miércoles, 25 de noviembre de 2015

LA FALACIA DEL AMOR

Hay estudios que demuestran que cuando nos enamoramos los procesos químicos que se producen en nuestro Sistema Nervioso no son muy distintos a los de una adicción a una sustancia.

Otros ponen fecha de caducidad al amor, y aseguran que dura como mucho unos años. Que primero hay pasión, que luego eso se apaga y se convierte en otra cosa, que a duras penas conseguimos que quede algo...

Ante informaciones de este tipo, y peor aún, ante los eventos que nosotros mismo experimentamos a lo lago de nuestra vida (desengaños, desamores, rupturas...), y la interpretación que hacemos sobre los mismos, no es difícil encontrar a gente que no crea en el amor y piense que éste es sólo una mentira, una ilusión, una falacia.

¿Existe realmente el amor?

Seguramente antes de contestar a ese interrogante, haya que preguntarse primero: ¿qué es el amor?

Y es que, de mi experiencia como psicólogo en el ámbito de la pareja, si algo me queda claro no es que el amor sea una falacia, pero sí que hay muchas falacias que distorsionan nuestra percepción sobre qué es el amor hasta transformarlo en una idea desfigurada que es la raíz de numerosos hábitos románticos tremendamente insanos y perjudiciales.

Porque el amor no es necesidad, el amor es voluntad.

El amor no es "para siempre", el amor es "cada día".

El amor no es sufrimiento, el amor es goce, plenitud, felicidad.

El amor no es sumisión, el amor es compartir.

El amor no pasa, el amor se construye.

El amor no es "por ti", el amor es "contigo". Y a veces, sin ti.

Porque en el amor no hay que creer. El amor se hace.

Si el amor te obliga a depender del otro, a no ser tú mismo, a "sufrir por amor"... Si el amor te da más penas que alegrías. Hazme caso, eso no es amor. Sal de esa mentira. Abandona esa falacia.

Porque el amor existe, y puedes encontrarlo... Si sabes exactamente qué buscar.

Este sábado 28 de Noviembre Pepe Cielo, productor musical y gerente de Cielo Moro me ha invitado al evento "Mesa para diez y uno más", en el que además de hacer senderismo y practicar meditación en un entorno idílico, tendré la oportunidad de hacer mi Taller "Desarmando a Cupido", Eliminación de Creencias Tóxicas sobre el Amor. Si tenéis la posibilidad no os lo perdáis, porque parece una experiencia prometedora. Abrazos y mucho amor.

lunes, 16 de noviembre de 2015

AFRONTAR LA TRAGEDIA

Los atentados de París han provocado una reacción manifiesta en las Redes Sociales y las comunidades.

Esto ha sembrado el debate: ¿por qué no reaccionamos de la misma manera ante las muertes en Siria o Líbano, contadas a centenares cada día? Como explica la psicóloga Iria Reguero en este artículo: este fenómeno no es intencional, no es que valoremos como menos grave la muerte de una persona de un país, raza o religión determinados, pero sí que tendemos a empatizar más con aquellas personas con rasgos similares a los nuestros, por un lado, y por otro el optimismo irreal nos lleva a pensar que la tragedia es más difícil que se cebe con los de "nuestro grupo" (occidentales, europeos). Por eso cuando la tragedia acontence, nos sorprende más, y tardamos más en asimilarla.

Sin embargo... Lo que ha pasado ha sido bueno. Me refiero a la reacción de la gente por supuesto, ya que ojalá nunca hubiera motivos para las muestras de solidaridad y unión que hemos visto estos días. Me entristece, y me irrita profundamente que no suceda igual cuando la tragedia golpea en otros lugares del mundo, pero no creo que se trate de castigar ahora a quienes envuelven su foto de perfil de Facebook con la bandera gala, sino de pedir que esa conducta fraternal se generalice a todos los conflictos, a  todas las víctimas, a todos los muertos... y cómo no, a los vivos.

Si hay un idioma universal, es el de las emociones. Y todas las personas en el mundo sufren cuando en sucesos tan terribles como los vividos estos días pierden a un familiar, a un amigo, a un vecino. Este post va dedicado a ellos y a informar de cuáles son las pautas de intervención que aplican los profesionales en tragedias de este tipo a supervivientes y familiares de las víctimas:

DURANTE EL SUCESO O JUSTO DESPUÉS.
  • Se busca tranquilizar a la persona. Usando técnicas sencillas de relajación, o recurriendo a fármacos, pero también haciéndole ver que su reacción es normal y transitoria y que no busque una explicación lógica de lo ocurrido (cómo explicar la barbarie), . 
  • Facilitar la catársis. Que la persona exprese y libere sus emociones, su llanto, su rabia... Es importante realizar una escucha empática, evitando los juicios de valor. Simplemente dejar que se desahogue.
  • El apoyo social. Fundamental. Si hay algo que alivie el tremendo dolor es el abrazo de alguien cercano. Es importante que la persona no se sienta sola, acompañándole en su proceso y prestándole atención, aunque al mismo tiempo hay que respetar su intimidad y silencio ya que no todo el mundo reacciona y afronta esta situaciones de la misma manera.
LOS DÍAS Y SEMANAS POSTERIORES. 

En esta fase se trata de ayudar a la persona a que se reincorpore a su vida normal lo antes posible (lo "antes posible" será muy diferente según los casos). Para ello:
  • Continuar con el apoyo social, pero siempre dándole espacio y tiempo.
  • Proponerle pequeñas metas o recuperación de rutinas que le ayuden a enfocarse en el presente.
  • Descansar. Después de situaciones de gran impacto emocional las personas necesitan más descanso de lo que suele ser común.
  • Enfrentarse lo antes posible a lugares y situaciones que recuerden lo que ha pasado (volver a la zona). Sirve para superar los efectos del estrés post traumático.
  • Solicitar ayuda psicológica. En la mayoría de los casos, cuando no resulta necesario, es muy, muy conveniente y aprovechable.
Hay una frase que dice: "Espera lo mejor, prepárate para lo peor". Nunca se está lo suficientemente preparado para una tragedia de estas características, pero somos más fuertes de lo que imaginamos, y aunque cuesta mucho dolor, las personas se sobreponen y rehacen sus vidas.

Y es que eso es algo que los terroristas, provengan del Mundo Islámico, de las multinacionales o de los gobiernos, nunca entenderán: el miedo nunca superará nuestras ganas de vivir.    

martes, 10 de noviembre de 2015

EL PODER DE LA SEDUCCIÓN

Qué bonito sería si en la escuela nos hubieran enseñado a SEDUCIR.

Me refiero a seducir en toda su extensión, claro, no sólo al sentido erótico del término. Que algún padre o madre ya estará pensando: "¡Sí, hombre, como si no tuvieran los chavales ya suficiente con Hombres, Mujeres y Viceversa!"

Seducir es atraer, cautivar. Seducir es comunicar. Seducir no es engañar. Seducir es convencerte de que me creas.

Lo que pasa es que el término se ha "prostituido" tanto que se confunde la seducción con el engaño. También... es que hay mucho mentiroso suelto. Pero la mentira es un problema ético, mientras que seducir no es malo o reprobable desde el punto de vista moral.

Pensemos en un político por ejemplo. Pensemos en un gran político. Uf... cuesta, lo sé. Pensemos en Obama. El presidente de EEUU es capaz de, gracias a un discurso cercano, generar confianza y admiración en su audiencia. Si gran parte del contenido de ese discurso es mentira el tiempo lo dirá, y entonces podremos acusarle de mentiroso y las urnas podrán castigarle. Pero lo que es innegable es que Obama seduce a la gente cuando habla.

Cuántas personas habrá, y que no son políticos precisamente, con ideas, proyectos, inquietudes, opiniones, sueños... capaces de mejorar el mundo en el que vivimos, y que finalmente se quedan en el limbo porque no encuentran recursos para defenderlas o enfrentarlas con otras.

Recursos como la comunicación, la empatía, la asertividad, la resolución de conflictos, la escucha activa, la capacidad de negociación y el sentido del humor.

Todas estos recursos interpersonales forman parte de las Habilidades Sociales: el conjunto de conocimientos, actitudes, aptitudes y conductas que facilitan las relaciones entre las personas.

Y eso no puede ser malo. Seas presidente de EEUU o vendedor de Jazztel. Bueno, quizá si eres esto último sí. Es broma.

Las Habilidades Sociales aumentan nuestro poder de seducción, no porque con ellas aprendamos a manipular o engatusar al otro, sino porque a través de ellas entiendo mejor al otro y me muestro ante él tal como soy yo, aparcando complejos y traumas, sin dar lugar a ambigüedades o malentendidos. Y es entonces cuando se produce el fenómeno de la atracción: porque el otro me ve, y al verme ME CREE.

El arte de seducir, del buen seducir, es ése, mostrar mi Yo Verdadero porque he perdido el miedo a que el otro no me acepte o no me quiera. Y en la superación de ese miedo, me encuentro conmigo mismo... Y contigo, si decides jugar al mismo juego de seducción.

Este sábado 14 de Noviembre impartiré un Taller de Habilidades Sociales en el que trabajaremos resistencias a ese encuentro, como la vergüenza o la ira, y facilitadores del mismo, como la empatía y la asertividad. Será además de pedagógico, muy divertido y dinámico.

Espero haberte seducido para que asistas... ¿Juegas a encontrarnos? 

lunes, 2 de noviembre de 2015

LA PARADOJA DE LA ACEPTACIÓN

En anteriores posts hablé de la necesidad de aprender a vivir con emociones incómodas. Porque forman parte de la vida. Y porque incluso de emociones desagradables y dolorosas como el miedo y la tristeza se saca algo bueno, ya que que cumplen una función: el miedo protege, la tristeza es integradora.

Sin embargo, cuando trato de transmitir este aprendizaje a mis pacientes, casi siempre encuentro (y así creo que le sucede a la mayoría de las personas) una enorme resistencia a la aceptación. Y pienso que es debido a que hemos llegado a creer que:
  • Aceptar es resignarse, rendirse.
  • Si le damos el control a la emoción, la emoción se instalará definitivamente. 
  • Como somos, en gran parte, esclavos de la dictadura de la felicidad, si no nos sentimos bien todo el tiempo, es algo terrible.
Estas 3 creencias que dominan el esquema mental social, son absolutas falacias. Por un lado, es imposible sentirse bien todo el rato: las emociones incómodas, la adversidad y el fracaso forman parte de la vida y tienen también su lado bueno.

Por otro, en la ciencia de la Psicología se ha demostrado que mientras más luchamos o tratamos de controlar nuestras emociones dolorosas, más intensas y largas se  vuelven éstas.

Ésa es la paradoja de la aceptación: cuando acepto no me rindo, VENZO.

Porque de la lucha y el control nacen este tipo de pensamientos: "No quiero sentir esto, no debería estar sintiendo esto, ¿por qué me siento así?, ¿cuándo voy a dejar de sentirme así?, si me siento así no voy a conseguir lo que quiero, soy estúpido, inútil y débil por sentirme así..."

La lucha y el control se vuelven contra nosotros. A la tristeza o al miedo se les unen una serie de críticas y juicios autodestructivos, además de otras emociones dolorosas como la culpa, la frustración o la desesperación.

Resultado: me siento peor por sentirme mal. Y mi tristeza o mi miedo se agrandan y alargan. Y entonces es cuando se transforman en depresión o ansiedad.

Necesitamos superar y anular esas críticas y juicios, y alcanzar entonces un estado contemplativo a través del cual observemos la emoción como lo que es: un evento interno que simplemente está sucediendo y del que se puede extraer una información relevante y positiva.

Esto se puede conseguir a través del mindfulness: la capacidad para prestar atención plena al momento presente, sin criticarnos ni juzgarnos. Y nuestro mundo interior, por supuesto, forma parte del momento presente. Por eso este sábado 7 de Noviembre hago un taller de meditación emocional: mindfulness + IE, para aprender a vivir con emociones incómodas.

Si estás en Málaga para la fecha espero verte allí. Y si no, recuerda: no se gana una batalla por pelear más, se gana cuando termina la pelea. Un abrazo.