jueves, 19 de diciembre de 2019

LO MEJOR DEL 2019 (I)

Como cada año, un repaso en tres partes a lo mejor que he publicado en Redes Sociales sobre psicología y crecimiento personal. Un 2019 cargado de aprendizajes que quiero compartir contigo ahora... ¡y ojalá que por muchos años más!



"La felicidad depende del sentido que le damos a la vida". Genial conferencia sobre psicología y bienestar, imprescindible.


#Stopbullying






Víctor Kúppers: "para salir de los bucles de negatividad y dramatización, pregúntate: ¿a mí qué me está quitando la alegría ahora? Quizá te des cuenta de que tu alegría es mucho más importante que ese problema sobre el que no paras de dar vueltas y vueltas."


El silencio reduce la tensión y el estrés y renueva nuestros recursos cognitivos.





Dar nos hace felices. Pero importa mucho el cómo lo hacemos y cómo lo pensamos. Imprescindible ver este vídeo; de esas cosas que pueden cambiarte la vida. En la ruedecita de configuración puedes poner los subtítulos en español.


Los garbanzos producen serotonina, la hormona de la felicidad, lo mismo que los antidepresivos como el Prozac.




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jueves, 12 de diciembre de 2019

¿POR QUÉ NOS CUESTA TANTO AYUDAR?

Se acerca la época navideña (si es que no estamos ya de lleno sumergido en ella) y además de ser temporada en la que comemos y bebemos más, compramos seguramente demasiado y estamos más ratos con los seres queridos (y los no queridos), también es un tiempo que suele despertar conductas de generosidad, bondad y solidaridad.

La pregunta que podríamos hacernos, entonces, es: ¿¿¿por qué el resto del año somos unos putos egoístas???

No es verdad. Es coña. Hay muchísima gente que es generosa y solidaria por su forma de ser y no por la época del año. Pero lo que sí es cierto es que hay numerosos estudios que evidencian que las actitudes y comportamientos altruistas provocan un impacto positivo en nuestra salud física, mental y emocional, porque facilitan la liberación de hormonas relacionadas con estados placenteros y relajantes. Y sin embargo, somos mucho más resistentes a manifestar este tipo de conductas que otras que están más dirigidas a nosotros mismos, ya sean grupales, como salir de fiesta o practicar sexo, ya sean individuales, como quedarse en casa viendo series y pelis.

¿Por qué, en general, nos cuesta tanto ayudar, si al ayudar nos sentimos bien y además es saludable?

La respuesta está de nuevo, creo, en la famosa ley de la contingencia. Cuando tienes sexo o ves una serie, la recompensa es más o menos inmediata, y no está precedida por un periodo de esfuerzo previo que puede ser percibido como incómodo o desagradable (estrés). Sin embargo, realizar acciones altruistas como acompañar a un anciano, cocinar en un comedor social o plantar árboles, pueden no sentirse como agradables por sí mismas durante el periodo de ejecución y la recompensa es percibida a posteriori.

Y nuestro sistema nervioso, que es la compleja red de células que llevan mensajes al cerebro que se traducen en las respuestas que emitimos, funciona a través de una estructura de recompensa y castigo, buscando placer y evitando el displacer.

Pero nosotros somos más que seres que responden automáticamente a los estímulos que recibimos en función del impacto químico que generan en nuestro sistema nervioso. Porque gracias a la mente y nuestros pensamientos, somos capaces de interpretar y valorar la información que percibimos. Y de darle un sentido, un significado para nosotros.

Y es en este punto cuando habría que distinguir entre placer y... felicidad. Para sentir placer no necesitamos darle un significado al placer. Un sabroso plato de comida no necesita tener ningún significado para darme placer. Sin embargo, si soy yo quien, con paciencia y dedicación, elabora ese sabroso plato de comida y, además, lo comparto con mis seres queridos y sé que les estoy haciendo sentir bien gracias a mi esfuerzo, puede que sienta placer, pero voy a sentir algo más que eso.

De la misma manera, practicar sexo ocasional con una persona que me atrae pero con la que no comparto nada más, puede ser enormemente placentero. Hacerlo con alguien a quien también amo y con quien comparto mi vida, además de placer, me puede hacer sentir amor y, por todo el significado que le damos al amor, felicidad.

La felicidad aporta una sensación mucho más compleja e intelectualizada que el placer. El placer es muy básico, muy primario. Sin embargo, la felicidad se relaciona otros sentimientos: satisfacción, plenitud, orgullo, gratitud, conexión, paz... Porque no depende de la experiencia de placer sino del significado que le damos a la experiencia.

Y, por supuesto, ayudar a otros, en cualquier época del año, nos puede reportar mucha felicidad. Quizá no sea placentero, puede incluso que sea todo lo contrario: desagradable, incómodo, molesto, sacrificado... Y todo ese displacer supone una barrera para alcanzar la felicidad. Pero gracias a nuestra mente, gracias a la consciencia, podemos superar esa barrera si pensamos en lo que se esconde detrás de la misma: felicidad, un sentimiento mucho más profundo y rebosante que el mero placer.

Así que, sí, ayudar nos cuesta... pero merece muchísimo la pena.

Cuestiona todo lo que digo; la duda nos acerca un poco más a la verdad.

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Y recibe, como siempre, un abrazo.

martes, 3 de diciembre de 2019

PÉRDIDAS Y GANANCIAS

Suelo decir que la vida es un carrusel de pérdidas y ganancias.

Así, ya sea por nuestras propias decisiones y acciones, ya sea por las de otros, ya sea por el propio curso de la vida, vamos a perder.

Vamos a perder cosas, vamos a perder personas, vamos a perder expectativas que nunca llegaran a cumplirse.

Tú vas a perder mucho de lo que tienes hoy y que te hace sentir feliz.

Puede parecer un panorama desolador, pero no lo es. Es la vida. Porque la vida implica cambio. Y el cambio implica pérdidas.

Y también ganancias.

Entonces, muchas veces, por miedo a perder no disfrutamos lo que tenemos, porque vivimos en un estado de tensión constante. En otras ocasiones ni siquiera somos felices con lo que tenemos pero como es lo que conocemos, nos aferramos a ello, por miedo a lo desconocido.

Las pérdidas suelen ser dolorosas. El cambio también, porque requiere procesos de adaptación donde imperan la frustración, las inseguridades y la incertidumbre.

Sin embargo, todo eso no se puede evitar, y por tanto no se trata de vivir tratando de evitarlo a toda costa. Eso es vivir instalado en el miedo al cambio y a la pérdida.

Creo que se trata de arriesgar, tomar decisiones, equivocarte, tratar de aprender de tus errores, volver a equivocarte, porque volverás a equivocarte (y mucho: hace poco le dije a un amigo que soy una persona que se equivoca mucho porque tengo mucho que aprender), aceptar las pérdidas y aprovechar las ganancias.

¿Y eso cómo se hace, maldita sea?

No lo sé (tengo mucho que aprender) pero creo que la clave está en tus pensamientos y emociones.

No es que no haya que sentir dolor o miedo cuando necesitas sentirlo. Permítete sentir esas emociones. Y en algún momento, decide sentir algo distinto.

Decido dejar de estar instalado en el dolor por la pérdida a través de la queja, de la lamentación, de la recreación del pasado, del rencor... y decido expresar mi gratitud por lo bueno vivido, porque si lo perdí significa que un día lo tuve, y doy gracias por ello y por el aprendizaje que posiblemente haya dejado en mi historia de crecimiento personal.

Decido dejar de estar sumergido en mis miedos a perder y en mis inseguridades producto de mis pensamientos negativos anticipatorios y mi negación de la transitoriedad de todo lo que existe, y decido afrontar con ilusión, esperanza, optimismo, paciencia y entereza los nuevos vientos de cambio que seguramente traerán otras cosas y personas a mi vida, distintas a las de antes, pero también bonitas y enriquecedoras. Quizá más. Quizá mucho más.

Decido dejar de culparme a través de mis pensamientos de automachaque por las decisiones (buenas o malas o mejores o peores) que conllevaron pérdidas, y decido aceptar que soy un ser humano que se equivoca y que... tiene mucho que aprender.

Y te aseguro que estas decisiones no harán (te lo aseguro, ¡carajo!) que dejes de sentir dolor o de sentir miedo. No. Ni de coña.

Pero ya no será solo dolor, no será solo miedo. También habrá gratitud, ilusión, esperanza...

Porque la clave no está en dejar de sentir emociones incómodas, sino en dejar hueco también a otras más agradables.

La clave no está en vivir con miedo a perder o aferrado a la pérdida, sino en seguir buscando las ganancias.

Somos buscadores con mucho que perder, que ganar y que aprender en esta búsqueda interminable y tan hermosa.

Aunque a veces duela.

Merece la pena.

Cuestiona siempre lo que escribo, que la duda nos acerca más a la verdad.

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Y recibe como siempre, en forma de ganancia, ¡este abrazo!

martes, 26 de noviembre de 2019

LA DICTADURA DE LA FELICIDAD

Más o menos una vez cada mes publico algunos de mis posts antiguos más leídos. Así, descanso un poco y recordamos ideas muy útiles a las que siempre viene bien hacer un repaso, porque en psicología tan importante es lo que conviene aprender, como desaprender, como recordar.


Esta semana, LA DICTADURA DE LA FELICIDAD, un post que trata de liberarnos de esa falsa obligación de sentirse todo el tiempo feliz. Ahora que se acerca la navidad, viene muy bien. ¡Que lo disfrutes y aproveches!


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Interpretamos el término felicidad como algo bueno, positivo, deseable. Y es así. Pero hasta la felicidad puede ser origen de pesares y desgracias.

¿Cómo es posible esta contradicción? ¿Cómo puedo llegar a ser infeliz, precisamente debido a la felicidad?

Esto ocurre cuando la felicidad se convierte en una tirana que nos obliga a ser siempre felices. Esta dictadura de la felicidad se ha transmitido a través de la cultura capitalista más asociada al consumismo radical:

"Compra esto, compra aquello, lo necesitas, 
¿acaso no ves que necesitas ser feliz?"

Desde este paradigma, se nos "obliga" a ser siempre felices, porque si necesitamos serlo, continuamente necesitaremos comprar las cosas que nos hacen ser felices. Sin embargo, este paradigma es antinatura, porque la felicidad es un sentimiento y, como tal, es transitorio. Así que:

No habrá ser más infeliz que aquél que pretenda serlo siempre.

A la Psicología Positiva se la critica en este sentido porque es percibida como una corriente que promueve esta dictadura de la felicidad, cuando es todo lo contrario: la Psicología Positiva no obliga a las personas a ser felices, la Psicología Positiva enseña maneras de ser feliz.

Y algunas de esas maneras son:
  • Llorar.
  • Sentir miedo.
  • Rendirse.
  • Fracasar.
  • Derrumbarse. 
Porque todo esto te está permitido, porque todo eso es humano, y lo inhumano es pertenecer a una cadena de "produce-gana-gasta" que nos convierte en meros elementos del proceso, sin sentimientos, sin debilidades y, sobre todo, sin capacidad para superar nuestras debilidades.

Porque tras las lágrimas vienen las sonrisas, tras el miedo el coraje, 
tras la rendición un nuevo comienzo, tras el fracaso el aprendizaje,
 y cuando me derrumbo vuelvo a levantarme, más listo, más fuerte, más yo.


No sientas ese vano peso sobre tus hombros del "siempre feliz", pero nunca dejes de buscar la felicidad. Porque he ahí donde rádica: en la búsqueda.


Cuestiona todo lo que escribo; la duda nos acerca más a la verdad.

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Y recibe, como siempre, ¡este abrazo!

lunes, 18 de noviembre de 2019

UNA TÉCNICA PARA EL AUTOCONTROL

Las personas a veces (muchas veces) actuamos como títeres: movidos por distintos "hilos invisibles", que son nuestros condicionantes biológicos, psicológicos y sociales y que influyen enormemente sobre nuestro repertorio de conductas.

Así, reaccionamos frente a los estímulos que nos llegan sin pensar. Es casi como un acto reflejo. Una respuesta aprendida y automática. Y entonces, alzamos la voz, decimos que sí o nos comemos hasta el último bocado, dejándonos llevar por nuestros instintos y casi nada o nada por nuestra razón.

Luego, nos arrepentimos, y pensamos que no debería haberle gritado (porque generé un conflicto con ello) que debí haber dicho que no (porque era realmente lo que quería) o que debí parar de comer (porque ya estaba saciado).

Este dejarme llevar por mis respuestas automáticas no pocas veces degenera en conductas impulsivas y destructivas (agresividad, violencia), pasividad (me dejo llevar por lo que digan o hagan otros) y adicciones (comida, drogas, sexo...).

Pero explicar esto, sin más, es aplicar un punto de vista muy reduccionista sobre el ser humano, como si nuestras conductas sólo fueran el resultado de nuestra genética y nuestros aprendizajes. Y no es verdad. Siempre he dicho que somos lo que aprendemos. Pero también lo que desaprendemos. Porque no paramos de aprender cosas nuevas y en nuestra mano está qué aprendizajes son válidos y cuáles no y eso se llama: elección.

Somos lo que decidimos.

Así, quizá un día aprendí que gritando me libraba de la hostilidad de los demás y hoy decidir que eso ya sólo me sirve para engendrar más hostilidad. Pude aprender que diciendo que sí encajaba en los grupos y hoy decidir priorizar mis intereses frente a los de terceros. O pude aprender que comer hasta reventar reducía mi nivel de ansiedad y hoy decidir aplicar otras técnicas de relajación más efiaces y sin consecuencias negativas.

Pero la dificultad radica en no dejarme llevar por el automatismo, en no reaccionar enseguida llevado por mi historial de aprendizaje y tomar, entonces, una elección de manera consciente. Para ello, puedes tratar de aplicar la siguiente técnica de autocontrol, siguiendo estos pasos:

1. Antes has de conocer las señales antecedentes que tu cuerpo te envía y que son pistas para adelantarte a la reacción. Si la respuesta que tratas de controlar es el enfado, habrás de familiarizarte con las señales fisiológicas que acompañan a tu enfado (¿calor en el pecho o vientre, agitación motora, respiración irregular?) y lo mismo si tu respuesta tiene que ver con la ansiedad (decir que sí por miedo al rechazo, por ejemplo) o con la depresión (comer mucho para lidiar con los sentimientos de aburrimiento o de soledad, por ejemplo).

2. Respira profundo. Justo cuando empieces a identificar tus señales antecedentes, antes de reaccionar, respira profundo, muy profundo. Este simple gesto es lo que te servirá para detener la reacción.

3. Trata de observarte desde fuera. Como si te vieras en tercera persona, fuera de ti, para ser más consciente de tu estado de ánimo y de la conducta (entendemos que negativa) que estás a punto de acometer.

4. Y a continuación, introduce el pensamiento. Las respuestas automáticas lo son porque las ejecutamos sin que medie une reflexión previa. Esto es lo que hay que cambiar ahora. Para estimular esa reflexión, háblate a ti mismo, cuestiónate: "¿Quiero hacer esto?, ¿qué pasará si lo hago?, ¿qué puedo probar a hacer distinto?, ¿cuáles podrían ser los resultados entonces?".

5. Toma la decisión. Puede que finalmente decidas ejecutar la misma respuesta que si te hubieras dejado llevar por tu impulso primario o, al tomar consciencia de las consecuencias negativas de la misma, puede que no.

El hecho es que ahora tu conducta será más independiente, al estar menos condicionada por los factores biológicos, psicológicos y sociales y más mediada por tu pensamiento y, por ende, por tu capacidad de elección.

Y esto es lo que nos hace libre: nuestra capacidad de tomar elecciones. Esto, es lo que le corta las cuerdas al titiritero.

Como siempre, cuestiona todo lo que escribo; la duda nos acerca un poco más a la verdad.

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Y recibe ¡este abrazo!

jueves, 14 de noviembre de 2019

PONTE GUAPO... PARA TI MISMO

Una autoestima sana y fuerte es la base de nuestro bienestar porque si no podemos estar bien con nosotros mismos, ¿¿¿con quién vamos a poder estarlo???

Que una autoestima sea fuerte y sana implica que sea independiente, es decir, que mientras menos condicionantes externos influyan en cómo me pienso y valoro a mí mismo, mejor. Que aceptarme y quererme no dependa de la aprobación externa, del éxito social, del qué dirán.

Sin embargo, igual que cuando sientes afecto hacia alguien le cuidas y le mimas, ponerte guapo o guapa para ti, también es un acto que puede reforzar enormemente tu autoestima. No para que los demás se sientan bien contigo (aunque esa puede ser una consecuencia colateral), sino para sentirte tú bien contigo. Igual que cuando tienes tu casa limpia y ordenada aunque no vayas a recibir visita, porque te hace sentir bien; cuidar nuestra "primera casa" (nuestro cuerpo) nos puede hacer sentir, de la misma manera, muy muy bien.

Por ello, he querido escribir este post para darte unos "truquitos de belleza" que no pueden faltar en tu repertorio de conductas dirigidas a cuidar esa relación tan especial que tienes: tu relación contigo mismo.

¡Vamos a ponernos guapos!

- Sonríe. No tienes que sonreír siempre y mucho menos cuando no lo sientas, pero tampoco lo reprimas. Sonreír a menudo, incluso reír, por la mayor banalidad, dirige estímulos a nuestro Sistema Nervioso que nos ayudan a relajarnos y a liberar "hormonas de placer". La sonrisa, siempre lo diré, es el mejor cosmético del mundo.

- Bésate. Sí, sí, bésate. O, bueno, al menos, lánzate besitos de vez en cuando. Dedicamos muchos momentos de nuestra vida a mirarnos al espejo (algunos más que otros, desde luego), ¿por qué no pararte de vez en cuando para lanzarte un besito o un guiño? Esa simple "tontería" es un mensaje que puede guardar mucho contenido: "Eres guapo, tú vales, te quiero". Y lanzarnos ese mensaje de forma repetida es entrenarnos en autoamor.

- No te mires mucho. Ahora que ha salido el tema del espejo: no te mires demasiado en él. Hay dos tipos de personas que se miran mucho en el espejo: las narcisistas, enamoradas de sí mismas (lo que las convierte en personas especialmente orgullosas, soberbias, egoístas y vanidosas), y las que se miran para encontrarse fallos. Estas últimas no se aceptan tal como son porque son muy perfeccionistas y, por tanto, tienden siempre a explorarse para encontrarse fallos que mejorar, lo que les provoca mucha insatisfacción con su imagen. Mientras menos te mires, menos fallos te encontrarás; ¡y recuerda que todos (incluso los más guapos) tenemos defectos!

- Haz ejercicio, sigue una dieta sana. Como he dicho antes, el cuerpo es nuestra casa y, si nos dedicamos a cuidar nuestra otra casa (limpiarla, decorarla, etc.), también es positivo que invirtamos tiempo y esfuerzo a cuidar nuestro cuerpo. Por nosotros, no por los demás. No para entrar en una competición: estar más delgado que, o más musculoso, o más buenorro... No compitas, no te compares... más que contigo mismo y siempre partiendo de la base de la aceptación. Además, el ejercicio físico afecta a nuestro Sistema Nervioso y mente, liberándonos de mucho estrés, y una dieta pesada e inflada de componentes tóxicos puede influir muy negativamente en nuestro estado de ánimo. Como ves, lo que es bueno para nuestro cuerpo, también suele serlo para nuestro equilibrio psicoemocional.

- Cómprate ropa. Pero cuidado con caer en comportamientos adictivos. Hay personas que son adictas a las compras porque es una manera de compensar el vacío que sienten y que les provoca ansiedad. No se trata de eso; se trata de que cuando te veas, te guste lo que estás mirando. Para ello, debes olvidarte de modas y tendencias, de lo que dice la gente que es lo mejor, lo más cool. Nos sentimos bien con nosotros mismos, ¡cuanto más nosotros mismos somos! Así que cómprate ropa para vestir a tu manera, de forma que tu imagen equivalga a tu personalidad y te sientas lo más identificado posible con quien estás viendo al otro lado del espejo. ¡Fuera borreguismos! Quítate disfraces y vístete con tu propia piel.

- Tócate. La masturbación se puede considerar como una forma de hacer el amor con uno mismo. Si nos gusta dar placer a nuestra pareja, porque la queremos, ¿qué hay de malo en darse placer a uno mismo? Abandonemos tabúes en cuanto a la masturbación: no es mala, no te vas a quedar ciego, que te masturbes teniendo pareja no significa que ya no la desees, ¡eso es un mito! La ciencia nos dice que masturbarse, además de placentero (obvio), es sano, porque como sucede con el ejercicio, libera hormonas antiestrés. Así que tócate, sin culpa, hazte más el amor. ¡Y ya verás lo guapo que te pones!

- Cultiva tu belleza interior y aprende a expresarla. Esto yo lo tengo muy claro: las personas más guapas, más guapísimas de la muerte, no son las que tienen una cara con rasgos simétricos ni las que tienen un cuerpazo; son las que mejor expresan su belleza interior (por eso la sonrisa es tan importante). Entonces, lo primero sobre lo que habría que trabajar es sobre lo de dentro: tu inteligencia, tu cultura, tu personalidad, tus valores, tus emociones, tu propia autoestima... tu crecimiento interior al fin y al cabo. Pero luego, deberías preguntarte: ¿a la hora de andar, a la hora de hablar, a la hora de relacionarme... mi imagen refleja quién realmente soy? Cuidar nuestra expresión no verbal (cómo miramos a los ojos, en qué tono hablamos, qué postura corporal adoptamos...) repercute positivamente en nuestra autoconfianza, porque sentimos que hay un ajuste entre lo que somos y lo que transmitimos. Y es una sensación increíble, de verdad.

Y por ahora, eso es todo. Seguro que hay más, muchos más "truquitos de belleza" que podemos aplicarnos para sentirnos guapos con nosotros mismos (y seguro que a ti se te pueden ocurrir unos cuantos), pero estos, creo, son suficientes. No sé si te ayudarán a ligar más pero... ¡estoy convencido de que sí te ayudarán a que no te importe demasiado!

Para aprender más pautas y estrategias que nos ayudan a reforzar nuestra autoestima, y también para conocer cuáles son los autosaboteadores habituales de nuestro amor propio, este sábado 16 de Noviembre hago el Taller de Autoestima "¡Soy imperfecto y me alegro!". Si estás en Málaga para la fecha, ¡te esperamos!

Comos siempre, cuestiona todo lo que escribo, la duda nos acerca un poquito más a la verdad.

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Y recibe, cómo no, ¡este fuerte abrazo!

jueves, 7 de noviembre de 2019

CÓMO SUPERAR LA INDECISIÓN

Este próximo domingo se celebran (aunque lo de "celebrar" seguramente es por decir algo) una nuevas (o viejas, porque son las cuartas en cuatro años) elecciones generales. Y según la última encuesta del CIS (lo puedes ver aquí) hay alrededor de un 30% de indecisos. Personas que hasta muy última hora no tienen decidido su voto y que, paradójicamente, pueden decidir el resultado final de las votaciones.

Este fenómeno me ha movido a tocar esta semana en mi (y vuestro) blog el tema de la indecisión. Cuando frente a una decisión con múltiples objetos de elección no sabes por cuál decidirte y ese estado de duda permanece en ti durante un tiempo prolongado, llegando a estresarte y agobiarte, porque no dejas de darles vueltas a que has de tomar una decisión pero no la culminas.

Existe una técnica para superar ese estado de indecisión y que los psicólogos conocemos como "Solución de problemas" y que, a grosso modo, nos sirve para localizar y definir un problema, general alternativas para su solución y escoger una para su puesta en marcha. Podemos adaptar esta técnica cuando el problema es la indecisión misma, es decir, cuando las alternativas ya existen pero no consigo decidirme por ninguna.

Para ello cogeremos el ejemplo de los partidos políticos y las elecciones generales. Aunque, por supuesto, esta técnica es aplicable a muchas otras decisiones que podemos tomar:

- Qué coche me compro.

- A dónde me voy a vivir.

- Qué carrera o trabajo escojo.

- Y un largo etcétera.

Pasemos pues a explicar los pasos a aplicar para ejecutar esta técnica:

1. Párate. Éste es el paso básico. Y el más difícil. Solemos evitar o postergar aquello que nos incomoda porque pensamos que no sabemos cómo afrontarlo. ¡Claro que no sabemos, porque hay que ponerse! Hay que dejar de excusarse en la falta de tiempo y enfrentar el proceso de toma de decisiones. Porque si no, esa decisión pendiente seguirá rondándonos por la cabeza, inquietándonos hasta que no cerremos el asunto. Con el ejemplo que estamos tomando, se trataría de, antes de las votaciones del domingo, agendarnos un hueco de tiempo razonable para aplicar esta técnica. 

2. Escribe los pros y contras de cada opción a elegir. No basta con pensar sobre el asunto, porque normalmente lo que hacemos es dar vueltas y vueltas sobre él o distraernos fácilmente antes de haber llegado a una conclusión. Por eso, sentarnos a escribir nos facilita concentrarnos única y exclusivamente en esta tarea. Tomando el ejemplo de las elecciones: no creo que aquellos que están indecisos duden sobre todas las formaciones políticas, sino entre dos o tres, por tanto, habría que analizar cuáles son las ventajas e inconvenientes del programa político (lo ideal sería leérselo antes para tener una visión más realista) de cada una de esas opciones. Puede que un pro de una sea la bajada de impuestos y un pro de otra la lucha contra la evasión fiscal. No todo tiene que ir reducido al programa; así, un contra de una podría ser su inexperiencia y un contra de otra sus casos de corrupción. Si el ejemplo fuera el de un coche, podríamos tener en cuenta características como su precio, su antigüedad, si es diesel o gasolina, su kilometraje, etc.

3. Valora cada pro y contra de 1 a 5 según la relevancia que tenga para ti. No basta con decir que una opción tiene más pros y menos contras que la otra, ya que cada pro y contra tiene un valor subjetivo y por tanto una relevancia particular. Así, dependiendo de a que le dé cada uno más importancia (política social, económica, de empleo, política exterior...) puntuará más o menos a cada pro y contra. Una vez puntuados, suma y resta y observa cuál es la opción u opciones ganadoras.

4. Toma una decisión y ejecútala. Lo anterior no determina que tengamos que tomar una decisión conforme al resultado mayor, sólo sirve para hacernos una idea más panorámica de las ventajas e inconvenientes de las distintas opciones a elegir y cuáles de esas ventajas e inconvenientes tienen mayor peso para nosotros. Pero imagínate que hay dos opciones cuya puntuación final es muy ajustada, y que tu intuición te dice que elijas la opción con una puntuación ligeramente menor. Podrías hacerlo, perfectamente. Lo importante es que ya has analizado a fondo el problema o decisión a tomar, ¡ahora toca mojarse y votar!

5. Evalúa los resultados. Una vez tomada y ejecutada la decisión, es importante evaluar los resultados: ¿hemos obtenido los resultados que pretendíamos conseguir? En el caso de las elecciones, se ha de dar tiempo a los políticos para que puedan llevar a cabo las medidas propuestas y en el siguiente periodo electoral tendrás tu oportunidad para valorar si cumplieron con las expectativas o no y, en caso de no haberlo hecho, podrás elegir otra opción. En otras decisiones, como la compra de un coche o un cambio de trabajo, seguramente la evaluación se pueda hacer antes y, si esta es negativa, trata de reflexionar sobre qué fue lo que salió mal durante tu proceso de toma de decisiones.

6. No caigas en la tiranía de la mejor opción. Por último, recuerda que ningún proceso de toma de decisiones es perfecto y, por tanto, ninguna decisión lo es, ya que las decisiones suelen conllevar pérdidas y ganancias. Con la "tiranía de la mejor opción" me refiero a esa fijación por obsesionarnos con que siempre hemos de elegir lo mejor, da igual que vayamos a votar a un partido o nos vayamos a comprar unos vaqueros, hemos de estar seguro de qué es lo mejor. Cuando en realidad, seguro no hay nada. Por tanto, voy a perder mucha energía y tiempo en elegir la mejor opción (la opción "perfecta", que en realidad no existe) y cuando tome mi elección sentiré mucha frustración porque pensaré que debía haberme decantado por otra opción (la opción "perfecta", que no es la que yo he tomado, y que sigue sin existir). Por tanto, olvídate de la mejor opción y simplemente busca una opción que se adecue a lo que tú buscas, a algo que sea bueno para ti y, en el caso de las elecciones, que sea bueno para el conjunto de tu comunidad, por supuesto.

Así que, espero que esta sencilla técnica ayude a aclarar las ideas de los muchos indecisos antes de las votaciones de este domingo.

No olvides cuestionar todo lo que escribo aquí, la duda nos acerca un poco más a la certeza.

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Y recibe como siempre ¡este abrazo!

martes, 29 de octubre de 2019

EL TRAUMA: CÓMO SUPERAR LAS HERIDAS DEL PASADO

Más o menos una vez cada mes publico algunos de mis posts antiguos más leídos. Así, descanso un poco y recordamos ideas muy útiles a las que siempre viene bien hacer un repaso, porque en psicología tan importante es lo que conviene aprender, como desaprender, como recordar.

Esta semana,
 EL TRAUMA: CÓMO SUPERAR LAS HERIDAS DEL PASADO. Un post que nos habla de aquellas vivencias dolorosas que nos han dejado una herida emocional y de aquello que no es bueno y sí lo es para sanarla.

Si te gusta este post, no te lo quedes solo para ti, por favor; compártelo. Y cuestiona siempre cualquier cosa que escriba; la duda es lo único que nos acerca un poco a las certezas.


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Un trauma es una herida producida por un golpe.

A veces el golpe es físico, y hablamos entonces de un hueso roto o una lesión muscular. Y a veces el golpe es emocional y hablamos entonces de heridas psicológicas.

Estas heridas necesitan cicatrizar. Las cura el tiempo:


Vivir el presente, mirar al futuro con ilusión,
así se superan las heridas del pasado.

Es una bonita frase. Pero lamento decirte que no siempre es así.

A veces el trauma deja una herida tan profunda que se queda grabada en el subconsciente y nuestro "vivir el presente y mirar el futuro" se convierte en una huida hacia delante.

En ocasiones es necesario volver a la raíz y encarar la experiencia traumática.

Esto lo sabemos gracias al estudio y tratamiento del estrés postraumático. Se ha demostrado que personas que han vivido experiencias altamente traumáticas,como guerras, violaciones o catástrofes naturales, logran superar las secuelas psicológicas que les dejan estos eventos cuando consiguen hablar de los mismos.

Imagina que durante la noche tienes una pesadilla muy, muy desagradable. Al levantarte ya no la recuerdas, sin embargo, durante el día te notas especialmente tenso o de mal humor, o en estado de alerta constante, sin saber ni siquiera por qué. Esa pesadilla sigue viva en tu subconsciente.

Si consiguieras recordar la pesadilla, ¡te darías cuenta de que fue horrible y lo pasarías mal al revivirla! Pero... también te darías cuenta de que fue sólo una pesadilla, de que ya terminó.

El trauma no necesariamente tiene que ser una experiencias tan dramática como las expuestas antes, ya que la gravedad del trauma depende de la subjetividad con la que se vivencie el acontecimiento. Así, traumas también pueden ser: un desengaño amoroso, un despido o una fuerte discusión. Las personas que vivencian un trauma, cuando ocultan esa experiencia, lo que están haciendo en realidad es guardarla.

El monstruo se queda dentro de nosotros.

Cuando lo contamos, a nuestros seres queridos, a nuestro psicólogo o a otras personas que han pasado por las mismas experiencias o similares, percibimos al monstruo como un ser feo y repugnante, pero que no puede ni debe hacernos daño.

Porque ha salido, lo tenemos fuera, y ya no nos puede alcanzar.

Superamos las heridas del pasado
cuando las integramos en nuestra experiencia de vida.

Al fin y al cabo, incluso de las experiencias más terribles se puede aprender algo. Las heridas te hacen más fuerte, más listo, más bueno. Se crece más a partir de la adversidad.

Aunque no te voy a mentir. Duele. Revivir una pesadilla duele mucho. ¡Pero es que tiene que doler! Cuando el trauma es físico y vas a rehabilitación, ¿acaso no duele? Pero te recuperas.

Después de todo: la salida del dolor es a través del propio dolor.

Y se sale. Te prometo que se sale. Fuerza, un abrazo. 

jueves, 24 de octubre de 2019

QUÉ HACER PARA ESTAR IN

En mi anterior post hablaba de qué significa "estar in":


- Tomar consciencia de que la felicidad depende más de mi interior que de lo exterior.

- No son los condicionantes externos los que determinan mi felicidad, sino cómo interpreto y afronto esos condicionantes externos.

- Por los tanto son mis condicionantes internos los que sí determinan mi felicidad: cómo pienso, cómo gestiono mis emociones, cómo me trato a mí mismo y a los demás.

- Ahora bien, felicidad NO es estar bien siempre, ni mucho menos. Frente a determinados condicionantes externos difíciles y dolorosos, por supuesto, me sentiré mal, y es normal. Pero, según cómo afronte ese malestar, éste será más o menos intenso, duradero e incapacitante.

- Por tanto ser o estar in (casi prefiero la expresión "estar in" porque no se "es in" en todas las etapas de la vida), es una forma de ver la vida y de vivirla.

Hecho este escueto resumen, hay una serie de actividades que la "gente in" puede hacer para estar in, ya que este estado, como otros muchos estados (estar en forma, ser habilidoso en alguna tarea), se entrena. Son hábitos que distinguen a las "personas in" de las "personas out", que son aquellas que están muy fuera de sí y de su mundo interior porque se dejan llevar demasiado por los condicionantes externos, al pensar que de estos depende exclusivamente su bienestar.

Así que, si no quieres quedarte fuera, fuera de ti, estas son algunas de las cosas que puedes hacer para ponerte muy in y empoderarte en tu proceso de bienestar y crecimiento personal:

- Leer. Es fundamental para adquirir conocimientos y nuevas perspectivas sobre nuestra realidad cambiante que nos ayude a manejarnos mejor en ella. Diría que escojáis sobre todo libros de psicología que no sean para psicólogos, sino para "todos los públicos", pero un buen libro de ficción también nos puede aportar mucha sabiduría interior.

- Escribir. Si leer es bueno, escribir ya ni te cuento. Gracias a la escrituraterapia puedo ordenar de manera más clara mis pensamientos, expresar (y por tanto "liberarme de") mis emociones y adquirir una perspectiva distinta sobre aquellos problemas o conflictos que me provocan malestar. Además, la escritura es una poderosísima herramienta de autoconocimiento.

- Meditar. Es otra herramienta muy potente de regulación de pensamientos y emociones. La gente que estamos in solemos adquirir mayor conocimiento sobre la mente y eso, paradójicamente, nos ayuda a no estar demasiado dentro de ella, salirnos de la mente, ya que está in no es estar en la mente, sino estar en nosotros, que somos mucho más que mente. La meditación nos sirve para interiorizar todo esto. Gracias a la meditación podemos conseguir aquietar la mente y observarnos desde fuera de ella, libres de pensamientos tóxicos que precisamente han sido generados por estar demasiado out.

- El ejercicio físico. La conexión entre mente y cuerpo, y esto se sabe desde la Antigua Grecia, es brutal. Por ello, hacer ejercicio, en cualquiera de sus modalidades (deporte, correr, pasear, nadar, yoga, pilates), "sanea" el sistema nervioso y oxigena nuestro cerebro. En definitiva, el ejercicio, que es una actividad aparentemente dirigida solo al cuerpo, en realidad nos ayuda pensar y sentir mejor.

- La naturaleza. Estar out significa, irónicamente, estar atrapado: encerrados dentro de la ciudad y su contaminación, su estrés, su ruido, sus rutinas estrictas y desbordantes. Por esto, de vez en cuando, hacernos una escapadita a la montaña, campo o playa y conectar con lo más sencillo, con la naturaleza (el aire puro, el olor de las plantas y árboles, el sonido del mar, el silencio...) nos ayuda a conectar con nosotros mismos, ya que naturaleza y nosotros somos uno y, por ende, nos liberamos de la vorágine de estrés que las sociedades industrializadas han creado.

- Alimentación consciente. Al igual que el ejercicio, comer sano tiene un impacto sobre nuestro organismo en todos los sentidos (cuerpo, mente, emociones). Y hoy día alimentarse sano pasa por ser muy conscientes de cuánto y qué estamos comiendo, ya que muchos de los alimentos que llegan a nuestra nevera pueden contener toxinas que alteran el funcionamiento de nuestro sistema servioso.

- Estar solos. La "gente in" sabemos que nuestra felicidad no depende de los demás, sino de nosotros mismos. Eso no quiere decir que no podamos ser felices con los demás, pero hay momentos a lo largo de los días en los que preferimos estar solos, que, en realidad, es estar con nosotros mismos, ya que esto nos facilita cultivar nuestra paz interior, nos ayuda a estar más in.

- No hacer nada. Como la "gente in" sabemos que nuestra felicidad no depende tanto de lo externo como de nuestro mundo interno, no necesitamos estar todo el tiempo haciendo cosas para sentirnos bien. A veces, podemos parar y descansar, simplemente quedarnos quietos, observar y... ¡disfrutar enormemente del simple acto de no hacer nada!

Sobra decir que posiblemente no están todas las que sean, pero creo que son todas las que están. Y, por otro lado, para ser o estar in no es necesario hacer todas estas actividades, pero... si no haces nada de esto, ¡empieza a mirártelo, porque creo que estás muy out!

Una ultima actividad que no se me puede olvidar y que sirve muchísimo para estar in es, por supuesto, hacer actividades dirigidas a fomentar nuestros conocimientos sobre psicología y bienestar personal: talleres, conferencias, cursos, seminarios, etc. El sábado pasado, por enfermedad, no pude hacer el Taller "¡Soy infeliz y me alegro!" Psicología Positiva para el bienestar personal. Un taller para ayudarnos a ampliar nuestra visión sobre la felicidad, la vida y nosotros mismos. Esta sábado 26 de octubre repito convocatoria. Si estás en Málaga para la fecha, ¡te espero!

Si te gusto el post, no te lo quedes solo para ti, comparte por favor.

No olvides cuestionar todo lo que escribo. 

Y recibe como siempre ¡este abrazo!   

jueves, 17 de octubre de 2019

GENTE IN Y GENTE OUT

Tengo una amiga, mi querida Helen, que desde unos años para acá está muy interesada en su crecimiento interior. Ella es bastante graciosa y me hace reír mucho cuando vemos a una "persona out" y me dice en un tono resignado: "Está fuera, David, no está dentro como nosotros, está fuera".

Estar dentro o estar fuera puede suponer una diferencia enorme, peeero enooorme, en la calidad de vida de las personas. ¿Y qué significa exactamente ser in o ser out? Por supuesto, no tiene nada que ver con la orientación sexual. Te lo explico con este post:

GENTE OUT

- Son personas cuyos estilos de vida están muy condicionados por los estímulos del entorno, por lo externo, por lo de fuera.

- Entonces, se dejan guiar demasiado por las recompensas externas, por el placer que encontramos en lo estético, lo material y lo superficial: una persona atractiva, un exquisito plato de comida, la promesa del fin de semana, la ilusión del lujo.

- Viven, al dejarse llevar tanto por esos condicionantes externos, una vida poco consciente. No se preguntan si realmente hacen lo que les gusta, lo que quieren, lo que les hace feliz... o si están haciendo lo que se les ha dicho que han de hacer para sentirse felices. Van arrastrados por el rebaño de las masas, viven una vida en "piloto automático".

- Por supuesto, al hacer todo esto, no se interesan lo más mínimo por actividades orientadas a reforzar lo de dentro, nuestra consciencia y atención, el control de la mente, la gestión de nuestras emociones, enriquecer la relación que tenemos con nosotros mismos, con los demás y con el planeta. ¿Para qué, si la felicidad está fuera?

- Muchas "personas out" pueden tener muchos "momentos in" a lo largo de su vida pero, a no ser que tomen consciencia y se vuelvan in, su pensamiento general sobre la vida es que la felicidad está en lo externo y no en lo interno.

GENTE IN

- Somos personas que hemos tomado consciencia de que nuestra felicidad no depende tanto de los condicionantes externos como de nuestra paz y bienestar interior. Por supuesto, sabemos que sentirnos felices no implica estar bien siempre y que eso es imposible precisamente debido a las dificultades que nos encontramos en el exterior (problemas, pérdidas, conflictos), pero también sabemos que nuestra actitud frente a esas dificultades, y no la ausencia de las mismas, es lo más determinante para nuestra calidad de vida.

- Entonces, ya no nos dejamos guiar tanto por el placer estético (sexo, vanidad), material (cosas, comida) o superficial (diversión, sociabilidad). Todo eso nos gusta. Todo eso nos encanta. Pero sabemos que hay más: lo que nos llena, lo que nos hace crecer y realizarnos. Y la paz interior.

- Saber esto nos hace conscientes, darnos cuenta de cuándo nos estamos dejando llevar por condicionantes externos: el influjo de la publicidad, lo que la sociedad nos dice que es bueno, lo que los demás quieren que hagamos... y cuando detectamos que eso no es lo que nosotros queremos para nosotros mismos, obtenemos mayor capacidad de elección, de hacer o no hacer, de tomar un rumbo distinto si discernimos qué es lo que nos hará sentirnos mejor. Al ser más conscientes, somos más libres, porque adquirimos mayor capacidad de distinguir aquello que nos hace felices y lo que no. 

- Por supuesto, al alcanzar este nivel de consciencia, nos damos cuenta de que mucho de lo que nos hace felices está dentro y no fuera: en nuestra capacidad de relajarnos, en nuestra capacidad de sentir gratitud, de amar... Entonces, empezamos a cultivar lo de dentro: leemos libros sobre crecimiento personal, empezamos a acudir a conferencias de bienestar o a talleres de psicología, meditamos, escribimos, vamos a terapia.

- Muchas "personas in" hemos tenido y tenemos "momentos out", es decir, momentos en los que nos dejamos arrastrar por lo de fuera y nos olvidamos que la auténtica felicidad está dentro. Es normal que eso nos pase, pero la filosofía general de vida de la "gente in" es que la felicidad no está fuera, sino dentro. Aunque no está de más que nos lo recordemos o nos lo recuerden muy a menudo.

Este post no pretende ofender a nadie. No estoy diciendo que la "gente in" sea mejor que la "gente out", simplemente, como psicólogo, escritor y divulgador, defiendo que un estilo de vida basado en la consciencia de que nuestro bienestar personal depende sobre todo de nosotros y no de los placeres o dificultades externos, aumenta nuestra calidad de vida. Insisto en que eso no quiere decir que podamos sentirnos siempre bien independientemente de las circunstancias: ni se puede ni se debe pretender. Es muy lícito e inevitable sentirse mal.

Del mismo modo, no digo que los placeres de la vida sean malos. Lo repito: a la "gente in" nos puede encantar el sexo, comer y beber abundantemente y estar toda una noche de juerga. Pero eso es placer. La felicidad... está dentro. En cómo vivencio los placeres externos y cómo afronto las dificultades del entorno.

Y, por último, quiero recalcar que todos, todos, todos nosotros, yo incluido, podemos ser in o out según el momento vital que estemos atravesando. Yo, hoy, me considero in, lo que no quiere decir que a veces me desubique un poco y me quede out. Pero cuando me pasa, trato de volver. Trato de volver a mí. Después de todo, la felicidad no es una meta, es un camino. Ser in es la brújula que me devuelve al camino.

Para la "gente in" que quiera estar más in todavía, y para la "gente out" que quiera meter un poquito la cabeza en territorio in para ver cómo les va, este sábado 19 de octubre hago en Málaga el Taller "¡Soy infeliz y me alegro!" Psicología Positiva para la gestión de nuestro bienestar personal. Un taller para ganar consciencia, la cual no es poca ganancia. Si estás en Málaga para la fecha, ¡te espero!

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Gracias por leerme. No te creas nada de lo que escribo, cuestiónalo siempre. Y como siempre recibe ¡un abrazo!