jueves, 24 de junio de 2021

LA CREENCIA DE QUE LOS DEMÁS NO ME VALORAN

En mi último post hablaba de algunas de nuestras creencias más autolimitantes
(no soy merecedor, soy inferior, soy mala persona...). Estas creencias están basadas en malas experiencias que derivan en aprendizajes erróneos y, por supuesto, tienen un efecto que puede llegar a ser devastador para nuestra autoestima y, por ende, para nuestras relaciones con los demás (es complicado relacionarse bien con los demás si no tienes una buena relación contigo mismo).


Pero, ¿qué pasa cuándo la creencia no va dirigida hacia mí, sino al resto? ¿Qué sucede cuando yo sí me valoro positivamente (me siento merecedor, un igual frente a los demás, buena persona...) pero considero que son los otros los que no lo saben ver y, por tanto, no me valoran como me merezco?


Bueno, pues, en la mayoría de los casos (habría que ver cada uno individualmente para poder decir "en todos los casos"), esta también es una creencia irracional o errónea. Vamos a ver los argumentos que nos los demuestran y, por tanto, desmontan esta creencia:


- Es una sobregeneralización. ¿Todo el mundo no te valora, nunca? A veces tenemos desencuentros o decepciones con algunas personas y llegamos a conclusiones globales que no se ajustan a la realidad.


- Puede que esa creencia sea el resultado de un sesgo atencional. ¿El hecho de que una persona te haya fallado alguna vez significa que no te valore? ¿Y todas las veces que no lo ha hecho, qué? Cuidado con dónde ponemos la atención, porque si solo la ponemos sobre lo malo, podemos sacar deducciones precipitadas y extremadamente negativas.


- Puede que esa creencia sea el resultado de una creencia autolimitante. Si, en el fondo, me pienso como alguien no merecedor... y me digo "¡sí soy merecedor!", pero luego alguien, con alguna acción, refuerza aquella creencia autolimitante, una falsa alarma se va a disparar dentro de mí y me va a decir, "¿Ves?, no eres merecedor, ¡por eso te ha hecho eso!", y entonces le estás dando un valor intrínseco a ti a un fenómeno que puede ser totalmente circunstancial.


Algunas de las claves que nos pueden ayudar a superar esta creencia irracional que, como veis, aunque dirigida a los demás, no deja de ser también una creencia autolimitante ("yo valgo, pero los demás no me valoran, ¿será porque no valgo?"), son:


- Usa el discernimiento. Ni todas las personas son iguales ni todas las situaciones son la misma. Si crees que algo falla, no hagas atribuciones polarizadas ("todo el mundo" o "yo soy así para todos"), sino pregúntate qué puede estar pasando: quizá has de elegir mejor tus compañías, quizá has de trabajar algún aspecto de tu personalidad, o quizá, simplemente, aceptar que no se le puede gustar a todo el mundo siempre.


- Permite el fallo, el disgusto, el desacuerdo, el conflicto, el rechazo... Somos humanos y, por tanto, ¡no perfectos! Nos equivocamos, y todos los fenómenos que acabo de nombrar son relativamente normales en cualquier relación. Cuidado con las expectativas: los demás no pueden estar ahí para nosotros siempre que los necesitemos y no fallarnos nunca. ¡Eso es una idealización! Y puede causar mucho daño. Si, tras usar el discernimiento, llegas a una conclusión razonada de que hay personas que te restan más que aportarte o que no están ahí casi nunca pero luego sí te demandan que tú lo estés, todo tu derecho del mundo a alejarte de esas personas, faltaría más.


- Y, por último: tu valía no la han de refutar los demás. "Sí, yo valgo, me creo merecedor, ¡pero los demás no me valoran!" Los demás no han venido al mundo a demostrarte continuamente lo que vales. Eres tú quien ha de creérselo y estar convencido de ello (sin ínfulas, por supuesto). Todos, por el simple hecho de ser seres humanos, somos válidos y merecemos amor y felicidad (hasta que nuestros actos determinen otra cosa, al menos). Luego, habrá gente que te quiera más, menos, a veces sí, a veces no... pero, tu valía y bienestar interior no has de depositarlos en ellos, sino en ti.


Tú sabes cuánto vales y cuán feliz te mereces ser y no por el hecho de que haya gente en el mundo (y no tooodo el mundo) que no te quiera o no te trate como te mereces significa que dejes de ser digno de amor y de una buena vida.


Un último consejo: da las gracias a las personas que bien te quieren... pero también a las personas que te han malquerido, porque ellas también te han ayudado en tu camino de crecimiento personal.


Cuestiona todo lo que digo, la duda nos acerca más a la verdad.


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Y nada más (que no es poco). ¡Ah, sí, casi se me olvida! ¡Recibe este abrazo!

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