A mí que no me estresen. Así empezaba el famoso cómico malagueño Dani Rovira uno de sus célebres monólogos. Pero, ¿es así de fácil? ¿Es el estrés... cosa de chiste?
El frenético ritmo de vida que nos impone la sociedad en un
mundo cada vez más exigente en todas sus dimensiones casi nos obliga a estar en
permanente alerta y tensión máxima. La jornada laboral de ocho horas cada día,
a la que se suman las horas extras, los largos y tediosos desplazamientos, un
curso de formación al que nos hemos apuntado para perfeccionar nuestro inglés o
aprender a usar un nuevo programa informático, los huecos imposibles que hay
que buscar para las comidas, por no hablar de la conciliación de la vida
laboral con la familiar, llevar y recoger a los niños del cole, no desatender
nuestras "obligaciones" con la pareja, la tareas del hogar, el aseo diario, la
cesta de la compra, y por si fuera poco dormir entre siete y ocho horas porque
es lo que recomiendan los médicos. Ah, y sacar al perro, los que tengan.
¿Qué, a que ya está estresado? Tranqui, siga leyendo, no soy tan malo.
O quizá sí...
Porque a parte de todas las fuentes de estrés que mencioné, omití a conciencia la peor de todas: el filtro, nosotros mismos.
Esa fuente interna, subjetiva, es la que marca la diferencia por la que algunas personas se estresan y se "queman" ante las fuentes externas de estrés y otras en cambio reúnen la fortaleza suficiente para no hacerlo. Esa diferencia está subrayada por la evaluación que hacemos de la situación, la valoración de la magnitud de las consecuencias y nuestro estilo de afrontamiento.
La Psicología Positiva tiene mucho que decir aquí. La Psicología Positiva, efectivamente, actúa sobre el filtro.
Cuando el estímulo al que nos enfrentamos supone una fuente de auténtico
estrés puro y duro, objetivo, (un examen importante, una entrevista de trabajo, el nacimiento de
un hijo...), ¿qué hacemos entonces, escondemos la cabeza como avestruces? «Cariño, ve si eso tú teniendo al niño que yo
me voy a salir un poco porque me estoy mareando»
«Pero… ¡si tú eres la madre!» No, la clave vuelve a estar en una
cuestión de actitud. AMP, Actitud Mental Positiva, o Positividad, fuente liberadora de energía que nos
permite afrontar los eventos relevantes como retos o desafíos en los que poner
a prueba nuestras habilidades y competencias, y no como problemas o marrones
que nos han caído del cielo y que debemos soportar como una gran carga. Esa
actitud es una competencia emocional que nos prepara
mejor para el éxito y ayuda a vencer nuestros miedos.
Porque sí, incluso en un mundo tan estresante como éste se puede vivir desestresado. Lo sé porque dediqué varios meses de mi vida a investigar y escribir sobre ello, y hasta publiqué un libro, y si llegas a leerlo espero que te ayude y que, la próxima vez, en lugar de decir eso de que ¡A mí que no me estresen!, puedas gritar con ganas: ¡Ja, a mí, a mí me van a estresar!
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