martes, 9 de agosto de 2022

SI PIENSO MUCHO EN MÍ, ¿SOY UN NARCISISTA?

He querido ocuparme de este tema en este post porque a menudo recibo a personas en consulta que, al hablar tanto de sí mismas (lo cual es lógico en una terapia), les asaltan la duda de si serán egocéntricas o narcisistas. Se sienten, a menudo, culpables de pensar tanto en ellas.


Para resolver esta controversia, lo primero que hay que hacer es distinguir entre dos tipos de actitudes: las actitudes narcisistas y las actitudes autorreferenciales.


Es propio de personas narcisistas las siguientes actitudes:  ser egoísta; hablar mucho de uno mismo; darse mucha importancia o valor extremo; tener soberbia, mucho orgullo, vanidad, envidia y celos extremos; ser muy competitivo; tener interés solo en sus prioridades y apartar, casi totalmente, las de los demás; ser poco empático.


Por tanto, aquí vemos como para ser narcisista hay que caer en comportamientos extremos, en los que se tiene nula o escasa consideración hacia los demás.


Sin embargo, las actitudes autorreferenciales son: preocuparse mucho por la imagen que se da a los demás; analizarse en exceso; vigilarse; cuestionarse; compararse; cohibirse; censurarse; machacarse a través de autoverbalizaciones negativas y mediante la culpa.


Las actitudes autorreferenciales no son nada buenas para nuestro bienestar mental y emocional. Sin embargo, nada tienen que ver con ser un narcisista, ya que una persona que sea muy autorreferencial puede, al mismo tiempo, ser muy empática y darse mucho a los demás.


Pensar sobre uno mismo no tiene nada de narcisista. De hecho, no tiene nada de malo. El autoanálisis puede fomentar procesos de crecimiento personal. Pero, cuando nos pasamos de tuerca, la introspección excesiva correlaciona con estados de ansiedad y depresión.


No podemos evitar pensar sobre nosotros mismos, sobre nuestros miedos o deseos. Y no hacerlo en absoluto, es ignorarse. Pero, pensarse demasiado nos lleva a ponernos en el centro y, desde esa posición, es más fácil caer en actitudes autorreferenciales como el cuestionamiento (me pregunto si todo lo que hago estará bien o mal), la comparación excesiva o la culpa.


No vas a salir de ese egocentrismo patológico acusándote de narcisista. No lo eres. Ser narcisista, como hemos visto antes, implica otra serie de actitudes. También es probable que no seas particularmente egocéntrico, ya que muchas de las personas con estas actitudes se dan bastante a los demás y puede llegar a resultar bastante generosas. 


No te castigues, no eres mala persona. Simplemente, uno de los motivos de tu malestar es que te estás poniendo demasiado en el centro y, por ende, una de las cosas que te ayudará a salir de ahí es colocarte más a un lado. No mirarte ni analizarte ni pensarte tanto, sino observar más, estar presente, hacer, vivir instalado en el aquí y ahora y no en tu mente.


En una cultura donde se le da una importancia tremenda (y enfermiza) a la identidad y a la individualidad como vía de desarrollo de esa identidad, las conductas autorreferenciales nos pueden afectar a todos en mayor o menor medida. Nos preocupa demasiado quiénes somos y, sobre todo, quiénes somos respecto a los otros. Ese constante estar mirando lo que el otro mira de mí hace que de rebote la mirada recaiga sobre nosotros.


E, insisto, es inevitable mirarse, pensarse y, a veces, preocuparse. Pero haz un ejercicio de consciencia y date cuenta de que la felicidad no está en esas conductas que van dirigidas al ego, sino en la conductas que van dirigidas a vivir: hacer, contemplar, sentir, reír, compartir, amar...


Resumiendo, podría decir que el narcisista se tiene demasiado en cuenta sin tener en cuenta a los demás, y el autorreferencial tiene demasiado en cuenta a los demás y acaba, de rebote, pensándose demasiado.


Ni una forma de ser ni la otra son beneficiosas para nuestra salud mental. Se trata de conectar tanto con los demás como con uno mismo de una manera sana, dándonos a nosotros y a los otros la importancia justa.


Y, créeme, en relación a tu salud mental y emocional, lo que piensen los demás no tiene tanta importancia, así que deja de dársela porque sino acabarás pensando demasiado en ti y en cómo deberías ser...


... y perderás un tiempo precioso que podrías invertir en lo que eres y lo que quieres ser.


Cuestiona lo que digo, la duda nos acerca más a la verdad.


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Si te gusté yo, hago terapia psicológica en consulta en Málaga y online para el resto del mundo. También tengo un libro muy chulo titulado La dictadura de la felicidad.


¡Y recibe este abrazo!

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