lunes, 2 de noviembre de 2015

LA PARADOJA DE LA ACEPTACIÓN

En anteriores posts hablé de la necesidad de aprender a vivir con emociones incómodas. Porque forman parte de la vida. Y porque incluso de emociones desagradables y dolorosas como el miedo y la tristeza se saca algo bueno, ya que que cumplen una función: el miedo protege, la tristeza es integradora.

Sin embargo, cuando trato de transmitir este aprendizaje a mis pacientes, casi siempre encuentro (y así creo que le sucede a la mayoría de las personas) una enorme resistencia a la aceptación. Y pienso que es debido a que hemos llegado a creer que:
  • Aceptar es resignarse, rendirse.
  • Si le damos el control a la emoción, la emoción se instalará definitivamente. 
  • Como somos, en gran parte, esclavos de la dictadura de la felicidad, si no nos sentimos bien todo el tiempo, es algo terrible.
Estas 3 creencias que dominan el esquema mental social, son absolutas falacias. Por un lado, es imposible sentirse bien todo el rato: las emociones incómodas, la adversidad y el fracaso forman parte de la vida y tienen también su lado bueno.

Por otro, en la ciencia de la Psicología se ha demostrado que mientras más luchamos o tratamos de controlar nuestras emociones dolorosas, más intensas y largas se  vuelven éstas.

Ésa es la paradoja de la aceptación: cuando acepto no me rindo, VENZO.

Porque de la lucha y el control nacen este tipo de pensamientos: "No quiero sentir esto, no debería estar sintiendo esto, ¿por qué me siento así?, ¿cuándo voy a dejar de sentirme así?, si me siento así no voy a conseguir lo que quiero, soy estúpido, inútil y débil por sentirme así..."

La lucha y el control se vuelven contra nosotros. A la tristeza o al miedo se les unen una serie de críticas y juicios autodestructivos, además de otras emociones dolorosas como la culpa, la frustración o la desesperación.

Resultado: me siento peor por sentirme mal. Y mi tristeza o mi miedo se agrandan y alargan. Y entonces es cuando se transforman en depresión o ansiedad.

Necesitamos superar y anular esas críticas y juicios, y alcanzar entonces un estado contemplativo a través del cual observemos la emoción como lo que es: un evento interno que simplemente está sucediendo y del que se puede extraer una información relevante y positiva.

Esto se puede conseguir a través del mindfulness: la capacidad para prestar atención plena al momento presente, sin criticarnos ni juzgarnos. Y nuestro mundo interior, por supuesto, forma parte del momento presente. Por eso este sábado 7 de Noviembre hago un taller de meditación emocional: mindfulness + IE, para aprender a vivir con emociones incómodas.

Si estás en Málaga para la fecha espero verte allí. Y si no, recuerda: no se gana una batalla por pelear más, se gana cuando termina la pelea. Un abrazo.

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