Nos llaman La Generación de Cristal*, y no sin motivo. Como hemos tenido tanto,
nos creemos con derecho a todo y sin deber de nada. Entonces, en esa zona de confort tan amplia como frágil, cualquier cosa que pase y no sea lo deseado, o cualquier cosa que se diga o haga (o que no se diga ni haga) y no guste, no es que no guste, sino que molesta. Y llega a molestar mucho. Demasiado. Nos ralla, nos rompe. Generación de cristal.
Exigimos respeto al otro para que no hiera nuestro ego, ignorando que este es como un globo al que si acercas un alfiler, por pequeño que sea el alquiler, acabará reventando. Reclamamos tolerancia, pero nos olvidamos de fortalecer nuestras propias tolerancias: a la frustración, a la adversidad, al rechazo, a la diferencia, al NO. Y sin ese fortalecimiento, nos volvemos susceptibles, blandos, ofendiditos. De cristal.
Quizá, el antídoto a esta pandemia universal que nos afecta a todos desde hace décadas, en mayor o menor medida, no resida en la queja, el enfado o el desprecio al otro. Quizá no haya que disfrazar con dignidad lo que es orgullo. Si no, precisamente, quitarse disfraces, despojarse de las identidades tras la que nos escondemos, de los yoes, y atreverse a mostrarse uno tal como es, dispuesto a recibir amor, pero también, a veces, rechazo e incluso odio. Porque... así es la vida.
Puede que no haya que poner gritos en el cielo ni sentirse caer a los infiernos ni colocar mordazas ni bloquear del whatsapp ni levantar muros de rencor (o de miedo... a que se rompa nuestro cristal). Yo pienso que es mejor ponerse la vacuna de la aceptación. Amar la historia de uno (eso que llamamos vida) y a uno mismo. Amar lo que es bueno y fuerte. Pero también lo que es caos y vulnerabilidad.
Porque creo firmemente en que cuando uno consigue aceptar que lo que es, es (con sus luces y sombras), y amarse a sí mismo de manera incondicional, lo que pase, lo que se diga y lo que se haga o lo que no pase ni se diga ni se haga, puede dañar... pero no romper.
* "La generación de cristal" es un término acuñado por la filósofa española Monserrat Nebrera que hace referencia a los hijos de la generación X –los nacidos entre finales de los 60 y los 80– y que pueden rondar, actualmente, los 18 años de edad. Sin embargo, el autor, David Salinas, lo usa en este texto para la sociedad contemporánea en general, ya que se achaca a los más jóvenes el ser excesivamente frágiles por culpa de tenerlo todo, pero, en realidad, ¿quién hoy, en un país rico, no lo tiene prácticamente todo... y no le satisface nada? Por eso, seguramente, el término más acertado para el autor sea: Sociedad de Cristal.
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Y recibe, sin romperte, este abrazo.
Hay que tratar de trabajar el amor propio para querernos un poquito más cada día
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