lunes, 18 de julio de 2022

APRENDER A ESTAR MAL CON UNO MISMO

Sí, has leído bien. No se trata de ninguna errata. Este post trata sobre aprender a estar mal con uno mismo. Y es que seguramente has oído mucho lo importante que es, para ser feliz, estar bien con uno mismo. 


Pero, ¿y cuándo estamos mal porque las circunstancias no son propicias? ¿O cuando, simplemente, nos sentimos mal y no sabemos muy bien por qué? Creo que ahí, justo ahí, es cuando más hay que aprender a estar con uno mismo.


Y no se trata de estar bien. Estás mal. Es más, puede que estés jodidamente mal. Pero estás, contigo, acompañándote en el proceso, sin culparte por ello, sin acrecentar tu malestar a través de los pensamientos negativos, pero tampoco obligándote a estar bien.


Qué importante es, cuando estamos mal, darnos el permiso de estarlo. Ahí es cuando no solo aceptamos cómo nos sentimos sino también lo que somos: seres vulnerables.


El "aprende a estar bien contigo mismo" parece que nos obliga a estar siempre bien, como en La dictadura de la felicidad, y entonces, en cuanto no cumples con ese "requisito", sientes que no sabes, que no eres lo suficientemente bueno. ¡Libérate de esa presión! Permítete estar mal y acompañarte en ese malestar sin obligarte a salir de él, solo acompañarte, estar ahí, para ti, para cuidarte lo bien que puedas durante ese estado de malestar.


No tienes la obligación de sentirte bien, ni para los demás, ni para ti. Puedes darte el permiso de estar mal. Simplemente no te juzgues ni te castigues por ello. Deja que esté. Y deja que pase. Cuando tenga que pasar.


La expresión "aprender a estar mal con uno mismo", no me malentiendas, no implica que hayas de recrearte en tu malestar, simplemente dejarlo estar. Creo que si hacemos un ligero cambio se entenderá mejor: "aprende a estar contigo mismo mal". No es automachacarse para estar mal, es todo lo contrario: darse la licencia de estar mal cuando estamos con nosotros mismos.


Es importante adquirir cierta autosuficiencia (somos interdependientes, pero no podemos serlo para todo y en todo momento). Aprender a estar con uno mismo, tengas pareja o no, tengas más o menos amigos, es fundamental. Pero hazte a la idea que ese aprendizaje requerirá de momentos buenos y de momentos malos. Si solo pretendemos estar con nosotros mismos cuando estamos bien y en cuanto nos sentimos mal recurrimos a algún agente externo para "eliminarlo", no estamos sabiendo estar con nosotros mismos. Hay que estar en las buenas y en las malas.


Y se suele aprender más en las malas. A veces, los periodos de malestar nos enseñarán algo que debemos cambiar, alguien a quien tenemos que renunciar, o no, quizá no nos enseñen nada. Bueno, no tenemos que aprender siempre de todo lo que nos pase.


Este post pretende mostrarte, precisamente, un aprendizaje, y es muy sencillo. Sí, aprende a estar contigo mismo. Pero no pretendas que ese aprendizaje significará que estarás siempre bien. A veces estarás mal, ¡pero no contra ti!, sino contigo. Te estarás acompañando en ese momento y tu compañía te ayudará a sobrellevar ese malestar o, al menos, impedirá que crezca.


En definitiva, aprender a estar mal con uno mismo es aprender a estar mal sin sentirse mal con uno mismo. ;)


Cuestiona lo que digo, la duda nos acerca más a la verdad.


Si te gustó el post, no te lo quedes solo para ti, porfa, compártelo.


Si te gusté yo, hago terapia psicológica en consulta en Málaga y online para el resto del mundo.


¡Y recibe este abrazo! 


jueves, 7 de julio de 2022

ORACIÓN DE ENTREGA

Tras años de experiencia como psicólogo clínico en consulta, he podido comprobar, en mis pacientes y en mi propio ser, cuál es una de las mayores causas de sufrimiento en las personas: el control.


O, mejor dicho, la pretensión exacerbada de control. Este es, desde mi punto de vista, el origen del neuroticismo o inestabilidad emocional. Tendemos a la inestabilidad emocional, a la preocupación o a la culpa cuanto mayor control creemos que necesitamos para poder llevar una buena vida.


Ese deseo (ya lo dicen los budistas: desear que las cosas sean diferentes a cómo son es lo que causa el sufrimiento), al chocar con la realidad, que es, en buena medida, incontrolable, nos provoca esa inestabilidad. Cuando no obtenemos el control que creemos que necesitamos, sentimos que nos falta algo o que no estamos haciendo las cosas bien. 


Hasta cierto punto todos necesitamos alguna sensación de control. Una vida caótica, sin sentido, completamente espontánea, nos abrumaría. Pero, lo mismo nos pasa cuando nos exigimos demasiado control. Hay que saber discernir qué está en nuestra mano hacer y qué escapa a nuestro control.


El ego, nuestro yo, o la mente egotista, es decir, la mente obsesionada por la supervivencia de nuestra identidad, lo quiere todo bajo control. Eso es imposible. Pero se esfuerza, a través de rumiaciones y anticipaciones. Trata de obtener una certeza absoluta frente a todos los interrogantes que se puedan llegar a plantear. Esa actividad mental, aparte de agotadora, es fuente de ansiedad y depresión.


Por eso, mi apuesta, además de usar el discernimiento ("¿qué puedo hacer realmente?"), es la de confiar, renunciando a tanto control innecesario. Fluir más, dejarse llevar, apostar por una vida en la que se suelte control o deseo de control sobre aquellas cosas que no controlamos y que normalmente suelen ser las del futuro (cosas que no pasan o, si pasan, solo podemos ocuparnos de ellas cuando lo hacen).


En mi último post daba una lista de mantras a usar para nuestra autorregulación. Gracias a la palabra, podemos apartar preocupaciones y reducir nuestro nivel de ansiedad. Gracias a la oración que te voy a mostrar ahora, puedes soltar control o deseo de control. Repítela cuantas veces te sea necesario, cada día, varias veces al día si hace falta. Conviértela en un principio de vida y en un propósito.


Aquí va mi Oración de Entrega. Espero que te guste, que te inspire, que te ayude y que la hagas tuya.


ORACIÓN DE ENTREGA


Me entrego a la vida. 

Que sea lo que tenga que ser. 

Que ella haga lo que quiera conmigo. 

Le doy mi futuro para que yo pueda ocuparme de mi presente.

Confío en que muchas veces lo que me dé será bueno, y estaré atento/a entonces para disfrutarlo y agradecerlo. 

Y cuando lo que me dé sea malo, o cuando me quite, igualmente lo aceptaré con los brazos abiertos, y confiaré en mi capacidad para superarlo y aprender de ello.


----------------


Cuestiona todo lo que digo; la duda nos acerca más a la verdad.


Si te gustó el post, no te lo quedes solo para ti, compártelo, porfa. Si te gusté yo, hago terapia psicológica en consulta en Málaga y online para el resto del mundo. También tengo un libro a la venta, La dictadura de la felicidad.


Y recibe, como siempre, ¡este abrazo!