¿Qué es la ansiedad de rendimiento? Básicamente es que me preocupa tanto hacerlo bien que, me pongo nervioso, me bloqueo, ¡peto!, en algunos casos, y precisamente por eso acabo haciéndolo mal: autoboicot.
Por preocuparme en exceso por mi rendimiento sexual, acabo teniendo un gatillazo.
Por preocuparme demasiado por el examen, acabo poniéndome nervioso durante la ejecución del mismo, y a pesar de que iba bien preparado, ¡lo hago fatal!
Por preocuparme mucho por causar una buena impresión (en una cita, en una reunión social, en una charla en público), actúo forzado, los demás se dan cuenta, ¡y acabo causando una impresión pésima!
En definitiva, por preocuparme excesivamente por querer hacer bien una tarea, la que sea, termino por hacerla mal. Esto sucede porque me estoy hipervigilando, y nadie está cómodo sintiéndose vigilado. Estoy demasiado pendiente de mí, de si lo estoy haciendo bien, de si estoy lo suficientemente preparado, de qué pensarán de mí los demás...
Sin embargo, la ansiedad de rendimiento y esa autohipervigilancia que la acompaña, no son el problema realmente, sino el resultado del problema: autoexigencia excesiva. La ansiedad de rendimiento es la consecuencia de que seguramente te estás exigiendo demasiado, te estás exigiendo:
- No fallar.
- Hacerlo perfecto.
- Nacer ya sabido.
- Caer bien a todo el mundo.
- Que nadie descubra tus debilidades y vulnerabilidad.
Pero hay más: a su vez, la autoexigencia excesiva tampoco es el problema en sí, sino el producto del verdaderísimo problema, la génesis: le das demasiada importancia a las cosas y a ti mismo. No fallar, hacerlo bien y caer bien se han convertido en tus prioridades en la vida, cuando quizá, para vivir una vida más feliz, tus prioridades debieran ser: aprender, disfrutar y amar.
Por tanto:
- Deja de darle tanta importancia a tu rendimiento. Quieres hacerlo bien, pero no necesitas hacerlo bien para ser feliz. Quizá tu jefe sí lo necesite, pero él no es importante, o al menos no más que las personas que te aman. Y quien te ama, tolerará tus fallos y fracasos.
- No pretendas hacerlo perfecto, ni hacerlo bien siempre, ni caer bien a todo el mundo. Esas pretensiones te llevarán a pensar que no estás a la altura, ¡pues claro!, porque no se puede estar a la altura de la perfección. El rechazo, no saber y equivocarse, ¡son fenómenos totalmente normales! Acéptalo.
- Y no te vigiles, ¡fluye con la tarea! Si notas que te pones nervioso, ¡no te alarmes!, es también totalmente natural, todo el mundo se pone algo nervioso ante una tarea, eso no es malo, pero si te pones demasiado nervioso, quizá sea porque le estás dando demasiada importancia a la tarea y a ti mismo...
... y entonces tiene que convertir tu escala de prioridades:
Aprende, disfruta y ama.
No es mal plan para toda la vida.
¡Un abrazo!
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