No lo ha dicho un curandero. No lo ha dicho un indignado protestando contra las farmacéuticas. No lo ha dicho (¡increíble!) Paulo Coelho, no lo he dicho ni yo. Lo ha dicho, este hombre.
Bruce Lipton, Doctor en Biología Celular y pionero en la investigación con células madres. Ahí es nada.
Desde la Psicología se conoce perfectamente la relación entre los pensamientos, las emociones y las enfermedades. La depresión debilita el sistema inmune. La ansiedad generada por un estrés crónico puede derivar en problemas coronarios o cáncer. Depresión y ansiedad son alteraciones graves del estado de ánimo influenciadas por los pensamientos.
Por si no tuvieramos suficiente motivo para pensar en positivo que el de ser felices, ahora aparece otro: vivir más y mejor, es decir, nuestra salud.
Un ejemplo: nos preocupa algo (un examen, una entrevista de trabajo, un informe que he de presentarle sin falta a mis jefes...), no dejo de darle vueltas en sentido negativo ("¡vaya marrón, no estoy preparado, va a salir mal!"), empieza a dolerme la cabeza, el cuello, la espalda... Resultado: como estoy enfermo, no rindo. Y acabo suspendiendo, haciendo una mala entrevista, o no logro entregar el informe a tiempo. Y de quién es la culpa: de mis pensamientos. Ellos no han pronosticado nada. Han dirigido mis resultados.
Podemos invertir el proceso. Cómo:
1. Lo primero es darse cuenta de que estoy dentro de una dinámica de pensamientos negativos. Éstos son obsesivos y recurrentes. Pistas: no nos dejan concentrarnos, nos ponen de mal humor o tensos, provocan efectos fisiológicos nocivos (dolores, palpitaciones, temblores...).
2. Y a continuación, afronta el foco de tu preocupación, pero desde una perspectiva positiva. Una técnica que funciona para contrarrestar el efecto de los pensamientos negativos es la visualización. Pensar también es imaginar. Imagínate afrontando el problema que tanto te preocupa, con éxito. Aprobando el examen, haciendo una gran entrevista, entregando el informe y siendo halagado por tus jefes. La mala noticia: imaginar es difícil. La buena: lo difícil sólo cuesta un poco más. La imaginación es un recurso que como todos, ha de ser entrenado. Ayuda: aislarse, pensar en los detalles, evocar las sensaciones.
3. No olvides... ¡seguir trabajando! Con sólo imaginar las cosas, no suceden. Hay una frase que me encanta (y no recuerdo de dónde proviene), que es algo así como: Y todo esto sucedió, porque lo imaginé. Magnífica. Es verdad, si nos visualizamos con éxito realizando una determinada acción, aumentan las probabilidades de que esa acción resulte exitosa. Sin embargo, si no acompañamos la actitud con trabajo, por mucho poder que tenga la imaginación... milagros no hace.
Pero imagina en clave positiva y tu salud se beneficiará de ello, y por ende tu rendimiento y tu éxito. En definitiva, sueña que eres feliz, y estarás un poco más cerca de esa deliciosa quimera llamada felicidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario