miércoles, 27 de junio de 2018

FRUSTRACIÓN Y CULPA AL EMIGRAR

De 2015 a 2017 tuve el orgullo de formar parte del APOL: el servicio de Apoyo Psicológico On Line de la Fundación Punset. Una selección de psicólogos de toda España que contestábamos consultas en torno a problemas de depresión, ansiedad, estrés, pareja, desamor, y muchos otros.

Fue una gran cantidad de trabajo, más de 150 consultas publicadas, y una enorme experiencia de aprendizaje que me llevé y que quiero compartir con vosotros, publicando algunas de las consultas más destacadas que tuve la oportunidad de contestar.

Esta semana: Frustración y Culpa al Emigrar. Un caso real que nos demuestra lo difícil que es salir de un país para mejorar profesionalmente, las repercusiones psicológicas y emocionales que conlleva, y cómo podemos sobrellevarlas y ser felices a pesar de estar alejados de las personas a las que más queremos.

CONSULTA

Soy uno de esos jóvenes que ha tenido que dejar su casa para buscar trabajo en países con mayores oportunidades laborales. Ésta es la situación real y nada idealista de los jóvenes españoles, en una gran mayoría, sobre todo de los titulados superiores universitarios. Ahora bien, mi consulta es acerca de la sensación de frustración y culpabilidad al dejar mi casa. Es decir, abandonar tu hogar implica dejar a tu familia, el tiempo que puedes pasar con ellos, con tus amigos, con tu pareja si la tienes, y algunas veces nos damos cuenta de que podremos tener trabajo fuera, pero nos falta todo lo demás, y eso me deja con un sentimiento de culpa muy grande, por no estar pasando este tiempo tan valioso con las personas que de verdad queremos, y me hace ver como un egoísta que sólo ha pensado en su carrera profesional.

RESPUESTA

Emigrar es una experiencia dura: precisa de un periodo de adaptación, que en muchos casos se convierte en una fuente de estrés importante, además que se echa de menos a familiares, amigos, el clima, la gastronomía… Sin embargo, que sea una experiencia dura, no implica que tenga que ser negativa. Puede significar una oportunidad para desarrollarte en lo profesional, pero también en lo personal: experiencias nuevas, conoces a gente que vas incorporando a tu vida, aprendes un idioma.

Normalmente, todo beneficio, implica costes. Es una de las cosas que más miedo nos da y que más nos dificulta salir de nuestra zona de confort: pensar que si me muevo de ella, perderé lo que tengo. Sin embargo, normalmente, cuando salimos de nuestra zona de confort, ésta se extiende: ahora puedes ampliar tu red social y afectiva, hacer más amigos. Y tu familia y amigos de siempre, seguirán estando ahí: en vacaciones, a través de los distintos canales de comunicación, etc.

Por lo que cuentas, ese sentimiento de culpa que expresas es porque percibes, entiendo, que has sacrificado tu tiempo de vida con los que más quieres, por una decisión centrada en tu futuro profesional. Sin embargo, ese pensamiento puede ser muy polarizado: no has sacrificado, has tomado una decisión, que tiene unos costes, para obtener unas ganancias personales, y eso no te convierte en una persona egoísta, sino en responsable de tu vida. Esta decisión no implica que pierdas el contacto absoluto con tu familia y amigos. Y esta decisión no es irreversible: puedes volver. De ti depende valorar si los costes son mayores que los beneficios en función de tu propio bienestar personal, asumiendo que no hay ninguna decisión perfecta, es decir, no hay decisión que no implique un coste. Ánimo, un abrazo.

miércoles, 20 de junio de 2018

EL ENEMIGO PÚBLICO NÚMERO 1 DE LA RESILIENCIA

La Resiliencia es la capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas, y ser transformado positivamente por ellas.

Lo que no te mata te hace más fuerte. O más sabio. O más bueno.

Como capacidad que es, es susceptible de ser potenciada y desarrollada, a través del fortalecimiento de otras competencias personales asociadas a un buen nivel de resiliencia:

- Capacidad de aceptación y de resolución. Cuando en lugar de quejarme y ver lo negativo me centro en buscar alternativas y soluciones.

- Autoestima positiva. Una buena valoración de uno mismo. Aceptación de los defectos y confianza en las virtudes.

- Optimismo Inteligente. El optimismo ingenuo es pensar que siempre te irá bien. El optimismo inteligente es de aquél que sabe que le puede ir mal pero confía en que le irá bien.

- Inteligencia Emocional. La capacidad para comprender, expresar y regular nuestras propias emociones y la de los demás. Es muy importante para mantenernos estables emocionalmente en tiempos de tormenta.

- Estilo de afrontamiento activo. Las personas con un buen nivel de resiliencia no evitan, ni echan culpas ni usan actividades compensatorias (p. ej: beber alcohol para olvidar), sino que enfrentan los problemas cara a cara.

- El sentido del humor. Imprescindible. Ayuda a desdramatizar y dejar de ver la adversidad como algo terrible. Quita hierro y por lo tanto, dolor a los traumas.

- Aparte de factores personales, los externos también juegan su papel en el desarrollo de una buena resiliencia: el modelo educativo, los condicionantes económicos y culturales, el apoyo social.

Todos estas competencias y factores son susceptibles de ser transformadas para mejorar nuestro nivel de resiliencia. Pero todo aquello que se puede cambiar, también puede resistirse al cambio.

Las resistencias y bloqueos que nos pueden impedir o dificultar tener un buen nivel de resiliencia son todos los opuestos a las competencias comentadas: negatividad, déficit de autoconfianza, pesimismo, represión o descontrol de emociones, evitación, dramatización, y factores externos adversos. Pero todos tienen un denominador común. 

¿Sabes ya cuál es?

EL MIEDO

Porque el miedo puede hacer que:

 - Lo vea todo negativo.

- No confíe en mí y en mis fortalezas.

- Piense que todo irá siempre mal.

- Me deje dominar por el miedo.

- Evite aquello que me da miedo.

- Sobrevalore aquello que me da miedo.

Esto es lo que llamamos eustrés o estrés negativo (porque cierta cantidad de estrés -tensión- es positiva para afrontar las situaciones): cuando subestimamos nuestras capacidades y sobrevaloramos la dificultad y gravedad del estímulo, llegando a percibir éste como una amenaza de proporciones bíblicas.

¿Y si hago el ridículo? ¿Y si me despiden? ¿Y si me dejan? Lo pasaré fatal. No seré capaz de superarlo.

Pensar que no serás capaz de superarlo, es el primer escollo para superarlo. Es la resistencia psicológica que te dificultará poner en marcha los mecanismos (aceptación, optimismo, resolución, humor, etc) que te permitirían afrontar la adversidad con resiliencia.

Pensar que no serás capaz de superarlo es la voz del miedo. Es lo que te dice el miedo. Y no se trata de acallarlo, ya que no podemos vivir sin miedo. Porque gracias al miedo sobrevivimos. Pero a veces el miedo excede sus funciones y convierte en amenazas lo que sólo son adversidades que nos permitirán aprender, crecer y mejorar.

No se trata de vivir sin miedo. Se trata de aprender a vivir con miedo. Se trata de darse cuenta de que si el miedo aparece, no es suficiente motivo para dejar de creer en nosotros y magnificar los sucesos negativos de nuestra vida, ya hayan pasado, estén pasando o sólo puedan pasar.

Se trata en definitiva de que cuando el miedo hable, no creer tanto en él como en nuestra maravillosa capacidad para superar la adversidad y salir fortalecidos.

No te fíes tanto de tu miedo, como de tu resiliencia.

Y dominarás tu miedo.

¡Un abrazo resilientes!

miércoles, 13 de junio de 2018

EL EFECTO HALO

Seguro que conoces a personas que dicen cosas como: "¡Cupido me la tiene jurada, qué mala suerte tengo en el amor, a mí me ha mirado un tuerto!"

Habría que contestarles: no es Cupido. No es la suerte. No es el tuerto. Eres tú.

Uno de los factores que más influyen a hora de que una relación funcione o no, es la elección que hacemos.

Y no quiero decir con esto que tengamos que estar seguros de hacer una elección perfecta, ni encontrar a nuestra alma gemela o media naranja, ni hacer un exhaustivo proceso de selección, no...

No es tan importante la elección que hagamos como el tipo de relación que mantengamos después: si por ejemplo escojo como pareja a una persona muy diferente a mí, pero ambos nos centramos en lo que nos une, en lugar de lo que nos separa, y sabemos superar nuestras diferencias con respeto, comunicación y tolerancia, es muy probable que nos vaya bien en el amor.

Por tanto, no es determinante para la buena marcha de una relación, acertar de pleno en la elección que hagamos, pues serán las pequeñas decisiones del día a día las que sí que determinen que esa relación sea positiva o negativa. 

Y sin embargo, si hago una mala o pésima elección: ¿no será mucho más difícil?

Y en el amor, uno de los sesgos cognitivos (distorsiones del razonamiento o interpretaciones ilógicas) que facilitan que hagamos una pésima elección de pareja es: el Efecto Halo.

Este sesgo cognitivo consiste en atribuir una serie de cualidades a una persona por uno o varios rasgos que no tienen nada que ver y a partir de los cuales no puedo llegar, de una manera lógica, a hacer esas atribuciones.

Por ejemplo: si alguien es muy guapo o guapa, pensar que además es buena persona, que es amable, simpática, inteligente...

Es decir, que nos dejamos llevar por información superficial para sacar conclusiones que sólo podríamos inferir si nos diéramos más tiempo para conocer a esa persona.

El Efecto Halo sucede con más frecuencia de la que pensamos, nos consideremos superficiales o no. Por ejemplo se ha demostrado que las personas más atractivas físicamente superan los procesos de selección de las empresas con más facilidad que las que lo son menos. ¿Y es acaso un guapo mejor trabajador que alguien menos guapo? O: los jurados tienden a exculpar a las personas que son más atractivas. Ah, ¿si alguien está buenorro o buenorra significa que es inocente?

¿Como interviene el Efecto Halo en el ámbito de las relaciones románticas? Es obvio: lo hace cuando elegimos. Nos dejamos llevar por información superficial, que no tiene por qué ser sólo el atractivo físico, también: cómo huele, su tono de voz, la forma de moverse, su expresión facial, cómo viste..., y pensamos que es una buena persona para mí... ¡cuando todavía estoy a 1000 km de saber quién es esa persona!

Es más, es posible que ni siquiera sepa qué narices es una buena persona para mí.


Por eso, no se trata ni muchísimo menos de a partir de ahora escoger a un feo para asegurarte de que no te dejas engañar por el Efecto Halo, ni tampoco ir haciendo tests de personalidad a tus candidatos, pero quizá sí:

1. Primero conócete bien y se consciente de lo que te gusta y lo que quieres para tu vida.
2. Luego enamórate. Déjate llevar por lo que sientas, por tu corazón. Elige a quien mejor huela, a quien más atractivo te parezca, ¡al que más te ponga!
3. Pero por último: pon cabeza a ese sentimiento. Conoce a la persona, tratando de mantener una visión realista y lógica. Y si tu cabeza te dice que no puede ser, no puede ser.

No estás obligado ni obligada a seguir a tu corazón. Puedes escucharle, igual que me estás escuchando (en este caso leyendo) a mí, pero escucha también a tu cerebro. Y trata de hacerlo libre de sesgos que distorsionan la realidad.

Si no tenéis nada en común, si vuestros proyectos de vida son opuestos, o si sobre todo, te trata mal, no lo dudes, tu corazón engaña.

No, no va a cambiar. No, no es la persona que creías que era. Simplemente te formaste una idea equivocada de esa persona, por culpa del Efecto Halo, y te equivocaste.

Y por mucho tiempo que haya pasado, nunca es tarde para rectificar, aprender de los errores, y empezar de nuevo.

¡Y volver a enamorarte, con corazón y con cabeza! ¡Un abrazo! 

martes, 5 de junio de 2018

10 EJERCICIOS PARA PRACTICAR MINDFULNESS

El Mindfulness es la capacidad para prestar atención plena al momento presente, al aquí y ahora, libre de juicios, evaluaciones e interpretaciones.

Es decir: aparezca lo que aparezca, ya sea externo (ruido, imágenes, situaciones) o interno (sensaciones, pensamientos y emociones) sólo obsérvalo. De hecho, podríamos decir que el Entrenamiento en Mindfulness desarrolla el arte de observar.

Esto no quiere decir que nos vuelva personas pasivas, ni mucho menos. Lo que sucede es que la Mente, a través de diversas actividades, trata de intervenir en aquello sobre lo que no puede hacer nada: en el pasado a través del arrepentimiento y la culpa en forma de rumiaciones,  en el futuro a través de la preocupación, o en el presente que escapa de nuestro margen de maniobra a través de la queja o autocrítica (por ejemplo, ¿quejarse de que suene la alarma de un coche va a hacer que cese, machacarme por que se me ha caído un vaso va a hacer que el vaso se reconstruya?).

El entrenamiento del Mindfulness tiene múltiples beneficios sobre nuestra salud mental y emocional, y por ende sobre nuestra salud física, ya que está demostrado que un exceso de pensamientos sobre el pasado se relaciona con la depresión, un exceso de pensamientos sobre el futuro con la ansiedad, y una autoexigencia severa con ambas además de con el estrés y las somatizaciones.

Por otra parte, la práctica del Mindfulness nos permite disfrutar más de la vida, al hacernos más conscientes del momento presente. Un ejemplo: 7 de la tarde, un sol de escándalo y te estás una cerveza bien fresquita en un sitio acogedor y con muy buena compañía, pero... Es domingo. Y estás pensando: "Mañana tengo que madrugar, coger atasco para ir al trabajo, empieza la semana... pffff, vaya rollo". ¿Te ha pasado alguna vez? Una manera fantástica, sin duda, de perderse un maravilloso domingo por la tarde.

Pues así andamos habitualmente: perdiéndonos demasiado en pensamientos sobre el pasado, sobre el futuro o sobre nosotros mismos, que nos impiden disfrutar con consciencia, plenitud y gratitud, de lo único que tenemos, el aquí y ahora, y que no es poco.

Una vez expuesto los motivos por los que es beneficioso aprender a desarrollar nuestra capacidad de Atención Plena, voy a enumerar de manera breve algunos ejercicios para entrenar el mindfulness:

1. Mindfulness sobre la respiración. Meditar no es dejar la mente en blanco. Meditar es focalizar la atención sobre un estímulo, normalmente, la respiración, tratando de no caer en interferencias mentales como los recuerdos, los pensamientos o las expectativas. Pero si aparecen estas distracciones no significa que estés haciendo mal el ejercicio. Acepta esas distracciones sin juzgar ni juzgarte por ello y luego vuelve a prestar atención plena a la respiración. La meditación sobre la respiración es el ejercicio más usado para entrenar Mindfulness, pero hay muchos otros objetos de meditación que podemos usar.

2. Mindfulness sobre las sensaciones de nuestro cuerpo. Por ejemplo: picor, tensión muscular, incluso dolor. El Mindfulness es muy bueno para las enfermedades con dolores crónicos porque ayuda a deshacerse de juicios que amplifican y cronifican la sensación de dolor. Si al dolor no le añado juicio, el dolor puede que permanezca en mí, pero no lo estoy agrandando a través de mis pensamientos.

3. Mindfulness sobre las imágenes. Por ejemplo la llama de una vela, el viento meciendo las hojas de un árbol, o la lluvia, son objetos de meditación que nos pueden facilitar la atención con consciencia plena y libre de pensamientos distractores.

4. Mindfulness sobre nuestro propio movimiento. Es parecido al Yoga pero sin la necesidad de acudir a posturas demasiado complejas. Sólo es necesario que muevas los brazos, las piernas, la cabeza o tronco con movimientos lentos y suaves y prestes toda tu atención en ellos. Saborea con gratitud el enorme milagro que significa tener un cuerpo y poder controlar su movimiento a través de tu cerebro.

5. Mindfulness sobre los sonidos. En el lugar en el que hagas este ejercicio de meditación, trata de observar los sonidos que te rodean, primero discrimanóndolos (por ejemplo: los de tu cuerpo, los del interior de la sala donde estés, los del exterior) y luego observando todos los sonidos a la vez, dejándote llevar por el enorme concierto que se forma en torno a ti. Recuerda: no valores, no te digas "este sonido me molesta" o "esto es malo", sólo observa y déjate llevar hasta el aquí y ahora sonoro que te envuelve.

6. Mindfulness sobre el silencio. El silencio también se puede escuchar. Incluso cuando no hay ausencia de sonidos, podemos encontrar frecuencias de silencio. incluso cuando no eres capaz de encontrarlas, si el sonido no te molesta, si aceptas plenamente el sonido: eso es silencio. El mindfulness supera las resistencias psicológicas que provocan tensión y perturbación, llevándonos a la quietud y a la paz. Al silencio interior.

7. Mindfulness sobre las personas. Qué difícil es mirar a la gente y no caer en juicios de valor, ¿verdad? "Esta persona está gorda, esta persona es vieja, éste no me gusta, deseo a ésta..." Bien, ¡lo difícil es una oportunidad única para entrenar! Siéntate en un banco o asómate a tu ventana y observa a las personas: sus rostros, sus cuerpos, sus maneras de moverse y de expresarse. Y trata de no caer en esos juicios de valor que son tan típicos en nosotros y que suponen prejuicios que dificultan y menoscaban nuestras relaciones con los demás.

8. Mindfulness sobre nuestra imagen en el espejo. ¿Y a ti mismo? ¿Te resultaría fácil o difícil mirar tu imagen en un espejo y no juzgarte? ¡Creo que sería mucho más difícil que no juzgar a los demás! Y sin embargo, ¿cómo no vamos a juzgar a los demás si no somos capaces de hacer lo mismo con nosotros? La triada básica del Mindfulness es: observación-aceptación-gratitud. ¿Te aceptas? ¿Te valoras? A través de la observación sobre ti mismo, libre de juicios, puedes alcanzar un nivel de relación superior con tu ser.

9. Mindfulness sobre las actividades de la vida diaria. Cualquier momento puede ser bueno para prestar atención plena al aquí y ahora: mientras como, mientras me ducho, mientras me lavo los dientes, mientras conduzco, mientras practico el acto sexual (envidio a quien pueda decir que esto último es una actividad de la vida diaria). Observar, libre de juicios y otras distracciones mentales, te permitirá estar cada vez más conectado al aquí y ahora y por tanto disfrutar con mayor plenitud del momento presente.

10. Mindfulness sobre las emociones. No somos sólo seres con un cuerpo y una mente. También tenemos "corazón" (por tradición cultural se sitúa en ese órgano a nuestras emociones, pero la localización exacta es en el sistema límbico del cerebro). Tenemos todo un Universo Emocional dentro de nosotros, somos seres sintientes. Y el Mindfulness es una herramienta poderosísima que nos permite conocer mejor ese Universo, para comprenderlo con más profundida, aprender a expresarlo adecuadamente, y conseguir regularlo para dominar nuestras emociones y que no sean ellas las que nos dominen a nosotros. A través de los pensamientos, como pasaba con el dolor físico, podemos aumentar y alargar nuestro dolor emocional. Con la observación y aceptación de nuestras emociones, las emociones pasan por nosotros, no se quedan, simplemente llegan y las sentimos, y así es como se van.

Sin embargo, para poder practicar y aplicar todos estos ejercicios es necesario tener unas nociones básicas de Mindfulness, una base teórica y práctica. Por eso este sábado 9 de Junio hago el Taller de Mindfulness en Emociones III en Málaga, un encuentro en el que practicaremos muchos de los ejercicios enumerados y nos centraremos sobre todo en la última parte sobre el área emocional. Si estás en Málaga para la fecha te espero allí, y si no seguro que en tu localidad encuentras a alguien que se dedique a la difusión y aplicación de esta disciplina y que te ayuda a adquirirla y practicarla.

Recibe como siempre un fuerte abrazo... y mucha atención plena. ¡Gracias!