ESA EXTRAÑA Y COMÚN Y NECESARIA HABILIDAD DE REÍRSE DE LA DESGRACIA
Escribió Neruda: "Si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida".
Y yo siempre que leo esa frase, me digo: "Y el humor que nos salve de nosotros mismos".
Y de nuestra capacidad para el drama. Y de fustigarnos a través de la culpa y el autodesprecio. Y de vislumbrar amenazas desproporcionadas que solo existen cuando anticipamos el futuro.
Ciertamente, el sentido del humor nos puede salva de nuestro "sentido común" cuando este está intoxicado de neuras, inseguridades, negatividad y miedos. Reírnos de la vida, del mundo, de los demás y de nosotros mismos los primeros nos ayuda, a veces (muchas, creo), a adquirir un nuevo enfoque de las cosas, más adaptativo.
Por eso, conservar el humor, en las malas, puede ser algo que, aunque en ocasiones se antoje muy complicado, resulta muy beneficioso. Reírse en las buenas es fácil. Solo los genios consiguen transformar la desgracia en motivo para la risa. Genios como El Kanka:
La buena noticia es que no hace falta ser un virtuoso de la música como El Kanka para sacar a ese genio que llevamos dentro. Porque, sí, todos tenemos esa capacidad para encontrarle el lado cómico a nuestras zonas más oscuras y vivencias más amargas. Como psicólogo no paro de conocer gente que me ha sorprendido por su manera de afrontar (y reír) sus pequeñas tragedias.
Sin embargo, que no nos vendan la moto: conservar el buen humor no es mantenerse impasible ante la adversidad, la pérdida o el fracaso. Tenemos el derecho de llorar, cagarnos en la puta vida y mandar al mundo a la mierda. Se puede (y se debe) tener momentos para eso.
Mantener el buen humor no es reírse siempre de todo, independientemente de tus circunstancias y tu sentir en ese momento. Es no perder tu capacidad para "reírte de".
Porque a veces nos empeñamos (el maldito ego nos empeña) en preocuparnos y agobiarnos y amargarnos de más. Como si nos dijéramos "Sí, claro, encima que todo me va mal (¿todo, seguro?) me voy a poner a reír ahora". Y desconectamos esa capacidad que tenemos todos. Y... a ver quién nos salva entonces de nosotros mismos.
El humor nos salva porque algunos beneficios de este son:
- Desdramatizamos.
- Le quitamos hierro a las cosas (y a nosotros mismos).
- Con el chiste o la "vuelta de tuerca", adquirimos una perspectiva diferente de la realidad, más adaptativa, y nos sobreponemos más fácilmente a la adversidad.
- Nos generamos emociones más placenteras y agradables.
- Nos conecta con las personas.
Y algunas maneras de potenciar esta habilidad son:
- Crear humor: escribir, componer, actuar... No hace falta ser profesional. Simplemente usa tu talento creativo, sea el que sea, para reírte tú (y ya si haces reír a alguien, niquelao).
- Contar chistes y jugar. Esto es algo que hacíamos mucho de niños y, de repente, un día, la mayoría de la gente dejó de hacerlo. ¿Por qué? Es más divertido que comer y beber todo el rato en una fiesta o que hablar constantemente del Covid o de qué ha hecho fulanito de tal con menganita de cual.
- Rodéate de personas que saquen tu faceta más divertida y te ayuden a ver el lado cómico de la vida. No se trata de convertir lo negro en blanco pero quizá sí de hacerle al negro un agujero para que no nos quite la visión de todas las cosas.
- Llora. Porque si obstaculizas las emociones dolorosas, como la tristeza, estarás bloqueando también tu capacidad para experimentar dicha, gratitud y, claro, humor.
Insisto, no se trata de reír por no llorar. Hay que hacer cada cosa cuando toque. Y no perder la capacidad ni para lo uno ni para lo otro. Así que, cuando te pase algo que te enganche al drama (rumiaciones, angustia, falta de motivación, enfado constante), pregúntate sobre eso que te ha pasado: ¿es tan grave realmente o se podría contar una historia divertida? Habrá veces que no, estoy seguro. Pero también estoy convencido de que habrá veces que sí. Quizá más de lo que imaginas.
Para terminar, contaré una anécdota reciente: un paciente, en terapia de pareja, me contaba que se había sentido muy deprimido cuando, hace poco, se le murió el hámster.... ¡porque le sopló! Su novia no pudo evitar, en ese momento, tener un ataque de risa nerviosa. Y, por supuesto, me la contagió a mí. Tuvimos suerte ambos de que este chico comprendiera que no nos estábamos riendo con crueldad de su desgracia ni deslegitimando sus sentimientos (de hecho, no le quedó otra que asumir nuestra risa con humor también). Simplemente... nos salió.
Pues, por muy mal que te vayan las cosas, si te sale la risa, no la bloquees. Deja que salga. Y ríete hasta de tu sombra.
Quiero dedicar este post al hámster de mi paciente. Descansa en paz pobre hámster.
Cuestiona todo lo que digo; la duda nos acerca más a la verdad.
Si te gustó el post, no te lo quedes solo para ti, porfa, compártelo. También puedes dejar tus comentarios más abajo. No sé, quizá compartir alguna anécdota divertida (o tragicómica, como la del hámster).
Si te gusté yo, hago terapia psicológica en consulta en Málaga y online para el resto del mundo.
Si te gustó El Kanka, puedes seguirlo en Spotify, Youtube, Facebook, su página web... Es más psicólogo que yo, os lo aseguro.
Muy interesante esta publicación, creo que hoy en día no hay nada más preciado que la felicidad, y mucha gente que no logra encontrarla, busca su felicidad en la desgracia de otros.
David Salinas sigue así, nos encanta tu contenido.
Muy interesante esta publicación, creo que hoy en día no hay nada más preciado que la felicidad, y mucha gente que no logra encontrarla, busca su felicidad en la desgracia de otros.
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