miércoles, 27 de abril de 2016

UNA DECISIÓN QUE PUEDE CAMBIAR TU VIDA


Hace poco le decía a un paciente:

En las buenas, estar contento es fácil.
En las malas, es imprescindible.

Y él me replicó: "Hostia, ¿y eso cómo se consigue?".

"Hostia...", pensé yo. Y luego, para huir del incómodo silencio que mi titubeo había generado, empecé a enumerarle una serie de consejos dirigidos a conseguir ponerle al mal tiempo, buena cara.

Y aunque ahora sigo pensando que son buenos consejos, creo que me equivoqué al dar por hecho lo que él estaba dando por hecho: que estar contento, es decir, la felicidad transitoria (¿y acaso existe otro tipo de felicidad?), es algo que él no sabía hacer.

Porque la felicidad no pasa, la felicidad se hace. Y todo acto nace de una decisión más o menos consciente.

¿Por qué nos encerramos en casa cuando nos da un bajón? ¿Por qué evitamos enfrentarnos a lo desconocido? ¿Por qué respondemos con agresividad cuando nos atacan?

Porque lo decidimos.

Y lo decidimos, porque así lo hemos aprendido. O mal aprendido.

Hemos mal aprendido que cuando me pasa algo malo irremediablemente deberé sentirme muy mal por ello durante un largo tiempo. Ejemplo de este aprendizaje: el luto de nuestros antecesores, que podía durar años, o incluso toda la vida.

Hemos mal aprendido que lo más seguro es hacer lo que hace el resto de la gente. "Niño, tú sácate una carrera que verás como no te falta trabajo". Ahora nos reímos (o lloramos) por esto. Mal concluimos, en su momento, que seguridad era igual a felicidad.

Hemos mal aprendido que la ira de los demás debe ser contrarrestada con más ira. Si te insultaban en el colegio, debías responder con un insulto más fuerte, porque la indiferencia era confundida con cobardía. Qué manera más fácil y estúpida de dejarse contagiar por las emociones del otro.

Muchas de nuestras decisiones actuales están basadas en esos malos aprendizajes, que ponen en evidencia un entendimiento escaso de las verdaderas motivaciones humanas.

No queremos exhibir nuestro dolor porque sea lo políticamente correcto, ni una vida cómoda y segura, ni imponerme frente al otro. Queremos ser felices. Y aunque decidir serlo puede no ser suficiente... es imprescindible.

Los consejos que le dí a mi paciente para ponerse contento cuando las cosas no fueran bien del todo, son éstos:
  1. Permítete estar mal.
  2. No terribilices.
  3. Haz cosas que te gusten y te pongan de buen humor.
Pero de nada servirán si antes no tomas la decisión de ser feliz, de nada servirán si no te dices a ti mismo: "No me gusta lo que ha pasado, y me hace sentir mal, pero voy a dejar de sentirme mal porque quiero estar bien".

Sentir tristeza, miedo o ira ante cualquier problema o adversidad,
es una respuesta innata.
Mantenerte en ese estado o transformarlo es una decisión consciente,
que tomas tú. Por tanto de ti depende. 
  

Como dijo Buda: el dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional. Cuando hay mínimo dos opciones, la decisión correcta, puede cambiarlo todo. Abrazos.

miércoles, 20 de abril de 2016

LA SOLUCIÓN DEFINITIVA PARA DEJAR DE ESTAR PARADO

8 años desde la crisis, 5 millones de desempleados en España, muchos de ellos de larga duración... ¿Y un psicólogo va y viene a decir que tiene la solución definitiva para dejar de estar parado? Me suena a los feriantes que vendían la pócima mágica para que creciera el pelo.

El asunto, la verdad, no es para tomárselo a broma: la situación de desempleo lleva con mucha frecuencia a que la persona no se valore y piense que es una fracasada, a culpabilizarse de lo sucedido, y a presagiar un futuro negro. Todo ello le provoca estados de depresión y ansiedad.

Así, se han identificado 3 Fases Depresivas de la persona en situación de desempleo:
  1. Negación. Al principio se toma como una etapa de transición, y se aprovecha el tiempo para descansar, recuperar aficiones o amistades perdidas, hacer papeleo, etc.
  2. Angustia. Esta sensación crece a medida que la persona comprueba que no encuentra trabajo, que se acerca el fin de la prestación...
  3. Resignación. La persona pasa de pensar que su situación era una etapa de transición a concluir que es permanente, fija e inamovible. Empieza la apatía, la desgana, la pérdida de relaciones... La persona... se para.
Y ahí está el gran error. Ahí es cuando la persona en situación de desempleo empieza a cavar su propia tumba. Pero si lo sabemos, si tomamos conciencia de ello, seremos capaces de soltar la pala y salir del hoyo.

Este post no va dirigido a darte una clave misteriosa que nadie conocía y que te va a asegurar que encuentres trabajo, eso no existe. Este post, como indica su título, te va a dar la solución definitiva para dejar de estar parado. Y ésta es:

Deja de pensar que eres un parado.

Porque es ése pensamiento el que te hunde en la Fase de Resignación. Pasas de hacer una atribución inestable, específica y controlable de tu estado, a convertirla en algo permanente, global e incontrolable. Y cometes además el error más grave de todos: ya no piensas que eres una persona en situación de desempleo, ahora... eres un parado.

Odio esa palabra. Parado. Os haré una confesión: he estado en situación de desempleo varias veces en mi vida, y sin embargo, creo que no he trabajado nunca tanto como cuando he estado en esa situación. Porque la búsqueda de trabajo, es también un trabajo.

Estar desempleado no es sinónimo de estar parado. Es más, si quieres salir de la corriente depresiva a la que te empuja la situación de desempleo, no diré ya si quieres salir de la situación de desempleo encontrando un trabajo, porque es cierto que eso no depende sólo de ti sino de factores externos, pero si al menos quieres no deprimirte: MUÉVETE.

Estar en situación de desempleo no te impide: colaborar, cooperar, ayudar, participar, buscar, aprender, disfrutar, hacer deporte, cuidar tus relaciones familiares y personales...

Especialmente importante esto último, porque uno de los errores que comenten las personas en situación de desempleo que se encuentran en la Fase de Resignación, es dejar de lado las relaciones, y éstas suelen ser una de las ayudas más importantes para encontrar empleo. Es mucho más efectivo tirar de agenda y llamar a una persona con la que no tenías contacto desde hace tiempo y que te pueda echar un cable, que mandar 1000 currículums.

Una vez que salgas de la Fase de Resignación, y entres en la 4ª fase, la Fase de Reactivación, te darás cuenta de que tú eres tú, y tu yo, inabarcable y en continua transformación, no se puede delimitar a una simple etiqueta, la de "parado". Tú no eres un parado, tú ni siquiera estás parado, porque no dejas de moverte, tú estás en una situación de desempleo que es transitoria, específica, y que aunque no dependa exclusivamente de ti, puedes hacer muchas cosas para salir de ella.

La primera y fundamental: aprovéchala para conocerte mejor. Una situación de desempleo es una situación de crisis, y la crisis supone una oportunidad de crecimiento. Aprovecha tu crisis personal para conocer cuáles son tus fortalezas y tus motivaciones, y que ese conocimiento te sirva de guía para emprender un nuevo camino en tu búsqueda.

Para ser un apoyo en esa búsqueda, la semana del 9 al 13 de Mayo estaré dando, junto a la Consultora Semillas de Empleo, en Málaga, el Taller de Mejora del Candidato en Búsqueda de Empleo, una formación para mejorar las habilidades personales, y por ende, la empleabilidad del candidato a un puesto de trabajo.

Espero que puedas asistir, y si no puedes, al menos, recuerda: ¡no te quedes parado! El movimiento es acción y la acción, tarde o temprano, tiene su repercusión. Abrazos.

miércoles, 13 de abril de 2016

LOS 4 JINETES DE LA INTOLERANCIA

Sentir miedo, ira o tristeza no es malo, ya que estas emociones son naturales y básicas, y por tanto completamente normales. Pueden ser desagradables, incómodas, no deseadas... Pero en el momento en el que las valoramos como algo malo que no debería estar pasando, engrandecemos la emoción.

La sociedad hedonista en la que vivimos sumergidos nos empuja a ello: perseguimos constantemente el placer y huimos, rechazamos o evitamos cualquier atisbo de dolor. Si bajo esa premisa es de donde partimos en nuestra búsqueda de la felicidad... no podríamos andar más perdidos.

Pero además de no acertar en la dirección... nos estamos ablandando:

Cada vez sufrimos más por menos,
y somos menos felices con más.

Claro: si interpreto que sentirme mal no es tolerable, porque debo sentirme bien todo el tiempo, cuando me sienta mal, no lo soportaré. Ése es el rasgo esencial de la intolerancia: no poder soportar algo. Y la verdad es que los seres humanos podemos soportar más cosas de las que pensamos.

Hoy día, encuentro 4 grandes intolerancias que provocan que los estímulos, tanto externos (eventos), como internos (emociones y pensamientos) sean valorados como "no soportables". Conocerlas y saber cómo podemos manejarlas, puede suponer una importante diferencia en nuestro bienestar personal.

Éstos son los 4 Jinetes de la Intolerancia:
  1. Intolerancia al estrés. Es imposible no sentir estrés en nuestras vidas, e incluso se ha demostrado que niveles moderados de estrés son buenos para el rendimiento. Pero hay personas que se sienten desbordadas y huyen del estrés a través de las adicciones, sobre todo. Antídotos: planificar, delegar, evitar sobrecargas de tareas, relajación, mindfulness, y una interpretación más realista y menos catastrófica del estresor = a decir que: "Soy capaz de hacerlo, y si no, no será el fin del mundo".
  2. Intolerancia a la frustración. Nos gustaría que siempre las cosas salieran como teniamos pensado que salieran... pero el mundo no funciona así. Hay personas que por no sentir esa sensación de fracaso o de decepción, prefieren no hacer nada, no intentarlo. Lo que en realidad acarrea más frustración e insatisfacción. Antídotos: autocompasión positiva (sé amable contigo, permítete/perdónate el fallo) y hacer una reevaluación del fracaso: no es una desgracia, es una oportunidad de aprendizaje. 
  3. Intolerancia a la incertidumbre. Hay personas a las que le cuesta mucho tomar decisiones porque no soportan no saber qué va a pasar. Sin embargo, por lo general, no sabemos qué va a pasar. Pero a veces nos imponemos un grado de control sobre los resultados de nuestras decisiones y nuestras acciones que simplemente no tenemos. Antídotos: toma decisiones en base a riesgos calculados; y el optimismo: pudiendo ir bien y pudiendo ir mal, ¿por qué necesariamente tiene que ir mal?
  4. Intolerancia a la diferencia. Por lo general nos gusta cuando los demás piensan, opinan o se comportan como nosotros, pero, ¡qué aburrido sería el mundo si todos fuéramos iguales! Hay personas que no entienden las diferencias y se desesperan o irritan enormemente ante ellas, llegando a exclamar al cielo: "¡Pero por qué!" Muy sencilo: porque el otro, no eres tú. Es así de simple. Por lo tanto, antídotos: la empatía, ponerse en lugar del otro; y la asertividad para resolver los conflictos que puedan surgir.
Pero no podremos aplicar la empatía, el optimismo, la autocopasión positiva o la Atención Plena sin valernos antes del mayor antídoto contra estos Jinetes de la Intolerancia: la Aceptación. Aceptar implica no resistirse, dejar de pensar "esto no deberías ser así" o "no debería encontrarme estas piedras en mi camino".

Cuando aceptamos que el camino es como es, que los estresores, los fracasos, las decepciones y las diferencias forman parte del camino de la vida, todo fluye de manera más fácil.

Porque a través de la aceptación decimos adiós a los 4 Jinetes de la Intolerancia, y hola a nuestro miedo, a nuestra ira y a nuestra tristeza, y les cogemos de la mano, y le decimos que nos acompañen en nuestro camino hacia la felicidad. 

miércoles, 6 de abril de 2016

ES AHORA

Recientemente llegó a mis manos el libro El Poder del Ahora de Eckhart Tolle, una obra que podría considerarse como el pilar del Mindfulness.

Desde luego que no me decepcionó. Es un libro que encierra una sabiduría enorme y que es para releer y releer.

Estoy seguro por otra parte de que en la Red existen numerosos artículos o resúmenes del libro enumerando las claves de los planteamientos de Toller y sus aplicaciones prácticas, así que no voy a reproducir en este post ese trabajo. Principalmente porque quiero que tú leas el libro y lo releas.

Pero sí quería compartir un mantra que he creado a partir de la inspiración surgida durante la lectura de este libro, y que personalmente me ayuda a dejar de divagar, de rumiar, o de torturarme a través de recuerdos que se transforman en lamentaciones, preocupaciones que se convierten en problemas o incertidumbres que derivan en indecisiones e inactuaciones, produciendo todo ello un desborde de malestar emocional significativo.


El mantra es el siguiente:

"No soy pasado.
No soy futuro.
No soy.
Es ahora".

Os recuerdo que un mantra es un sonido, una sílaba, una palabra o conjunto de palabras que nos ayuda a, precisamente, focalizar la atención sobre el aquí y ahora. Cuando estamos funcionando con el piloto automático puesto, nuestra mente se llena de pensamientos que giran en torno al pasado, que fué y ya no es, y en torno al futuro, que no es ni sabemos si será.

Y además, nos identificamos erróneamente con nuestra mente. Doy por sentado que soy lo que pienso. Es un hábito arraigado. De hecho, ya lo decía Descartes: "Pienso, luego existo". Sin embargo, al identificarnos por nuestros patrones de pensamiento, nos limitamos. Pongamos un ejemplo a la inversa: ¿si pienso que puedo volar eso me da la facultad de volar? 

Pues del mismo modo, si pienso que soy un un fracasado por mis fracasos, ¿eso me convierte en un fracasado? Mi pensamiento puede estar sesgado: ¿no estaré olvidando mis logros, o mis oportunidades de triunfar a pesar de todos mis fracasos? Y pensamientos sesgados generan etiquetas restringidas que acotan nuestra libertad para actuar.

Por eso no soy. Es ahora. El ahora es lo que es. Es, sin más. Obtener la capacidad de observar el ahora libres de juicios, críticas y resistencias, y liberarnos de la tiranía del pensamiento es posible, gracias a la práctica del Mindfulness.

Por eso este sábado 9 de Abril estaré impartiendo el Taller de Mindfulness + Inteligencia Emocional. Porque lo que sentimos también forma parte del Ahora, y meditar sobre nuestra emociones nos ayuda a reducir el impacto negativo de las mismas.

Si conseguimos simplemente observar... libre de sesgos.