Los psicólogos, por regla general, huimos de los extremos, o eso intentamos. La realidad no es blanca ni negra, los todo-nada o nunca-siempre no suelen darse, los excesos la mayoría de las veces son negativos y la virtud se encuentra en el equilibrio.
Por tanto, la respuesta a este debate es que depende. Depende de cada momento y situación, de las circunstancias y el contexto, de los factores implicados y los objetivos que se pretenden.
Pero, el simple hecho de plantear el dilema, me da pie a que reflexionemos más sobre la razón y la intuición, y creo que eso puede ser muy interesante y beneficioso.
Para abordar conceptos, pienso que lo mejor que puede hacer uno es, en primer lugar, llegar a precisar la definición exacta de los mismos. Y para ello, hay que irse al diccionario: la RAE define el razonamiento como el acto de ordenar y relacionar ideas para llegar a una conclusión, y la intuición como la facultad de comprender las cosas instantáneamente, sin necesidad de razonamiento.
Por tanto, podríamos resumir y decir que cuando razono obtengo información, la manejo a través del pensamiento para llegar a un "yo sé", una consciencia que me guíe en mi proceso de toma de decisiones. Cuando me dejo llevar por la intuición, "yo ya sé", en base a una información que ya hay disponible en mi memoria de manera menos consciente.
Ni que decir tiene que tanto usando la razón como la intuición ese "saber" o consciencia puede ser errónea y hacerme tomar malas decisiones. Pero es lo que hay. Usar la razón o la intuición no depende de la probabilidad de acierto intrínseca a una u otra sino, como he dicho antes, del contexto. Si en este dispongo de escasa información y he de tomar una decisión rápida, no me cabe otra que dejarme llevar por la intuición. Si dispongo de mucha información y más tiempo, seguramente es más idóneo que analice y valore esa información, es decir, que me lo piense más.
El problema surge aquí. En una sociedad como la de hoy, en la que estamos continuamente bombardeados de información, parece como si nos hubiéramos vuelto demasiado racionales y hubiésemos marginado a la intuición. Hay muchas personas que, antes de tomar una decisión, necesitan tener una gran cantidad de información y pensárselo mucho, porque al disponer de tantos datos temen más llegarse a equivocar y meter la pata.
Disponer de una buena cantidad de información y razonarla antes de tomar una decisión, no es malo, para nada. La disfuncionalidad aparece cuando soy incapaz de tomar una decisión porque necesito más información de la que puedo disponer y porque además temo muchísimo errar con mi decisión. Y en toda esa disfuncionalidad, ¿qué lugar se le está dando a la intuición? Y quizá esta, la intuición, sea la clave para superar la disfunción de la indecisión.
Fiarse de la intuición totalmente es malo, es un extremo; pero, el otro extremo es pensar demasiado, darle mil vueltas a la información disponible sin llegar a ningún sitio, a una conclusión. Es entonces cuando hay que dejar de mirar el problema y sus características para mirarse a uno mismo y preguntarse: ¿tú qué crees? ¿Qué sientes? ¿Qué quieres?
Uf, vaya tres preguntas, ¿eh? ¿Pensáis... pensáis que nos la hacemos tan a menudo como deberíamos?
Pues es muy posible que tras esas preguntas se esconda la información del subconsciente, de nuestra memoria celular o emocional, esa que no recordamos de manera plena, y que nos puede ser tan útil o más que la de los datos, que la información consciente.
Y si nos equivocamos, que podemos hacerlo, al igual que cuando razonamos, no pasa nada. Esa equivocación se transformará en aprendizaje, conocimientos que se sumarán a mi memoria consciente o inconsciente y que me ayudarán en el futuro, ya sea a la hora de tomar decisiones más razonadas o más intuitivas.
Así que ni razón ni intuición; ambas. Se complementan y ayudan. Y dependiendo de cada situación y del momento del proceso decisional, habremos de discernir entre una y otra. No son rivales. Son amigas. Son nuestras socias.
Cuestiona todo lo que digo; la duda nos acerca más a la verdad.
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Si te gusté yo, hago terapia en consulta en Málaga y online para el resto del mundo.
Y con razón e intuición, ¡recibe este abrazo!
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