El final de un año se junta con el comienzo del siguiente. Recuerdos y esperanzas se unen. Es tiempo para hacer balance y marcarnos los famosos propósitos.
Lo de hacer balance es algo muy propio de aquellos a los que la nostalgia les tira, y puede tener dos efectos contraproducentes: uno, nos suele embargar un estado de melancolía debido a la añoranza que nos evocan determinados momentos; y dos, aparecen viejos fantasmas.
También hay que tener cuidado a la hora de marcarse los propósitos porque a veces lo hacemos casi por obligación, porque es lo que dicta la costumbre, y no solemos analizar si son objetivos realmente alcanzables, por lo que pueden desencadenar en frustración.
Sin embargo, salvados estos escollos, tanto hacer balance como marcarse propósitos son dos ejercicios (y ejemplos) buenísimos para potenciar nuestra autoestima. Y explico por qué:
A partir del AUTOCONOCIMIENTO al que llegamos a través de la AUTOEXPLORACIÓN en clave positiva, adquirimos la AUTOCONFIANZA necesaria para afrontar los retos por los que percibiremos nuestra AUTOEFICACIA, la cual redunda de modo directo en nuestra AUTOESTIMA.
Es decir: recuerda tus logros (da igual sin son más grandes o más pequeños, seguro que tienes unos cuantos) y conocerás tus virtudes; proponte nuevos desafíos y saldrán a flote tus fortalezas personales. Unos consejos a la hora de hacerlo:
- Recuerda en clave positiva. Estamos aquí para repasar éxitos, no fracasos. De los fracasos ya aprendimos en su momento, de nada sirve rememorarlos.
- Planteate objetivos realistas, alcanzables, y si se pueden dividir en pequeñas metas previas, mejor. Por ejemplo: adelgazar 20 kilos. No querrás hacerlo del tirón, ¿verdad? Proponte adelgazar 4 cada mes. Si al término del primer mes ves que estás muy lejos quizá debas replantearte tu objetivo inicial; si has adelgazado 5 kilos, puedes acortar plazos... en definitiva, rectificar sobre la marcha. Todos los que han logrado algún éxito han tenido que hacerlo: rectificar no supone un fracaso.
- Aún así, habrá veces que te marques un propósito, y no lo consigas. Eso es un fracaso. Y puede mermar nuestra autoestima... o no. El sólo hecho de que ya te propongas metas y lo intentes, está poniendo a prueba una serie de virtudes en ti, y las virtudes se manifiestan poniéndose a prueba. O como decía Gandhi:
"Nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado.
Un esfuerzo total es una victoria completa".
La Psicología Positiva se distingue de la psicología tradicional porque deja de centrarse en el problema para poner el énfasis en las virtudes de las personas. Apuesto todo lo que quieras a que en este 2014, descubrirás muchas de esas virtudes escondidas. Por ello te deseo un año cargado de retos y desafíos, y que los afrontes con ilusión, con calma y, sobre todo, con mucha positividad.
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