Un año más, aprovechando que acaba el año (y que yo estoy a punto de empezar mis vacaciones 😬), te traigo un breve repaso de lo mejor del 2024 visto en RRSS sobre psicología y bienestar. Memes, vídeo y artículos para el crecimiento personal.
Tu psicólogo en Málaga, y para el resto del mundo a través de Skype. La felicidad no es lo que te pasa. Es lo que haces.
viernes, 20 de diciembre de 2024
LO MEJOR DE 2024
martes, 3 de diciembre de 2024
UNA DE LAS GRANDES NEURAS DE NUESTRO TIEMPO
Hay neuras muy personales, que tienen que ver mucho con nuestra historia individual. Por ejemplo, si viviste situaciones de ruina económica en tu familia es muy probable que te preocupes bastante por el dinero.
Hay otras neuras que son muy sociales, muy propias del colectivo, y muy comunes por tanto. Están muy influenciadas por la cultura y el estilo de vida y de pensamiento de cada comunidad.
Y entre esas, hay una que si no se lleva la palma, ahí está, ahí ahí.
Estoy hablando de la neura de ser normal.
Hoy día, hay mucha gente obsesionada por ser normal.
Por vestirse normal, por hablar normal, por hacer lo que, "supuestamente", hace la gente normal. Porque creen que eso es lo que necesitan hacer para ser aceptados y queridos por el grupo y así encajar en él.
¡Y ojo! Ese deseo es totalmente normal. Es biológico. Somos animales sociales y, como tales, el grupo es básico para nuestra supervivencia, y si nuestro cerebro detecta aislamiento o marginación social, dispara nuestro miedo, nos pone en alerta, ¡nos avisa de que necesitamos al grupo!
El problema aparece cuando no sabemos muy bien definir qué es normal y lo que nos parece normal no lo es tanto e incluso llega a ser enfermizo o nos obliga a hacer cosas que van en contra de nuestros valores e intereses.
Hay gente que, por ejemplo, folla porque es lo normal. Sí. Así. Tal cual. Si pasan tiempo sin follar, o si no pierden la virginidad a cierta edad, creen no es aceptable socialmente (no olvidemos que puedes consolarte tú misma/mismo), y para no sentirse marginales se fuerzan a follar con personas que quizá no les atraen o con las que no pueden construir vínculos sanos. Follan por no sentirse raros, diferentes, inferiores, y para que no les juzguen ni ridiculicen. Pero luego... se siente mal consigo mismos por haber follado sin desearlo realmente.
Pues así con tantas cosas.
Y hay que tener cuidado con esto.
En primer lugar, porque si una neura es una preocupación excesiva y persistente es porque le estamos dando demasiada importancia a algo. Y, si le damos demasiada importancia a cualquier cosa, su obtención o evitación serán tenidas en cuenta por el cerebro como una cuestión de supervivencia y se esforzará por que toda nuestra atención y recursos se pongan al servicio de esa cosa. Encajar y formar parte puede ser muy importante, sí, pero eso no quiere decir que tengas que hacer todo lo que se supone que es normal ni que debas exigirte caerle bien a todo el mundo.
En segundo lugar, porque, sí, que vale, que no digo que no, que encajar y formar parte es importante, peeero sentirte bien contigo mismo también es muy muy importante. Y si te fuerzas a hacer cosas que van en contra de tus valores e intereses solo por ser normal y así poder integrarte mejor, es posible que muy bien contigo luego no te sientas. Somos felices cuando vivimos una vida coherente con lo que somos.
En tercer y último lugar... ¿no has escuchado demasiadas veces la expresión "vivimos en una sociedad enferma"? Hombre, creo yo que si hay tanta gente con problemas de ansiedad y depresión y tanto aumento de suicidios y de toma de psicofármacos, algo de cierto hay, ¿verdad? Lo que hoy es considerado normal, puede verse más adelante, con más toma de consciencia, como anormal e insano. Así que no tengas tanto miedo a salirte de lo establecido.
Hace poco vi Memorias de un caracol, una peli stop motion de Adam Elliot, el creador de una de mis pelis favoritas, Mary and Max. Ambas obras están protagonizadas por bichos raros, por marginados sociales, por personas no normativas pero de gran corazón y con un valor enorme. Conecto mucho con este tipo de personajes (y de personas) y noto que muchos espectadores también. Y por eso creo, y lo creo con sinceridad, esperanza e ilusión, que se puede ser parte, y lo más importante, ser feliz, no solo desde la normalidad, sino también desde lo genuino, que es lo propio, lo característico.
Es probable que nada se te dé mejor que ser tú mismo. Así que menos ansiedad por ser normal, menos neura. Conócete bien. Acepta tus mierdas, que lo más normal del mundo es tenerlas. Pero descubre tu lado más auténtico y explótalo para sentirte bien contigo mismo y con un entorno que te valore por ser tú mismo y nada más.
Este mundo enfermo está lleno de gente normal. ¡Y lo que necesitamos son más bichos raros como tú!
Cuestiona todo lo que digo; la duda nos acerca más a la verdad.
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Si te gusté yo, hago terapia psicológica en consulta en Málaga y online para todo el mundo. ¡Y ahora en diciembre y enero todas las sesiones rebajadas! Pídeme una cita antes de que se pase esta oferta. Ah, también tengo un par de libros que quizá te interesen.
Y nada más, por ahora, más que mandarte este sincero y genuino ¡abrazo!
miércoles, 20 de noviembre de 2024
EL DARK SIDE DE LA FELICIDAD
Hace poco se publicaron los resultados de un estudio longitudinal (es decir, bastante largo en el tiempo) que un profesor de Harvard, Arthur C. Brooks (ver más aquí), ha realizado sobre la felicidad.
Brooks ha encontrado tres elementos que él llama "macronutrientes de la felicidad", y que son tres aspectos vitales que priorizan las personas que manifiestan tener mayor felicidad (percepción subjetiva de bienestar).
Estos tres elementos son el disfrute, la satisfacción y el propósito. Ahora bien, aunque todos conozcamos estos tres conceptos, creo que merece la pena detenerse en qué es cada cosa y su relación con la felicidad:
- El disfrute. Tiene que ver con el placer. Pero no es solo placer, o no todo placer, o no solo placer físico (comer, sexo, dormir...). Puede ser también el placer intelectual, cultural. O el placer social (risas con unos amigos). De hecho, recordemos que otros muchos estudios que se han hecho sobre la felicidad encuentran que uno de los aspectos que más bienestar nos aportan son las relaciones sociales sanas. La hormona del disfrute es la dopamina.
- La satisfacción. No tiene por qué tener que ver con el placer. O sí. Depende. Encontramos mucha satisfacción en tareas que no nos resultan placenteras, pero que al hacerlas nos hacen valorar nuestro esfuerzo y la recompensa alcanzada. A la satisfacción podríamos llamarla "el placer por el trabajo bien hecho", ya sea una actividad profesional o que me haya salido un plato de cocina delicioso. También tiene su componente social, ya que cuando somos amables y ayudamos a otras personas, sentimos que estamos haciendo un "buen trabajo", y alcanzamos ese estado de satisfacción. La hormona de la satisfacción es la serotonina.
- El propósito. No resulta fácil hablar de este elemento. Brooks lo define (y me gusta) como una sensación de dirección y trascendencia. Es decir, siento que estoy dirigiendo mi vida hacia donde yo quiero y que eso tiene un sentido que va más allá de todo lo que tenga que ver conmigo. Para ello, no es necesario marcarse siempre metas (aunque puede ayudar), el propósito no es una colección de objetivos que voy alcanzando, es más bien un camino que estoy construyendo con sentido, con consciencia, y que es hacia donde quiero dirigir mi vida.
Por lo tanto, fijaros que solo el disfrute tendría que ver con la recompensa inmediata (y ni siquiera, porque hay disfrutes intelectuales y sociales que no son tan inmediatos), la satisfacción con una recompensa más a medio y largo plazo, y el propósito ni siquiera tiene por qué estar asociado a la consecución de una recompensa. Saber esto, en una sociedad tan centrada en lo inmediato, ya es bastante importante.
Pero, no he venido yo a hablar de todo esto en este post. Hasta aquí solo ha sido la introducción. Ahora viene el meollo. Porque, si queremos estudiar la felicidad y hablar de ella, amigos, amigas, tan importante es estudiar y hablar de la felicidad como hacerlo de la infelicidad.
Buena parte de nuestra felicidad no depende solo de lo que hagamos para procurarnos estados de bienestar que son consecuencia directa de nuestra capacidad para experimentar disfrute, satisfacción y sentimiento de propósito. No. También depende de nuestra capacidad para experimentar infelicidad. De cómo nos vamos a relacionar con ella. De cómo vamos a ser capaces de lidiar con la parte jodida de la vida (tengo una frase que es "La vida es jodida y bonita").
La vida es jodida y bonita. Y está bien que haya una Psicología Positiva que nos enseñe a relacionarnos con la parte bonita de la vida, para aprovecharla mejor, para sacarle más jugo, y para no perdernos en cosas que creemos que nos dan mucha felicidad (placer, recompensa inmediata...) y nos hacen olvidarnos de otras que son aun más importantes para nuestro bienestar.
Pero, no podemos olvidarnos de lo chungo. Porque, precisamente, muy precisamente, cuando caemos en estados depresivos o de ansiedad y estrés crónico, algunas de las cosas que pierden las personas en esos estados son sus capacidades para experimentar disfrute y satisfacción, por no hablar de la pérdida de un sentido de la vida (y por lo que muchas se acaban suicidando).
Investigaciones como la de Brooks están muy bien para personas que se encuentran en estados de ánimo relativamente normales, o incluso para aquellas que se sienten insatisfechas con su vida, sin que esa insatisfacción haya derivado (todavía) en una enfermedad psicoemocional. Pero para el que está jodido, para el que está besando la cara jodida de la vida, a ese se la pela. Ese quiere que le hables del sufrimiento.
Y ahí es cuando tenemos que hablar de aceptación, ahí es cuando tenemos que hablar de apoyo social y psicológico, ahí es cuando tenemos que hablar de dignidad, más que de felicidad. A una persona que acaba de sufrir una pérdida o que le han diagnosticado una enfermedad grave o que simplemente está jodido y no tiene ni puta idea de por qué, no le puedes hablar de felicidad, sino de dignidad, de tratar de afrontar ese dolor con la mayor dignidad posible. Con entereza, con paciencia, sufriendo y llorando, porque no queda otra, y permitiéndose el estar mal, el derrumbe incluso, pero sin perder de vista su derecho a quererse y ser querido y a cuidarse y que le cuiden y a recuperarse. Ahí radica su dignidad como ser humano.
Ya que tan digno es ser feliz como sufrir. Ambas cosas forman parte de la condición humana, de la vida.
Dice el filósofo José Carlos Ruíz, los que me seguís ya sabéis que le admiro mucho, que la felicidad no se debe articular sobre la búsqueda de la felicidad, sino sobre el tener una vida lo más digna posible, y la felicidad será solo aquello que te pasa, a veces, mientras vas haciendo tu vida.
Yo, que soy más cabroncete que él, diría que la felicidad es lo que te pasa entre jodienda y jodienda de esta vida. Y hay que estar preparados para recibir los golpes, cuando la vida te jode.
Y a veces (y a veces muchas veces), necesitamos ayuda. Y para eso estamos los psicólogos. Cuando me dicen medio en broma que si trato con muchos locos, yo les respondo que los psicólogos no tratamos la locura, tratamos el sufrimiento. Así que si necesitas mi ayuda con tu sufrimiento, yo te echo una mano. A ver si entre los dos aprendemos a bailar mejor con esa dama a la que llamamos infelicidad.
Porque, amigo, amiga, la vida es jodida y bonita.
Cuestiona todo lo que digo, la duda nos acerca más a la verdad.
Si te gustó el post, comenta y comparte, no te lo quedes solo para ti, porfa.
Si te gusté yo, hago terapia psicológica en consulta en Málaga y online para todo el mundo. También tengo un par de libros muy chulos y uno de ellos, precisamente, se llama La dictadura de la felicidad.
Y, como siempre, ¡recibe este abrazo!
lunes, 28 de octubre de 2024
REFLEXIÓN DE UN PSICÓLOGO TRAS TERMINAR DE VER THE OFFICE
Recientemente, y tras más de dos años, me he terminado The Office (versión USA). Me gusta tomarme mi tiempo para ver series, saborearlas. Y, después de tanto tiempo, he de reconocer que se le coge mucho cariño a los personajes y admiración a los actores que los interpretan, y que el vacío que dejan es grande. ¿Se puede hacer duelo a personas que no conoces o que incluso no existen? Sí. Estoy convencido de ello.
Además, quiero aprovechar este post para hacer una confesión muy personal: empecé a ver The Office en un momento de mi vida muy duro. Debido a diferentes circunstancias, tenía mucho estrés en ese periodo, y ansiedad. Y os juro que el huequito semanal que me buscaba para ver The Office era lo único que me daba paz, el único momento en el que conseguía estar tranquilo. Además, los que habéis visto la serie sabéis que no tiene música ni risas enlatadas, todo es sonido ambiente y los diálogos de los personajes, y llegué a acostumbrarme tanto al tecleado y a las llamadas telefónica tan características de la oficina, que me producían cierta sensación de hogar, de refugio.
Era la primera vez que vivenciaba este efecto terapéutico que encontramos en la ficción y, concretamente, en el humor ficcionado. Pero ya había sido testigo de ello antes. En cierta ocasión, tuve una paciente que estaba pasando por una depresión y que me contó que lo único que la hacía feliz era ver la serie Cómo conocí a vuestra madre. De sobra son conocidos los efectos terapéuticos del humor: la risa libera endorfinas, relativizamos los problemas, socializamos, es anti estrés, el humor previene la enfermedad, sana, y nos integra. Pero... hay algo más.
Y es que el humor también puede contener valores. Las historias nos enseñan (ya he hablado muchas otras veces del poder transformador de las historias, incluso creé un espectáculo con ese nombre), nos ofrecen visiones, puntos de vista, aprendizajes que nos ayudan a relacionarnos mejor con los demás y con nosotros mismos.
En el caso de The Office, de todos los valores que se ensalzan, el principal es el de la amistad. Así pasaba también en Cómo conocí a vuestra madre, y por supuesto en la mítica Friends. Pero hay una excepción en The Office, y es que los personajes que la integran no son amigos, son compañeros de trabajo, y algunos se llevan mejor, otros peor, a veces se ayudan entre ellos, a veces se enfrentan... Pero, no obligados por las circunstancias, ya que no tienen por qué llevarse bien, acaban haciéndose amigos. O más que amigos. Familia. Famigos.
Y es que siempre he pensado, y esto es algo muy mío (es decir, no tiene que ser
tuyo), que la relación ideal no es la de pareja sino la de un grupo de amigos. Un grupo de amigos tomando unas cervezas después del trabajo y riendo y pasándoselo bien. A veces también lo pasan mal. A veces se pelean. A veces se enamoran y se desenamoran (y se vuelven a enamorar). Pero, al final, cuando acabas ahí, en el grupo, de una manera u otra...
... te acabas sintiendo como en casa, y encuentras tu paz.
Cuestiona lo que digo, la duda nos acerca más a la verdad.
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Si te gusté yo, hago terapia psicológica en consulta en Málaga y online para todo el mundo. También tengo un par de libros.
Y, como siempre, ¡recibe este abrazo! ¡Ah!, y si todavía no has visto The Office, ¡ya estás tardando!
miércoles, 9 de octubre de 2024
PERLAS DE SABIDURÍA PARA UNA VIDA UN POQUITO MEJOR
La filosofía nos hace sabios. Y es esta una sabiduría que nos sirve para ser un
poquito más felices.
No es la primera vez que hablo de la filosofía ni del autor cuya última obra os traigo, el catedrático de filosofía José Carlos Ruíz. También he mencionado a otros filósofos más conocidos, como Aristóteles o Erich Fromm (que también fue psicólogo). Después de todo, casi se puede decir que la filosofía es la hermana mayor de la psicología. La filosofía se hace preguntas importantes sobre la vida y el ser humano. La psicología trata de explicar y predecir por qué somos como somos. Ambas van muy de la mano. Y a mí me gusta pensar que los filósofos fueron los primeros psicólogos.
Pues, el amigo José Carlos publicó su último libro, Incompletos. Filosofía para un pensamiento elegante en 2023, y tras extraer perlas de sabiduría de otros dos libros suyos, Filosofía ante el desánimo y El arte de pensar, me dispongo a hacer en este post lo mismo con su última obra, esperando con ello hacer lo que los filósofos, psicólogos y divulgadores hacen...
... arrojar un poco de luz sobre las sombras de este mundo.
Perlas de sabiduría de Incompletos, de Jose Carlos Ruíz.
- Para Aristóteles, la felicidad está inserta en la ética, y la ética está estrechamente relacionada con el comportamiento humano, más en concreto con la actividad. Vivir bien y obrar bien es lo mismo que ser feliz. El bien y la felicidad se aúnan en la virtud, lo que entraña tener presente la figura del otro. La felicidad, pues, implica el concepto de colectividad: la búsqueda de la felicidad como elemento común.
- Para el sujeto actual, la relación entre felicidad y virtud se ha disipado, la prioridad del colectivo ante el individuo se está demonizando, y asistimos a una progresiva instrumentalización de la figura del otro.
- El sociólogo William Davies advierte: "Existe el riesgo de que la ciencia termine por culpar a los individuos de su propio infortunio -medicándolos de paso- y haga caso omiso del contexto en el que se sitúa".
- La materialidad de lo real apenas logra competir contra la velocidad y variedad de las imágenes digitales. Esto termina provocando una percepción de lentitud en la vida real en comparación con la virtual. Una de las consecuencias directas es que se acorta el periodo de atención, habituado a un flujo rápido y variado de información, por lo que la realidad resultará cada vez menos estimulante. El tiempo ya no pasa. El tiempo se consume, se devora, se engulle.
- Hoy, lo tóxico es aquello que no favorece el desarrollo de las potencialidades, lo que frena el dinamismo. Así, podríamos situar a realistas frente a idealistas, a sosegados frente a impacientes, a los defensores de la rutina -como José Carlos Ruíz y un servidor- frente a los motivadores que nos empujan a salir de la zona de confort... Siendo así, no es de extrañar que la felicidad , entendida como un proceso eviterno de búsqueda que implicaba a la comunidad y al entorno, haya virado el enfoque 180 grados hacia uno mismo, transformando la búsqueda en un asedio, y sustituyendo el foco de atención por la acción como foco.
- No se busca profundizar en los motivos del desánimo, sino más bien actuar superponiendo a estos cualquier elemento dinámico que nos active de nuevo, y evitar así el análisis sereno de nuestra identidad. Siguiendo la con la terminología aristotélica, existe una especie de demérito en el ser, en lo que es, que le presiona para huir de la vida contemplativa hacia una vida hiperactiva.
- Para Zygmunt Bauman (otro buen filósofo) el cambio en el modelo de felicidad se produce cuando se sustituye la búsqueda de una vida plena por una búsqueda de los medios que uno cree necesarios para alcanzar dicha vida. Al poner el foco en esta búsqueda de medios, el mercado se encargará de que esta nunca termine, porque sus objetivos no cesan de reemplazarse a una velocidad vertiginosa. Sin embargo, hoy día, la importancia está en el resultado del proceso, más que en los medios. Y ese resultado se entiende como la consecución de experiencias. El empeño hoy pasa por acumular experiencias de "felicidad" (o consumo).
- Hoy parece que la consideración del deber adquiere tintes opuestos a la felicidad. Existe una separación radical entre el deber y la felicidad, y ello provoca que cada vez que se alienta un término moral, se intuye un modelo de abnegación asociado al cumplimiento del deber. Para el sujeto de hoy en día, tener que cumplir con el deber es alejarse de la felicidad. En la modernidad se reconocía un derecho a la felicidad de manera subjetiva, a la vez que se imponía una cultura del deber que se orientaba hacia lo colectivo por encima del sujeto. Pero en la hipermodernidad (hoy) ya no se lucha contra la tentación del deseo, más bien se celebra. La felicidad que encerraba un ideal social se ha visto relegada por el deber de la felicidad para con uno mismo, y por la liberación de la carga social del deber donde el sujeto, por momentos, percibe cualquier heterónimo como contraproducente para su felicidad.
- Antes, la felicidad se entendía como una consecuencia de aquello que nos acontecía unido a nuestra manera de actuar e interpretar el mundo. Ahora, nuestra manera de actuar tiene como objetivo alcanzar la felicidad. La diferencia es que antes la felicidad era un resultado indirecto, consecuencia de un estilo de vida, y ahora se convierte en una persecución sin fin, un continuo (y agotador, añado yo) proceso de proactividad.
- El individuo postmoderno no considera que la filosofía, que el pensamiento entendido como contemplación y análisis, pueda conducirle a la felicidad. El pensamiento reflexivo se desliga de la felicidad, y ha suplido el filosofar por el experimentar, por el sentir, para entrar en una fase de drogodependencia emocional, en la cual se somete la felicidad al imperio de las emociones.
- El sujeto preglobalización se acordaba de la felicidad solo cuando una desgracia llegaba a su vida, pero, el resto del tiempo, su principal preocupación pasaba por la edificación de una vida lo más digna posible, tratando de hacerlo lo mejor que sabía.
- Los padres, seducidos por las nuevas pedagogías, ya no imponen sus criterios sobre los hijos a la hora de elegir restaurante, la emisora de radio en el coche o el lugar de vacaciones. Son los niños los que adquieren relevancia y poder de elección. De este modo, se corre el riesgo de que al natural egoísmo de un niño se le sume un egocentrismo que ayude a sentar las bases del nuevo modelo de felicidad.
- La categoría de lo social está perdiendo terreno frente al nuevo hiperindividualismo, y una manifestación de este proceso, donde el deber orientado a la sociedad se está desvaneciendo, la podemos observar en el aumento del narcisismo como opción vital.
- Dedicar demasiado tiempo a diseñar estrategias sobre el modo de incrementar progresivamente la felicidad nos aleja de ella. Es un efecto rebote que ocurre frecuentemente en muchas facetas de nuestra vida cuando activamos los mecanismos de consciencia sobre un tema en concreto. Si queremos dormirnos y nos obsesionamos con hacerlo es probable que nos cueste más trabajo, si tratamos de no ponernos nerviosos lo más seguro es que aumente el nerviosismo... Con la felicidad es mejor dejarla correr como elemento paralelo a la vida, no sea que de tanto reflexionar sobre ella se nos olvide disfrutarla.
No se me ocurre mejor cierre a esta colección de reflexiones que no pretenden otra cosa que hacerte reflexionar más a ti. Por supuesto, te aconsejo muchísimo el libro Incompletos de José Carlos Ruíz, así como cualquiera de sus otras obras y, cómo no, leer mucho filosofía y, obvio, psicología también.
Al fin y al cabo, todo ello nos ayudará a pensar mejor. Y cuando pensamos mejor, sentimos y vivimos mejor.
Cuestiona lo que digo, la duda nos acerca más a la verdad.
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Si te gusté yo, hago terapia psicológica en consulta en Málaga y online para el resto del mundo. También tengo mis propias obras.
Y, como siempre, ¡recibe este abrazo!
martes, 17 de septiembre de 2024
LA SOLEDAD NO DESEADA
La soledad puede ser una buena compañera. Hay veces que deseamos estar solos. Nos sentimos abrumados por la compañía continua o el ruido de las gentes, y la soledad nos ofrece un descanso, un refugio en el que sentirnos aliviados con nuestra propia compañía.
Sin embargo, en algunos casos, la soledad no es deseada, y puede ser fuente de sufrimiento, de desasosiego. Uno echa en falta algo, o a alguien, y ese sentimiento de carencia la hace notarse incompleto, falto, puede que hasta vacío. Es entonces cuando la soledad viene acompañada de otros sentimientos cuya presencia suele atormentarnos, tales como la tristeza, la angustia, o el desamparo.
Y no son pocos estos casos. He aquí algunos datos sobre la soledad en España, provenientes de un barómetro realizado en 2024 por Once y Axa para el Observatorio Estatal de la soledad no deseada:
- Una persona de cada cinco (20%) sufre soledad no deseada en España.
- Dos de cada tres personas (67,7%) que sufren soledad llevan en esta situación más de 2 años.
- De las personas que actualmente no se sienten solas, más de una de cada tres (36,6%) tuvo una etapa en la que se sintió bastante o muy sola.
- La soledad no deseada es algo más frecuente entre mujeres (21,8%) que entre hombres (18%).
- La soledad no deseada está especialmente extendida entre la juventud (34,6% entre los 18 y 24 años).
Del mismo estudio, se desprenden la siguiente relación entre la soledad no deseada y otros factores clave:
- Las relaciones sociales online son más frecuentes entre las personas que sufren soledad que entre las que no sufren soledad.
- La soledad está inversamente relacionada con el nivel educativo.
- Mayor prevalencia en desempleados, hogares con dificultad para llegar a fin de mes, personas nacidas en el extranjero y colectivo LGTBIQ+.
- La mitad de las personas con problemas de salud mental sufren soledad no deseada.
De todo esto, podemos extraer una conclusión, y es que la soledad no deseada es una problemática social, ya que afecta a un número importante de personas dentro de la sociedad. Por tanto, tendría que atajarse esta problemática desde una posición política, para generar recursos que ayuden a paliar los efectos negativos de la soledad no deseada.
Llegados a este punto, podríamos preguntarnos si merece la pena. ¿Son tan graves los efectos de esta soledad no deseada? ¿O es que nos hemos vuelto más blandengues? Después de todo, la soledad no está tan mal. Seguro que muchos de los que me leéis mataríais por tener más momentos solo con vosotros mismos.
Ya, pero es que la soledad no deseada no es eso. No es una soledad elegida, buscada. Es impuesta. A veces por factores ambientales (ejemplo: personas que han emigrado a causa de la pobreza o la guerra), a veces por factores vitales (las personas que formaban parte de nuestro círculo social han fallecido o viven lejos), a veces por factores sociales y culturales (la intolerancia a la diferencia, el egoísmo, los criterios de popularidad de cada cultura...). El caso es que el ser humano es un ser social, necesitamos a la tribu, gracias al grupo encontramos apoyo, refugio, y es fácil cuando uno no tiene una red de apoyo, sentirse muy vulnerable, desprotegido, y que esto dé lugar a trastornos de depresión y de ansiedad, y de no tratarse los mismos, en el peor de los casos, llegar a una aceleración del envejecimiento y de la muerte natural, o incluso al suicidio.
Hay esperanza. Cada vez hay más personas conscientes de esta problemática y que se han asociado para hacer voluntariado y dar apoyo a las personas que se sientes solas. Existen espacios donde estas personas pueden acudir, y en el caso de los ancianos, hay jóvenes que van a hacerles compañía a cambio de una habitación en la que dormir o, simplemente, a cambio de nada (o de la propia compañía del anciano, que no es poco). También se ha puesto en marcha la iniciativa del cohousing, que son espacios cooperativos en los que las personas se agrupan para envejecer juntos de manera activa y costeando entre todos unos servicios para la comunidad, aunque esta última idea, de momento, solo es accesible para algunos bolsillos. Pero, bueno, se están haciendo cosas. Aunque, insisto, el problema es lo suficientemente grave como para que lo atajemos entre todos, a nivel político, o dicho de otra manera, desde lo público, costeándolo con nuestros impuestos. Ya que nadie está a salvo de verse solo en algún momento de su vida y que esto le acarree serios problemas a su salud.
Mientras se hace más y mejor, qué puede hacer un psicólogo como yo para aportar su granito de arena frente a esta problemática de la soledad no deseada. Dar algunos consejos para ayudaros a manejar los sentimientos de soledad y desamparo:
- En primer lugar, acepta tus emociones incómodas. No nos gusta sentirnos solos si percibimos que es de manera forzada y excesivamente prolongada. Pero no siempre nos podemos sentir bien, ni la vida es igual en todos los momentos de la misma. Es normal sentirse más acompañado a veces y más solo en otras ocasiones. Todo cambio nace de la aceptación. Si aceptas que te sientes mal, pero que ese malestar también forma parte de la vida, podrás centrarte en hacer algo que te dé alivio o que te saque del lugar en el que te encuentras.
- Trata de verle beneficios a tu soledad. Hay mucha gente que se queja de que nunca tiene tiempo para uno mismo. El estar solo, aunque no sea lo que quieres, aunque prefieras cambiar tu estado, puede ser una oportunidad para conocerte mejor, para reflexionar y encontrarle un nuevo sentido a tu vida, o para dedicarte a hacer cosas que antes no podías hacer y que ahora la soledad te concede el privilegio de realizar.
- Después de todo, nuestro sufrimiento depende, en buena parte, del valor que le damos a cada situación que estemos viviendo. Solo en buena parte. No caigamos en el positivismo ingenuo. Es decir, si tienes soledad no deseada, es normal que te sientas mal y quieras cambiar tu situación. Y es bueno que hagas algo por lograrlo. Pero, mientras lo consigues, trata de no caer en el drama, en el victimismo o en la culpa. Suficientemente difícil es para ti tener que afrontar el sentimiento de soledad o de desamparo como para, encima, echar más leña a la hoguera. La soledad puede ser buena y mala, tiene sus ventajas y sus inconvenientes, pero cuando es no deseada, la verdad es que no la queremos. Vale, pero no la demonices, o te costará aún más lidiar con ella.
- Trabajemos entre todos por generar un estilo de vida y de relaciones interpersonales de más calidad, ya que uno de los motivos que nos llevan a sentirnos desconectados, aislados, solos, al fin y al cabo, es la sociedad hiperindividualista en la que vivimos. Por tanto, si todos aportamos nuestro granito de arena para hacer de la colectividad un lugar en el que asociarnos más, cooperar y colaborar más, y tener relaciones más significativas y de apoyo mutuo, los sentimientos de desamparo y de soledad se reducirán.
- Y, por último, pide ayuda. Si te sientes solo y te está costando lidiar con ello, puedes necesitar la ayuda de un profesional o de una entidad que te algún tipo de apoyo que te sirva para salir de ese estado en el que te encuentras. Nos han repetido tantas veces la frase "Tú puedes", "Tú puedes", que a veces se nos olvida que...
... solos no podemos.
Este jueves estaré en el Espacio Caser de Málaga (Avenida Andalucía 9), haciendo la charla-taller "Sociedad-Soledad", en la que hablaré de la soledad como algo más global, no únicamente centrado en la soledad no deseada. Haremos algunas dinámicas participativas y daré más claves para lidiar con los sentimientos de soledad y desamparo. Es gratuita y puedes inscribirte aquí: https://www.caser.es/conocenos/espacio-caser/sociedad-soledad-convivir-con-el-silencio Espero verte por allí.
Cuestiona todo lo que digo, la duda nos acerca más a la verdad.
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Si te gusté yo, hago terapia psicológica en consulta en Málaga y online para todo el mundo. También tengo un par de libros.
¡Y recibe este abrazo!
miércoles, 4 de septiembre de 2024
CULTIVAR LA LIGEREZA
Y sin síndrome post vacacional. Es decir, echo de menos las largas horas de sueño, las tardes en la playita, el vivir sin horarios, me ha costado volver a la rutina, a veces me invaden deseos de matar a mi jefe (y eso que soy autónomo, fíjate). Si tú te acabas de incorporar de tus vacaciones y te sientes igual, alégrate, no tienes el síndrome post vacacional. Los del síndrome post vacacional son los que han retomado su trabajo con energía, ilusión, motivación... esos son los raritos. ;)
Fuera bromas (¿lo era realmente?), hoy te escribo un post para contarte una de las cosas que me marqué como propósito en estas vacaciones y que creo que he hecho medio bien, y que puede ser un excelente hábito para el cuidado de nuestro bienestar. Cultivar la ligereza.
Normalmente, fuera de las vacaciones (o incluso en ellas), nos dejamos llevar por la vorágine del estrés. Las tareas, las obligaciones, las responsabilidades, multitud de "tengo que" rondado continuamente por mi cabeza. Y saltamos de un "tengo que" a otro sin pausa ni descanso.
A veces, con pacientes que se me quejan de esto, trabajamos la gestión del tiempo. Intento ayudarles a planificarse mejor para encajar en sus rutinas momentos para el reposo y el ocio. Pero, en otras ocasiones, me encuentro con pacientes que no pueden manejar mejor su tiempo porque todo lo que tienen que hacer lo tienen que hacer y punto. No disponen de flexibilidad para posponer asuntos ni cuentan con ayuda para delegar, y sus obligaciones son lo suficientemente importantes como para tener que hacerlas de forma urgente y necesaria.
Imagina una madre soltera trabajadora que también tiene que ayudar a sus padres dependientes. O a un autónomo que tiene que trabajar de sol a sombra para mantener su negocio y solo dispone de la noche y los fines de semana para hacer ciertas tareas extra laborales. Y yo ahí, diciéndoles "Quítate cargas, ocúpate más de ti".
Eso ya lo saben ellos. Eso quisieran. Pero no pueden. Y si les decimos que hagan algo que no pueden, se van a frustrar y se van a sentir peor consigo mismo.
Pero, lo que sí pueden hacer es tomarse las cosas con mayor ligereza. Los "tengo que", es decir, las tareas que no dejamos de recordarnos que debemos hacer, suelen tener dos socios que aumentan nuestro estrés, y son el socio de la presión ("Tienes que hacerlo, que no se te olvide, tienes que mantenerte en alerta") y el socio de la prisa ("Hazlo rápido porque si no, no te va a dar tiempo a hacer el próximo "tengo que"").
Estos dos socios hacen que a la tensión que ya nos evoca la tarea por sí misma, sumemos la tensión implícita de estos dos elementos. Hacemos las cosas presionados, como si no hacerlas fuera una cuestión de vida o muerte, y las hacemos de manera acelerada, no hemos terminado de hacer una cuando ya estamos pensando en la siguiente. Nuestro cortisol se dispara, la ansiedad hace acto de presencia, la fatiga y el malestar emocional no tardarán en aparecer.
¿Tienes muchas cosas que hacer y la mayoría de ellas, si no todas, hay que hacerlas sí o sí y no las puedes posponer ni delegar? Vale. Pero hazlas con ligereza. Es decir, quítate presión, no te aceleres, no anticipes lo que viene luego y que quizá no te dé tiempo a hacer, solo concéntrate en lo que estás haciendo y hazlo lo mejor que sepas y puedas, que nunca, en ningún caso, será perfecto.
La presión que nos metemos (o que nos meten), nos autoboicotea, nos ponemos más nerviosos y hacemos peor las cosas y luego tardamos más tiempo en enmendarlas.
Las prisas son malas consejeras. El dicho "Vísteme despacio que tengo prisa" es una verdad como una catedral de grande. A veces, menos es más, y más lento es mejor, porque al no actuar de manera atropellada, rendimos de forma más eficaz.
Un amigo mío dice que una vez se encontró a uno de pueblo (en concreto de Coín, pueblo de Málaga, y todo el mundo sabe que los coinos son las personas más sabias del mundo, así como la gente de pueblo en general), y este, al ver que estaba estresado, le dijo "Primero uno, luego dos". Es decir, ahora ocúpate solo de una cosa, de lo que estés haciendo, y luego vendrá lo otro. Debería ser una máxima universal, un principio de vida para todo el mundo, el "Primero uno, luego dos".
Porque, amigo, amiga, si estás haciendo una cosa, pero estás pensando en las mil que te quedan por hacer, o en las "terribles" consecuencias si no las haces, te aseguro que la carga será muuuucho mayor.
Y por eso yo a esto lo llamo vivir y obrar con ligereza.
¡Cultívala!
Cuestiona todo lo que digo; la duda nos acerca más a la verdad.
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Si te gusté yo, hago terapia psicológica en consulta en Málaga, y online para todo el mundo. También tengo estos dos libros.
Y, sin ligereza, sino con mucha fuerza, ¡recibe este abrazo!