jueves, 12 de julio de 2018

¿CON QUÉ EMOCIÓN TE RELACIONAS?

Si has leído alguna vez sobre emociones, ya conocerás algunos de sus atributos:

- Son naturales, es decir, se dan en todas las personas y en los animales.

- Son transitorias. Una emoción en particular no se queda para siempre sino que suele durar un intervalo de tiempo.

- Cumplen una función básica. El miedo protege, la tristeza reintegra experiencias adversas y ayuda a recuperarnos, la alegría nos dota de energía para buscar estímulos positivos, la ira nos defiende.

- Y además las emociones pueden ser facilitadoras de procesos intelectuales o conductuales, como el trabajo (rendimos mejor cuando estamos contentos), la toma de decisiones (es más efectiva si estamos relajados) o la creatividad (la tristeza puede potenciarla).

Pero hoy quiero hablar en este post de la función social de las emociones, ya que no estamos solos en el mundo, somos seres sociales, y como tales, vivimos en continua interrelación con nuestro entorno y, como también somos seres emocionales, nuestras emociones juegan un importante papel en esa interrelación.

Así, el humor provoca distensión en las relaciones y puede hacernos atractivos socialmente o servir de acercamiento a personas desconocidas (romper el hielo). La compasión promueve una actitud empática y de ayuda hacia personas que están pasando por un mal momento. El entusiasmo es altamente contagiable y puede despertar implicación y motivación en los equipos. La expresión de nuestro deseo, cuando hay reciprocidad en la otra persona, claro, puede avivar la llama de la pasión. La serenidad o la templanza consiguen que hasta la persona más nerviosa reduzca su nivel de excitación, y por eso en los talleres de meditación se hace uso de un habla lenta y calmada.

Por otro lado, las emociones pueden hacer también que nos malrelacionemos con las personas de nuestro entorno. No hay emociones buenas ni malas ya que todas son naturales, pero sí le podemos dar un mal uso, sobre todo si dejamos que ciertas emociones nos controlen. Las emociones no se han de reprimir, pero tampoco es bueno cederles el control de nuestra vida.

Si una emoción es dueña de una relación, puede tener más efectos negativos de los que somos conscientes. Por ejemplo:

- Si me relaciono con mi pareja a través del miedo. ¿Cuál es la emoción que destaca en tu relación de pareja? ¿Es el miedo a defraudar, a no ser lo suficientemente bueno, a perder? ¿No debería ser el afecto, la dicha, la gratitud...? Cuando el miedo es la emoción protagonista en nuestra relación, es fácil que aparezcan cientos de inseguridades y por ende conductas celotípicas que acaban deteriorando la relación. Cuando en una relación de amor, lo que hay sobre todo, es amor, la relación fluye.

- Si me relaciono con mis amigos a través de la tristeza. Hay muchas personas que han aprendido a establecer relaciones a través del "dar pena" o "despertar lástima" en los otros. No tienen una sana autoestima, no confían en que los demás le vayan a querer y a mantenerse con ellos simplemente por ser quienes son, y necesitan (en realidad: se crean la falsa necesidad) buscar la atención, el afecto y una garantía irreal de permanencia, tratando de despertar la compasión del otro. Pero esto a la larga genera mucho rechazo, ya que las personas nos solemos cansar de escuchar, continuamente, los problemas y amarguras de los demás.

- Si me relaciono en mi trabajo a través de la ira. ¿Sueles estar en tu trabajo a la defensiva, ya sea con tus jefes, compañeros, empleados o con los clientes? Esta actitud es el producto de falsas percepciones y creencias. Por ejemplo: si creo que los jefes son unos "exprimidores", que los trabajadores sólo van a lo suyo, que el cliente es un desagradecido que se queja por todo... lo normal es que adquiera una actitud hostil, de defensa, ante la "amenaza" que estoy imaginando en el otro, lo cual puede derivar en situaciones de conflicto que yo mismo estoy generando por anticipación, y que se evitarían si mantuviera una actitud más conciliadora, amable y positiva.

Como veis, en áreas muy importantes de la vida, podemos estar dándole una parcela de dominio muy influyente a nuestras emociones, que provoca que nuestras relaciones no sean todo lo buenas que podrían ser. Lo que necesitas para mejorar en este sentido es conocerte bien, a través de la autoexploración: pregúntate qué emociones son las protagonistas en las distintas relaciones que mantienes con los demás y si es posible que las la dominancia de esa emoción esté provocando consecuencias negativas.

Si fuera así, ¡buena noticia!, has tomado conciencia de ello, y ahora sólo tienes que cederle el protagonismo a otras emociones distintas, para conseguir resultados diferentes, y una mayor calidad en tus relaciones.

¡Suerte con ello, un abrazo!

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