jueves, 24 de noviembre de 2022

CÓMO HACER QUE LA OPINIÓN DE LOS DEMÁS NO ME IMPORTE TANTO

Reconócelo, el título del post te ha atraído lo suficiente como para meterte en él con la ilusión de que tras su lectura lo que los otros piensen de ti te va a importar una m***.

Por eso, lo primero que quiero hacer es ponerte los pies en la tierra y decirte que no, lo siento, no se puede. La opinión que otros tengan de nosotros nos afecta, en cierta medida, y no podemos evitarlo.

Somos animales sociales y, en parte, solo en parte, basamos nuestra autovaloración en lo que demás nos dicen. Y eso no es necesariamente malo, gracias a los feedbacks positivos puedo reforzar mi autoestima o gracias a las críticas (constructivas, por supuesto), puedo mejorar.

El problema aparece, como casi siempre, cuando suelo darle una excesiva importancia a la opinión de los demás. Tanta que baso mi autoconcepto en lo que los demás digan de mí. Ya no importa mi opinión, los valores que yo considero que son importantes, lo que mis propios actos dicen. Solo pongo el valor en lo que los demás piensen.

Esto puede llevar a una vida en la que uno, además de sentirse muy presionado, porque siempre busca obtener una opinión positiva de los otros, se sienta frustrado, porque no le es posible obtener esa valoración positiva permanente y porque va a vivir de manera poco auténtica: no va a actuar conforme a sus propias expectativas sino a lo que cree que esperan los demás de él.

Y vivir una vida basada en cubrir las expectativas de los demás, además de ser frustrante, puede llevar a una sensación de vacío enorme, porque me olvido de mí, de lo que quiero, de lo que a mí verdaderamente me importa, y solo me centro en satisfacer a los demás.

Y, cuidado, no digo que no nos guste satisfacer a los demás, eso nos hace sentir bien, pero sí resulta un problema cuando nos olvidamos de nosotros mismos, o cuando una crítica me afecta tanto que no puedo dormir por días, o cuando la posibilidad de una opinión negativa me presiona de tal manera que siento una alta ansiedad.


Se trata, insisto, de darle la importancia justa a las cosas. Y para eso, podemos hacernos varias preguntas, como por ejemplo:

- ¿Puedo gustarle o caerle bien a todo el mundo?

- ¿Lo puedo hacer siempre bien todo?

- ¿Es normal que haya cosas que no sepa hacer?

- ¿Lo que los demás piensen de mí define todo mi ser?

- ¿Es más válida la opinión de una persona que no me conoce de nada que mi propia opinión?

- ¿Los demás se pueden equivocar sobre mí igual que yo me puedo equivocar sobre otros?

- Si me hacen una crítica o un comentario negativo, ¿dejo de ser una persona válida y con cualidades positivas?

- Que una persona me dé una opinión negativa sobre un aspecto de mí, ¿significa que no le importo o no me valora?

- ¿Puedo controlar realmente el que los demás piensen de mí?

- ¿Es más importante lo que los demás piensen de mí o cómo me sienta yo conmigo mismo?

Cuando cuestiono creencias como "la opinión de los demás es muy importante", o "lo que piensen los demás de mí me define", dejo de darle tanto valor a los pensamientos negativos automáticos que aparecen asociados a esa creencia. Por ejemplo, puedo recibir una mala crítica en mi trabajo y mi reacción automática ser de una ansiedad desproporcionada porque tengo alguna de estas creencias arraigadas en mí y enseguida aparecen pensamientos como que he hecho el ridículo, que no valgo nada o que lo que piensa esa persona es terrible y no voy a poder trabajar nunca más a gusto con él.

Pero, a través de cuestionamientos como los que yo acabo de hacer, podemos darnos cuenta de que mi reacción emocional está siendo muy intensa porque me llego a creer esos pensamientos cuando son distorsiones cognitivas que exageran la realidad. Gracias al cuestionamiento de nuestros propios pensamientos, podemos ver los acontecimientos desde otro prisma, más realista y, sobre todo, más amable con nosotros mismos.

Cuando una idea o pensamiento te moleste, cuestiónalo, date cuenta de que no es una realidad, es solo un pensamiento, y que seguramente está siendo sesgado. Y que ese cuestionamiento te ayude a poner las cosas en su sitio, a relativizar. Porque sí, lo que los demás piensen de nosotros nos afecta. Pero, desde luego, ni nuestro bienestar general ni nuestro autoconcepto ni autoestima pueden depender de ello, ya que, además, es algo que escapa a nuestro control.

Hagamos las cosas por nosotros mismos y permitámonos ser imperfectos. Y si
a los demás no les gustan nuestras imperfecciones, aceptémoslo, ¡sin convertirlo en un drama!

Cuestiona siempre lo que digo, la duda nos acerca más a la verdad.

Si te gustó el post, no te lo quedes solo para ti, compártelo porfa.

Si te gusté yo, hago terapia psicológica en consulta en Málaga y online para el resto del mundo. También puedes leer mi libro, titulado La dictadura de la felicidad.

Y recibe, como siempre, ¡este fuerte abrazo!

miércoles, 9 de noviembre de 2022

CÓMO ELIMINAR LAS PREOCUPACIONES

Generalmente una preocupación no viene de forma gratuita, sino que nos preocupamos por algo. Algo que está pendiente de resolución.


El problema surge cuando esa preocupación aparece cuando no debe (y así suele ser). Cuando nos vamos a dormir o en cualquier otro momento que no podamos hacer nada para atenderla. Se produce entonces un exceso de pensamiento que lleva a rumiar: dar vueltas y vueltas sobre la preocupación, sin llegar a ningún sitio.


Esto sucede porque el cerebro nos está avisando de que nos estamos dejando algo sin resolver. Por eso hemos de enviarle una señal a nuestro cerebro para que se quede tranquilo, para que entienda que no le estamos ignorando. Y, para ello, puedes aplicar la siguiente técnica durante el día, para no irte a la cama pensando en ello. Sigue estos pasos:


1. Escribe cuál es tu preocupación, defínela. Por ejemplo: una avería en el coche, terminar una tarea del trabajo, un problema de salud. Si tu preocupación versa sobre algo que ha sucedido en el pasado y ya no puedes cambiar, o sobre algo del futuro que ni siquiera sabes si va a pasar, descártala. No puedes hacer nada con eso.


2. Debajo de cada preocupación, escribe las acciones que puedes hacer. Han de ser precisas y realizables. Por ejemplo: llevar el coche al taller, los pasos para terminar la tarea laboral, pedir cita para el médico.


3. Agéndate un espacio de tiempo para ejecutar esas acciones.


4. Cuando toque, ejecútalas.


5. Aceptación. Este es un paso cuando la preocupación sí versa sobre el presente pero no se puede hacer nada. Hay preocupaciones respecto a las que no podemos aplicar ninguna solución. La aceptación es ya de por sí una resolución.


Si sigues estos pasos, por escrito, le estarás mandando a tu cerebro la señal de que te estás ocupando y, por tanto, ya te puede dejar en paz, no hace falta que te siga recordando que hay un asunto pendiente de resolver porque ya estás en ello.


Una vez hecho esto, es muy importante que redirijas tu atención al aquí y ahora. Ya no tiene sentido que sigas dándole vueltas al problema porque le has buscado solución y le has puesto fecha para ejecutarla. Solo que eso no se puede hacer ahora. Pero no hace falta. Hemos de tomar consciencia tanto de que hay preocupaciones que no se pueden solucionar, solo aceptar, como que hay muchas otras que sí se pueden solucionar pero cuando toque. Esta técnica sirve para que cuando el cerebro te vuelva a molestar recordándote la preocupación, decirle: "Oye, que sí me estoy ocupando de esto, lo tengo en cuenta".


Y, a partir de ahí, de esa toma de consciencia, podemos centrarnos en lo que toque en ese momento, ya sea descansar, relacionarnos con nuestros seres queridos o dedicar tiempo a nuestras aficiones. ¡Que no hemos venido a este mundo solo a resolver problemas!


Así que recuerda: quítate esa pre-ocupación ocupándote y luego disfruta de tu derecho a descansar y a pasártelo bien.


Cuestiona lo que digo, la duda nos acerca más a la verdad.


Si te gustó el post, no te lo quedes solo para ti, compártelo porfa.


Si te gusté yo, hago terapia psicológica en consulta en Málaga y online para todo el mundo. También puedes comprar mi libro, La dictadura de la felicidad, a través del siguiente enlace.


Y, como siempre, recibe ¡un abrazo!