La ira es una emoción, como tal es natural, ni buena ni mala, y cumple una función: nos dota de impulso para defendernos de las amenazas del exterior. Sin enfado nos dejaríamos pisotear.
Lo que sí es posible es no dejarte dominar por el enfado. Se deja dominar uno por las emociones cuando la emoción manda sin razón de por medio. Cuando el miedo impide que hagas lo que es favorable para ti, cuando la tristeza te sume en largos y profundos estados de depresión.
No se deja dominar uno por la ira cuando discute. El DRAE define discutir como "contender y alegar razones contra el parecer de alguien". Discutir es exponer dos puntos de vistas o intereses contrapuestos y defenderlos. Pelear sin embargo lo define el DRAE como batallar, y añade en otra acepción "desavenirse, enemistarse, separarse en discordia".
A través de una discusión, se puede llegar a una solución.
A través de una pelea, sólo se llega a la gresca.
Y la gresca lleva al mal humor, a la pérdida de energía y de relaciones que podrían haber sido más largas y satisfactorias.
Motivos hay de sobra para no querer pelearte por tanto, es decir, para no dejarte dominar por la ira. Pero si queremos entender la clave para no pelearte, primero debemos entender la clave de por qué nos peleamos: porque nos tomamos la actitud y/o conducta del otro como algo personal.
"¿Por qué me dice o hace esto a mí? Pero, ¿qué le he hecho yo?"
Convertimos a través de esta transferencia, un problema que tiene el otro y que me afecta a mí, en un problema mío. Y nos enfadamos, ¡porque nadie quiere problemas!
Sin embargo, si cambio la dialéctica interior: "¿Qué le pasa, por qué actúa así, qué le ha llevado a decir aquéllo o hacer esto otro?", hacemos la transferencia correcta: el comportamiento del otro es su problema, él debe solucionarlo, voy a pedírselo pues me afecta a mí.
En definitiva, ponernos en el lugar de la otra persona para tratar de entender por qué hace lo que hace, ¡no para dejar que siga haciendo lo que hace!, sino para pedirle que lo cambie, o discutir con él si se hace necesario, de una manera asertiva y no agresiva.
Si en lugar de pensar que el otro es una persona mala que quiere hacerme daño, trato de encontrar las razones de su actitud o conducta: no sabe lo que hace y el efecto que produce en mí, ha tenido un mal día, tiene un carácter complicado... Me será más fácil no sobre implicarme emocionalmente en la discusión y no llegar a pelearme.
Este diálogo puede servir de ejemplo:
- ¡No eres más tonto porque no entrenas más fuerte!
- ... Me molesta que me digas eso.
- ... ¡Anda ya, no te enfades, si no lo digo para molestarte!
- Ya sé que no lo dices para molestarme sino que no te das cuenta de que me molesta. Por eso te he dicho que me molesta, ¡porque si no lo seguirías haciendo y me seguiría molestando!
Por eso, el fantástico vídeo de "las personas son como camiones de basura" que te dejo aquí abajo, me parece útil pero peligroso si no se interpreta correctamente. Hay veces que ni siquiera es aconsejable pedir un cambio en el otro o enfrentar distintos puntos de vista e intereses, porque nos referimos a personas con las que no vamos a tener un trato continuado, y entonces, para no perder tiempo y energía, se hace más efectivo usar la compasión y dejar pasar.
La empatía es la clave para no pelearte. Que nunca se convierta en la excusa para evitar el conflicto sin agresión.
Un abrazo.
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