jueves, 31 de julio de 2014

EL LADO CÓMICO DE LA VIDA

Si hay un antídoto eficaz contra la depresión y los estados del ánimo negativo, ese es el humor.

Óscar Wilde dijo: "La vida es demasiado importante como para tomársela en serio".

Qué gran verdad. En la vida, todos, da igual lo guapa que seas, el dinero que haya en tu cuenta corriente o la potra que suelas tener, todos vamos a pasar por eventos más positivos y otros más negativos, por dichas y por adversidades, tendremos éxitos pero también fracasos. Así que si todos, todos, vamos a pasar por momentos malos, la clave está en nuestra ACTITUD frente a esos momentos.

Y el humor desde luego es una cuestión de actitud.


Pero cuidado, ya sé, hay momentos muyy malos en la vida, y tomárselos a cachondeo resulta forzado e inverosímil. La pérdida de un ser querido, una ruptura sentimental, un accidente, un despido laboral... Hay momentos en los que hay que pasar por el dolor y... Y el dolor simplemente pasa. No se queda, no dejemos que se quede, no nos torturemos pensando que se va a quedar. 

Y sin embargo, frente a esto, ¿no hay otros acontecimientos vitales muchos menos relevantes que los que puse como ejemplo anteriormente, y a los que sin embargo nosotros añadimos una carga dramática innecesaria, injusta, auto-dañina? Y luego pasa el tiempo, recordamos ese momento de la vida en el que lo pasamos tan mal por "nada", nos avergonzamos, nos decimos "hay que ver lo tonto que fuí" e incluso... nos reímos. Hasta en aquellos casos en los que ese momento nada más que nos provocaba llantos y desesperación.

Por eso, frente al catastrofismo, frente las preocupaciones que desde un punto de vista ajeno pueden ser superficiales pero que una vez que se instalan en nuestra cabeza se convierten en monstruos terroríficos, frente al "sentirme peor cuando me doy cuenta de que me siento mal": HUMOR, HUMOR Y HUMOR.

Hay personas que tienen adquirida esta habilidad (porque así se considera desde la Psicología Positiva, como una habilidad, recurso personal, fortaleza o virtud) de una forma innata, pero como habilidad que es, se puede entrenar y desarrollar. Así que pongámosle un poco de mucho humor a la vida: 
  • En lugar de estar siempre con gente que no para de quejarse, contar problemas y ver el lado negativo de todo, relaciónate con esas personas que son capaces de hacerte sacar una sonrisa.
  • Haz actividades que estén relacionadas con el humor: ver series o películas o asistir a sesiones de teatros o monólogos cómicos. Por supuesto: un taller de risoterapia.
  • Bucea en Internet y encontrarás montones de parodias, fotomontajes, vídeos... que en un breve lapso de tiempo conseguirán arrancarte una sonrisa y hacer que tu estado de ánimo mejore.
  • Si ver el lado positivo de las "cosas malas" es una estrategia eficaz para superar la adversidad, por qué no va a serlo ver la cara cómica del asunto. No es reírse de uno mismo o de sus desgracias, es DESDRAMATIZAR.
  •  Tienes a alguien que te hace la vida imposible: un profesor, un jefe, un ex, un cuñado, un vecino, un "enemigo vital"... Caricaturízalo. Es decir, céntrate en sus rasgos negativos: defectos, vicios, fallos... Verás que no tiene tanto poder como el que te imaginabas y que la influencia que tenga sobre ti, en realidad, de nadie más que de ti depende.
  • Y cómo no: intenta arrancar sonrisas. No te creas que no puedes, te aseguro que todos guardamos un payaso dentro (y algunos/as más fuera que dentro). La gente te lo agradecerá, y pocas cosas hay más satisfactorias que provocar de forma simultánea estados de ánimo positivo en ti mismo y en los demás. El ejemplo gráfico de a continuación sólo es una excepción que confirma la regla.
En terapia, cuando los psicólogos queremos fomentar una actitud en un paciente, tiramos mucho de la metáfora, los cuentos, las anécdotas, el símil... Por eso en posts anteriores trabajé el construirnos un mantra cultural, basado en canciones, libros y películas, con el fin de poseer una colección de ejemplos que nos inspirasen motivación, Inteligencia Emocional y Positividad.

Los chistes, al igual que los cuentos o las canciones, también, por qué no, pueden ser recursos de inspiración para la gestión de nuestro bienestar. Así que en el siguiente post contaré algunos chistes y explicaré la lección de vida que guarda cada uno de ellos. Espero que sirva para aprender algo. Pero si no... prometo que será muy divertido. :)

jueves, 24 de julio de 2014

LA VERGÜENZA

En el post anterior presenté una síntesis de la conferencia de la socióloga norteamericana Brené Brown sobre la vulnerabilidad. En este post haré lo mismo sobre otra de sus conferencias, esta vez centrada en la vergüenza.

Ambos fenómenos, no vulnerabilidad, sino rechazo a mostrarnos vulnerables (es decir: ponernos una coraza o una barrera que nos aisla y nos encierra en nuestro propio sufrimiento), y la vergüenza, son muy interesantes para mí, y de hecho con frecuencia uso estos vídeos con mis pacientes, ya que en una sociedad como la actual, que rinde culto a la perfección y al hedonismo, no es difícil encontrarse con personas con altos niveles de autoexigencia, de sentimientos de culpa o de insatisfacción permanente.

O de vergüenza. De hecho, no en vano, Brené Brown se refiere a ella como "una epidemia en nuestra cultura". Yo voy más lejos: la vergüenza puede ser la gran epidemia del Siglo XXI. Y es que, si a través de la publicidad, la cultura (o anticultura) o incluso la política se nos dice continuamente cómo se ha de ser, es muy fácil caer en la trampa de preocuparse por la apariencia de felicidad, en vez de buscarla realmente.

Tras estas reflexiones, os dejo ya con la síntesis, y al final del post podréis encontrar el vídeo completo de la conferencia (dividido en dos partes) que por supuesto os recomiendo ver. Seguro que os hace reflexionar también a vosotros.


SÍNTESIS

Si en su “conferencia TED” sobre vulnerabilidad, la socióloga Brené Brown, empezaba hablando sobre la vergüenza, en ésta que versa sobre la vergüenza no podía empezar de otra forma que no fuera hablando de vulnerabilidad. Para Brown la vulnerabilidad no es debilidad. Ese mito es tremendamente perjudicial. Vulnerabilidad es valentía. Es la medida más precisa de valentía. Dejarnos ver tal como somos, con nuestros defectos, con nuestros fracasos. La vulnerabilidad es el lugar donde nace la creatividad, la innovación y el cambio.

Todo esto me provoca una reflexión: las personas que exponen su vulnerabilidad tienen más iniciativa y tolerancia a la incertidumbre y al cambio, porque saben que a pesar de sus fracasos ellos seguirán siendo dignos de amor y pertenencia.

Para entender la relación entre coraje y vulnerabilidad, continuaba Brown: hay que hablar de la vergüenza. Y abre este tema la socióloga contando una divertida anécdota que le ocurrió en una tienda de deportes, en la que una mujer se le acercó y le dijo que tenían un club: “Nuestro lema es: nos derrumbamos y es fantástico”. Un ejemplo extraordinario y lleno de sentido del humor de cómo naturalizar e incluso desdramatizar lo malo.

Los seguidores de Jung hablan de la vergüenza como los pantanos del alma. Y nos dice Brown: “Vamos a adentrarnos allí, pero no para quedarnos y construir nuestra casa, se trata de ponerse las botas de agua, atravesar el pantano y encontrar el camino”.

Otra frase que destaco de Brown en esta conferencia es: “El gran éxito de TED es que es la conferencia del fracaso”, haciendo referencia a que todos los que trabajan para esta asociación o han dado conferencias para ella, han fracasado muchas veces, y que esto es inevitable para hallar el éxito.

La vergüenza, continúa Brown, son tus pensamientos negativos diciéndote que no puedes, que no eres lo suficientemente bueno y que los demás lo saben.  PERO, la vergüenza no es sólo eso, no es sólo: “No eres lo suficientemente bueno”, ES TAMBIÉN, cuando haces algo, cuando te atreves: “¿Quién te crees que eres?”

La vergüenza no es culpa. Culpa = hice algo malo. Vergüenza = soy malo. La culpa está centrada en el comportamiento y la vergüenza en uno mismo. Vergüenza = “Lo siento, yo soy un error”. Por eso es mucho más grave y difícil de tratar.

Las únicas personas que no sienten vergüenza, son las que no tienen empatía. Por tanto, no es nada perjudicial sentir un poco de vergüenza. Como otros sentimientos negativos o desagradables o molestos o poco útiles, tales como la tristeza, la ira o la ansiedad, no hay que reprimirla o intentar eliminarla, sino aprender a gestionarla.

Vergüenza para las mujeres = lo que se supone que se debe ser.

Vergüenza para los hombres = no ser percibido como débil

Pero… la empatía puede ser el gran antídoto de la vergüenza.

Por eso, las dos palabras más poderosas cuando estamos en lucha con esa emoción, son: “Yo también”. Yo también me he sentido así, yo también he pasado por esto, yo también he hecho o dicho algo similar…
 
       Termino con las palabras que usa Brené Brown para cerrar su conferencia: “Nos decimos: entraré en el ruedo (lo haré, me atreveré) cuando esté bien acorazada y sea perfecta. Y eso nunca va a pasar. Queremos que entres en el ruedo porque lo único que esperamos de ti, es una pequeña osadía”.




miércoles, 16 de julio de 2014

LA VULNERABILIDAD

Hace tiempo quedé fascinado con la conferencia que la socióloga Brené Brown realizo sobre unos de los conceptos centrales a los que ha dedicado gran parte de su trabajo e investigación: la vulnerabilidad. Tanto es así que, con frecuencia, utilizo el vídeo de su exposición con mis pacientes, y suele ser de gran ayuda.

El concepto vulnerabilidad se refiere a ser capaces de quitarnos la coraza, mostrarnos como somos, con nuestras virtudes, pero también con nuestros defectos, con nuestros logros, pero sin esconder nuestros fracasos... ni mucho menos avergonzarnos o sentirnos culpables por ellos. 

Un ejemplo de vulnerabilidad calculadamente ocultada o "invulnerabilidad fingida" (lo que a largo plazo resulta malo para nuestra salud mental y emocional, en definitiva, para nuestro bienestar) lo encuentro el el reality show Gran Hermano. Lo más usual es que cuando uno de los concursantes es eliminado del programa por el sistema de votaciones, le diga a la presentadora frases del tipo: "Lo sabía; estoy contento; era lo que quería..." Sí, claro, ¡¿estás participando en un concurso en el que te estás mostrando a millones de desconocidos para ganar un suntuoso premío en metálico, y "era lo que querías"?! Como digo, un buen ejemplo (paradójico ejemplo) de encubrimiento de la vulnerabilidad. Con lo bien que sentaría decir: "¡Aaaag, estoy fatal, quería ganar, vaya mier... faena!"

Para quienes hayáis visto ya el vídeo de Brené Brown, aquí os dejo una síntesis de lo más importante del mismo. Y para los que no, justo a continuación podéis verlo. Os lo recomiendo, no tiene desperdicio, y además os prometo que no os aburrirá porque la Sra. Brown es todo un alarde de ingenio y buen humor. En el próximo post, haré una síntesis de su conferencia sobre la vergüenza, tan o más interesante que esta misma.


SÍNTESIS


La socióloga Brené Brown empieza su “conferencia TED” sobre vulnerabilidad hablándonos de la vergüenza, que sería temor a la desconexión. Es como decirnos: “Hay algo de mí que si otra gente lo sabe o lo ve, no voy a ser digno de entrar en contacto”, es decir, de pertenecer a ese grupo, al grupo, a la sociedad. La vergüenza es universal, todos la tenemos. Lo que sustenta este sentimiento es la intolerancia a la vulnerabilidad: pensar que para conectarnos tenemos que dejarnos ver, ver de verdad (con todo lo bueno y lo malo), y no ser capaces de soportar ese nivel de exposición.

Según Brown, las personas que buscan amor y pertenencia se saben dignas de merecer amor y pertenencia. Las que no, temen no merecer ese amor y pertenencia. Los del primer grupo:

·    Tuvieron el coraje de ser imperfectos.
·   La compasión para ser amables con ellos mismos antes que con los demás.
·    La autenticidad para ser quienes eran y no lo que debían ser, como elemento imprescindible para la conexión
·     Aceptaban plenamente su vulnerabilidad: esto es algo que les hace bellos, algo necesario. Tenían por tanto mayor tolerancia a la incertidumbre. Por ejemplo: eran capaces de decir “te amo” aun sin garantías de oírlo.

En cambio, estas son algunas de las cosas que hacen los que luchan contra la vulnerabilidad:

  • Adormecen (ocultan) la vulnerabilidad. Si adormecemos la vulnerabilidad, adormecemos la dicha, la gratitud, la felicidad.
  • Intolerancia grande a la incertidumbre.
  • Perfeccionismo.
  • Fingir (versus autenticidad).
Soluciones para no estar en esta lucha:
  • Permitamos que nos vean en profundidad.
  • Amemos con todo el corazón, sin garantías.
  • Practiquemos la gratitud y la dicha.
  • Creamos en nosotros (autoconfianza = logros). 


jueves, 10 de julio de 2014

CONECTA CON TU MUNDO INTERIOR

Las personas vivimos entre dos mundos.

Esto suena muy peliculero, pero es así, siempre ha sido así: somos seres conscientes. El "yo pienso, luego existo". Bueno... Algunos más que otros.

A un lado está el mundo exterior: el entorno, el clima, los demás, las interacciones, el Facebook... En el anterior post exponía una serie de fuentes de satisfacción que podemos encontrar en ese mundo para, gestionadas de forma adecuada, mejorar nuestro bienestar... y que van más allá del Facebook.

Al otro lado está nuestro mundo interior: sistema de creencias, valores, actitudes y emociones. En este mundo encontramos elementos no muy agradables como las rumiaciones, las preocupaciones, los pensamientos negativos y las emociones incómodas como la tristeza o el miedo, y elementos más agradables como los recuerdos bonitos, los sueños e ilusiones y las emociones elevadoras del estado de ánimo como la alegría o la serenidad.

No es bueno encerrarse en este mundo. Es decir, la introspección abundante, la excesiva autoconciencia, suele ser predictora de trastornos como la depresión o los relacionados con la ansiedad.

Pero tampoco es bueno huir de él. Es importante aprender a conectar con ese mundo.

El problema es que, en la época actual, vivimos tan absorbidos por los elementos del mundo exterior, que esto se ha convertido en un auténtico desafío. Jornadas de trabajo avasalladoras, auge de las nuevas tecnologías que nos hacen estar continuamente conectados/desconectados (¿te suena la imagen de un grupo de gente reunida y la mayoría de ellos no se miran porque están hablando por whatsapp?); un ritmo de vida que nos "obliga" a ir siempre con el piloto automático puesto.


¿Qué es esto del piloto automático puesto? Lo explico: ¿no has tenido a veces la sensación de que te mueves por inercia, sabiendo exactamente cuáles son los pasos que tienes que dar, pero sin tener ni idea de cuál es el destino? Y sigues, y sigues, casi arrastrado por alguna fuerza misteriosa (¿rutina, sociedad, dinero...?). Y esa fuerza es tan, en apariencia, poderosa, que eres incapaz de pararte a pensar cuál va a ser el siguiente paso, o si necesitas un cambio de dirección. Eres incapaz de pararte un momento a reflexionar o a mirarte hacia dentro.

En este sentido, disciplinas como el mindfulness (atención plena) nos ayudan precisamente a esto. A pararnos, a centrarnos en el "aquí y ahora", y mirarnos por dentro pero como si fuéramos observadores externos de nuestras propias emociones y pensamientos. Sin embargo, no es de esta técnica, que está muy en auge, de la que quiero hablarte ahora (quizá en otro momento). Precisamente, por su modernidad, puedes encontrar una gran variedad de artículos sobre ella haciendo una sencilla búsqueda por Internet.

Quiero exponerte una hipótesis, que alberga un conflicto, y luego ofrecerte la solución a ese conflicto. Verás, a veces pienso que nos dejamos absorber por los elementos del mundo exterior porque le tenemos miedo a esos elementos poco agradables que merodean nuestro mundo interior: nuestros miedos, traumas o visiones negativas de nosotros mismos. Y eso sucede porque no los vemos como "elementos poco agradables" sino como monstruos que nos aterrorizan. Y nos aterrorizan tanto que huimos de ellos y sin darnos cuenta nos metemos en un bosque oscuro, en el que no entra la luz, y en el que nos perdemos. Ese bosque está lleno de grandes árboles que nos impiden ver la claridad del sol (nuestra propia claridad mental), y en las copas de esos árboles anidan las rumiaciones, las preocupaciones y las obsesiones. Es el bosque del pensamiento disfuncional, el pensamiento que no sirve.

La solución está en atreverse a salir del bosque y enfrentarnos a esos monstruos a través de un diálogo interior y un pensamiento productivo, útil, funcional: ¿cómo me siento (autoconciencia emocional), por qué me siento así (causa), cómo puedo resolver esa causa (soluciones)? Quizá nos demos cuenta de que esos monstruos en realidad no son tan aterradores como creíamos, que incluso no había razón alguna para tenerles miedo, y que en el fondo nos estaban ofreciendo una oportunidad única para conocernos mejor a nosotros mismos.

Y si no te he convencido, simplemente recuerda este chiste: "Un hombre va al psicólogo y le dice: - Doctor, tengo un problema: en mi casa veo a un monstruo gigante de dos cabezas y tentáculos alrededor de todo el cuerpo, ¿tiene solución? Y el psicólogo le contesta: - Sí, sí que la tiene, pero el tratamiento durará un año y le costará alrededor de 6.000 euros. A lo que el hombre replica: - Pues déjelo doctor que ya voy yo a mi casa y me hago amigo del monstruo".

Hala, pues a qué esperas para hacerte amigo de tu monstruo.

jueves, 3 de julio de 2014

LAS FUENTES DE SATISFACCIÓN

La felicidad no depende tanto de lo que nos pasa, como de cómo lo percibimos, interpretamos, asimilamos y aprovechamos para nuestro futuro.

Esto responde a la pregunta de por qué hay personas más exitosas en la vida que otras, extendiendo el éxito a todas las áreas del individuo: social, profesional, familiar, personal... Pues por el mismo motivo que hay gente que se ahoga en un vaso de agua, y otros capaces de permanecer a flote y disfrutar del viaje en medio de una tempestad.


Nuestro bienestar depende de nosotros mismos, y de cómo cultivemos recursos personales esenciales para afrontar los eventos negativos y los fracasos, tales como la resiliencia, el humor y la positividad, y cuán eficaces seamos a la hora de gestionar los tres pilares básicos de nuestro mundo interior, sobre los que trabajo intensamente, tanto al la hora de hacer terapia con mis pacientes como cuando escribo en este blog: manejo de los pensamientos, aprendizaje de la Inteligencia Emocional, y potenciación de la autoestima.

Sin embargo... La felicidad es una búsqueda, una búsqueda que se inicia dentro de nosotros mismos, pero, ¡no termina ahí! Allá afuera hay un montón de fuentes de satisfacción que podemos aprovechar para generarnos bienestar. 

Sí, vale que el mundo también está plagado de cosas horribles, hombres malos (e incluso diábolicos), problemas, dificultades, traumas del pasado... Pero las cosas tienen el valor que nosotros queramos darle a las cosas. Hay personas que ven sus preocupaciones como grandes monstruos que además de aterrorizarles les impiden disfrutar de las cosas buenas de la vida.


Así que posiblemente una de las claves para gestionar de manera eficaz nuestro bienestar consista en abrazar esos monstruos...


 ... es decir, relativizar y desdramatizar nuestras preocupaciones, rumiaciones y pensamientos negativos. Y por otra parte saber aprovechar todas esas pequeñas (pero grandes) cosas que nos provocan emociones positivas e inspiran pensamientos agradables y productivos. Cosas como:

  • Practicar deporte y/o hacer ejercicio físico. Además de servir para descargar estrés, tensiones acumuladas y embotamientos mentales, ya que puede ayudarnos a obterner claridad del pensamiento, la actividad física provoca la liberación de la serotonina, conocida como la hormona del placer por su relación con los estados del ánimo positivos.
  • La dieta. Comer, además de una necesidad, es un placer. Pero comer sano también repercute en nuestras emociones y pensamientos. En este sentido es recomendable mantener una dieta variada, como la mediterránea, que aporta todo tipo de nutrientes a nuestro organismo. No se trata de comer poco para estar sano, ni mucho menos, sino comer de todo en su justa medida. Y evitar la conducta de pica, los atracones y comer de forma desordenada.
  • El sueño. Para afrontar con energía suficiente los retos que nos pone el día a día es importante estar descansado. Los médicos del sueño recomiendan dormir entre 7-8 horas. La siesta tiene una funcción reparadora, pero se aconseja que no exceda de los 40 minutos, ya que siestas largas pueden provocar el efecto contrario y producir una sensación de agotamiento. Si te cuesta conciliar el sueño porque eres un ser rumiante, cuando vayas a la cama piensa en lo mejor que te haya pasado durante el día.
  • Los hobbies. Invertimos muchas horas de nuestra vida en estudiar, trabajar, seguir formándonos... Y qué pasa con nuestro tiempo de ocio, ¿no habría que dedicarle el mismo esfuerzo? Estudios aseguran que las personas con una amplia apertura al ocio rinden mejor en su trabajo. Y es que realizar actividades que gustan revitalizan la mente y el cuerpo. Haz un trabajo de autoexploración: conócete a tí mismo y descubre qué es lo que te gusta hacer.
  • Las relaciones sociales. Por supuesto, el ser humano es un animal social. Necesitamos estar y relacionarnos con gente: familiares, amigos, compañeros de trabajo... Un consejo: no quieras estar siempre rodeada de otras personas, hazte amiga de tu soledad en momentos en los que es preciso pararse, reflexionar, conocerse a uno mismo, descubrir caminos alternativos... ella puede ser tu mejor aliada. Si tienes escasas redes sociales, las redes sociales de Internet son una herramienta que pueden ayudarte a ampliarlas,
  • El sexo. Ya sea con tu pareja, contigo mismo o en grupo (para los más osados), el sexo es una fuente de satisfacción tan obvia que sólo cabe decir que, según los estudios al respecto, además de placentero el sexo es saludable, ya que como ocurre con el ejercicio físico (al fin y al cabo no deja de ser una actividad física) ayuda a descargar estrés, liberar tensiones y provocar emociones positivas.
  • La risa. Posiblemente mi fuente de satisfacción favorita (sí, más que el sexo, ¿qué pasa?). La risa es la bandera de la felicidad. Así que rodéate de gente que te haga reír o acude a eventos culturales que te provoquen risa (teatros, monólogos y otros espectáculos cómicos) o simplemente mírate de vez en cuando una buena película o serie que sea graciosa. Cuenta chistes, pide que te los cuente, provoca sonrisas... Pocas cosas hay más gratificantes.
Y, después de esto, seguro que tú misma eres capaz de encontrar otras fuentes de satisfacción por ti sola. La vida nos brinda un montón de oportunidades para ser felices, o aumentar nuestro bienestar o tener una buena vida, llámalo como quieras. El caso es que de ti depende aprovecharlas. No quieras ser siempre feliz, porque no habrá ser más infeliz que aquél que quiera serlo siempre. Pero ni se te ocurra ignorar aquellas pequeñas cosas que pueden hacer de tu vida algo muy, muy grande.