Y digo "puede ser" porque en realidad la culpa, como emoción que es, no es buena ni mala, es sólo natural. Y es natural que sintamos culpa y además eso nos sirve para relacionarnos con nuestro entorno, porque si no existiera la culpa... Es ya existiendo, ¡y madre mía cómo está el mundo!
Sin embargo, llega un momento en el que la culpa deja de funcionar, y no sirve de nada, y más que para no servir de nada, sirve para sentirnos mal, perjudicarnos por ende, y empeorar nuestras relaciones. Ese momento para mí es el acto de sentirse culpable. Cuando te atormentas con la culpa una y otra vez, una y otra vez...
Sentir culpa, una única vez, de manera contingente con el acto que ocasionó esa culpa, puede servirnos para "no volverlo a hacer". Pero castigarnos con la culpa, ¿de qué nos sirve?
Pues sí lo hacemos es porque creemos que sí, que nos sirve, si no, simplemente, no lo haríamos. Un día, malaprendimos, en clase de religión, o porque vimos a nuestros abuelos o padres hacerlo, o porque el profesor nos puso demasiado tiempo contra la pared... que sentirnos culpables de manera intensa y prolongada nos haría aprender más y mejor.
¡Y NO ES CIERTO!
Más allá de la contingencias inmediata, la culpa no sirve. Si te doy un golpe sin querer y enseguida siento culpa, te pediré perdón y trataré de tener cuidado la próxima vez. Pero seguir recreándome en la culpa no me va a ayudar a ser más cuidadoso, porque la culpa sólo nos enfoca hacia el pasado, hacia lo que hice mal.
En cambio la responsabilidad, asumir que soy responsable de mis actos, sin machacarme por ello, y que también soy el responsable de mi propio cambio: ¡eso sí me ayuda a cambiar! Así que la próxima vez que te castigues a través de tu culpa, pregúntate:
1. Esta culpa: ¿va a hacer que cambie lo que pasó?, ¿me va a hacer mejor persona?
2. ¿Cuál es mi cuota de responsabilidad respecto a lo sucedido?, ¿hasta qué punto y en qué aspectos concretos soy responsable de los hechos y sus consecuencias?
3. Sobre aquello que entra dentro de mi responsabilidad: ¿qué puedo hacer para cambiarlo, bien para que no vuelva a ocurrir o bien para mejorar?
Estas 3 preguntas pueden suponer la diferencia entre el pasado donde ya no hacemos nada, y el presente y lo que sí podemos hacer ahora, entre el autofustigamiento con el que sólo me provoco malestar a mí mismo, y mi compromiso por mejorar para el futuro y conseguir resultados mejores.
Este sábado 17 de Noviembre haré en Málaga el Taller de Autoestima: "¡Soy imperfecto y me alegro!", en el que trabajaremos la culpa y otros saboteadores de la autoestima, además de diferentes pautas que podemos usar para potenciar nuestro amor propio. Si estás en Málaga, ¡te espero!
Y si no, recibe como siempre, ¡este abrazo!
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