La escalada del conflicto se produce cuando dos o más personas están discutiendo por un motivo en el que no se ponen de acuerdo (yo quiero A, tú quieres B, yo pienso blanco, tú piensas negro) y cada una de ellas intenta defender su razón frente a la otra de tal manera que acaba generando conductas de agresión (gritos, reproches, ataques) que pueden ser contestados por idénticas respuestas en "el adversario".
Un buen ejemplo de escalada del conflicto lo vemos en el "y tú más" de los políticos, pero es muy habitual verlo también en nuestras propias interacciones con los demás: con nuestros familiares, amigos, compañeros de trabajo y, sí, muy muy frecuentemente, con la pareja.
Estas escaladas del conflicto tienen como principal consecuencia que nos dejamos llevar por la ira y acabamos diciendo cosas de las que después nos arrepentimos y que causan heridas emocionales difíciles de sanar después, además de un clima de tensión complicado de salvar (uno de los dos, si no los dos, ya irá a la defensiva para la próxima). Por esto nos conviene hacer todo lo posible para evitar las escaladas. En una relación, la que sea, puede haber conflicto, se puede discutir, incluso eso es sano; pero no pelear, o, al menos, las peleas no pueden ser la norma.
He aquí algunos consejos para frenar esa escalada del conflicto:
1. Actúa con antelación, es decir, adelántate a tu ira. Para ello, tendrás que conocerla muy bien: cuándo, cómo, por qué y con quién sueles enfadarte; qué señales fisiológicas son la antesala de tu escalada; qué piensas, sientes y haces. También te vendrá muy bien conocer las señales que indican que es la otra persona la que está iniciando la escalada, para detenerla a tiempo.
2. Gracias a conocer las señales que nos indican que se está iniciando una escalada, vamos a poder controlarla. Para ello, una técnica muy utilizada en terapia psicológica (y si se usa mucho es porque suele funcionar) es la del "Tiempo fuera": cuando detectes que tú y/o la otra persona os estáis saliendo del objeto de discusión para simplemente reprocharos o acusaros mutuamente (o que esa dinámica está a punto de iniciarse), grita "¡Tiempo fuera!" y automáticamente tú y la otra persona debéis abandonar la discusión. Y solo cuando estéis calmados y no haya ira ni rencores, podréis retomarla.
3. Si tú te mantienes asertivo (la asertividad es la habilidad de defender tus derechos sin pisar los de la otra persona), pero la otra persona no y está iniciando su propia escalada, otra técnica que puede funcionar es la de la expresión emocional y petición de cambio. Piénsalo bien: si estáis discutiendo, por ejemplo, por las tareas domésticas, y la otra persona empieza a gritarte, el motivo de discusión, automáticamente, ha de cambiar, y ahora sería defender tu derecho a que la otra persona no te grite. Hazlo. Se podría hacer así: "Me siento mal cuando me hablas de ese modo (expresión emocional), relájate y háblame de manera tranquila, por favor" (petición de cambio).
4. Si la otra persona no cediera, tienes todo el derecho del mundo de decirle que no estás dispuesto a hablar con ella en esos términos y a darte la vuelta y dejarlo con la palabra en la boca, terminando así con la escalada.
5. Pero, un mantra que suele funcionar bastante bien para que la otra persona frene su escalada es "Sé amable, por favor". Porque da igual lo que hayas hecho, si no fregaste los platos, si votaste a tal partido, si se te olvidó el aniversario o si no entregaste a tiempo el informe...
... que no se te olvide nunca que no pierdes tu derecho a que los demás sean amables contigo. Defiéndelo. Y si no lo son, ¡que les den!
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Hago terapia psicológica en consulta en Málaga y online para el resto del mundo.
¡Y recibe este abrazo!
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