jueves, 16 de agosto de 2018

¿ERES AMABLE CONTIGO?

Durante este mes de Agosto estaré de vacas en el blog y, aún así, el blog no parará: cada semana revisaremos algunos de mis posts más antiguos y populares. Esta semana:


¿ERES AMABLE CONTIGO?

Durante nuestro aprendizaje evolutivo se nos enseña de manera intencionada a relacionarnos con los demás: "no mires fijamente, no chilles, dile gracias, pídele perdón..." Sin embargo, se ha descuidado mucho la manera en la que nos relacionamos con nosotros mismos.

Y resulta que la persona con la que más se relaciona uno, es precisamente, uno mismo. O como decía Zig Ziglar:


Esa relación con uno mismo está formada por un sistema de "autos": autoestima-cómo me valoro a mí mismo; autoconocimiento-el saber sobre uno mismo; autoconfianza-cuánto confío en mí mismo y en mis propios recursos personales...

Y también podríamos incluir, claro está, la autoexigencia: exigirse a uno mismo. Pero, ¿es esto bueno?

Como suele suceder con muchos recursos, la respuesta no depende tanto del qué, sino del cómo. ¿El dinero es malo? Si lo utilizo para adquirir cosas que necesito y me generan bienestar, y de paso no hago daño a nadie, no. Si soy un consejero de banca que se gasta millones y deja a una caja arruinada que para recuperar sus pérdidas va a quedarse con las casas de la gente, no he hecho un muy buen uso del dinero.

Al hacer por tanto un uso de un recurso, ya sea externo como el dinero, o interno como la motivación o la creatividad, es importante tener en cuenta las consecuencias que puede tener ese uso. Si uso mi creatividad para inventar la bomba atómica, pues...

Autoexigirse es bueno en cuanto el resultado de esa exigencia es el aprendizaje, la mejora continua, una meta u objetivo propuesto, la constancia, el afán de superación... En definitiva, autoexigirnos puede ser un buen vehículo para el crecimiento personal. Pero cuidado:

¿Cuándo es mala la autoexigencia?
  • Cuando es excesiva. ¿Y cuándo es excesiva? Hay que aprender dónde están tus límites. Si enfermas, es excesiva. Si acabas tan fatigado que no puedes cumplir en otras áreas de tu vida, es excesiva. Si no es autoexigencia sino búsqueda de la perfección, es excesiva.
    • Cuando va aparejada al automachaque o a la culpa. ¿Machacarías a tus empleados? ¿Harías sentir culpable a tu pareja para conseguir lo que quieres? Empieza a tratarte como tratas a los demás (siempre que los trates bien, claro).
        • Cuando la autoexigencia no va unida a la autocompasión.
          Este último punto es muy importante. Y quiero hacer un inciso: a mí tampoco me gusta la expresión "autocompasión". Suena a compadecernos de nosotros mismos, a regodearnos en nuestra propia miseria. Pero no es eso. Para nada. En la Psicología Positiva se utiliza este término para referirnos a la capacidad de ser amables con nosotros mismos.

          Autocompasión es:
          • Reconocer nuestros defectos, vicios, y claro, nuestros límites.
          • Perdornarnos por nuestros errores, fracasos, meteduras de pata y malos momentos (o temporadas).
          • Y, Y, aceptar que, a pesar de tooodos tus defectos y fracasos, tú, SÍ, TÚ, eres una persona merecedora de lo mejor.


            O dicho en una sola frase, autocompasión es decirte: "La cagué, no pasa nada, la próxima vez mejor". Así de fácil, así de difícil a veces, pero siempre, siempre ÚTIL. 


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