Cuando pasamos de un año a otro es común que aparezcan nuevos propósitos: empezar régimen, dejar de fumar, ir al gimnasio, aprender un idioma... Vemos el cambio de año como un acicate para cambiar (y mejorar) nuestra vida.
Elsa Punset nos puede decir algo muy interesante al respecto, en este corto pero muy útil vídeo:
Resumiendo, podemos decir que cuando nos marcamos un propósito, debemos tener en cuenta lo siguiente:
1. Mejor uno sólo que muchos. Una meta.
2. Que se pueda dividir en pequeños objetivos intermedios que funcionen como recompensas para nuestro cerebro.
3. Que sea realista y medible, es decir, que podamos comprobar que hemos cumplido nuestro propósito.
Sin embargo, quería hablar en este post de otro tipo de propósitos: la RAE en una de sus acepciones de la palabra propósito nos dice: "objetivo que se pretende conseguir". Y esto es de lo que acabamos de hablar. Pero en otra acepción, nos dice: "ánimo o intención de hacer o no hacer algo". Esta definición es más generalista y me facilita establecer propósitos más flexibles, que no son objetivos que se consigan o no se consigan, sino más bien acciones con las que perseguimos un único fin:
Vivir una buena vida.
Y como estaréis de acuerdo en que para vivir una buena vida no es condición necesaria alcanzar uno o varios objetivos, y tampoco puede definirse en función de la ausencia de malestar, vivir una buena vida podría ser, al fin y al cabo, vivir más bien que mal, según lo que cada uno entienda por su propio bienestar.
Por tanto, estos propósitos flexibles que no necesitamos conseguir, porque no se consiguen ya que son dinámicos, se podrían clasificar en más y en menos.
Pregúntate qué quieres más en tu vida y qué menos.
Para 2018 y para el resto de tu vida.
Yo mismo hice este ejercicio durante las pasadas fiestas, y éste fue el resultado: ayudar más, quejarme menos; reír más, enfadarme menos; beber menos alcohol y "beber" más cultura... ser más feliz, con menos.
La lista podría ser más larga, aquí no vamos a saturar al cerebro ya que estos propósitos son flexibles. Tampoco tienes que llevar un registro ni medir continuamente si lo estás cumpliendo. Simplemente haz tu propia lista de "más y menos". Ponla bonita: coloréala, rodéala de dibujos, usa la imaginación para hacerla atractiva. Y colócala en un lugar importante para ti, visible, para tenerla a mano y recordarla de vez en cuando. Al final del año haz un poco de instrospección: ¿te fue bien? Lo peor que te puede pasar es que llegues a la conclusión de que para el siguiente año tienes que seguir sumando y restando más, ¡y eso no es una mala noticia!
¿Qué pondrías en tu lista?
¿Más bailes y menos preocupaciones?
¿Menos horas de trabajo y más horas en la cama?
¿Menos peleas con tu pareja y más orgasmos?
¿Más caricias y menos críticas?
¿Menos ruido (acústico, mental, emocional) y más paz?
Porque al final tener una buena vida puede ser el resultado de una suma y una resta. Hacer menos lo que nos sienta mal, y hacer más lo que nos sienta bien.
Porque la felicidad no es lo que te pasa, sino lo que haces.
¡Un abrazo!
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