martes, 23 de abril de 2019

NO ME ATREVO A SEPARARME

De 2015 a 2017 tuve el orgullo de formar parte del APOL: el servicio de Apoyo Psicológico On Line de la Fundación Punset. Una selección de psicólogos de toda España que contestábamos consultas en torno a problemas de depresión, ansiedad, estrés, pareja, desamor, y muchos otros.

Fue una gran cantidad de trabajo, más de 150 consultas publicadas, y una enorme experiencia de aprendizaje que me llevé y que quiero compartir con vosotros, publicando algunas de las consultas más destacadas que tuve la oportunidad de contestar.

Esta semana: NO ME ATREVO A SEPARARME, un caso real que nos muestra algunas de las dificultades con las que podemos encontrarnos al tomar la decisión de separarnos y qué podemos hacer para superarlas.

CONSULTA


Vivo con mi marido desde hace 28 años. Hace ya mucho tiempo que no soy feliz y tomé la decisión de separarme, pero cuando hablo con él del tema, sube mucho el tono, se enfada muy rápido y no consigo hablar de una manera directa y franca porque me dan miedo sus reacciones. No acepta mi decisión, no quiere entenderla y hace todo por recuperarme cuando yo sé que quiero seguir mi vida sin él. Desde hace 2 meses me hace acoso moral, se imagina cosas que no hay, mira mi teléfono, y apenas entro en casa no para de presionarme para que cambie mi opinión y darle una última oportunidad. Me afecta mucho psicológicamente, por supuesto. Intento explicarle que estamos sufriendo los dos y que es mucho mejor separarnos, aunque sea duro, pero no lo acepta. Acabar cediendo a lo que él quiere sería resignarme y renunciar a la felicidad. Soy su mujer, pero no puede obligarme a quedarme con él. No quiero eso, quiero recuperar el control de mi vida.

RESPUESTA
Pareces bastante segura de lo que quieres, así que la pregunta que cabría hacerse es: ¿por qué no lo haces? ¿Porque él no lo acepta, por miedo, porque te gustaría acabar de una manera cordial vuestra relación?

Después, comentas al final: “quiero recuperar el control de mi vida”. ¿Cuándo lo perdiste, cuando te casaste con él? Ser la “mujer de” o la “pareja de” no implica sumisión, no se pierde libertad ni ningún otro derecho por estar en una relación. Hay compromisos y hay responsabilidades, pero no pérdida de derechos. Tienes, como persona que eres, todo el derecho del mundo a tomar tus propias decisiones, a separarte de él, aunque no le guste, aunque se enfade.
Tu marido, por lo que cuentas, está mostrando una alta dependencia emocional hacia ti, al no aceptar el fin de la relación y preferir continuar en un estadio en el que ya ninguno de los dos os sentís bien, antes que iniciar un nuevo comienzo. La falsa creencia que nutre esa dependencia es la de pensar “no seré feliz, si no es con esta persona”. Una falacia, ya que podemos ser felices sin pareja o con personas muy distintas. Sin embargo, anular esa creencia y superar la dependencia emocional, es un trabajo que tiene que hacer él. Y tú no puedes esperarle, porque quieres ser feliz y tienes el convencimiento de que con él ya no puedes. 

Si lo que te impide dar el paso es el miedo a una reacción violenta por su parte, has de saber que no estás sola en este proceso: puedes pedir ayuda a familiares y amigos, y sobre todo, denunciar tu caso para recibir protección y apoyo institucional. Suerte, un abrazo.

lunes, 15 de abril de 2019

CREE


Nos enseñaron desde pequeños a creer en algo superior a nosotros mismos.

Llámese Dios, Alá, Obama o Universo.

Nos dijeron que habláramos con él, ella o ello. Que si le rezábamos y pedíamos, nos escucharía.

Nos instruyeron para seguir unos mandamientos, unas normas preestablecidas, un código, y que ésa era la vía para vivir de manera correcta y aspirar a una vida mejor... después de ésta.

Y que si no lo hacíamos... arderíamos en el infierno.

No te voy a decir que no creas, ¿quién soy yo para hacerlo? Desde luego, no un ser superior.

Pero sí te voy a pedir que creas más en ti.

Que confíes en tus fortalezas, en tus capacidades.

Que te valores, aunque... no seas "lo superior". ¿Qué necesidad hay de serlo para amarte?

Que te hables a ti mismo, que te escuches, que escuches a tu cuerpo, a tus emociones. Que seas tu propio guía.

Que creas en tu posibilidades de conseguir esos objetivos y metas que a veces parecen tan difíciles. Esfuérzate, lucha, pelea. A veces ganarás, a veces perderás.

Que cuando pierdas, cuando fracases, cuando incumplas las normas y perjudiques a otros, en lugar de purgar a través de la culpa, busques enmendar tus errores, aprender de ellos para mejorar, y sanar a través del perdón.

Cree. Cree en ti. En tu capacidad de perdonar, de amar, de construir desde tu pequeño lugar en el mundo, un mundo un poco mejor para todos.

Cree. Creen en ti. Porque más allá de que exista algo más, te aseguro que la inspiración "divina" que buscas, está en tu interior.

Cada uno de nosotros es un Dios. Porque creamos lo que creemos. Así que cree en ti, y crearás el Yo que quieres ser.

Y un mundo con muchas personas contentas de ser ellas mismas, suena a Paraíso...en la Tierra.

Hay vida antes de la muerte, así que cree en ti, ¡para vivirla!

¡Un abrazo!


miércoles, 10 de abril de 2019

VIVIR CON PROPÓSITO

Desde la psicología, y sobre todo en la última década, numerosos estudios, autores y escuelas han defendido la idea de vivir con un propósito, como estilo de vida que aumenta el bienestar y la felicidad de las personas.

Sin embargo, ¿qué significa vivir con un propósito? ¿Cada uno de nosotros es dueño de un único propósito vital y si no lo encuentra su existencia carecerá de todo sentido?

Claro que no. En primer lugar, diré lo que, al menos para mí, significa vivir sin un propósito: es dejar que los días pasen, sin más valor que el levantarte cada mañana y esperar a que el día termine para que de nuevo a la mañana siguiente todo vuelva a empezar. Es el clásico "del trabajo a casa y de casa al trabajo". Y por otro lado, es también la constante búsqueda del placer y huida del dolor típicas de una concepción hedonista de la vida.

Por tanto, vivir con un propósito es trascender a eso. No dejarse llevar totalmente por la rutina del día a día y exigencias de la sociedad capitalista (producir-consumir), y hacer algo más que sólo actividades placenteras. Es que nuestra vida, o parte de nuestra vida al menos tenga un sentido y un significado para nosotros. Sentirnos útiles, sentir que hacemos algo que aporta algún bien a alguien más que a mí.

Por supuesto, no tiene por qué ser una sola cosa y claro que puedo dedicar mi tiempo y energía a varias actividades que tengan sentido y significado para mí. Por supuesto que no hemos venido al mundo a cumplir con un propósito determinado y si no lo cumplimos he de sentirme antirrealizado: podemos fracasar y proponernos nuevos propósitos. Por supuesto que puedo dedicar parte y etapas de mi vida al descanso, el ocio y la meditación y eso no me hará, necesariamente, un ser infeliz.

Pero si sólo dedico mi vida al descanso, o si sólo trabajo (y no me siento especialmente autorrealizado a través de él), o incluso si hago las dos cosas y a ellas le sumo actividades placenteras, será muy fácil que sienta que a mi vida le falta algo, será fácil que me sienta vacío y que experimente una crisis existencial.

Así que, ¡vaya marrón, ¿verdad?! Jope, resulta ahora que con tener cubiertas las necesidades básicas no es suficiente, ni con divertirse, ni siquiera nos vale ya eso de que la felicidad reside en las pequeñas cosas de la vida, ahora para ser feliz hay que hacer cosas, y que sean cosas muy importantes, ¡vaya faena esto de la felicidad!

MENTIRA.

No son cosas importantes. Son cosas que tengan un sentido y un significado para ti. Cualquier cosa que para ti, para ti, tenga un valor, que vaya más allá de un necesidad ególatra, es susceptible de darte ese sentido, ese significado.

Por tanto, cuando hablamos de vivir con un propósito, en último término, no estamos hablando más que de

VIVIR CON AMOR

Porque el amor, cada día lo tengo más claro, no va de tener, va de dar. Y si haces cualquier trabajo o te entregas a cualquier tarea con amor, pensando que es algo que va destinado a un fin, a un propósito, a alguien, a una comunidad o a una idea superior a ti mismo, ese amor se te devuelve por el simple hecho de haberlo construido tú.

Porque el amor es como un boomerang, que si lo lanzas te viene de vuelta. Cuidado: no te lo lanzan de vuelta, te viene de vuelta. Das amor, recibes amor. Por el simple hecho de haberlo dado. Te sientes satisfecho, haciendo ese algo que le da propósito a tu vida, por el simple hecho de hacerlo, no por el resultado ("importantísimo resultado") que puedas obtener, sino por el simple hecho de que hacerlo tiene un sentido y un significado para ti, según tu propia manera de entender el mundo y el valor que eso que haces tiene dentro de tu  escala de valores.

Y el amor es una de las cosas que más aporta, y por tanto más valor tiene en el mundo. El amor manifestado de muchas maneras distintas, pudiendo cada una de ellas tener un significado y un sentido para cada uno de vosotros, o no.

- Ayudar.

- Crear.

- Hacer reír.

- Enseñar.

- Provocar sensaciones y emociones placenteras.

- Hacer pensar.

- Ser amable, generoso, agradecido.

- Etc.

No hay que escalar el Kilimanjaro ni salvar al mundo para tener un propósito. Tampoco hay que entregar tu vida a tu propósito ya que eso no es vivir con propósito, igual que darse no es dar amor. ¡Qué necesario es trabajar para llenar la nevera y pagar las facturas, y qué agradable entregarse de manera egoísta a los pequeños y grandes placeres de la vida!

Y qué bonito es vivir con el propósito del amor, no como meta, sino como guía de nuestro paso por la vida. Con mucho amor, ¡un abrazo!

miércoles, 3 de abril de 2019

ACEPTACIÓN VS NEGACIÓN

En mi último post sobre Mindfulness resumía la dinámica de la Atención Plena en tres pasos:

1. Observar.

2. Aceptar.

3. Dirigir.

Cuando sucede un fenómeno, ya sea externo o interno, si soy capaz de observarlo libre de juicios y valoraciones, aceptándolo por tanto tal como es, eso me permite redirigir mi atención hacia otros fenómenos quizá más agradables o productivos (o productivos precisamente por ser agradables).

Hoy voy a examinar algunas de las resistencias psicológicas que nos impiden aceptar los fenómenos. Son:

1. Los "¿por qué?". ¿Por qué me ha pasado a mí, por qué me pasan estas cosas, por qué no puede ser de otra manera? Estos "por qué" en definitiva son: negación. Me resisto a asumir que lo que es, es, independientemente de las causas, ha pasado. Cuidado: estos "por qué" son distintos a los que nos llevan a analizar el origen de los fenómenos para tomar decisiones en función de mi procesamiento de la información. Estos "por qué" nos conducen a la acción, los otros "por qué" la bloquean, porque me centro en negar los hechos.

2. El enfado. La negación me lleva al enfado, el enfado alimenta la negación, ¡y los "por qué" son precisamente la gasolina del enfado! Si niego un fenómeno, me estoy diciendo, de manera constante y machacona, "esto no debería ser así", por lo que me sentiré muy frustrado e impotente, ya que las cosas no son nunca como deberían ser, las cosas son, y la frustración y la impotencia me llevan a un estado de enfado en el que no consigo salir del círculo vicioso de la negación: no debería ser - pero es - no lo acepto - me enfado - porque es que no debería ser...

3. "¡Es injusto!" Es una expresión verbal más, al igual que los "¿por qué?", que centra mi memoria y mi atención, mis pensamientos por tanto, y mi energía (porque a través de los pensamientos consumimos energía), en la negación. Pensar que algo es injusto es volver a pensar que "no debería ser así"... cuando no puede ser  de otra forma. Distinto es que valoremos un fenómeno como injusto y esa valoración nos lleve a emprender acciones para liberarnos de ese fenómeno o transformarlo. Pero habrá veces (y me temo que muchas) que no puedas hacer nada y no te quede más camino que la aceptación. Recuerda entonces esta frase: "Pensar que la vida tiene que ser justa contigo porque eres buena persona es como creer que un león no te comerá porque eres vegetariano".

4. La intolerancia a la diferencia. Es decir, esto es lo mismo que decirse: "él o ella, el otro, no debería ser así, no debería tratarme así, debería saber o entender..." El otro no te debe una mierda. El otro es como es y punto, y seguramente, es diferente a ti, simplemente por ser "otro". No puedes cambiar al otro, sólo puedes facilitar su propio cambio (cambio que depende de él, no de ti) y tratar de cambiar vuestra forma de relacionaros (comunicación, resolución de conflictos...), o bien, si no es posible, alejarte lo más posible del otro. Pero todas estas decisiones quedan bloqueadas si persistes en la idea de que el otro no debería ser...

5. Los famosos, molestos y temidos "y si". ¿Y si yo hubiera hecho o dicho o no hubiera hecho ni dicho? ¿Y si pasa esto, y si pasa lo otro? Los "y si" nos transportan continuamente al pasado y al futuro, al pasado y al futuro... A lo que pudo ser, a lo que podría ser. Nos alejan por tanto del presente, del aquí y ahora, y niegan lo que es. Lo "y si" del pasado son negación de un fenómeno que ocurrió y ya no se puede cambiar, los "y si" del futuro son intolerancia a la incertidumbre, negación de nuestra propia incapacidad de no saber lo que va a pasar, de que sólo podemos saber lo que está pasando AHORA.

¿Qué podemos hacer por tanto para no dejarnos manipular por estos malditos demonios de la consciencia humana, nunca dejarnos caer en sus trampas de pensamiento?

¡NO!

¡Toma negación! :D Somos humanos, ¡perfectamente imperfectos, por tanto!, el Mindfulness no nos va a volver seres absolutamente serenos y equilibrados que nunca se dejan perturbar por los fenómenos. No se trata de no caer en la negación, sino de no hundirse en ella. A través de la práctica de la Atención Plena, de la disciplina en la observación, la aceptación y la dirección de la atención, puedes adquirir capacidad para salir de esas dinámicas de negación, pero por supuesto que te vas a seguir enfadando a veces, y preguntándote "¿por qué?" y diciéndote "y si". La clave está en darte cuenta, ser consciente de lo poco que te ayudan esos pensamientos, y salirte de ellos.

Otra cosa más: recuerda que los fenómenos pueden ser externos, e internos. Así, si me digo que no debería estar triste, o me enfado conmigo mismo por tener miedo y me llamo cobarde, o entro en bucles de por qué me enfado sin llegar a entender mi ira, estaré alimentando esos estados emocionales y, por supuesto que no se trata de no sentir tristeza, miedo o ira... pero tampoco tienes que casarte con esas emociones.

Este sábado 6 de Abril hago en Málaga el Taller de Mindfulness en Emociones II, para aprender más sobre nuestra capacidad de observar y aceptar nuestro vasto Universo Emocional, y superar las resistencias psicológicas que niegan y agrandan nuestras emociones. Si estás en Málaga para la fecha te espero, si no recibe y acepta ¡este abrazo!