miércoles, 13 de mayo de 2020

LO QUE SE HA HECHO MAL

En mi anterior post (me encanta decir esto, es como la voz en off de las series, "en capítulos anteriores"), Adaptarse a la nueva realidad, defendía que para volver a salir a la calle y empezar a hacer actividades que hasta ahora no se permitían y que con el avance de las fases de la desescalada en España se van a poder hacer (y es bueno que las vayamos haciendo), solo hay que tener en cuenta cinco prevenciones, solo cinco, además de, lógicamente, las que impongan como obligatorias las autoridades en cada zona. Esas cinco son:

1. Distanciamiento social 1-2 metros.

2. Lavarse las manos antes y después de salir y entrar.

3.  Usar mascarilla solo si no vas a poder aplicar el distanciamiento y con gente que tiene síntomas o no conoces.

4. Desinfectar espacios y objetos de uso público.

5. Si tienes síntomas, aunque sean leves, ¡quédate en casa!

Es sencillo, es concreto y todos lo podemos hacer.

Bien, hoy quiero hablar de otras cinco cosas que se han hecho mal, muy mal, por parte del Gobierno, y que si se hubieran hecho bien, muy probablemente esta crisis sanitaria no habría sido tan grave y no hubiese habido tantos muertos. Y hay muchas teorías y opiniones sobre esto: que si se debería haber actuado antes, que si se tendría que haber sido más estricto, que si errores en la adquisición de material sanitario... No, las cinco cosas que ha hecho mal (siempre desde mi punto de vista, claro) el Gobierno para prevenir esta crisis del coronavirus, son:

1. No darle la importancia que se merece a la nutrición.

2. No darle la importancia que se merece al ejercicio físico.

3. No darle la importancia que se merece al tabaco y al alcohol.

4. No darle la importancia que se merece al sueño.

5. No darle la importancia que se merece a la salud mental y, por tanto, a la psicología.

Por supuesto, estos no han sido errores que haya cometido solo el gobierno de Pedro Sánchez sino todos los gobiernos precedentes y, sobre todo, nosotros como sociedad, al no exigirle con mayor contundencia y consistencia a nuestros representantes medidas más amplias y sólidas para darle la importancia a todos esos temas que se merecen.

Por supuesto, este post no es un reproche sino una llamada de atención y, sobre todo, una llamada a la acción, para empezar desde ya a darle la importancia que se merece a la salud. Porque no hay mayor prevención de la enfermedad que la promoción de la salud. Porque individuos más sanos, simplemente, son individuos más fuertes y con menos probabilidades de morir por culpa de un virus de mierda.

Por supuesto, hay un sexto punto vital (y es posible que alguno más que se me haya escapado) que es el del medio ambiente. Muchas de las personas que somos individuos insanos hoy lo somos, en parte, por la contaminación. Pero como la contaminación no tiene solo un impacto negativo grave sobre nuestra salud sino también sobre el planeta, las poblaciones más vulnerables, la economía, el trabajo... Es comida aparte. Y ya le dediqué a este tema un post que puedes ver aquí.

Por supuesto, no hay que hablar solo de lo que se ha hecho mal y se debería hacer bien, sino del cómo. Es decir, cómo empezamos a darle la importancia que se merece a esos temas. Puede haber muchas ideas al respecto, pero yo seré tajante: desde la infancia. No puede ser, no puede seguir siendo, que en los colegios y en los institutos se ocupen tantas horas de clase para enseñar a los niños hacer ecuaciones, encontrar objetos directos, descubrir el maravilloso proceso de la fotosíntesis y memorizar ríos, cabos, golfos y fechas de momentos históricos, y no se les enseñe cómo conocer su cuerpo y cuidarlo y entrenarlo, cómo alimentarse bien, cómo adquirir buenos hábitos de sueño y descanso, o concienciarles más sobre las consecuencias negativas del tabaco y el alcohol y promover otras conductas más saludables.

Y, por supuesto, ya que soy psicólogo, mención aparte me merece la salud mental y la psicología. En los colegios y en los institutos, bajo mi humilde opinión, aunque también diré que no soy ni de lejos el único que lo piensa, se debería enseñar psicología. Y digo psicología y no inteligencia emocional porque la inteligencia emocional (o las emociones) son solo una parte de la psicología y por tanto solo una parte de la educación para la salud mental. Además de aprender a manejar nuestras emociones es básico aprender a manejar nuestros pensamientos (los pensamientos y emociones son hermanos siameses; donde va uno va el otro), y manejar la relación con los demás y, sobre todo, con uno mismo. Y es básico porque nuestra salud mental y emocional tiene un impacto directo y muy importante sobre nuestra salud física.

Es simple. Prevenir la enfermedad pasa por promover la salud y promover la salud pasa por educar más y mejor en salud. Y quedarnos en casa, ponernos mascarillas, salir a los balcones a aplaudir o a hacer caceroladas y criticar lo mal que lo hacen unos u otros, puede estar muy bien, pero...

Pero me da a mí que no va a ser suficiente.

Ya podéis pedirme cita para sesiones en consulta, pues cumplo con todo el protocolo de seguridad, y las sigo haciendo también online.

Cuestiona todo lo que digo, la duda nos acerca más a la verdad.

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¡Y recibe este fuerte abrazo!

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