miércoles, 14 de febrero de 2018

EL AMOR NO ES UNA FLECHA, ES UN BOOMERANG

Nuestro estado de ánimo no está tan condicionado por los eventos externos (lo que nos pasa) como por nuestros eventos internos (lo que nos decimos sobre lo que nos pasa).

Y por supuesto, nuestras respuestas frente a los eventos externos, están muy condicionadas por nuestra respuesta emocional ante lo que nos hemos dicho que nos pasa.

De ahí, la importancia de pensar bien, para sentirse bien, y actuar de manera más adaptativa y funcional.

Y esto ocurre en todas las áreas y, cómo no, en el amor.

Pensar bien el amor es importantísimo para sentirse bien en una relación romántica o en ausencia de tal relación.

El sábado pasado, en el Taller Desarmando a Cupido, discutimos en grupo sobre algunas de las creencias más populares (y desafortunadas) sobre el amor: la media naranja, el "y fueron felices para siempre", el propio San Valentín...

Porque aunque me parezca fantástico que haya un día para celebrar el amor, igual que hay días para celebrar multitud de otras cosas que nos hacen felices (día de la música, día del libro, día de la solidaridad...), e igual que cualquier día es bueno para celebrar lo que nos dé la gana, del Mito de San Valentín se puede desprender una creencia tóxica que contamina la relaciones de pareja y envenena la autoestima de los solteros: la falsa sensación de obligación.

Y entonces podemos llegar a conclusiones como:

- Si mi pareja no celebra San Valentín con el mismo entusiasmo que yo, es que realmente no le importo.

- Si llega San Valentín y no tengo una relación romántica, estoy solo en el mundo y nadie me quiere.

Porque hoy sea San Valentín, eso no implica que tengas que dar amor, o recibirlo o estar en una relación sentimental, y si no se cumple alguno de esos requisitos es que algo no va bien. Seguramente lo que único que no vaya bien sean: tus expectativas.

Y es que el amor, según como yo lo entiendo, no tiene nada que ver con la obligación. El amor es el acto de amar, es decir: de dar, de manera libre y generosa, tus sentimientos afectuosos a otros entes, llámense hombre, mujer, familia, amigos, animales, naturaleza o cultura. Y cuando hay reciprocidad, se puede producir un encuentro, una unión. Pero en ningún caso una posesión, de la que se deriva una obligación.

El amor no es una flecha que es lanzada al otro y a través de la cual lo poseemos, y a partir de ese momento debemos esperar que nuestras expectativas queden satisfechas, que el otro las satisfaga.

El amor es un boomerang. Lánzalo y te vendrá de vuelta.

Pero no porque el otro te lo devuelva... No, así no funciona. ¿Un boomerang cómo funciona? Vuelve solo. Así de sencillo, vuelve solo.

Si no entiendes la metáfora, vamos a hacer un pequeño ejercicio: ¿te sientes en San Valentín sin amor? ¿Ya seas soltero o estés en una relación, sientes que no tienes el amor que quieres? Bien, pues imagínate que tu amor, tu capacidad de dar amor, es un boomerang. Ahora cógelo y lánzalo fuerte. ¿Lo lanzaste? Ya tienes amor.

Por supuesto, cuando estamos en una relación sentimental, queremos que el otro nos lance su boomerang. Pero no podemos obligar al otro, ya que el amor es el acto libre de dar amor, de lanzar libremente ese boomerang, y en cuanto se convierte en obligación, deja de ser amor.

El amor no va de exigir, ni de esperar, ni de obligar, ni de obligarse, ni de tener, ni de cumplir requisitos.

El amor simplemente es amar.

Hoy en ESRADIO MÁLAGA (90.5FM) entre 12:30 y 13:00 estaré hablando con Rafael Calvo en El Vendedor de Peines sobre San Valentín, Cupido, el amor y la felicidad con o sin pareja.

Nos oímos, nos vemos, nos leemos. Te amo. ¡Un abrazo!

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