lunes, 16 de noviembre de 2015

AFRONTAR LA TRAGEDIA

Los atentados de París han provocado una reacción manifiesta en las Redes Sociales y las comunidades.

Esto ha sembrado el debate: ¿por qué no reaccionamos de la misma manera ante las muertes en Siria o Líbano, contadas a centenares cada día? Como explica la psicóloga Iria Reguero en este artículo: este fenómeno no es intencional, no es que valoremos como menos grave la muerte de una persona de un país, raza o religión determinados, pero sí que tendemos a empatizar más con aquellas personas con rasgos similares a los nuestros, por un lado, y por otro el optimismo irreal nos lleva a pensar que la tragedia es más difícil que se cebe con los de "nuestro grupo" (occidentales, europeos). Por eso cuando la tragedia acontence, nos sorprende más, y tardamos más en asimilarla.

Sin embargo... Lo que ha pasado ha sido bueno. Me refiero a la reacción de la gente por supuesto, ya que ojalá nunca hubiera motivos para las muestras de solidaridad y unión que hemos visto estos días. Me entristece, y me irrita profundamente que no suceda igual cuando la tragedia golpea en otros lugares del mundo, pero no creo que se trate de castigar ahora a quienes envuelven su foto de perfil de Facebook con la bandera gala, sino de pedir que esa conducta fraternal se generalice a todos los conflictos, a  todas las víctimas, a todos los muertos... y cómo no, a los vivos.

Si hay un idioma universal, es el de las emociones. Y todas las personas en el mundo sufren cuando en sucesos tan terribles como los vividos estos días pierden a un familiar, a un amigo, a un vecino. Este post va dedicado a ellos y a informar de cuáles son las pautas de intervención que aplican los profesionales en tragedias de este tipo a supervivientes y familiares de las víctimas:

DURANTE EL SUCESO O JUSTO DESPUÉS.
  • Se busca tranquilizar a la persona. Usando técnicas sencillas de relajación, o recurriendo a fármacos, pero también haciéndole ver que su reacción es normal y transitoria y que no busque una explicación lógica de lo ocurrido (cómo explicar la barbarie), . 
  • Facilitar la catársis. Que la persona exprese y libere sus emociones, su llanto, su rabia... Es importante realizar una escucha empática, evitando los juicios de valor. Simplemente dejar que se desahogue.
  • El apoyo social. Fundamental. Si hay algo que alivie el tremendo dolor es el abrazo de alguien cercano. Es importante que la persona no se sienta sola, acompañándole en su proceso y prestándole atención, aunque al mismo tiempo hay que respetar su intimidad y silencio ya que no todo el mundo reacciona y afronta esta situaciones de la misma manera.
LOS DÍAS Y SEMANAS POSTERIORES. 

En esta fase se trata de ayudar a la persona a que se reincorpore a su vida normal lo antes posible (lo "antes posible" será muy diferente según los casos). Para ello:
  • Continuar con el apoyo social, pero siempre dándole espacio y tiempo.
  • Proponerle pequeñas metas o recuperación de rutinas que le ayuden a enfocarse en el presente.
  • Descansar. Después de situaciones de gran impacto emocional las personas necesitan más descanso de lo que suele ser común.
  • Enfrentarse lo antes posible a lugares y situaciones que recuerden lo que ha pasado (volver a la zona). Sirve para superar los efectos del estrés post traumático.
  • Solicitar ayuda psicológica. En la mayoría de los casos, cuando no resulta necesario, es muy, muy conveniente y aprovechable.
Hay una frase que dice: "Espera lo mejor, prepárate para lo peor". Nunca se está lo suficientemente preparado para una tragedia de estas características, pero somos más fuertes de lo que imaginamos, y aunque cuesta mucho dolor, las personas se sobreponen y rehacen sus vidas.

Y es que eso es algo que los terroristas, provengan del Mundo Islámico, de las multinacionales o de los gobiernos, nunca entenderán: el miedo nunca superará nuestras ganas de vivir.    

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