lunes, 26 de marzo de 2018

CUANDO SE PIERDE LA ESPERANZA

De 2015 a 2017 tuve el orgullo de formar parte del APOL: el servicio de Apoyo Psicológico On Line de la Fundación Punset. Una selección de psicólogos de toda España que contestábamos consultas en torno a problemas de depresión, ansiedad, estrés, pareja, desamor, y muchos otros.

Fue una gran cantidad de trabajo, más de 150 consultas publicadas, y una enorme experiencia de aprendizaje que me llevé y que quiero compartir con vosotros, publicando algunas de las consultas más destacadas que tuve la oportunidad de contestar.

Esta semana: CUANDO SE PIERDE LA ESPERANZA. Un caso real que nos muestra qué se siente cuando aparece la sensación de desesperanza y qué podemos hacer para superarla y recuperar la ilusión por vivir.

CONSULTA

Estoy en mi último año de universidad (de una carrera que elegí pero no me gusta y que decidí terminar igual) y lo cierto es que no he podido cambiar mi estado de ánimo y el cómo me desenvuelvo: me enfurezco con facilidad y noto que no soy muy bueno en lo que estudio. He estado todo el tiempo con terapia psicológica, pero sigo sintiéndome solo, con miedo y con sensación de inferioridad siempre. Soy pasivo y necesito demasiado del afecto de otros. No comento mis cosas a mi madre porque ella se entristece demasiado.  Siempre estoy pensando cosas negativas. He perdido mucho la esperanza. Me cuesta ser distinto. Quisiera dejar la vida pero no quiero causar ese dolor a mi familia.

RESPUESTA

Las ideaciones suicidas suelen aparecer en estados depresivos y cuando la persona se siente invadida por ese sentimiento de desesperanza que tú nos narras: la sensación de que haga lo que haga nada va a cambiar. Las alternativas sin embargo, están ahí. La muerte, es el fin de toda alternativa.

Puede que simplemente te está costando dar con ellas, o bien tomar una decisión para escoger alguna de las alternativas a tu alcance. Pareces, por ejemplo, bastante insatisfecho con el camino que has elegido: tu carrera. No digo que tengas que dejarla (ésa es una decisión que sólo te corresponde tomar a ti), pero sí que puedes, de manera complementaria, encontrar actividades que desarrollen tu flujo: aquel estado en el que nos sumergimos en una actividad que nos gusta porque se produce un encaje entre los requisitos de la actividad y las habilidades personales necesarias para llevarla a cabo.

Cuando nos gusta lo que hacemos y se nos da bien, el tiempo se pasa volando y nuestra autoestima se refuerza. Cuando hacemos algo que no nos gusta y en lo que no somos muy buenos o no nos importa serlo, aparece la frustración, y con ella la ira hacia los demás y, sobre todo, hacia uno mismo, como en tu caso. 

La terapia psicológica debería ayudarte a conocerte mejor a ti mismo, descubrir tus fortalezas y tus áreas motivacionales, y ayudarte a controlar esa ira y a cambiar patrones de pensamiento sesgados y negativos. Si no te está ayudando y llevas demasiado tiempo, plantéate un cambio. A veces, el profesional que es bueno para una persona, no lo es para otra. La terapia es como un viaje: es importante dar con el compañero adecuado. Suerte, un abrazo.

miércoles, 21 de marzo de 2018

EL COMPLEJO DE INFERIORIDAD

¿Quién no se ha sentido alguna vez inferior?


Sin embargo, cuando hablamos de un sentimiento más o menos generalizado y persistente sobre uno mismo: podemos hablar de complejo.

Siento que soy inferior, a los demás, en general.

El germen del complejo de inferioridad está en nuestras creencias, y la génesis de nuestras creencias reside en las experiencias tempranas.

Comentarios despreciativos de nuestros padres, burlas en el colegio o los primeros rechazos del sexo de atracción pueden ser suficientes para plantar esa semilla de la inferioridad. 

Luego, a través de nuestros sesgos cognitivos, iremos fortaleciendo aquella creencia, y cada vez que nos enfrentemos a una experiencia negativa, una parte de nosotros es probable que nos diga: "¿Ves? Esto te ha pasado porque tú eres así, la culpa es tuya, porque tienes algo, algo que te hace inferior". Ya sea torpeza, fealdad, gordura, cobardía o cualquier otro rasgo.

Nuestra creencia se fortalecerá, o mejor dicho, las fortaleceremos, y así, el complejo de inferioridad se irá haciendo cada vez más grande, poniendo límites a mi desarrollo a través del miedo: no me atreveré a intentarlo, no me atreveré a decirle lo que siento, no me atreveré a... A ser yo.

Éste es el poder de las creencias limitantes, como la de creerse inferior: al final tú mismo evitas la conducta que demostraría que esa creencia, no es más que una creencia. Te conviertes en lo que crees. Creamos lo que creemos.

Un círculo vicioso muy jodido.

Chungo, ¿no?

¿Y si cambiáramos la pregunta del principio?

¿Quién no se ha sentido alguna vez diferente?

¿Tú? Ah, tú también. ¡Y tú! Vaya, cuántos hay...

Claro, porque todos somos diferentes, ya que todos somos únicos. No hay nadie como tú, con tu mismo historial genético ni de aprendizaje experiencial. Incluso si fueras gemelo monozigótico, el simple hecho de que durmieras a un lado de la cuna y tu hermano al otro lado, ¡supondría una diferencia insalvable para ambos que os haría únicos!

El problema es que un día malaprendimos que lo diferente es raro y lo raro... inferior.

Y si tu vida sigue estando dominada por ese malaprendizaje, ha llegado la hora de desaprender.

Hoy es el Día Internacional del Síndrome de Down. Hay muchos movimientos y asociaciones que luchan por la integridad de las personas con este síndrome y por que se les trate como a personas normales. Una persona con Síndrome de Down es diferente. Diferente a ti y a mí... ¡pero igual que tú eres diferente  que yo y que una persona con Síndrome de Down es diferente a otra persona con Síndrome de Down! 

Pero ¿sabes qué?, en la mayoría de los casos (es imposible, desafortunadamente, decir que en todos, pero sí estoy seguro que en la mayoría) las personas con Síndrome de Down son muy felices, y estoy seguro de que esa felicidad tiene mucho que ver con que, ¡para nada se sienten inferiores! Han mamado tanto, gracias al cariño y la sabiduría que les han transmitido padres, hermanos, maestros, asociaciones... que ser diferente no es ser inferior, ¡que esa maldita creencia no les ha jodido la vida!

Qué maravillosa película Requisitos para ser una persona normal, si no la has visto ya estás tardando. Gracias Leticia Dolera.

¡Yo no quiero ser normal! Yo quiero ser yo: con mis rarezas, con mis torpezas, con mis fealdades...

¿Me vas a decir que tú no las tienes? Pues ámalas, ámalas con toda tu fuerza, porque son tuyas, y junto con tus fortalezas, tus habilidades y tus preciosidades, te hacen ser único, te hacen ser tú.

Y no sé si TÚ eres normal. Pero no me importa. No creo que debiera importarte a ti tampoco. No más que ser feliz.

Se feliz... ¡y si eres raro de la hostia, se más feliz aún! Un abrazo.   

jueves, 15 de marzo de 2018

APRENDER, DISFRUTAR Y AMAR

Este post va sobre la ansiedad de rendimiento... y alguna cosa más.

¿Qué es la ansiedad de rendimiento? Básicamente es que me preocupa tanto hacerlo bien que, me pongo nervioso, me bloqueo, ¡peto!, en algunos casos, y precisamente por eso acabo haciéndolo mal: autoboicot.

Por preocuparme en exceso por mi rendimiento sexual, acabo teniendo un gatillazo.

Por preocuparme demasiado por el examen, acabo poniéndome nervioso durante la ejecución del mismo, y a pesar de que iba bien preparado, ¡lo hago fatal!

Por preocuparme mucho por causar una buena impresión (en una cita, en una reunión social, en una charla en público), actúo forzado, los demás se dan cuenta, ¡y acabo causando una impresión pésima!

En definitiva, por preocuparme excesivamente por querer hacer bien una tarea, la que sea, termino por hacerla mal. Esto sucede porque me estoy hipervigilando, y nadie está cómodo sintiéndose vigilado. Estoy demasiado pendiente de mí, de si lo estoy haciendo bien, de si estoy lo suficientemente preparado, de qué pensarán de mí los demás...

Sin embargo, la ansiedad de rendimiento y esa autohipervigilancia que la acompaña, no son el problema realmente, sino el resultado del problema: autoexigencia excesiva. La ansiedad de rendimiento es la consecuencia de que seguramente te estás exigiendo demasiado, te estás exigiendo:

- No fallar.

- Hacerlo perfecto.

- Nacer ya sabido.

- Caer bien a todo el mundo.

- Que nadie descubra tus debilidades y vulnerabilidad.

Pero hay más: a su vez, la autoexigencia excesiva tampoco es el problema en sí, sino el producto del verdaderísimo problema, la génesis: le das demasiada importancia a las cosas y a ti mismo. No fallar, hacerlo bien y caer bien se han convertido en tus prioridades en la vida, cuando quizá, para vivir una vida más feliz, tus prioridades debieran ser: aprender, disfrutar y amar.

Por tanto:

- Deja de darle tanta importancia a tu rendimiento. Quieres hacerlo bien, pero no necesitas hacerlo bien para ser feliz. Quizá tu jefe sí lo necesite, pero él no es importante, o al menos no más que las personas que te aman. Y quien te ama, tolerará tus fallos y fracasos.

- No pretendas hacerlo perfecto, ni hacerlo bien siempre, ni caer bien a todo el mundo. Esas pretensiones te llevarán a pensar que no estás a la altura, ¡pues claro!, porque no se puede estar a la altura de la perfección. El rechazo, no saber y equivocarse, ¡son fenómenos totalmente normales! Acéptalo.

- Y no te vigiles, ¡fluye con la tarea! Si notas que te pones nervioso, ¡no te alarmes!, es también totalmente natural, todo el mundo se pone algo nervioso ante una tarea, eso no es malo, pero si te pones demasiado nervioso, quizá sea porque le estás dando demasiada importancia a la tarea y a ti mismo...

... y entonces tiene que convertir tu escala de prioridades:

Aprende, disfruta y ama.

No es mal plan para un fin de semana.

No es mal plan para toda la vida.

¡Un abrazo!

miércoles, 7 de marzo de 2018

LA ATRACCIÓN POR LA FRUSTRACIÓN

Cuando una relación se rompe, cuando alguien nos deja, o incluso cuando somos nosotros mismos quienes dejamos, se pasa mal. Se siente dolor.

Entender ese dolor es básico para pasar por el proceso de duelo romántico de manera natural y no extender ni agravar el sufrimiento. Por eso este sábado 10 de Marzo hago en Málaga el Taller Superar el Desamor. Un taller para comprender el duelo, aceptar la pérdida y reorientarnos desde el pasado hacia el presente, desde el otro hacia nosotros mismos.

La 1ª regla que hay que saber para superar un desamor es que necesariamente hay que pasar por ese proceso de duelo. La salida del dolor es a través del propio dolor. Pero dentro de ese proceso, hay cosas que podemos hacer bien,y nos facilitan pasar por el proceso, y hay cosas que podemos hacer mal, y obstaculizan el proceso. Nos paralizan en el duelo.

Una de esas cosas que podemos hacer mal es lo que se llama la atracción por la frustración. Este fenómeno básicamente consiste en que nos atrae aquello que no poseemos... pero que podríamos poseer. Es decir,  para que este fenómeno se dé en el amor: debe haber una expectativa de reciprocidad.

Aunque sea débil. En mi caso, me siento bastante atraído por Marion Cotillard y, aunque la esperanza es lo último que se pierde, mi expectativa de reciprocidad sobre la actriz francesa más que débil, es nula. En cambio, si tuviera una compañera de trabajo que me resultase atractiva, bastaría quizá con que me sonriera todas las mañanas en la oficina (actividad bastante común por otra parte) para que mi mente generara esa expectativa de reciprocidad.

Y a continuación, una vez engendrada aquella expectativa, sucedería lo peor que podría pasarte en la vida: enamorarte.

Se ha escrito y se seguirá escribiendo mucho sobre el enamoramiento. Por lo tanto, lo que diré a continuación sobre el mismo sólo es mi opinión personal, fundamentada en parte de la literatura científica que hay al respecto. Te invito a, si estás interesado en el tema, seguir investigando por tu propia cuenta sobre ello. Porque para mí...

ENAMORARSE ES CACA

Ya que cuando uno se enamora surgen las siguientes reacciones: temor intenso al rechazo (miedo); frecuentes pensamientos sobre la otra persona que interfieren en la vida del individuo y le hacen perder la concentración (obsesión); fuerte actividad fisiológica ante la presencia del individuo (ansiedad, parálisis, idiotez repentina); atención focalizada en la otra persona (pérdida del interés por uno mismo); y lo peor de todo: idealización del otro.

De hecho, nos nos enamoramos del otro, nos enamoramos de las ideas que tenemos respecto al otro. Mi bellísima compañera me ha sonreído esta mañana y empiezo a pensar que: es la persona más simpatiquísima no sólo de la oficina (a pesar de que los demás me han sonreído igual) sino del mundo entero, que está loca por mí, que cuando los dos seamos capaces de decirnos lo que sentimos el uno por el otro iniciaremos la más grande historia de amor jamás contada, que el sexo será brutal... 

En fin... No me digas que no te ha pasado.

Este cadena de atracción por la frustración --> enamoramiento --> idealización --> más atracción por la frustración, puede durar, y de hecho dura, unos cuantos meses, o incluso años, después de iniciada la relación. ¿Por qué? ¡Porque al principio no las tengo todas conmigo! Mi idea de que la otra persona me ha elegido, de que está o va a estar conmigo, no es madura, aunque suene fatal, lo siento, mi sentido de pertenencia aún es débil. Y además: todavía no conozco demasiado bien a la otra persona o las ideas que me había hecho son aún más fuertes que las evidencias que me voy encontrando.

Pero con el tiempo, la idealización choca con la realidad, y tarde o temprano me doy cuenta y asimilo que: no es tan simpatiquísima como creía, que nuestra relación de amor no se explicará en los libros de Historia y que el sexo... bah, normalito. Y entonces, defraudado por ese choque con la realidad, podemos dejar a esa persona o boicotear la relación para que ella nos deje a nosotros. ¡O no, no tiene por qué, un poco de esperanza para los que creen en el amor, por favor! También se pueden ajustar las expectativas a la realidad y empezar a construir una relación muy bonita y significativa... en la que el enamoramiento se ha ido a tomar por c...

Me he entretenido tanto en el fenómeno del enamoramiento porque cuando uno es dejado, o incluso cuando deja, ¡puede volver a pasar! Nos reenamoramos. Surge de nuevo esa atracción por la frustración, debido a que estamos instalados en la fase de negación del duelo: "volveremos a estar juntos, todavía me quiere, ¿y si me equivoqué al terminar?" Y se reinicia todo el proceso anterior, incluida la temida actividad de la idealización: ¡sí, volvemos a generar una serie de ideas y expectativas que no tienen por qué tener nada que ver con la realidad!

Un ejemplo: una de mis primeras pacientes estaba pasándolo fatal tras una ruptura. Decía que su ex era su media naranja, que no iba a encontrar a nadie como él. Cuando analicé, sólo un poquito, cómo había sido su relación los últimos años resulta que: peleaban todos los días, nada de sexo, 0 compatibilidades.

¡Sesgamos! Cuando terminamos una relación producimos sesgos cognitivos, pensamientos sesgados y distorsionados: nos acordamos sólo de lo bueno, imaginamos que si volvemos todo volverá a ser maravilloso (cuando seguramente nunca lo fue). Tal es el poder de la atracción por la frustración, tal nuestro inmaduro empecinamiento en poseer aquello que no tenemos.

¿Se puede luchar contra ese poder? Absolutamente SÍ:

1. Date cuenta de que estás pensando de manera sesgada e irracional.
2. Piensa de manera más realista.
3. Acuérdate también de lo malo, demuéstrate que eso de que "todo era maravilloso y era la persona de mi vida" es una burda falacia de tu mente.
4. Focaliza en tu presente, ilusiónate por el futuro.
5. Y sobre todo, date cuenta de que nunca nadie es de nadie. No podemos poseer al otro. Esta vida es un camino en el que nos encontramos, y el encuentro dura lo que dura. Y cuando se acaba el encuentro... el camino sigue.

Y por último, ¡ven a talleres como el mío del próximo sábado para saber más sobre el amor, el duelo romántico y cómo amarnos más y mejor a nosotros mismos! Si estás en Málaga, espero verte allí. ¡Un abrazo!