Este rechazo al aburrimiento viene porque ya de pequeños nos aburríamos con mucha frecuencia. Y es que un niño dispone de mucho tiempo libre (ahora, entre deberes, actividades extraescolares y nuevas tecnologías, cada vez menos, y no estoy seguro de que eso sea una ventaja), con lo que era muy común que protestáramos a nuestra madre gritando "¡Me abuuurro!", a lo que nuestra madre contestaba: "Pues échate en agua".
El aburrimiento además se hace amigo muy pronto de otras emociones como la tristeza o la ansiedad, ya que cuando no tenemos nada que hacer es más fácil que la mente funcione más y, casi siempre, de manera que nos perjudica. Así, cuando estamos inactivos, es como si una ventana se abriera a todo tipo de pensamientos pesimistas y negativos, preocupaciones y rumiaciones.
También, cuando estamos aburridos, nos volvemos más sensibles al sentimiento de soledad. Nos sentimos más solos en el mundo, aunque no lo estemos, más desconectados, y nos puede invadir una sensación de vacío existencial.
Por último, es muy fácil aburrirse en verano, en vacaciones. Nos pasamos todo el año deseando que llegue nuestro merecido descanso y, cuando lo hace, en cuanto aparece una pequeña laguna sin actividades o sin gente a mi alrededor, nos subimos por las paredes. No es fácil imaginarse a algún work-alcoholic tentado de llamar a su jefe para gritarle: "¡Dame trabajo!" Así de hondo es capaz de caer el ser humano cuando se aburre.
Por esto, aprovechando que estamos en plena época estival, voy a dar algunas recomendaciones para aprender a tolerar el aburrimiento. Porque sí, claro que el aburrimiento es soportable y, no sólo eso, puede llegar a ser incluso muy disfrutable. ¿Me crees? Sigue leyendo. ¿No me crees? Sigue leyendo.
QUÉ HACER PARA ABURRIRTE SIN MORIR EN EL INTENTO:
- En primer lugar: ¡échate en agua! Ésta es una expresión muy popular aunque exclusiva de las madres. Sólo si eres madre la puedes usar y sólo si eres madre conocerás su significado. De hecho creo que la intención de las madres al utilizar esta expresión es que sus hijos piensen "¿Qué querrá decir mi madre con esto?" y permanezcan horas y horas tratando descifrar el enigmático sentido de la frase, y así dejen de aburrirse. Ningún niño a día de hoy ha sido capaz de desentrañar el misterio. Sin embargo, cada uno puede tener su propia interpretación. La mía es: que te aguantes. Y eso es lo primero que tienes que saber respecto al aburrimiento. Forma parte de la vida, al igual que la tristeza, la soledad, la adversidad o el fracaso, es imposible vivir sin aburrimiento, por lo tanto hemos de aprender a aceptarlo, sin desesperación, sin dramas ni fatalismos. Aburrirse algo de vez en cuando no es ninguna tragedia. No podemos estar haciendo cosas súper entretenidas, divertidas y sociales tooodo el tiempo. Si te aburres acéptalo, aguántate, ¡échate en agua!
- En segundo lugar: cambia tus pensamientos. No dejes que la negatividad te invada. No podemos estar siempre haciendo algo para escapar de nuestras neuras y pensamientos catastrofistas, hay veces que no nos apetece hacer nada y eso puede ser bueno (concederse momentos de no hacer nada revitaliza), pero date cuenta de que si está apareciendo un estado de ánimo negativo no es por la ausencia de actividad en sí, sino por cómo esa ausencia de actividad es aprovechada por nuestra mente para enfrascarse en problemas que no existen y amenazas inventadas. Entonces: cambia tu manera de pensar. Pensar bien es la base para sentirse bien. Si aprovechas tu aburrimiento para hacer una introspección positiva (sacar el lado bueno de tu pasado, de tu personalidad, de tu vida) o para proyectarte al futuro con ilusión (por ejemplo: planificar una actividad de ocio como un viaje, o marcarte algún tipo de meta personal), estarás sacando un mayor beneficio a tu actividad mental que si te enredas en pensamientos negativos que no te llevan a nada que te vaya a ser útil.
- En tercer lugar: conecta contigo mismo. Si nos solemos sentir solos cuando realmente estamos solos (aunque desde luego muchas veces también podemos llegar a sentirnos solos cuando estamos con otras personas), no tienes por qué vivenciar esa experiencia como algo negativo ya que realmente no estás solo: estás contigo mismo. No se está vacío cuando se está solo, se está vacío cuando no te sientes bien estando contigo, y precisamente tener momentos de soledad se convierte en una oportunidad para conocerte mejor y disfrutar más de tu compañía: haciendo cosas que no sueles hacer cuando estás acompañado, saboreando el placer del silencio o simplemente descansando de los demás, que muchas veces se agradece, para que nuestras interacciones con ellos luego sean más significativas y de mayor calidad.
- Por último: ¡saca a entrenar tu creatividad! La mayoría de las veces el problema no es el aburrimiento, sino la falta de ideas. Y sin embargo, si en lugar de subirnos por las paredes cada vez que nos aburrimos lo más mínimo y recurrir entonces con urgencia a lo que ya conocemos para escapar de ese aburrimiento (el amigo de turno que esté disponible, la actividad que siempre hago y de la que ya empiezo a estar cansado, ver la tele...), aprovechamos nuestro aburrimiento como una oportunidad para sacar ideas con las que aprovechar el tiempo de una manera novedosa, ¡estaremos reinventándonos y generando salidas a nuestra zona de confort! ¿Cómo vas a aprovechar un recurso tan poderoso y positivo como la imaginación, si siempre estás dentro de una dinámica de hacer, hacer y hacer lo que siempre haces? Un momento de aburrimiento puede ser una estupenda ocasión para enriquecer tu vida.
Así que ya sabes, deja de tenerle miedo al aburrimiento. Porque como casi todas las cosas a las que les tenemos taaanto miedo, cuando las enfrentamos, resulta que ni eran tan malas como pensábamos, y que incluso suponían una oportunidad de crecimiento.
¡Un abrazo!
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