nos molesta) entra dentro del repertorio de conductas que podemos clasificar como Habilidades Sociales.
Sin embargo no hay que ser demasiado habilidoso para saber decir que no, y desde luego es una habilidad que, como todas, podemos desarrollar.
Pero lo que más nos cuesta a la hora de decir que no, es superar las resistencias psicológicas que nos impiden decir que no. Las más importantes son:
- El "síndrome del me sabe mal". Cuando anteponemos los sentimientos de la otra persona a los nuestros. "Me sabe mal decirle que no porque se va a sentir mal, se va a molestar, se va a sentir rechazado..." ¿Y tú, cómo te vas a sentir si dices que sí cuando no es lo que quieres? Pensar en uno mismo primero no es egoísta, es lo natural. Lo egoísta es no tener en cuenta nunca los sentimientos e intereses de la otra persona, pensar sólo en uno mismo. Pero antes de decir que sí, pregúntate: ¿y tú que quieres? Además, que la otra persona se sienta mal forma parte de la vida, el rechazo forma parte de las relaciones sociales. No hemos venido a este mundo simplemente a satisfacer las necesidades de los demás.
- El miedo al abandono. Cuando pensamos que si decimos que no, el otro va a dejar de contar conmigo. Así, hay personas que suelen decir que sí siempre por miedo a que dejen de quererlas. Yo no quiero a las personas porque satisfagan continuamente mis deseos, ¿y tú? Si una relación se basa en la subordinación de las preferencias de uno a las del otro, no es una buena relación, no es sana, es tóxica. Y merece la pena que desaparezca. Pregúntate: si te quedarás completamente solo en el mundo, ¿desaparecían las oportunidades de conocer gente nueva con la que conectar de un modo más profundo y significativo, con las que no depender de un simple "sí" y que te acepten por ser cómo eres?
- La creencia de que debo tener algo que hacer para decir que no. Las personas que padecen esta "neura" dan miles de vueltas, excusas y explicaciones para decir que no, y si no las tienen se las inventan o lo que es peor: ¡las producen! Son capaces de buscarse una ocupación que ni necesitan ni les interesa sólo para poder decir que no. ¿Qué pasa, no puedes decir simplemente: "no, no quiero" o "no, no me apetece"? De hecho, cuando damos excusas también ofrecemos oportunidades a la otra persona para dar argumentos que invaliden nuestras excusas. Que no te apetezca es un motivo muy difícil de invalidar, y es seguramente el mejor motivo para no hacer algo.
- Por último: no tener ni puñetera idea de si quiero o no quiero. Hay veces que me cuesta decir que no porque no sé realmente si no quiero, y viceversa. Mi opinión: no es que no sepas realmente lo que quieres, es que quieres tener la absoluta certeza de qué es mejor, si el sí o o si el no. ¡Olvídate de eso! Esa absoluta certeza es imposible, y "lo mejor" no es tan importante. ¿Es que siempre tenemos que hacer lo mejor? Uf, qué agobio. Simplifica tu vida: decide sin garantías, HAZ, y trata de disfrutar de tu elección, ya que es más una cuestión de actitud que de acierto. Por otro lado: conócete bien. Qué te gusta, qué no, con quiénes prefieres compartir tu tiempo, cuál es tu escala de valores... El autoconocimiento te hará tener las ideas más claras respecto a qué quieres y qué no quieres.
Y es que al fin y al cabo, decir que no, más que una habilidad, que lo es, sobre todo es una capacidad: la capacidad de tener el coraje de decirse que sí a uno mismo.
Un abrazo.
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