
Todos tenemos nuestros monstruos. Y es posible que a lo largo de la vida, vayan evolucionando o cambiando de forma, transformándose, mutando. En mi caso fui un niño muy precoz: con menos de 10 años ya me había hecho amigo de Jack Torrance (Jack Nicholson en El Resplandor), la niña de El Exorcista o la madre de Jason Voorhees en Viernes 13. Lo de amigo es con ironía claro, porque al terminar de ver esas películas me iba a la cama con el miedo en el cuerpo y tenía tremendas pesadillas (y eso si conseguía dormir, claro).
El caso es que hoy, superado el trauma inicial, me encantan las películas de terror y disfruto mucho de ellas. Y no es que no me den miedo, ¡claro que me dan, eso es lo divertido! Conozco mucha gente (y hablo de gente adulta) que no ve pelis de miedo porque les dan miedo... Ejem, ¿hola?
¡Ten miedo, no pasa nada, puede ser divertido! Creo que los adultos que hoy no ven pelis de miedo porque creen que les dan miedo, en realidad han visto muy pocas pelis de miedo. Si hubieran visto más pelis de miedo, si ahora siendo adultos vieran unas pocas pelis de miedo, se darían cuenta de que aquello que les daba tanto miedo, no era para tanto.
Y así con todo en la vida, así con todo.
Los miedos se superan enfrentándolos.

Espero hacerme algún día "amigo" de ellos. Hasta entonces, ¡te espero en el evento si estás en Málaga, sólo cuesta 3€ y habrá cinefórum posterior a la película! Y si no puedo verte, recibe al menos como siempre este abrazo...
... y felices pesadillas. Jajajajajajaja!
*Cuento (o chiste) de "El canto de la rana" de Anthony De Mello.
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