En cierta ocasión comentaba que, sobregeneralizando, la vanidad masculina y femenina son diferentes, porque a los hombres se nos ha educado desde niños para competir y ganar y a la mujeres para gustar. Por eso a muchos de nosotros nos encanta fanfarronear tanto y a muchas de vosotras lucir.
Y, aunque, cuidado, la vanidad, ya sea femenina o masculina o viceversa, puede tener consecuencias negativas (de las que hablo en este post), no es ni de lejos la secuela psicológica más grave de las diferencias en los estilos de crianza aplicados para niños y niñas. Depresión, ansiedad, enfermedades cardiovasculares y cáncer están relacionados con la personalidad (conjunto recurrente de pensamientos y conductas del sujeto) y esta se forma a partir de nuestros modelos de educación.
Así:
- Ellas han sido educadas en el paradigma "no parecer inapropiada". Que sea femenina, prevenida, cauta, no dé la nota... La corrección, culturalmente, es más importante en ellas que en ellos, a los que se les permite más saltarse las reglas. Entonces, la niña crece en un mundo en el que el qué dirán es muy importante. El perfeccionismo se vuelve un recurso para sobrevivir. Pero, claro, en realidad, a causa del mismo, las mujeres se provocan mucha ansiedad (estado de alerta constante) y no menos frustración y culpa al no alcanzar el ideal (irreal), desembocando todo esto, no pocas veces, en estados de depresión.
- Ellos han sido educados en el paradigma de "no parecer débil". Se nos enseña a competir, a ganar, a ser los mejores. ¿Y cómo voy a ser el mejor si soy débil? Por tanto, debo ser fuerte, duro, irrompible, y no mostrar nunca mis sentimientos, o mejor aún, no tenerlos. Las mujeres tienen mucha más inteligencia emocional que los hombres; nosotros ninguna. Así que como no sabemos expresar ni manejar nuestras propias emociones, o bien las reprimimos (mal asunto, porque todo lo que se guarda, se queda dentro), o bien las evadimos con métodos no muy saludables: comer en exceso, adicciones a sustancias... Y seguramente, sin excluir el importante peso que tienen otros factores, como los biológicos, todo aquello tiene su influencia en la explicación del porqué los hombres sufren más enfermedades cardíacas y cancerígenas.
¿Cómo podemos ayudar a que las mujeres sufran menos ansiedad y depresión y los hombres menos infartos y cáncer? Tras lo leído, la respuesta es obvia: cambiando cómo los educamos. Diciéndole a una niña que no pasa nada si a veces se equivoca, que no tiene que ser una princesita Disney, y brindándole más amor incondicional. Y diciéndole a los niños que no hay que ganar siempre, que a veces podemos mostrar debilidad y que atrevernos a hacerlo es una señal de fortaleza y... brindándoles más amor incondicional.
En definitiva, si criamos a nuestros niños fuera de un modelo que ensalza la apariencia, basado en lo que se espera que sean, y les dejamos más ser ellos mismos, seguramente vivirán más felices y quizá durante más tiempo.
Pero, en fin, cuestiona todo lo que digo, que la duda nos acerca más a la verdad.
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Si te gusté yo, hago terapia psicológica en Málaga y online para el resto del mundo.
Y recibe, de manera incondicional, ¡este abrazo!
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