La Inteligencia Emocional no es sólo la capacidad de comprender, expresar y regular nuestras emociones. Es también la capacidad de comprender, expresar y regular las emociones de los demás.
Muchas de las situaciones que se dan en nuestras vidas, se dan con otros. Y así como es importante mantener la calma en momentos difíciles, estimularnos para alcanzar objetivos, o no caer en la desesperación, puede serlo también: aprender a relajar a una persona que está perdiendo los nervios, motivar a un grupo con el cual compartimos una meta, o apoyar a alguien que está pasando por una etapa complicada.
Nuestras interacciones con los demás implica compartir emociones. Los otros, aunque no las expresen, las transmiten, con sus gestos, con sus actitudes. Y puede suceder entonces que ante esa transmisión, haya un error de codificación o interpretación. Que si alguien se siente mal, sobre todo si es un ser querido, ¡se me enciendan entonces todas las alarmas y mi cerebro, absolutamente alertado por tal grave situación, me de la orden: "¡actúa inmediatamente, resuelve este problema AHORA!".
Y por culpa de ese alarmismo y precipitación, solemos hacer cosas como:
- Decirle a la otra persona lo que tiene que hacer. "Tú lo que tienes que hacer es olvidarte de él o ella. Tú lo que tienes que hacer es ver el lado bueno de las cosas. Tú lo que tienes que hacer es..."
- Invalidar sus sentimientos. "¿Por qué te sientes así? ¡Si lo tienes todo, TODO, no deberías sentirte así, tienes que..."
- Presionarla a hacer actividades. "¡Venga, anímate, sal con nosotros y ya verás como te sientes mejor, ¿cómo que no?, claro que sí, te recojo ahora mismo!"
- Mostrarle sus defectos o puntos débiles. "Es que eres muy negativo, es que eres demasiado sensible, es que te lo tomas todo a la tremenda".
- Reprocharla y culparla por cómo se siente. "Si no hubieras hecho tal, si me hubieras hecho caso... ahora no estarías así".
- Compararla en sentido negativo con otras personas. "Mira como es fulanito, ¿por qué tú no puede ser igual que él?"
- Ignorarla. "Bah, bueno, se te pasará, me voy a jugar al pádel".
- Tratar de cambiar su ánimo enseguida. "Deja de llorar, ¡vamos, sonríe!
La verdad es que... nada de eso ayuda mucho a la otra persona. Porque lo que necesita seguramente es un espacio en el que poder sentirse mal, permitírselo, y compartirlo con alguien que la escuche, que la comprenda y que empatice con ella. Seguramente todo lo que necesita esa persona es:
"Lo siento, entiendo cómo te sientes"
Y como mucho añadiría:
"¿Qué crees que podemos hacer?"
Y si no lo sabe, da igual, no pasa nada, no tiene por qué saberlo, no tienes tú tampoco por qué saberlo. Hay veces que lo único que se puede hacer es SENTIR la emoción, porque las emociones se extinguen sintiéndolas, de ahí la importancia de permitirse estar mal...
... para dejar de estar mal.
Este sábado 15 de Septiembre hago en Málaga el Taller de Inteligencia Emocional, para ayudarnos a comprender, expresar y regular mejor nuestras emociones, y las de los demás. Es la segunda vez que hago este taller, la primera experiencia fue muy enriquecedora y espero que ésta lo sea más aun. ¡Así que espero verte allí!
Y una última cosa: además de todo lo dicho, una mano sobre la suya, un abrazo, un beso, un gesto cómplice... también ayudan muchísimo. Así que recibe de mi parte, como siempre, ¡un enorme abrazo!
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